El desarrollo de las ideas socialistas en Chile.  Sebastián Jans

8.3.   EL FRAP.

 

 

Allende en campaña

Para las elecciones de 1964, Allende recorrió el país en el llamado "Tren de la Victoria", visitando ciudades y poblados, desde los más importantes hasta los más pequeños.

Prólogo

Capítulo Primero. LAS PRIMERAS DÉCADAS DE LA REPÚBLICA.

La Independencia.  

El proletariado en formación.   

Las ideas en pugna.

 

Capítulo Segundo. ARCOS Y LA SOCIEDAD DE LA IGUALDAD.

Santiago Arcos, su orígen e influencias

Chile a la llegada de Arcos

La Sociedad de la Igualdad.

El Club Reformista de la calle de las Monjitas. 

  La carta desde la cárcel.

 

Capítulo Tercero. FORMACION CAPITALISTA Y MUTUALISMO.

Montt, el último gobierno pelucón.  

La revolución burguesa de 1859

La expansión capitalista mundial.

El mutualismo de Vivaceta

Factores que influyen en la proletarización

La guerra del salitre

La guerra civil de 1891.

 

Capítulo Cuarto. LA CLASE OBRERA A FINES DEL SIGLO XIX.

Las grandes huelgas de 1890.  

El Partido Democrático

El régimen que reemplazó a Balmaceda

Alejandro Escobar y Ricardo Guerrero.

Las organizaciones socialistas precursoras.

 

Capítulo Quinto.RECABARREN Y EL PARTIDO OBRERO SOCIALISTA.

Los hechos sociales de principios del siglo XX.  

La "cuestión social".  

Dos años de sangrienta lucha de clases.

La masacre en la Escuela Santa María de Iquique

El democrático Recabarren

La Federación Obrera de Chile.

Recabarren, el socialista.  

El Partido Obrero Socialista. 

La crisis imperialista y la situación internacional

La Asamblea Obrera de Almentación Nacional.

La mesocracia y el populismo de Alessandri

Recabarren y el leninismo.

 

Capítulo Sexto. LA GRAN CRISIS DE LOS TREINTA.

La dictadura de Ibañez.  

La crisis y la caída de la tiranía.  

La sublevación de la Armada

La República Socialista.

 

Capítulo Séptimo. LAS DOS VERTIENTES SOCIALISTAS EN CHILE.

Fundación del Partido Socialista de Chile.  

Ranquil y Lonquimay.   

El Frente Popular

La represión de González Videla.

 

Capítulo Octavo. ALLENDE Y EL MOVIMIENTO POPULAR.

El Frente del Pueblo.  

El 2 de abril de 1957

El Frente de Acción Popular.  

El gobierno reformista de Frei

La Unidad Popular.  

Los mil días de Gobierno Popular.

 

Capítulo Noveno. LA RENOVACION SOCIALISTA.

El fin de la República Mesocrática. La dictadura de Pinochet.  

La crisis del Partido Socialista y el movimiento de renovación.

La opción de los comunistas.  

El liderazgo de Ricardo Lagos

El derrumbe de los "socialismos reales".

La Concertación de Partidos por la Democracia.

 

Conclusión.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El 26 de febrero de 1956, en un clima de ofensiva anti-popular, desatada por el gobierno de Ibañez, a través de la puesta en práctica de los planes de la misión económica norteamericana KleinSacks y de la implantación de estado de sitio, el movimiento popular dio paso a la constitución del Frente de Acción Popular (FRAP), instancia de acumulación de fuerzas superior al que había representado el Frente del Pueblo. Producida la unidad del socialismo, quien pasa a presidir el FRAP es Salvador Allende, la figura más prestigiada de la izquierda y factor aglutinante del movimiento popular.

Los éxitos que obtiene el FRAP en las elecciones parlamentarias de 1957, consolidaron las expectativas de quienes buscaban desarrollar una alternativa social y política, liderada por los partidos de trabajadores. Así, pues, el movimiento popular se preparó para dar una gran batalla en las elecciones presidenciales de 1958, donde Allende se perfiló como el candidato natural.

