El desarrollo de las ideas socialistas en Chile.  Sebastián Jans

5.9. LA CRISIS IMPERIALISTA Y LA SITUACION INTERNACIONAL.

 

 

  

Francisco Villa y Emiliano Zapata

Dos de los caudillos que encabezaron la revolución en México. El primero, un bandido que se convirtió en General. El segundo, el caudillo del agrarismo de los indios, mestizos y campesinos, que luchaban por  la reforma agraria. Ambos murieron emboscados.

Prólogo

Capítulo Primero. LAS PRIMERAS DÉCADAS DE LA REPÚBLICA.

La Independencia.  

El proletariado en formación.   

Las ideas en pugna.

 

Capítulo Segundo. ARCOS Y LA SOCIEDAD DE LA IGUALDAD.

Santiago Arcos, su orígen e influencias

Chile a la llegada de Arcos

La Sociedad de la Igualdad.

El Club Reformista de la calle de las Monjitas. 

  La carta desde la cárcel.

 

Capítulo Tercero. FORMACION CAPITALISTA Y MUTUALISMO.

Montt, el último gobierno pelucón.  

La revolución burguesa de 1859

La expansión capitalista mundial.

El mutualismo de Vivaceta

Factores que influyen en la proletarización

La guerra del salitre

La guerra civil de 1891.

 

Capítulo Cuarto. LA CLASE OBRERA A FINES DEL SIGLO XIX.

Las grandes huelgas de 1890.  

El Partido Democrático

El régimen que reemplazó a Balmaceda

Alejandro Escobar y Ricardo Guerrero.

Las organizaciones socialistas precursoras.

 

Capítulo Quinto.RECABARREN Y EL PARTIDO OBRERO SOCIALISTA.

Los hechos sociales de principios del siglo XX.  

La "cuestión social".  

Dos años de sangrienta lucha de clases.

La masacre en la Escuela Santa María de Iquique

El democrático Recabarren

La Federación Obrera de Chile.

Recabarren, el socialista.  

El Partido Obrero Socialista. 

La crisis imperialista y la situación internacional

La Asamblea Obrera de Almentación Nacional.

La mesocracia y el populismo de Alessandri

Recabarren y el leninismo.

 

Capítulo Sexto. LA GRAN CRISIS DE LOS TREINTA.

La dictadura de Ibañez.  

La crisis y la caída de la tiranía.  

La sublevación de la Armada

La República Socialista.

 

Capítulo Séptimo. LAS DOS VERTIENTES SOCIALISTAS EN CHILE.

Fundación del Partido Socialista de Chile.  

Ranquil y Lonquimay.   

El Frente Popular

La represión de González Videla.

 

Capítulo Octavo. ALLENDE Y EL MOVIMIENTO POPULAR.

El Frente del Pueblo.  

El 2 de abril de 1957

El Frente de Acción Popular.  

El gobierno reformista de Frei

La Unidad Popular.  

Los mil días de Gobierno Popular.

 

Capítulo Noveno. LA RENOVACION SOCIALISTA.

El fin de la República Mesocrática. La dictadura de Pinochet.  

La crisis del Partido Socialista y el movimiento de renovación.

La opción de los comunistas.  

El liderazgo de Ricardo Lagos

El derrumbe de los "socialismos reales".

La Concertación de Partidos por la Democracia.

 

Conclusión.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Los inicios del siglo XX en el mundo, traerán consigo grandes convulsiones sociales, que afectarán profundamente las estructuras nacionales e internacionales. El primer gran hito, tal vez, sea la masacre de enero de 1905, en San Petersburgo, frente al Palacio de Invierno de los Zares, desde donde gobernaba Nicolás Romanov. Un grandioso desfile popular, repleto de estandartes y pancartas que exigían mejoras para los trabajadores, encabezados por el pope Gapón, al avanzar por la avenida Nevsky, recibió el fuego graneado del Regimiento Preobrazahensky. Los miles de cadáveres fueron amontonados sobre la nieve teñida de sangre.

Este suceso fue informado y comentado ampliamente en los periódicos obreros chilenos de principios de 1906, especialmente en las mancomunales del norte salitrero. Por ejemplo, "El Defensor" de Tal-Tal dio cobertura al suceso de San Petersburgo en varias ediciones del periódico.

En junio de ese año, los marineros del Acorazado Potemkin, se rebelarán también contra la autoridad zarista, en el puerto de Odessa, en el Mar Negro. Poco después se producirían más de 2.000 gallos rojos, por todas las tierras de Ucrania y a lo largo del Volga, consistentes en saqueos e incendios a la propiedad terrateniente, por parte de campesinos hambrientos.

