El desarrollo de las ideas socialistas en Chile.  Sebastián Jans

6.3. LA SUBLEVACIÓN DE LA ARMADA.

 

 

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Un suceso extraordinario

La Armada de Chile, una de las instituciones más tradicionales de las fuerzas armadas chilenas, vinculada socialmente a la aristocracia y a los sectores más conservadores del país, será el escenario de uno de los hechos sociales más conmocionantes de los años 1930. Las tripulaciones apresaron a los oficiales y tomaron el control de las dos principales bases navales y de la Escuadra completa. Es un hecho que no tiene parangón en la historia de las fuerzas navales en el mundo, ni siquiera con la referencia del Potemkim, uno de los preludios de la revolución rusa. En la foto 1, uno de los protagonistas de la sublevación, el suboficial Steembecker. Foto 2, el comandante Daroch, que fue despojado del mando del "O´Higgins". Foto 3. Marineros con bayoneta calada patrullan la bahía de Coquimbo.

 

Prólogo

Capítulo Primero. LAS PRIMERAS DÉCADAS DE LA REPÚBLICA.

La Independencia.  

El proletariado en formación.   

Las ideas en pugna.

 

Capítulo Segundo. ARCOS Y LA SOCIEDAD DE LA IGUALDAD.

Santiago Arcos, su orígen e influencias

Chile a la llegada de Arcos

La Sociedad de la Igualdad.

El Club Reformista de la calle de las Monjitas. 

  La carta desde la cárcel.

 

Capítulo Tercero. FORMACION CAPITALISTA Y MUTUALISMO.

Montt, el último gobierno pelucón.  

La revolución burguesa de 1859

La expansión capitalista mundial.

El mutualismo de Vivaceta

Factores que influyen en la proletarización

La guerra del salitre

La guerra civil de 1891.

 

Capítulo Cuarto. LA CLASE OBRERA A FINES DEL SIGLO XIX.

Las grandes huelgas de 1890.  

El Partido Democrático

El régimen que reemplazó a Balmaceda

Alejandro Escobar y Ricardo Guerrero.

Las organizaciones socialistas precursoras.

 

Capítulo Quinto.RECABARREN Y EL PARTIDO OBRERO SOCIALISTA.

Los hechos sociales de principios del siglo XX.  

La "cuestión social".  

Dos años de sangrienta lucha de clases.

La masacre en la Escuela Santa María de Iquique

El democrático Recabarren

La Federación Obrera de Chile.

Recabarren, el socialista.  

El Partido Obrero Socialista. 

La crisis imperialista y la situación internacional

La Asamblea Obrera de Almentación Nacional.

La mesocracia y el populismo de Alessandri

Recabarren y el leninismo.

 

Capítulo Sexto. LA GRAN CRISIS DE LOS TREINTA.

La dictadura de Ibañez.  

La crisis y la caída de la tiranía.  

La sublevación de la Armada

La República Socialista.

 

Capítulo Séptimo. LAS DOS VERTIENTES SOCIALISTAS EN CHILE.

Fundación del Partido Socialista de Chile.  

Ranquil y Lonquimay.   

El Frente Popular

La represión de González Videla.

 

Capítulo Octavo. ALLENDE Y EL MOVIMIENTO POPULAR.

El Frente del Pueblo.  

El 2 de abril de 1957

El Frente de Acción Popular.  

El gobierno reformista de Frei

La Unidad Popular.  

Los mil días de Gobierno Popular.

 

Capítulo Noveno. LA RENOVACION SOCIALISTA.

El fin de la República Mesocrática. La dictadura de Pinochet.  

La crisis del Partido Socialista y el movimiento de renovación.

La opción de los comunistas.  

El liderazgo de Ricardo Lagos

El derrumbe de los "socialismos reales".

La Concertación de Partidos por la Democracia.

 

Conclusión.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Caído Ibañez, se inicia uno de los periodos de crisis institucional más difíciles de la República, donde se dan las condiciones más efectivas para una revolución social. Ibañez renunció a favor de Juan Esteban Montero, y éste, para postularse como candidato presidencial con apoyo de la Derecha, renunció a favor de Trucco. Ni uno ni otro, era el hombre adecuado para enfrentar la inestabilidad que desencadenó el vacío de poder y la crisis económica.

