El desarrollo de las ideas socialistas en Chile.  Sebastián Jans

9.5. EL LIDERAZGO DE LAGOS.

 

 

Un líder nacional

Lagos representa culturalmente al socialismo chileno, pero, su expresión de liderazgo ha estado sustentado esencialmente en el movimiento democratizador. Si se pudiera comparar con otras formas de liderazgo de figuras socialistas que le han sido contemporáneas, como es el caso de Felipe González, en España, de Bettino Craxi, en Italia, o de Francois Mitterand, en Francia, objetivamente está más cerca de Mitterand. Lagos ha buscado siempre un liderazgo nacional, ha cuesta del desperfilamiento de la fuerza política que constituyó su plantaforma de lanzamiento.

 

Prólogo

Capítulo Primero. LAS PRIMERAS DÉCADAS DE LA REPÚBLICA.

La Independencia.  

El proletariado en formación.   

Las ideas en pugna.

 

Capítulo Segundo. ARCOS Y LA SOCIEDAD DE LA IGUALDAD.

Santiago Arcos, su orígen e influencias

Chile a la llegada de Arcos

La Sociedad de la Igualdad.

El Club Reformista de la calle de las Monjitas. 

  La carta desde la cárcel.

 

Capítulo Tercero. FORMACION CAPITALISTA Y MUTUALISMO.

Montt, el último gobierno pelucón.  

La revolución burguesa de 1859

La expansión capitalista mundial.

El mutualismo de Vivaceta

Factores que influyen en la proletarización

La guerra del salitre

La guerra civil de 1891.

 

Capítulo Cuarto. LA CLASE OBRERA A FINES DEL SIGLO XIX.

Las grandes huelgas de 1890.  

El Partido Democrático

El régimen que reemplazó a Balmaceda

Alejandro Escobar y Ricardo Guerrero.

Las organizaciones socialistas precursoras.

 

Capítulo Quinto.RECABARREN Y EL PARTIDO OBRERO SOCIALISTA.

Los hechos sociales de principios del siglo XX.  

La "cuestión social".  

Dos años de sangrienta lucha de clases.

La masacre en la Escuela Santa María de Iquique

El democrático Recabarren

La Federación Obrera de Chile.

Recabarren, el socialista.  

El Partido Obrero Socialista. 

La crisis imperialista y la situación internacional

La Asamblea Obrera de Almentación Nacional.

La mesocracia y el populismo de Alessandri

Recabarren y el leninismo.

 

Capítulo Sexto. LA GRAN CRISIS DE LOS TREINTA.

La dictadura de Ibañez.  

La crisis y la caída de la tiranía.  

La sublevación de la Armada

La República Socialista.

 

Capítulo Séptimo. LAS DOS VERTIENTES SOCIALISTAS EN CHILE.

Fundación del Partido Socialista de Chile.  

Ranquil y Lonquimay.   

El Frente Popular

La represión de González Videla.

 

Capítulo Octavo. ALLENDE Y EL MOVIMIENTO POPULAR.

El Frente del Pueblo.  

El 2 de abril de 1957

El Frente de Acción Popular.  

El gobierno reformista de Frei

La Unidad Popular.  

Los mil días de Gobierno Popular.

 

Capítulo Noveno. LA RENOVACION SOCIALISTA.

El fin de la República Mesocrática. La dictadura de Pinochet.  

La crisis del Partido Socialista y el movimiento de renovación.

La opción de los comunistas.  

El liderazgo de Ricardo Lagos

El derrumbe de los "socialismos reales".

La Concertación de Partidos por la Democracia.

 

Conclusión.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

En medio de la lucha abierta contra la dictadura, de inicios de los años 1980, la figura de Ricardo Lagos fue posicionándose y consolidándose como una referencia de liderazgo para una parte importante de la izquierda, especialmente, cuando fue detenido y mantenido como un verdadero rehén del gobierno, por su sola condición de líder izquierdista.