Pocos años después, en América Latina, se producirá el violento despertar de la revolución social, cuando en México se produce la insurrección contra la dictadura terrateniente de Porfirio Díaz, encabezada por el liberal Francisco Indalencio Madero. México era un país de señores feudales, como era el caso de los Terrazas, los Escandón, los Guerrero o los Jenkins, que contaban con el control del Estado, del gobierno, de la Iglesia Católica y de los inversionistas extranjeros, todos aliados incondicionales. La tercera parte del territorio mexicano, correspondiendo al cien por ciento de la tierra cultivable, unas 72 millones 335 mil hectáreas, eran latifundio de aquellos señores hacendados, que entregaban a los capitales ingleses y norteamericanos la explotación del petróleo y del ferrocarril.

Contra ellos se produce el levantamiento revolucionario que surge por todo el país. En ella participan el agrarista Emiliano Zapata, un mestizo que nace en una choza miserable, a orillas del río Ayala, cerca de Cuernavaca, y que, ya en 1900, recorría Morelos al mando de 17 mestizos, exigiendo "tierra y libertad"; Doroteo Arango, conocido como Francisco Villa, del Estado de Durango, un bandido al que Madero hará general; Pascual Orozco, un peón amigo de Zapata; Alvaro Obregón, un artesano que llegará a Presidente de la República; y Venustiano Carranza, un terrateniente constitucionalista.

Ellos personificarán la revolución, que primero se enfrentará con el anciano dictador Porfirio Díaz, que llevaba más de treinta años en el poder, y luego al siniestro y drogadicto general Huerta, que tomó el poder después de asesinar a Madero. La Revolución Mexicana marcará uno de los grandes hitos sociales de América Latina, significando un gran embate contra el feudalismo de los hacendados, que llegaron a poseer el más grande latifundio del mundo.

Mientras la revolución conmovía a México, un poco más al sur, en Nicaragua, la intervención norteamericana complotaba contra el gobierno de Zelaya, y enviaba a los buques de guerra Paducah y Dubuque, a fin de respaldar a sus aliados internos, entre los cuales estaba Adolfo Díaz, un funcionario de las inversiones de la Fletcher y de la Brown & Brown Co.

En 1916, por cuenta de las azucareras norteamericanas, el gobierno de EE.UU. intervino en Santo Domingo, y años antes había intervenido en beneficio del National City Bank, favoreciendo la independencia de Cuba. En 1924, en tanto, intervino en Honduras para proteger los intereses de las compañías frutíferas. En 1912, en Chile, una provocación urdida por marines norteamericanos del Baltimore, obligó al gobierno de Barros Luco a pagar fuertes indemnizaciones y ordenar rendir honores a la bandera norteamericana.

Eran éstas expresiones de la realidad que imponía el imperialismo, en América Latina, y que, en otras partes del mundo, también tenían la misma expresión. Grandes territorios no solo eran víctimas de la intervención grosera de las potencias capitalistas, sino que muchos habían caído bajo el colonialismo y la dominación político-económico-militar.

Según Lenin, citando a Calwer, la realidad del imperialismo, en 1914, mostraba los siguientes guarismos:

Potencia

Territorios controlados

Habitantes

Inglaterra

Rusia

Francia

EE.UU.

Japón

33,8 millones Km2 (33,5)

22,8 millones Km2 (17,4)

11,1 millones Km2 (10,6)

9,7 millones Km2 (0,3)

0,7 millones Km2 (0,3)

440 millones (393,5)

169,4 millones (33;2)

95,1 millones (55,5)

106,7 millones (9,7)

72,2 millones (19,2)

Las cifras entre paréntesis corresponden a las colonias.

A pesar de que la política de los imperios europeos era anterior al capitalismo en su fase monopólica internacional, la posesión colonial fue la que garantizó el éxito del monopolio contra las contingencias, fuere por insuficiencia de materias primas, competencia de mercados, etc. Pero, a medida que avanza el proceso de dominio y de disputa, los antagonismos se profundizan.

Alemania es la que lleva las contradicciones a niveles más peligrosos, sobre todo para el imperialismo inglés. Su penetración hacia los mercados de América Latina, alcanzó los 2.839 millones de marcos, esencialmente hacia Brasil, Argentina y Chile. Pese a que poseía una región de dominio muy reducida (centro-europea) y tenía dos colonias de poca significación (Camerún y Namibia), los trusts siderúrgicos alemanes producían 17,6 millones de toneladas de acero, muy por sobre los 9 millones que producía Inglaterra, que veía en ese handicap una situación insalvable, salvo por medio de la guerra.