Si la revolución social no se produjo, fue por la condición de las organizaciones obreras, que vivían un periodo de recuperación de sus estructuras participativas y reivindicativas. La acción de la dictadura había dejado a las organizaciones populares desarticuladas, y carentes de liderazgos consolidados. Es decir, no hubo una posibilidad cierta de conducción de los hechos que en ese periodo se produjeron.

La FOCH recién comenzaba a rearticularse en algunas ciudades. Sin embargo, este proceso de reconstrucción no estaba exento de dificultades. El único partido existente hasta ese momento, en el campo obrero, era el Comunista, el cual estaba dominado por un dogmatismo intransigente y un sectarismo estéril, que habían incubado los detractores de Recabarren. De la misma forma, ya en ese periodo, comienzan a advertirse los primeros brotes de confrontación entre los sectores stalinistas y trotskistas. Las influencias del VI Congreso del Komintern, realizado en septiembre de 1928, induce a una fuerte disciplina internacional, por sobre los intereses locales de los partidos comunistas.

Esa resoluciones, emanadas de la dirección stalinista, pondrán el dedo en la llaga para muchos revolucionarios, que simplemente darán por terminada su relación con el partido, y buscarán otras organizaciones donde realizar su acción. Quienes pasan a ser más receptivos a las políticas stalinistas, son los militantes provenientes de la pequeña burguesía, especialmente, profesionales y estudiantes, cuestión que se aprecia en la reconstitución del PC, que es asumida básicamente por dirigentes de clase media, salvo algunas excepciones, como es el caso de Laffertte. Sin embargo, la gran mayoría de los dirigentes obreros de la primera época del PC, y que se habían formado en las luchas del POS y de la FOCH, optó por un camino diferente.

El hecho es que, después de la caída de la dictadura, se produce un gran vacío político en la conducción de las organizaciones obreras, permitiendo que las extraordinarias jornadas sociales producidas en Chile, entre 1931 y 1932, quedaran abortadas en sus proyecciones, siendo, en definitiva, derrotadas. El primero de éstos hechos, es de importancia histórica mundial, debido a que involucró a una Armada completa, acontecimiento no observable en otras realidades históricas.

El personal de la marina de guerra chilena, había sido seriamente afectado por las reducciones de sueldos, determinadas por el Ministerio de Hacienda, ante la situación económica que afectaba al país. Éstas reducciones no solo afectaron los ingresos salariales del personal de todas las fuerzas armadas, sino que también en lo referente a la calidad de la alimentación cotidiana de los acuartelados, cuyas raciones fueron reducidas, además de mostrar un evidente deterioro en su calidad, ya que los proveedores entregaban los productos en mal estado de conservación.

El descontento comenzó a surgir dentro de la marinería, sobre todo entre los embarcados, que comprobaban con desaliento que el conducto regular no servía para manifestar sus inquietudes y reclamos. En el acorazado "Latorre" es donde comienzan a gestarse los primeros brotes de insubordinación, encabezados por los suboficiales Manuel Astica y Augusto Zaval. Éstos se conectaron con el personal de otros navíos y conspiraron con el fin de tomar el control de la Escuadra.

El martes 01 de septiembre de 1931, en la madrugada, todo el personal de suboficiales y tripulantes se apoderó de los buques de la Escuadra, fondeada en la bahía de Coquimbo, constituyéndose un Estado mayor de Tripulaciones (EMT). Los oficiales fueron encarcelados en los mismos buques. Acto seguido dieron a conocer un manifiesto, donde se exigía no dar curso a la reducción de sueldos y establecer una sanción a los políticos causantes de la situación que afectaba al país.

