El desarrollo de las ideas socialistas en Chile. Sebastián Jans |
3.2. LA REVOLUCIÓN BURGUESA DE 1859. |
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Pedro León Gallo y Manuel Antonio Matta, fueron los grandes caudillos de la insurrección burguesa de 1859. Expresaron un liberalismo político extremista que provocaría el fin del peluconismo conservador. El francés Courcelle-Seneuil, en tanto, fue quien introdujo las ideas del dejar hacer (Laissez-faire) en la economía chilena de la segunda parte del siglo XIX. |
Capítulo Primero. LAS PRIMERAS DÉCADAS DE LA REPÚBLICA.
Capítulo Segundo. ARCOS Y LA SOCIEDAD DE LA IGUALDAD. Santiago Arcos, su orígen e influencias. El Club Reformista de la calle de las Monjitas.
Capítulo Tercero. FORMACION CAPITALISTA Y MUTUALISMO. Montt, el último gobierno pelucón. La revolución burguesa de 1859. La expansión capitalista mundial. Factores que influyen en la proletarización.
Capítulo Cuarto. LA CLASE OBRERA A FINES DEL SIGLO XIX. El régimen que reemplazó a Balmaceda. Alejandro Escobar y Ricardo Guerrero. Las organizaciones socialistas precursoras.
Capítulo Quinto.RECABARREN Y EL PARTIDO OBRERO SOCIALISTA. Los hechos sociales de principios del siglo XX. Dos años de sangrienta lucha de clases. La masacre en la Escuela Santa María de Iquique. La Federación Obrera de Chile. La crisis imperialista y la situación internacional. La Asamblea Obrera de Almentación Nacional. La mesocracia y el populismo de Alessandri.
Capítulo Sexto. LA GRAN CRISIS DE LOS TREINTA. La crisis y la caída de la tiranía.
Capítulo Séptimo. LAS DOS VERTIENTES SOCIALISTAS EN CHILE. Fundación del Partido Socialista de Chile. La represión de González Videla.
Capítulo Octavo. ALLENDE Y EL MOVIMIENTO POPULAR. El gobierno reformista de Frei. Los mil días de Gobierno Popular.
Capítulo Noveno. LA RENOVACION SOCIALISTA. El fin de la República Mesocrática. La dictadura de Pinochet. La crisis del Partido Socialista y el movimiento de renovación. El liderazgo de Ricardo Lagos. El derrumbe de los "socialismos reales". La Concertación de Partidos por la Democracia.
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Las consecuencias de los hechos de abril de 1851, a pesar de las persecuciones del gobierno conservador del Presidente Manuel Montt y su Ministro Antonio Varas, no provocaron la extinción de las ideas liberales, que, con el regreso al país desde el exilio de sus principales propagandistas, tomaron nuevos bríos, proyectándose en la escena política como una verdadera alternativa de oposición. En las elecciones parlamentarias de 1858, varios liberales ganaron lugares en la Cámara de Diputados, provocando la intranquilidad del gobierno. Angel C. Gallo, Tomás Gallo y Manuel Antonio Matta, fueron los nombres mas radicalizados del liberalismo en ganar sus postulaciones. Poco después, aparecerá el periódico La Asamblea Constituyente, que, con el apoyo de José Victorino Lastarria e Isidoro Errázuriz, se convertirán en los más fervientes voceros opositores a Montt, ante lo cual, nuevamente el gobierno respondería aplicando el destierro. Sin embargo, la autoritaria personalidad de presidente, estaba provocando nuevos enemigos a su gobierno. En 1857, un grupo del peluconismo se escindió del partido de gobierno, y se unió a la oposición. Este hecho daría la base necesaria para constituir, poco después, la Fusión Liberal-Conservadora, primera manifestación política de la coerción del liberalismo como fuerza de progreso y agente precipitante de la revolución democrática burguesa y del desarrollo del capitalismo industrial. Alberto Edwards ironizará medio siglo después que, en los años siguientes, no era posible saber a que partido pertenecía un fusionista, sino solo acudiendo a la fecha de su antagonismo con Montt. Pero, no todos los liberales aceptaron la Fusión, que desarrollaba su acción política sin salirse de los marcos constitucionales de 1833. Contra esto, se expresaban los liberales rebeldes al fusionismo, que integraban la emergente burguesía, representantes del desarrollo de las formas capitalistas de producción. De allí que, la crisis económica que sobreviene a partir de 1858, traerá consecuencias inevitables. A principios de 1859, en Copiapó, centro de la