Las proposiciones programáticas del FRAP de encuadraban en una alternativa anti-oligárquica y anti-imperialista, que toma las grandes reivindicaciones nacionales que planteara el Frente del Pueblo, a partir de 1952. En lo puntual, se proponía la acentuación y consolidación de la democracia política, la recuperación de las actividades industriales, la eliminación de la cesantía, el reestablecimiento del poder adquisitivo de los trabajadores, un plan de nacionalizaciones del cobre y demás riquezas básicas, de estatización de la banca, la reforma agraria, etc.

En las postrimerías de su gobierno, Ibañez propuso al parlamento dos leyes que serían de gran importancia para el movimiento popular: el primero, la derogación de la Ley de Defensa de la Democracia, la funesta "ley maldita", y la segunda, el proyecto de ley para cédula única de sufragio. Estas dos iniciativas provocaron el escozor de la derecha tradicional, sobre todo en lo relativo al nuevo sistema de sufragio, que iba a impedir el cohecho y el control de las elecciones por parte de los partidos representantes de las clases poseedoras. Al haber cédula única, emitida por el organismo electoral del Estado, se impedía la compra de votos o la coerción sobre los votantes, garantizando un verdadero voto secreto.

La reforma electoral fue aprobada en medio de candentes debates parlamentarios, que incluyeron hasta golpes de puño entre algunos, favoreció ampliamente las expectativas del movimiento popular, que estaba imposibilitado de competir con la vasta organización de cohecho, existente en todo el país, especialmente en las provincias, donde estaba institucionalizado por los caciques locales de la Derecha.

El 4 de septiembre de 1958 se realizaron las elecciones, produciéndose el siguiente resultado:

Jorge Alessandri, candidato de la Derecha

389.909 votos

Salvador Allende, apoyado por el FRAP

356.493 votos

Eduardo Frei Montalva, de la DC

255.769 votos

Luis Bossay, del radicalismo

192.077 votos

Antonio Zamorano, independiente

41.304 votos

Allende, culminado el proceso eleccionario, analizó los resultados, señalando las perspectivas para el movimiento popular, planteadas hacia delante: "Las fuerzas de avanzada que representamos, han resultado victoriosas, porque hoy somos más fuertes que ayer. En 1952, obtuvimos 50.000 sufragios. En 1957 alcanzamos los 137 mil votos en las elecciones parlamentarias. Hoy nos elevamos a más de 350.000. Pero, sobre todo, porque hemos penetrado profundamente en la conciencia ciudadana. Si cada chileno pusiera su oído en la tierra, escuchando el mensaje que recorre hoy el mundo, sabrían que los pueblos quieren independencia y no vasallaje, cooperación económica y no expoliación, progreso y no estancamiento, horizontes más amplios para vivir con dignidad y alegría. Eso es lo que encarna nuestro movimiento. Hemos recogido este mensaje. Nuestra actitud es, por ello, permanente y no simplemente electoral. Somos el más vasto, el más serio, el más profundo movimiento de la historia cívica chilena. No solo hemos forjado la unidad popular y dado contenido distinto a la nueva izquierda. ¿Hemos formado una conciencia nacional!".

Estos acontecimientos nacionales coinciden con la situación internacional de la post-guerra, en que se manifiesta el mundo colonial, que, a fines de los años 1950, se encuentra en todo su apogeo. La lucha de los pueblos de Asia y Africa por su independencia, especialmente en el Congo, Vietnam y Argelia, conmueven al mundo, sobresaliendo en ellos el nacionalismo y el no alineamiento frente a la pugna entre las grandes potencias. Uno de los máximos exponentes en ese planteamiento es Egipto, gobernado por el coronel Gamal Adbel Nasser, que se define ideológicamente pan-arábigo, socialista y anti-imperialista. De los pueblos que luchan por su independencia, sobresale la revolución argelina contra el colonialismo francés, cuya causa es asimilada sensiblemente por los socialistas chilenos, especialmente por Aniceto Rodríguez, que promovió la solidaridad con el Frente de Liberación Nacional y la lucha de las wilayas por consolidar el poder del pueblo argelino sobre su país.