Visto su liderazgo, en comparación con otras figuras del socialismo del siglo XX, Lagos no respondía al patrón tradicional del político socialista, forjado en la lucha partidaria desde su juventud. Era tradicional que, en el momento de legitimarse, los líderes tradicionales habían hecho su bautismo político en su juventud, en la intensidad de la lucha social o en la validación de las juventudes políticas, hasta ganarse un lugar en la estructura partidaria. Así había ocurrido con Allende, Ampuero, Aniceto Rodríguez, Altamirano, Almeyda, etc. Así también con los líderes fundadores del PS (Matte, González Rojas, Schnacke). En el mismo sentido, si uno hacía un seguimiento a la trayectoria de los líderes y dirigentes del Partido Comunista.

La emergencia de Ricardo Lagos, como representante del pensamiento socialista es atípica, ya que su juventud la había pasado en los ambientes académicos chileno, o en la placidez de la Universidad de Duke, Carolina del Norte (EE.UU.), muy lejos del fragor de la contingencia política y social. No tenía que ver con la formación del liderazgo de un Racabarren, moldeada en el vínculo fraterno de la clase obrera; ni con el de Allende, establecido a través de la relación permanente y cotidiana con el movimiento social, compartiendo la barricada ansiosa de la demanda y la reivindicación, junto al sueño de una sociedad mejor. El liderazgo de Lagos es típico de la condición postmoderna, donde se conjugan factores como el pragmatismo, la eficiencia, el conocimiento y la mediatización, como factores para poner en evidencia la necesidad de la representación.

Recabarren fue conducido al liderazgo obrero de la mano de la imprenta. Allende fue exaltado al liderazgo del movimiento social a través de la radio. Lagos, en tanto, fue posicionado como expresión del movimiento democrático por la televisión.

En su vida académica tuvo como maestro a un destacado político radical, Alberto Baltra, profesor de economía de la Universidad de Chile. De este modo, su primera incursión en la política chilena la hizo en el radicalismo, de un modo más bien lejano. Sin embargo, intelectualmente, poco antes de irse a estudiar un postgrado en economía a Duke, impactaría la vida política y académica chilena, al publicar su célebre libro "La concentración del poder económico", notable radiografía de los grupos económicos en Chile, de la década de los 1960, que sigue siendo una referencia obligada para entender la economía chilena de aquellos años.

Como otros jóvenes radicales de su tiempo (Jorge Arrate, Julio Stuardo y otros), en su aproximación al allendismo, como movimiento social de inicios de los 1960, terminó ingresando al Partido Socialista, aunque de una manera distante de la contingente y agitada vida interna partidaria. Como toda la tecnocracia que ha girado siempre en torno a los partidos, su adhesión se hacía más bien en torno a aspectos técnicos y en torno a las figuras gravitantes dentro del partido, antes que en la vida interna, sometida a las disputas cotidianas del ejercicio político.

De regreso al país, terminado su postgrado en Duke, producto de una beca de la Universidad de Chile, regresó a su alma mater como profesor, donde llegó a ejercer como director de la Escuela de Ciencias Políticas y Administrativas, y profesor de la Escuela de Derecho. En 1969, en medio del proceso de reforma, accedió a la Secretaría General de la Universidad.

Durante el gobierno de Allende, ejerce responsabilidades técnicas, al tiempo que ejerce como Secretario Ejecutivo de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, una entidad eminentemente académica internacional, que confería postgrados a profesionales y académicos de América Latina.

Al producirse el golpe militar, emigrará a Argentina, primero, y luego a Estados Unidos, como profesor visitante de la Universidad de Carolina del Norte y en la Universidad de Texas. Luego ejercerá un cargo en la UNESCO, en Buenos Aires, y, posteriormente, en la Organización Internacional del Trabajo, cargo que lo traerá de regreso a Chile, en 1978, como miembro de un organismo internacional.

En esa época constituye el Centro de Estudios VECTOR, dedicado al estudio de la realidad económica y social, que se convertirá en una referencia, para muchos estudiantes de economía de la época, pero, también, para algunos socialistas que, al sobrevenir la crisis en Berlín, entre el altamiranismo y el almeydismo, se declararán al margen del conflicto, y que serán identificados peyorativamente como "suizos", por aquellos que habían tomado opción en uno u otro sentido. A partir de ese momento, Lagos empieza a constituirse en un dirigente del socialismo, y su concurso por el liderazgo dentro del socialismo.