Al respecto, se preguntaba Lenin: "En el terreno del capitalismo, ¿qué otro medio podía haber que no sea la guerra para suprimir la desproporción existente entre el desarrollo de las fuerzas productivas y la acumulación del capital, por una parte, y el reparto de las colonias y de las esferas de influencia para el capital financiero, por otra?" El capital financiero, desde que llegó a su máxima etapa de expansión, no pudo hacer otra cosa que una política imperialista, produciéndose los antagonismos que tenderán a agravarse en el momento en que la expansión capitalista entra en recesión.

Hilferding dice que la expansión más lenta del mercado mundial, agrava aún más el antagonismo entre las naciones capitalistas, y tanto más cuando se ocultan a la competencia a otros países grandes mercados, libres hasta ahora de la competencia, mediante la expansión de los aranceles proteccionistas, como por ejemplo, Inglaterra. Esta situación se observará en la antesala de la Gran Guerra Imperialista de 1914, cuando el Imperio Británico tratará de impedir que Alemania siga desarrollando su comercio con las colonias inglesas, los mejores mercados de los capitales germanos, que en 1908 importaban 997,4 millones de marcos con ese destino, lo que significaba un 53% más que 19 años antes.

El antagonismo entre las potencias imperialistas desencadenará la guerra, cuyo estallido se produce en el momento en que Alemania entra a disputar en control de los mares, y por lo tanto, de las vías de comunicación necesarias para llegar a los mercados. La flota inglesa establece un bloqueo en el Mar del Norte, aislando no solo los barcos de transporte de sus puertos madres en la costa alemana, sino también queda fuera su escuadra de guerra.

El primer objetivo de Inglaterra fue destruirle a la potencia rival su poderío marítimo, cuestión que logró luego de las batallas de Coronel (Chile) y Malvinas, que significaron el envío de la escuadra alemana al fondo del mar. La guerra continuó posteriormente en tierra, en el continente europeo. Las potencias europeas (Inglaterra, Francia, Rusia) se lanzaron a los campos de batalla combatir contra el capital alemán, sumándose Estados Unidos.

En ese marco, el proletariado europeo, carne de cañón de los apetitos expansionistas del capital imperialista, despierta luego de tres años de guerra incesante, a partir del momento en que se empieza a sentir la falta de alimentos, de abastecimientos bélicos y de asistencia sanitaria. No se cosecha, no se siembra y la industria está prácticamente paralizada. Uno de los países más afectados es Rusia, que ya había sufrido los efectos de la guerra con Japón, en la década anterior.

A inicios de marzo de 1917, el gobierno ruso establece el racionamiento del pan. Pocos días después, mas de 50 mil obreros de las fábricas de Petrogrado, declaran la huelga y realizan manifestaciones tratando de cruzar el río Neva. El 11 de marzo, el ejército abrió fuego contra los huelguistas, pero, los regimientos terminan por unirse a la protesta, lo que provocará la abdicación del Zar Nicolás. Se constituye una Asamblea Constituyente, y se forma un gobierno provisional, encabezado por Alexander Kerensky. Los emergentes soviets, controlados por el Partido Bolchevique, liderado por Lenin y Trotsky, comienzan a tomar el control de la revolución. El 6 de noviembre (octubre en el calendario ruso), en el Instituto Smolny se inicia el Congreso de los Soviets de Todas las Rusias, que pasa a ser presidido por Kamenev, mientras el Comité Militar Revolucionario toman el control del poder, ante la caída del gobierno de Kerensky. El 15 de diciembre se firma el armisticio con Alemania, provocando los abrazos jubilosos de los soldados rusos y alemanes en las trincheras.

En Alemania, en tanto, los brotes revolucionarios aumentaron, encabezados por Rosa Luxemburgo y Karl Liebknecht. Sin embargo, poco después son asesinados por un grupo de oficiales del ejército.

La guerra, sin embargo, ya había terminado. Una de sus consecuencias, era que el protagonismo de las masas obreras era una nueva realidad a nivel mundial.

 

Los líderes revolucionarios rusos.

León Trotsky, jefe del Comité Militar Revolucionario, y Vladimir Ilich Ulianov  Lenin, líder e ideólogo del Partido Bolchevique, quienes encabezaron la toma del poder por parte de los soviets de obreros y campesinos, en la Rusia de 1917.

 

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