La llegada de Jorge Alessandri a la Presidencia de la República, significa la llegada de los magnates de la banca, la industria y el comercio, por primera vez de manera predominante, desde el segundo gobierno de su padre, en la década de los 30. Raúl Ampuero señalará que aquello es la culminación de la restauración reaccionaria, que, en brazos de un sector de la ciudadanía, representaba el retorno a los mitos económicos y políticos predominantes con anterioridad al Frente Popular. En su crítica, Ampuero agrega que, bajo la inspiración de una política manchesteriana, se agudizaron los problemas tradicionales de la economía chilena en todos los campos, mientras, una ola de inmoralidad y escándalo sacudieron los "venerables cimientos de las instituciones más caras de la oligarquía".

El llamado gobierno de los gerentes, se caracterizó por una política absolutamente antipopular y regresiva. Analizando su gestión, Federicio G. Gil indica que, durante los seis años de administración alessandrista, la economía chilena no mostró ninguna mejoría, manteniéndose el ritmo de crecimiento del producto bruto per cápita de un 1,6% por año, mientras la población aumentaba a un 2,4 anual. Dice Gil que, a pesar de la gran popularidad personal de Alessandri, el periodo se caracterizó por la insolución gubernativa. Las fuerzas derechistas, en control de la administración, incluso admitiendo la necesidad de reforma social, permanecieron en general comprometidas con el pasado y se mostraron ineficaces de llevar a cabo las modificaciones radicales exigidas por la sociedad chilena.

A fines del gobierno de los gerentes, la producción agrícola se había estancado y , en algunos casos, había bajado (papas, arroz, lentejas). La moneda se había desvalorizado, mientras la cesantía había bordeado el 5%, con algunas provincias (Ñuble, Bio Bio, Malleco y Arauco) con más del 8%. El año 1963 se cerró con un déficit fiscal superior a 500 millones de escudos, equivalente al 27% del total, el más alto de la historia, mientras la deuda externa bordeaba los 2.000 millones de dólares. En 1961, el déficit de balanza de pagos llegó a 147 millones, también el más alto de la historia hasta ese momento.

Quienes sostenían el peso de aquella enorme carga, eran obviamente los sectores desposeídos y los que vivían de un salario. La acumulación del poder económico se centraba en 11 grupos, que controlaban las 463 empresas más importantes del país. De éstos grupos, tres de ellos dominaban el 70,6% de los capitales nacionales. Ricardo Lagos Escobar señala que esto traía efectos decisivos en la distribución de la renta nacional, pues, el 9% de la población activa recibía el 43% del ingreso nacional, mientras el 91% restante se repartía el 57%, mientras, el 4,2% de las empresas privadas poseía el 60,6%de los capitales privados. Esto se expresaba también en el ámbito político, donde 100 sociedades anónimas tenían a un miembro de su directorio en el parlamento, e incluso, el Presidente de la República provenía de uno de los 3 grupos hegemónicos (el del Banco Sudamericano).

Ese estado de cosas era fuertemente repudiado por la mayoría nacional, que debía soportar los dictados de esos grupos de poder en lo cotidiano de sus vidas, a través de las constantes alzas de precios en los productos de primera necesidad, los que se vieron fuertemente incrementados a partir de la devaluación monetaria decretada por el gobierno a mediados de 1962. El azúcar subió de $ 197 a $ 280, el kilo, la harina de $ 330 a $ 630, por ejemplo.