Ideológicamente, siempre había estado distante de las improntas marxistas, aunque reconocía y valoraba tales referencias en la cultura socialista chilena. De hecho, su aproximación al estudio del marxismo siempre había sido desde la variante académica. Si se pudiera hacer una definición de su bagaje ideológico, su ideario calzaba con el liberalismo de izquierda, tributario de una mayor proximidad al socialismo occidental, que habitaba en el concepto de la socialdemocracia europea.

Su primera incursión como portavoz de una propuesta política concreta a la sociedad chilena, la hace como representante de la Alianza Democrática, cuando ésta se constituye como la primera alianza de partidos, en medio de la lucha contra Pinochet, que deviene de las jornadas de protesta de inicios de los 1980. Sin embargo, esa primera incursión la hace de un modo condicionado a la validación que le daba el altamiranismo, que administraba la naciente capacidad orgánica del socialismo renovacionista, a través de la conducción de Ricardo Nuñez y Hernán Vodanovic.

Sin embargo, la constitución del Comité de Izquierda de Elecciones Libres (CIEL), le permitirá tomar la iniciativa, cuando la lucha democrática se encontraba empantanada por las disputadas de liderazgo en el Partido Demócrata Cristiano, en 1986. Las disputas al interior del PDC, entre Valdés y Aylwin, habían dejado a la Alianza Democrática inmovilizada y virtualmente muerta, en medio de una redefinición estratégica, que ponía en entredicho la movilización social como medio para derribar la dictadura, y que trataba de buscar medios intrasistema para producir una transición hacia la democracia.

Esa instancia, el CIEL, le dará a Lagos la posibilidad de sobreponerse a las dificultades del momento, e imponer su conducción sobre el socialismo convergencista y especialmente, sobre el proyecto de renovación. De éste modo, el retroceso experimentado por el convergencismo, debido al fracaso del Bloque Socialista, retomará fuerza definitiva con el CIEL, que descansó en la capacidad de convocatoria del PS-Nuñez, del MAPU, de un sector del radicalismo y de dirigentes de la Izquierda Cristiana.

Enfrentados al desafío de ganar el plebiscito de 1988, el liderazgo de Lagos se consolidó internacionalmente, como representante del socialismo en el proceso democratizador, menguando toda posibilidad de concursos alternativos. Más aún, cuando transformó el CIEL en un partido instrumental, el Partido Por la Democracia (PPD), destinado a organizar la participación ciudadana en el plebiscito, de manera legal, toda vez que debían nombrarse apoderados de mesas, en todos los lugares de votación del país.

El PPD fue una propuesta que se hizo a toda la oposición, sin embargo, la directiva del PDC prefirió inscribir su partido de manera directa, lo cual dejó al PPD como una instancia abierta al resto de los opositores. Aunque no participarían oficialmente las demás fuerzas políticas en el PPD, este partido instrumental permitió que sus militantes contribuyeran a la derrota de Pinochet en el plebiscito, como apoderados de mesa. De este modo, radicales, socialistas almeydistas, comunistas, y otros grupos de izquierda, se inscribieron en el PPD para actuar en la fiscalización del plebiscito, impidiendo cualquier intento de alteración de la voluntad ciudadana.

El gran momento del psocionamiento de Lagos en el movimiento democratizador, se produce en un programa de televisión, en el Canal 13, destinado a abrir debate en torno al plebiscito, en que concurrieron los cuatro dirigentes más representativos del PPD: Lagos, Jorge Schaulshon (radicalismo), Carolina Tohá (dirigente universitaria) y Armando Jaramillo (derecha liberal histórica). En un momento, mirando directamente a las cámaras, ante la segura probabilidad de que Pinochet estuviera viendo el programa, Lagos le enrostra al dictador su ilimitada ansia de poder, apuntándole con el dedo.

Aquella imagen se convertiría en un desafío a la dictadura, y en una expresión mediática imborrable en el subconsciente colectivo, para la izquierda chilena, que reconocería en Lagos a un representante indiscutido de la nueva forma de hacer política y de representanción de las ideas.

