El desarrollo de las ideas socialistas en Chile. Sebastián Jans |
2.2. CHILE A LA LLEGADA DE ARCOS. |
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José Victorino Lastarria y Alberto Blest Gana El primero, intelectual predominante a mediados del siglo XIX y promotor del liberalismo. El segundo, el novelista que recreó los acontecimientos de ese periodo en novelas tan famosas como "Martín Rivas" y "El loco Estero". Ambos son referentes obligados para entender la situación de las ideas hacia 1850 |
Capítulo Primero. LAS PRIMERAS DÉCADAS DE LA REPÚBLICA.
Capítulo Segundo. ARCOS Y LA SOCIEDAD DE LA IGUALDAD. Santiago Arcos, su orígen e influencias. El Club Reformista de la calle de las Monjitas.
Capítulo Tercero. FORMACION CAPITALISTA Y MUTUALISMO. Montt, el último gobierno pelucón. La revolución burguesa de 1859. La expansión capitalista mundial. Factores que influyen en la proletarización.
Capítulo Cuarto. LA CLASE OBRERA A FINES DEL SIGLO XIX. El régimen que reemplazó a Balmaceda. Alejandro Escobar y Ricardo Guerrero. Las organizaciones socialistas precursoras.
Capítulo Quinto.RECABARREN Y EL PARTIDO OBRERO SOCIALISTA. Los hechos sociales de principios del siglo XX. Dos años de sangrienta lucha de clases. La masacre en la Escuela Santa María de Iquique. La Federación Obrera de Chile. La crisis imperialista y la situación internacional. La Asamblea Obrera de Almentación Nacional. La mesocracia y el populismo de Alessandri.
Capítulo Sexto. LA GRAN CRISIS DE LOS TREINTA. La crisis y la caída de la tiranía.
Capítulo Séptimo. LAS DOS VERTIENTES SOCIALISTAS EN CHILE. Fundación del Partido Socialista de Chile. La represión de González Videla.
Capítulo Octavo. ALLENDE Y EL MOVIMIENTO POPULAR. El gobierno reformista de Frei. Los mil días de Gobierno Popular.
Capítulo Noveno. LA RENOVACION SOCIALISTA. El fin de la República Mesocrática. La dictadura de Pinochet. La crisis del Partido Socialista y el movimiento de renovación. El liderazgo de Ricardo Lagos. El derrumbe de los "socialismos reales". La Concertación de Partidos por la Democracia.
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Su
llegada es un hecho extraordinario para la provinciana capital chilena,
donde la presencia de un joven llegado de París, se convierte en
un requerimiento obligado para animar los saraos y las reuniones
sociales de la aristocracia criolla. Las invitaciones a tales eventos le
mantienen ocupado por varios meses, pero, no le impide observar la
realidad de su país natal.
Arcos llega en las postrimerías del gobierno del general Bulnes. El despotismo del absolutismo presidencialista, que la Constitución de 1833 había consagrado, por obra de Portales y Mariano Egaña, significaba el predominio absoluto de la aristocracia pelucona. Para Alberto Edwards (1) aquel régimen había puesto fin al desconcierto político y administrativo, y se sustentaba en la única clase capaz de comprender y defender los intereses del país. El cuadro de las ideas mostraba el predominio de las tradiciones españolas del despotismo ilustrado. Julio Heisse (2) señala que Mariano Egaña, el mas destacado teórico de la república pelucona, soñaba con un gobierno a lo Carlos III, como lo hicieran Lucas Alemán, en México, o Bartolomé Herrera, en Perú. La mentalidad de la aristocracia, que mayoritariamente fue contraria a la Independencia, pero que recibió sus frutos, era de influencia española, por lo que el espíritu tradicionalista predominaba en todos los niveles de cierta influencia en la sociedad. Como es lógico, esto se advertía incluso en la literatura y en la incipiente intelectualidad de la época, cuya sumisión a la influencia hispánica y al siglo XVIII era patética. Por eso, la fresca brisa que el joven Arcos trae de París, no deja de entusiasmar a mas de algún liberal incipiente. Arcos trae un nuevo lenguaje, las nuevas ideas, los nuevos valores, que agitan las consciencias de los europeos. Trae en sí el mundo nuevo que irrumpe contra el absolutismo, de la mano de la nueva clase dominante: la burguesía. Con la llegada de los barcos desde Europa, luego de semanas de cruce del Atlántico, y del lento orillar de la costa oriental sudamericana, hasta cruzar el Estrecho de Magallanes y llegar a Valparaíso, se conocen en mayo de 1848, las primeras noticias de lo que ocurre en París. En febrero de ese año, se realizaron reuniones que promovían la ampliación del sufragio, que fueron prohibidas por el gobierno de Guizot. Grandes demostraciones populares, que contaron con el apoyo de la Guardia Nacional, pusieron al país en estado de insurrección, y rebeldes armados asaltaron las Tullerías, provocando la abdicación y fuga del Rey. Se formó un gobierno provisional en el Hotel de Ville, donde figuraron