Considerando aquella situación, los trabajadores incrementaron sus demandas, exigiendo hasta un 50% de reajuste de salarios y el congelamiento de los precios. El descontento llevó a la convocatoria de un Paro Nacional, de repudio al gobierno, para el 19 de noviembre de 1962, por parte de la Central Única de Trabajadores. Si bien la huelga no fue total, paralizaron los sectores más importantes del país. El comercio detallista cerró sus puertas, la locomoción casi no circuló, no se vendieron diarios, los hospitales funcionaron con personal de emergencia, las industrias no tuvieron trabajadores, los estudiantes no concurrieron a clases. Se calcula que paralizaron más de un millón de trabajadores en forma organizada. El gobierno, en un despropósito, movilizó a personal de las fuerzas armadas, produciéndose enfrentamientos y mutuos hostigamientos, con los manifestantes.

Sin embargo, el hecho más dramático se produjo en la Población José María Caro, donde grupos de huelguistas, incluyendo mujeres y niños, intentaron cortar el flujo de trenes hacia y desde el sur, en el Paso Buenaventura. Durante la mañana de la huelga nacional, se sucedieron reiterados disturbios en el lugar, que fueron reprimidos por fuerzas policiales, hasta que se hizo presente un pelotón de la fuerza aérea, que hizo uso de sus armas contra los manifestantes, matando a cinco hombres y una mujer, quedando decenas de heridos. Ese hecho se convertirá en un baldón que estigmatizaría para siempre al gobierno de Alessandri y su política derechista. El FRAP en su conjunto denunció las características de esa política y llamó a redoblar los esfuerzos por levantar una alternativa capaz de superar las condiciones existentes.

Sin embargo, si bien el FRAP era un referente importante, como expresión de una propuesta popular, ello no significaba que no se manifestaran contradicciones en su seno, debido a las diferencias ideológicas que caracterizaban a sus integrantes. Así, entre marzo y abril de 1962, se produce un histórico intercambio de cartas entre las direcciones del PS y del PC. Este tiene su raíz en las declaraciones que formulara en Punta Arenas, el Secretario general del PS, Raúl Ampuero, donde hizo una serie de planteamientos, críticos hacia la significación de la política comunista a nivel internacional, que el PC consideró inapropiados para la unidad socialista-comunista, base del FRAP.

La carta del PC, firmada por Luis Corvalán, a nombre de la Comisión Política del PC, señala, en primer lugar, que en muindo existen dos campos: el capitalista, donde gobiernan los capitalistas, y el socialista, donde gobiernan los trabajadores. A éste último pertenecen los países socialistas y los Partidos Comunistas del mundo. Señala luego, que la URSS no tenía una política militar o de bloque, y que, por el contrario, su política había sido siempre una política de paz, pero, que ella no podía ser posible sin estar preparada para defenderse de eventuales ataques y para defender a las fuerzas del socialismo. Haciendo referencia al Informe al Pleno del CC del PC, de diciembre de 1961, la carta reconoce en el Partido Comunista de la Unión Soviética el papel de vanguardia de la gran familia de los Partidos Comunistas del mundo.

Respecto de la viabilidad del proyecto político del FRAP, señala que la posición del PC no es revisionista, como lo planteara Ampuero, sino que la vía pacífica propugnada, no tenía que ver con la pasividad, pues, no se basaba en el amortiguamiento de la lucha de clases, sino que en su agudización. Agregaba que los comunistas deseaban la llegada del FRAP al gobierno, como obra de un movimiento de masas, sin guerra civil ni violencia armada. Enseguida, afirmaban: "El pueblo de Chile, su futuro gobierno, para llevar adelante su revolución anti-imperialista y anti-feudal, y ulteriormente socialista, necesitan apoyarse en el mundo socialista. No podrá bastarse la solidaridad de los pueblos de América Latina ni la ayuda, si ello fuera posible, de un país como Yugoeslavia. Le será indispensable la colaboración de la Unión Soviética".

Culminaba la carta comunista, planteando que, en vista del hecho inminente de hacer juntos la revolución democrática, y luego la socialista, juzgaban obligatorio el entendimiento entre ambos partidos, vislumbrando que, en un momento, "que no podemos precisar ahora, tendremos que llegar, incluso, a la constitución de un solo partido marxista".