Superado el plebiscito con una victoria de la oposición democrática, la figura de Lagos creció aún más. De manera decidida, las fuerzas que habían derrotado el intento continuista de Pinochet, tuvieron en adelante un liderazgo bicéfalo: el que imponía la Democracia Cristiana, y el que imponía Lagos. En el PDC hubo rotación y cambios de nombres (Aylwin, Frei Ruiz Tagle, Zaldívar), pero, frente a ellos estuvo la figura de Lagos, más que la figura del socialismo o de la izquierda. Porque, más allá de plantearse en términos de representante de esta identidad, Lagos buscó ser un portavoz del movimiento democratizador y del conjunto de las fuerzas que derrotaron a Pinochet, lo que ha seguido ocurriendo con posterioridad.

Con un líder volcado a una concepción de liderazgo supra-partidario o supra-sectorial, el socialismo renovacionista carecerá de la capacidad de resolver los problemas de índole cotidiana, enfrentando, en la medida que se avanzaba en la transición democrática, dos perspectivas políticas y orgánicas: un sector del convergencismo optó por darle continuidad al PPD (Erich Schnacke, Sergio Bitar, Jorge Schaulsohn, Víctor Manuel Rebolledo, Guillermo del Valle, Guido Girardi), en tanto, otros optaron por validar al Partido Socialista de manera legal (Ricardo Nuñez, Jorge Arrate, Jaime Estevez, Jaime Gazmur, Enrique Correa, etc).

Ambas perspectivas reconocían el liderazgo de Lagos, y lo reclamaron dentro de sus organizaciones, pero, la realidad fue que, el renovacionismo quedaría expresado en dos partidos: el PPD y el PS dirigido por Arrate.

Los partidos que habían formado parte de la estrategia que derrotó a Pinochet, constituyeon la Concertación de Partidos por la Democracia, que a fines de 1989 ganaba las elecciones presidenciales con el demócrata cristiano Patricio Aylwin como candidato, el que, en las urnas, contó también con el apoyo de almeydistas y comunistas, que, luego, formaron un partido instrumental, Partido Amplio de Izquierda Socialista (PAIS), de breve duración electoral.

Ya en el primer gobierno de la Concertación, el socialismo iniciará su proceso de reunificación definitiva, con la incorporación del almeydismo al PS liderado por Arrate. Eso significará que el PC se quedará sin aliados significativos, salvo la ultraizquierda, condenándolo a la política extraparlamentaria. La izquierda parlamentaria quedó exclusivamene en manos del PS, con un PPD volcado hacia la centro-izquierda, donde disputa influencia al PDC y al radicalismo.

Respecto del proyecto de renovación, dejó de ser asumido como norte para los socialistas o pepedeístas, dejando con los años al Partido Socialista como una propuesta testimonial de izquierdismo, sin capacidad de elaboración ideológica y rasgos definidos de identidad, y al PPD distante de todo tinte socialista. Producto del prolongado ejercicio de gobierno, del contenido pragmático de la política concertacionista, todos los elementos distintivos de una propuesta socialista se han relativizado, más aún, con más fuerza, cuando Lagos es elegido Presidente de la República, y debe hacer política concertacionista.

Con un discurso y una convicción globalizante y liberal, su liderazgo no contribuyó a robustecer la posibilidad de una afirmación de una identidad socialista, y, lo que es peor, menguó toda posibilidad de debate sobre lo que el socialismo requería para su clarificación ideológica, doctrinaria y política.

Enfrentado a las labores de gobierno, su dirigencia, en sus distintos niveles, se volcó al simple ejercicio político, dejando de lado toda sutileza ideológica. Sin duda, un factor que no está a la orden del día cuando se está haciendo política real y cuando el electorado ha respaldado esa política de alianza, de modo leal y persistente.

 

 

El triunfo en el plebiscito de 1988.

El plebiscito de 1988 fue una de las grandes vitorias democráticas de la historia chilena. Movilizado el país en torno a la disyuntiva de aceptar o rechazar el intento continuista de Pinochet, el sufragio popular derrotó categóricamente a la dictadura, exigiendo el retorno a la democracia.

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