El desarrollo de las ideas socialistas en Chile.  Sebastián Jans

9.4. LA OPCIÓN DE LOS COMUNISTAS.

 

 

  

Dirigentes comunistas.

Luis Corvalán y Volodia Teltelboim, dirigentes históricos del PC, que hicieron permanentes esfuerzos por buscar un acuerdo de la oposición en la perspectiva de un frente común contra la dictadura. En el plano ideológico, mantuvieron una clara fidelidad al modelo impulsado por el comunismo soviético y denunciaron aquello que significara, desde su punto de vista, cualquier desviación. Gladys Marín, líder del PC del 2000,  bajo su dirección el PC trataría de vencer la exclusión, que le impuso el proceso chileno de transición a la democracia, perseverando en una posición ortodoxa.

 

Prólogo

Capítulo Primero. LAS PRIMERAS DÉCADAS DE LA REPÚBLICA.

La Independencia.  

El proletariado en formación.   

Las ideas en pugna.

 

Capítulo Segundo. ARCOS Y LA SOCIEDAD DE LA IGUALDAD.

Santiago Arcos, su orígen e influencias

Chile a la llegada de Arcos

La Sociedad de la Igualdad.

El Club Reformista de la calle de las Monjitas. 

  La carta desde la cárcel.

 

Capítulo Tercero. FORMACION CAPITALISTA Y MUTUALISMO.

Montt, el último gobierno pelucón.  

La revolución burguesa de 1859

La expansión capitalista mundial.

El mutualismo de Vivaceta

Factores que influyen en la proletarización

La guerra del salitre

La guerra civil de 1891.

 

Capítulo Cuarto. LA CLASE OBRERA A FINES DEL SIGLO XIX.

Las grandes huelgas de 1890.  

El Partido Democrático

El régimen que reemplazó a Balmaceda

Alejandro Escobar y Ricardo Guerrero.

Las organizaciones socialistas precursoras.

 

Capítulo Quinto.RECABARREN Y EL PARTIDO OBRERO SOCIALISTA.

Los hechos sociales de principios del siglo XX.  

La "cuestión social".  

Dos años de sangrienta lucha de clases.

La masacre en la Escuela Santa María de Iquique

El democrático Recabarren

La Federación Obrera de Chile.

Recabarren, el socialista.  

El Partido Obrero Socialista. 

La crisis imperialista y la situación internacional

La Asamblea Obrera de Almentación Nacional.

La mesocracia y el populismo de Alessandri

Recabarren y el leninismo.

 

Capítulo Sexto. LA GRAN CRISIS DE LOS TREINTA.

La dictadura de Ibañez.  

La crisis y la caída de la tiranía.  

La sublevación de la Armada

La República Socialista.

 

Capítulo Séptimo. LAS DOS VERTIENTES SOCIALISTAS EN CHILE.

Fundación del Partido Socialista de Chile.  

Ranquil y Lonquimay.   

El Frente Popular

La represión de González Videla.

 

Capítulo Octavo. ALLENDE Y EL MOVIMIENTO POPULAR.

El Frente del Pueblo.  

El 2 de abril de 1957

El Frente de Acción Popular.  

El gobierno reformista de Frei

La Unidad Popular.  

Los mil días de Gobierno Popular.

 

Capítulo Noveno. LA RENOVACION SOCIALISTA.

El fin de la República Mesocrática. La dictadura de Pinochet.  

La crisis del Partido Socialista y el movimiento de renovación.

La opción de los comunistas.  

El liderazgo de Ricardo Lagos

El derrumbe de los "socialismos reales".

La Concertación de Partidos por la Democracia.

 

Conclusión.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

La historia del Partido Comunista, hasta 1973, como hemos visto en las páginas precedentes, estuvo marcada, desde fines de los años1930, por la fidelidad a las concepciones del Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS) y por una efectiva contribución a las formas democráticas chilenas, a pesar de afrontar el permanente ataque de sus más enconados enemigos, por su carácter de partido obrero, marxista-leninista y líder en el movimiento sindical.