La carta del Partido Socialista, firmada por Raúl Ampuero, a nombre de la Comisión Política, señalaba que, en primer lugar, debían desaparecer en el movimiento popular las nociones cardinales del centro dirigente, precisando que ellos no reconocían papel de guía a la URSS, por haber sido escenario de la primera revolución socialista, ni siquiera por otros aspectos de magnitud de sus cualidades. Expresan su desconocimiento de la división planteada por el PC, entre un campo capitalista y un campo socialista, por ser anti-marxista, indicando que el concepto "campo" es subordinador y antidemocrático para el movimiento obrero.

Respecto de la vía pacífica, los socialistas indican en la carta, que "también deseamos evitar la violencia en nuestro suelo, pues, nunca los revolucionarios la han buscado, llevados por una especie de sadismo político, pero, renunciaríamos a nuestro papel dirigente y debilitaríamos la conciencia política del pueblo, si transformáramos nuestros anhelos de paz interna en meta sustantiva de nuestra acción".

El intercambio epistolar, por varios meses agitó las diferencias entre ambos partidos, sin embargo, hacia fines de 1962, comenzaron a plantearse lo que sería la lucha electoral de 1964. El 9 de diciembre de ese año, el Pleno Nacional del PS acordó proclamar candidato presidencial a Salvador Allende, a la que se sumaron las adhesiones del Partido Radical Doctrinario, de la Vanguardia Nacional del Pueblo, y del Partido Comunista.

Al poco tiempo, los partidos de la Derecha levantaron la candidatura de Jorge Prat Echaurren, y el Partido Radical proclamó candidato a Julio Durán Newman. Por último, la Democracia Cristiana proclamó a Eduardo Frei. Pronto la Derecha retiró su candidato, reconociendo la poca viabilidad de su opción, ante el rechazo popular al gobierno que encabezaba Jorge Alessandri. Planteada la pugna a tres bandas, entrará en un periodo de definiciones, al efectuarse la elección en Curicó, para reemplazar un diputado fallecido. En ese escenario, entre las tres opciones que se debían dirimir en las presidenciales, obtuvo la victoria el candidato del FRAP, Oscar Naranjo.

Esto demostró a los adversarios de Allende y, sobre todo, a quienes temían un triunfo del FRAP, que si enfrentaban las elecciones por separado, aquello sería inevitable. Ante lo cual, Durán renunció a su postulación, dejando la contienda solo entre Frei y Allende. Nominalmente la candidatura de Durán fue mantenida para impedir que los votos del radicalismo duro se volcara a Allende, que representaba de mejor manera una opción laica, fundamento doctrinario principal de aquel partido.

La campaña presidencial adquirió características de gran confrontación, donde los organismos de inteligencia norteamericanos destinaron grandes cantidades de recursos, a fin de favorecer la candidatura de Frei, que ofrecía una revolución en libertad y un muro de contención frente al marxismo. La intervención de factores externos se hizo patente, a través de la manipulación de la información, y la presencia de recursos y especialistas extranjeros, propios del calor del apogeo de la guerra fría. Los resultados de las elecciones, verificada el 4 de septiembre de 1964, arrojaron las siguientes cifras: Eduardo Frei, un 56% de los votos, Allende, un 39%, y Julio Durán un 5%.

Luego de esa prueba, el FRAP fue considerado como un proyecto agotado, pese al llamado de Allende para mantener la unidad. Sin embargo, de su partido vino el mayor empeño por darlo por finiquitado, en medio de una pugna que se hará más aguda, entre el propio Allende y Raúl Ampuero, por consolidar su liderazgo dentro del socialismo.

 

Raúl Ampuero

Uno de los más relevantes líderes del socialismo chileno y figura de la política de los años 1950. Durante varios años representó el esfuerzo más significativo por mantener una posición doctrinal clara del  PS y lo que representaba políticamente en la sociedad chilena.

 

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