La rebelión de la Escuadra conmocionó al país. La Derecha tradicional y oligárquica tembló de miedo, sobre todo cuando consideraban a la Armada como su feudo incondicional. Mayor fue su inquietud cuando se estableció que los buques apostados en Talcahuano, marchaban rumbo a Coquimbo, también en manos de sus tripulantes, para adherir a la Escuadra. El puerto de Talcahuano, las instalaciones de la Isla Quiriquina, así como las instalaciones navales de Valparaíso, quedaron también bajo el poder de la marinería sublevada.

En Coquimbo, una delegación de los comités locales de la FOCH, concurrió hasta los buques en la bahía, para solidarizar con el movimiento de las tripulaciones. En Talcahuano, varios piquetes de obreros se sumaron a los marineros que tenían en sus manos el apostadero, el puerto y los arsenales, además de los destructores "Riveros" y "Prat", sumando en total de 500 hombres armados. En Valparaíso, varios obreros del Partido Democrático, hicieron lo propio, vinculándose incluso con suboficiales del regimiento "Maipo", el cual se insubordinó a favor del alzamiento de la Armada.

Como el EMT diera un plazo de 48 horas para recibir una respuesta a sus requerimientos, el gobierno de Trucco envió al almirante Von Schroeders a negociar. Este era un hombre muy prestigiado en la Marina, y con mucho ascendiente sobre el personal. Llegó a La Serena, ciudad vecina a Coquimbo, el 2 de septiembre. No llevaba instrucciones específicas. Ese día, el EMT entregó un segundo manifiesto, donde exigían una reforma agraria y gravar con impuestos los terrenos sin cultivos. En tanto, las tropas del Ejército y la Aviación eran acuarteladas. Ese mismo día, en las calles de Santiago, se produjeron una serie de tumultos.

El Gabinete Ministerial fue reorganizado, integrándose un nuevo gobierno con representantes liberales, conservadores y radicales, además de un representante obrero, Carlos Alberto Martínez, que fue incorporado a una maniobra política que buscaba, precisamente, neutralizar el apoyo obrero a favor de los sublevados. La primera medida de este Gabinete fue decretar el estado de sitio, mientras en el acorazado "Latorre" se llevaban a efecto las negociaciones entre Von Schroeders y el EMT, encabezados por el suboficial preceptor Ernesto González.

En Valparaíso, el regimiento "Maipo" fue atacado, produciéndose una balacera, que concluyó con la rendición de los insubordinados. Fue el primer paso hacia la derrota de la sublevación. Controlado el único conato de rebelión dentro del ejército, los mandos pudieron planificar la derrota de la Armada insurrecta. Sin embargo, los miedos dominaban al gobierno y a la clase oligárquica: el miedo a que la llama de la sublevación se extendiera a las demás ramas armadas, el miedo a que los rebeldes desembarcaran en algún puerto del norte, provocando el levantamiento de los obreros salitreros.

El ultimatum del gobierno, ordenando deponer la rebelión, provocó que el EMT terminara por llamar a la revolución social, sin embargo, no movieron la Escuadra hacia donde estaban quienes tenían la capacidad de apoyarlos desde tierra. Sin duda, desde un punto de vista táctico, ello sería su error fundamental, pues, la Aviación y el Ejército ya estaban preparando el plan de ataque.

En Talcahuano, es donde se produce la segunda escaramuza – la primera había sido en el regimiento "Maipo" de Valparaíso -, cuando tropas del ejército atacaron los fuertes y las unidades navales, defendidos por la marinería y por grupos obreros. Ricardo Donoso cuenta: "En el combate de Talcahuano hubo un apreciable número de bajas, entre muertos y heridos, tanto de parte de los rebeldes como entre las tropas gubernativas. La captura de los fuertes puso en poder del gobierno mil prisioneros y todo el armamento y municiones que existía en ellos. El Comité Revolucionario que se había organizado se rindió incondicionalmente". En Valparaíso, los combates fueron más breves y menos dramáticos, al caer los fuertes navales, después de algunas escaramuzas.