riqueza minera de la época, se produce un levantamiento revolucionario acaudillado por el rico empresario minero Pedro León Gallo, secundado por los hermanos Guillermo y Manuel Antonio Matta. La oposición liberal-conservadora apoyó inicialmente con entusiasmo la revolución, pero, solo en sus inicios. El triunfo de Gallo en la batalla de Los Loros, y su avance victorioso hacia Santiago, junto a sus ideas demasiado avanzadas en lo político y en lo religioso – su movimiento era notoriamente anticlerical -, llevó al fusionismo a considerar a los revolucionarios de Copiapó más peligroso que Montt. El temor del fusionismo aumentó, cuando, en la región de la Araucanía, en la frontera sur del Estado, se produjo una sublevación mapuche, estimulada por revolucionarios, que buscaban abrir otro frente al gobierno. Considerando que al Presidente le quedaban solo dos años de gobierno, y que la Fusión impondría su supremacía en la designación del reemplazante, prefirieron unir sus fuerzas al gobierno, para enfrentar a un enemigo que era abiertamente exógeno a la clase política dominante. Este factor determinó que el movimiento revolucionario fuera militar y políticamente derrotado, por lo cual, Gallo debió huir a Argentina. Aquel fracaso revolucionario dejó al descubierto la unión de la aristocracia latifundista con una burguesía básicamente usurera que tendía hacia la oligarquización, mientras una burguesía productiva, verdaderamente liberal, minoritaria, bregaba por una verdadera revolución democrática, en todos sus alcances políticos, económicos y sociales. Sobre la semilla esparcida por Gallo, surgiría el partido radical, que agruparía al liberalismo radicalizado, a los grupos sociales vinculados al artesanado, a los mineros, y al anticlericalismo, cuyas propuestas fundamentales se dieron en torno a una reforma constitucional, educación estatal, descentralización administrativa y libertad absoluta de sufragio. El gobierno de José Joaquín Pérez, que reemplazó al de Montt, inicialmente continuista, pronto se convirtió en la expresión del fusionismo. En su gestión, las ideas librecambistas de Courcelle-Seneuil, encontraron terreno arado. La promulgación de la Ley de Moneda, en julio de 1860, que sustituyó las leyes monetarias de 1834 y 1851, abolieron el sistema colonial. Posteriormente, la promulgación de la nueva Ordenanza de Aduanas, en 1864, estableció la absoluta libertad de comercio y transporte. El intercambio productivo, fomentado por la igualación de banderas, producirá en el acto un elevado desequilibrio de la balanza comercial, con naciones como Estados Unidos, Inglaterra y los estados alemanes, junto con una funesta competencia con la aún muy incipiente industria nacional, además de provocar un perjuicio irrecuperable para la navegación mercante chilena. Previo al ascenso al poder del fusionismo, la pugna entre los partidarios del laissez-faire y sus detractores, había ocupado muchas páginas de los pocos periódicos de ese tiempo. Uno de los mas acervos críticos de Courcelle-Seneuil era don Pedro Félix Vicuña, que ante las reformas propuestas por el consultor francés, le recordaba que Chile, antes que agricultor, está llamado a ser industrial. Las ideas de Vicuña, empero, no encontraron acogida en los círculos oficiales, que aceptaban el criterio libre-cambista, sobre la base de que el gobierno no debía entorpecer el libre juego de las leyes naturales. Para la clase política en el poder, la crisis, como todos los fenómenos económicos, terminaría una vez que dejasen de activar las causas que la habían producido. La intervención de Courcelle-Seneuil y de su discípulo chileno Zorobabel Rodríguez, a juicio de sus críticos, fue decisiva para liquidar las posibilidades de hacer de Chile un país industrial. Jobet (1) señala que la estadística del comercio internacional chileno, entre 1844 y 1891, demuestra que los productos importados sobrepasaron enormemente a los exportados, lo que empobreció a Chile, imposibilitando la capitalización, neutralizando su industrialización, manteniendo el atraso agrario y permitiendo la penetración del imperialismo. Notas 1 "Ensayo crítico del desarrollo económico-social de Chile". Julio César Jobet. Anales de la Universidad de Chile. |