El desarrollo de las ideas socialistas en Chile. Sebastián Jans |
1.3. LAS IDEAS EN PUGNA Y LA APARICION DEL UTOPISMO. |
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SANTIAGO A MEDIADOS DEL SIGLO XIX. La imagen nos muestra a la capital chilena, observada desde la ribera norte del río Mapocho. A la derecha se alcanza a ver el puente de Cal y Canto. Obviamente, en el Chile de esos años, Santiago era una pequeña ciudad, muy provinciana, y diferente a las metropolis europeas de la época.
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Capítulo Primero. LAS PRIMERAS DÉCADAS DE LA REPÚBLICA.
Capítulo Segundo. ARCOS Y LA SOCIEDAD DE LA IGUALDAD. Santiago Arcos, su orígen e influencias. El Club Reformista de la calle de las Monjitas.
Capítulo Tercero. FORMACION CAPITALISTA Y MUTUALISMO. Montt, el último gobierno pelucón. La revolución burguesa de 1859. La expansión capitalista mundial. Factores que influyen en la proletarización.
Capítulo Cuarto. LA CLASE OBRERA A FINES DEL SIGLO XIX. El régimen que reemplazó a Balmaceda. Alejandro Escobar y Ricardo Guerrero. Las organizaciones socialistas precursoras.
Capítulo Quinto.RECABARREN Y EL PARTIDO OBRERO SOCIALISTA. Los hechos sociales de principios del siglo XX. Dos años de sangrienta lucha de clases. La masacre en la Escuela Santa María de Iquique. La Federación Obrera de Chile. La crisis imperialista y la situación internacional. La Asamblea Obrera de Almentación Nacional. La mesocracia y el populismo de Alessandri.
Capítulo Sexto. LA GRAN CRISIS DE LOS TREINTA. La crisis y la caída de la tiranía.
Capítulo Séptimo. LAS DOS VERTIENTES SOCIALISTAS EN CHILE. Fundación del Partido Socialista de Chile. La represión de González Videla.
Capítulo Octavo. ALLENDE Y EL MOVIMIENTO POPULAR. El gobierno reformista de Frei. Los mil días de Gobierno Popular.
Capítulo Noveno. LA RENOVACION SOCIALISTA. El fin de la República Mesocrática. La dictadura de Pinochet. La crisis del Partido Socialista y el movimiento de renovación. El liderazgo de Ricardo Lagos. El derrumbe de los "socialismos reales". La Concertación de Partidos por la Democracia.
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La
caída de la dictadura de O’Higgins, en 1923, permitió que quienes lo
derrocaron, asumieran la distinción de liberales, lo que distaba mucho de
los principios y objetivos que caracterizaban a quienes conocemos
comunmente como tales. En cierto modo, liberal o pipiolo era sinónimo de
anti-o’higginista, y sobre ellos descansaron los primeros ensayos de
organización política que se sucedieron hasta 1828.
Los ensayos constitucionalistas de 1823, el federalismo de 1826, y la efímera Constitución de 1828, fracasaron dentro de una pugna entre los diversos grupos en que se dividía la clase terrateniente. Señala Alberto Edwards (1), que todos querían mandar y nadie obedecer, provocando un cuadro de escándalos, motines, golpes de fuerza, abusos de autoridad, debilidades incomprensibles, un docena de gobiernos en poco mas de seis años, el fisco escuálido, los empleados a sueldo de las facciones, la fuerza armada desobediente, el crédito público arruinado, y la sociedad sufriendo las consecuencias de la anarquía y el caos. La cualidad que la clase terrateniente y la emergente burguesía ven en Portales, es su comprensión de que la construcción de un Estado con instituciones sólidas, dependía exclusivamente de una fuerza social que lo respaldara. Es fuerza social debía ser la aristocracia, la que se había recuperado de las pérdidas que le había significado la Guerra de Independencia. Según Edwards, la aristocracia tenía en su seno todo o caso todos los elementos de gobierno con que el país podía contar: fortuna, ilustración, respetabilidad e influencia. Demás está decir que, el resto de los habitantes se hallaba sumergido en la mas completa ignorancia y las provincias eran poco mas que feudos agrícolas de Santiago. El descontento contra los pipiolos se manifestó con violencia, y los pelucones, dirigidos por Portales, asaltaron el gobierno en 1829, mientras en Concepción, el general Prieto se pronunció en armas. La disputa se dirimiría en abril de 1829, en los campos de Lircay, donde los pipiolos fueron derrotados. Instaurada la dictadura, el régimen de Portales se cimentó en las aspiraciones de la aristocracia. Este pragmático personaje no reconocía cuartel en ninguna escuela doctrinaria, y apoyado por su grupo de poder, los estanqueros, supo ofrecerse a la clase dominante como el hombre que eliminaría las discusiones y los ensayos institucionales que habían fracasado tan estrepitosamente. Su propuesta era un Estado fuerte, dominado por quienes estaban realmente en condiciones de dirigirlo. Los encargados de redactar la Constitución que debería ordenar el nuevo sistema institucional fueron Egaña y Gandarillas, quienes condensaron en ese texto los anhelos mas sentidos de la aristocracia, y que se traducirían en 30 años de despotismo en manos de un presidente semi-monarca. Portales, restableció los mayorazgos que habían sido abolidos en 1828, y desarrolla una estrecha colaboración con el clero. La pugna entre los pelucones o conservadores con los pipiolos o liberales, quedó zanjada, como hemos visto, a favor de los primeros, hasta que, un nuevo liberalismo, producto de los cambios que el país estaba experimentando, con el desarrollo de las formas capitalistas y la emergencia de una generación de intelectuales que rechazaba la situación político-institucional existente. En esa época se manifiestan también los primeros vestigios del utopismo pre-socialista, entre la burguesía emergente. Será Fourier, el gran utopista europeo, quien influirá en algunos experimentos filantrópicos, como el de Pedro Félix Vicuña, padre de Benjamín Vicuña Mackenna, quien fundó en Copiapó un Banco Industrial Minero de Préstamo sin Interés, obviamente de corta vida. Un fourierista de apellido Picarte, que había viajado a París a realizar sus estudios, regresó con la intención de llevar a la práctica las ideas de su maestro, para lo cual gastó mucho dinero en imprimir folletos y comprar terrenos, donde formó un falansterio, con algunos discípulos. El falansterio, una colonia de trabajo mancomunado, tuvo la misma suerte que sus similares implementados en otras partes del mundo. De la misma forma, el terrateniente Domingo Eyzaguirre, fundador de la Sociedad Nacional de Agricultura, después de leer a Fourier, se empapó de buenas intenciones, y en una parte de sus propiedades, a orillas del río Maipo instaló otro falansterio para sus inquilinos.
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