Así llegó el domingo 6 de septiembre, cuando a alrededor de las 17:50 hrs. se iniciaron los ataques de la Aviación contra los buques de la Escuadra. El intercambio de fuego se mantuvo por algunas horas. El submarino H-4 "Quidora" fue la primera unidad que se rindió. Amaneciendo el día 7, el EMT resolvió rendirse ante el fracaso del movimiento. Todos fueron sometidos a consejo de guerra: el escribiente Ernesto González, el cabo despensero Manuel Astica, el sargento Victoriano Zapata, el cabo primero Juan Bravo, el cabo despensero Augusto Zagal, el sargento Moisés Pino, el cabo artillero Víctor Villalobos, el cabo primero Luis Pérez Sierra, el cabo despensero Lautaro Silva y el cabo Heliodoro Labra. El profesor Juan Riveros Araya, representante de la FOCH de Coquimbo, e integrado al EMT en esa condición, murió asesinado.

Los miembros del EMT fueron juzgados, y recibieron condenas desde 10 años de prisión hasta la pena de muerte. Sin embargo, las penas máximas fueron conmutadas por el gobierno de Trucco, y luego, por el de Juan Esteban Montero. El gobierno socialista de junio de 1932, los amnistió, concediéndoles la inmediata libertad.

En las elecciones presidenciales de fines de 1931, fue elegido Juan Esteban Monetro, con el respaldo de los partidos tradicionales, venciendo a Alessandri que formó un partido para esas elecciones. El régimen civilista que se instaura con Montero, representó la vuelta al gobierno de la clase oligárquica, recuperando sus posiciones tradicionales, aferrándose a los privilegios y a la inercia gubernamental. Pero, los vientos de rebelión social seguían soplando.

En ese marco se producen los sucesos dramáticos conocidos como la Pascua Trágica de Copiapó y Vallenar. La noche de Navidad de 1931, un grupo de 30 personas, en su mayoría militantes del PC y de la FOCH, soñando hacer la revolución social, mediante un golpe de mano, trataron de apoderarse del regimiento "Esmeralda" de Copiapó, con la colaboración de algunos conscriptos, lo que les permitió llegar hasta la sala de guardia y la sala de armas de una compañía.

Se produjo una balacera, en medio de la oscuridad, en que se gastaron más de 8.000 cartuchos, ocasionando la muerte de un sargento, dos soldados, dos mujeres que pasaban por la calle, y siete atacantes. De madrugada, los insurrectos se retiraron, al ver que el intento no había prosperado.

El suceso convulsionó la provincia, y las autoridades enviaron tropas para liquidar la rebelión. En Vallenar, el capitán Francisco Bull, preparó un contingente de guardias blancas y carabineros, con el fin de proteger la ciudad. Sabiendo que en la casa del militante comunista Pedro P. Seura, se efectuaban reuniones habitualmente, envió un pelotón para allanarla. Sin embargo, los presentes respondieron a tiros, produciéndose un intercambio de fuego que duró varias horas, produciéndose varios muertos. Mientras, en otros lugares se practicaba una razzia contra aquellos que eran sindicados como comunistas. Un pelotón, que había sido enviado a controlar los accesos a la ciudad, regresó con siete obreros detenidos por sospechas, que estaban trabajando en un potrero de un fundo cercano.

Cuando se hizo de noche, los uniformados, al mando del capitán Bull, llevaron a los 17 detenidos durante el día hasta un potrero cercano al aeródromo local, donde procedieron a fusilarlos. El sumario de la investigación indicaría. " Todos los cadáveres fueron llevados a la morgue y de allí al cementerio, sin practicárseles autopsia ni identificación, y sin permitirse que fuesen visitados por sus deudos". Luego, Bull y sus secuaces, prepararon una estrategema para evadir sus responsabilidades, distribuyendo los cadáveres de los fusilados y de dos carabineros caídos en los alrededores de la casa de Seura. Sin embargo, todo se descubrió debido a la honestidad del fiscal investigador, capitán de Ejército Santa Cruz, quien terminó siendo removido de su cargo con posterioridad.

 

El combate de Coquimbo.

La aviación ataca a la Escuadra en la bahía de Coquimbo. Las imágenes dan cuenta de las operaciones en desarrollo. Solo la debilidad del apoyo de organizaciones obreras y la falta de conducción política impidió una revolución social de grandes alcances.

 

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