Ledru-Rollin, Lamartine, Louis Blanc y el obrero metalúrgico Albert, que reconoció el derecho al trabajo, mediante talleres nacionales bajo administración estatal para los desocupados, derecho a agremiarse, jornada laboral de 10 horas, abolición de la prisión por deuda, voto para todos los varones adultos y la proclamación de la República. Pronto, sin embargo, se abrió una brecha entre los socialistas y el gobierno, el que reprimiría a los obreros, siendo apresados Blanqui, Albert y Barbés. En junio, nuevas insurrecciones desataron la represión, ordenada por la Asamblea Nacional, dirigida por el general Cavaignac, provocando mas de 2.000 muertos, 15.000 detenidos y 4.000 deportados a Argelia. El provinciano mundo de la aristocracia chilena comentó escandalizado sobre la barbarie de la chusma, solazándose de la paz de ofrecía el peluconismo. Sin embargo, en Santiago, los intelectuales de la generación cultural de 1842, comenzaban a agitar las banderas del liberalismo, bajo la influencia de algunos notables intelectuales extranjeros (el venezolano Andrés Bello, los argentinos Domingo F. Sarmiento y Bartolomé Mitre), que conducirían a la gestación del Club de la Reforma, y que, luego de las noticias que provenían de París, darían vida a la efímera Sociedad Caupolicán. En tanto, Arcos cruzaba la Cordillera de Los Andes, en la primavera septentrional de 1848, con el fin de aventurarse en las pampas argentinas. Existe cierta base para creer que ese viaje lo realizó como emisario de los liberales argentinos avecindados en Chile (Sarmiento, Mitre), imposibilitados de volver a su país, debido a ser perseguidos políticos. Poco después, el joven Arcos estaba de vuelta nuevamente en Chile. Su padre, que ya bordeaba los 60 años, siguiendo el impulso de su hijo, llegó a principios de 1849, huyendo de los aires revolucionarios franceses, y fundó en Valparaíso el Banco de Chile de Arcos y Cía. Su habilidad como especulador experto, ganada como banquero en París, puso en serios aprietos a los prestamistas de Valparaíso, incapaces de equilibrar los bajos intereses que el gallego ofrecía por medio de su identidad. Con la complicidad del gobierno, se crearon una serie de trabas con el fin de limitar su campo de acción, y evitar la quiebra del anticuado sistema financiero chileno. Desalentado, Antonio Arcos cerró las puertas de su banco y regresó a Europa, a mediados de 1850, apenado por el fracaso de su empresa y por la rebeldía de su hijo, entregado a las pasiones de los homme en blouse, como se conocía a los rebeldes obreristas franceses. Al año siguiente, don Antonio moriría, legando una cuantiosa fortuna. A su regreso de Argentina, es cuando Santiago Arcos comienza a protagonizar la historia de su paso por la lucha social de Chile. Se vincula al Club de la Reforma, donde se reencuentra con Francisco Bilbao, su conocido de París, y que también había conocido las barricadas de los ouvries. Allí advierte que está expresado un clima de sorda protesta, aún sin un curso consciente respecto a lo que había que hacer frente al régimen pelucón. Bilbao era un orador incansable, de fuerte énfasis anti-clerical y laicista, demócrata y liberal extremista, que, según Marcelo Segall (3), lo convirtió en el arquetipo americano del poeta Lamartine. Dice este autor que, siendo Arcos y Bilbao de familias pudientes, su dinero les permitió leer, viajar y predicar la revolución sin dificultades materiales. Un fin común los uniría: convertir la república pelucona en una república liberal. La experiencia francesa e inglesa de Arcos, su vinculación con el socialismo utópico, le hicieron entender los problemas que afectaban a la joven República, con mas acierto que Bilbao: sabía que la única diferencia entre los conservadores era la riqueza, el poder y los cargos públicos, y no un proyecto político distinto. Sin embargo, su pensamiento, pese a todo, encaja en la revolución democrática de la burguesía. Segall considera que Arcos es la expresión intelectual en Chile, de la burguesía mas avanzada de su tiempo, que tuvo otros exponentes: uno de ellos, Antonio Orihuela, en el parlamento carrerino de 1811, e Isidoro Errázuriz, que plantearon en su tiempo el fin del latifundio. Ambos, sin embargo, no lograron unir sus proposiciones a un movimiento político, lo que sí ocurre con Arcos, que fue capaz de unir las propuestas de la revolución democrática burguesa a un movimiento político en ciernes, que se expresó en la Sociedad de la Igualdad, en un terreno propicio, arado y abonado por la crisis económica, en que el país cayó a fines del gobierno de Bulnes. Notas 1"La fronda aristocrática" 2 "10 años de evolución institucional". Editorial Andrés Bello.3 "Desarrollo del capitalismo en Chile". Editorial del Pacífico. |