Por sobre todo, el PC fue un partido más doctrinal que ideológico, lo cual favoreció una estructura disciplinada y su capacidad casi mística para afrontar las tareas de la organización y las responsabilidades que todos, y cada uno de los miembros, debía desarrollar, permitiéndole un sostenido alcance a su influencia social y política en la realidad chilena.

Frente a las querellas tendenciales y a las divisiones y disputas que señalaban el rumbo del Partido Socialista, frente a las pasiones que rodeaban los ámbitos de la cultura política de ultraizquierda, y, aún, del centro político, el PC aparecía siempre como expresión de una política serena, de una conducta coherente, de un hacer responsable y de decisiones meditadas. Sus parlamentarios destacaban siempre por ser decididamente partidarios del juego democrático, aunque, no por ello, carecieran de una crítica a fondo al sistema establecido, y fueran activistas permanentes de las demandas sociales. El haber participado en tareas gubernamentales en las décadas precedentes, los hacían sentirse parte de la cultura mesocrática que había imperado en la institucionalidad, aún desde sus propuestas de transformación socialista.

Creyendo férreamente en la "Patria Madre del socialismo", nunca pusieron en duda las presuntas bondades del sistema vigente en la URSS, y atacaron con virulencia a aquellos que osaban poner en tela de juicio la política e imagen del "socialismo real", que impulsaba el país soviético en su territorio y en los países del Pacto de Varsovia. De ese modo, atacaron con vehemencia las desviaciones del maoísmo, del titoísmo yugoeslavo, o la primavera de Praga, defendiendo denodadamente el ingreso de tanques del Pacto de Varsovia a Hungría y Checoslovaquia, para corregir las desviaciones de los renegados.

Llegados al exilio, después del golpe pinochetista, muchos fueron acogidos en los países del bloque soviético. La dirigencia principal llegó a Moscú y a Alemania Oriental. Por cierto, aquellos que tenían mayores responsabilidades e importancia, gozaron de las atenciones del Estado, del partido y del gobierno. Sin embargo, los dirigentes de rango intermedio y de base, pronto comprobaron que sus condiciones de vida no serían similares a las que gozaban en Chile, no por lo relativo a las mínimas comodidades que eran de esperar, sino en el trato político y en el desenvolvimiento cotidiano, pues, a poco andar comprobaron las típicas características del estado policiaco que imperaba en aquellas sociedades. La vida, para muchos, se hizo poco llevadera, y emigrarían hacia países de Europa Occidental, al poco tiempo, asumiendo posturas críticas que terminarían por alejarlos del PC. Aquellos que tuvieron mejor suerte, experimentarían cambios sustanciales en su forma de entender las tareas políticas.

Durante los primeros años de la dictadura, el PC centró todos los esfuerzos en la perspectiva de constituir un amplio frente contra Pinochet, en el cual estuviera el Partido Demócrata Cristiano. Sin embargo, a los pocos meses del golpe militar, un importante número de jóvenes, hijos de exiliados o estudiantes chilenos en países del Pacto de Varsovia al momento del golpe militar, comenzaron a ser enrolados para recibir instrucción militar en países de Europa Oriental o Cuba.

No está definitivamente claro, si ello obedeció a una determinación del Comité Central del Partido, que operaba en Chile, o si fue una decisión de los dirigentes en el exilio, o si simplemente correspondió a una decisión de los dirigentes soviéticos. En círculos de algunos dirigentes comunistas post dictadura se sostiene que tal decisión obedeció a la Comisión Política dirigida por Víctor Díaz, que conducía el partido en la clandestinidad, meses después del golpe, la que desapareció en su totalidad, al caer en manos de la DINA.

Concluida la preparación militar, lo cierto es que los dirigentes comunistas chilenos no tenían claro que hacer con ellos, considerando que no había congruencia entre una opción militar y la política anti-pinochetista que el partido estaba proponiendo a las demás fuerzas políticas de oposición. De allí que, la guerra revolucionaria nicaragüense, que enfrentaba al Frente Sandinista de Liberación Nacional con la dictadura de Anastasio Somoza, será la circunstancia propicia para darle un curso adecuado a aquella preparación militar.

Comprometido con el sandinismo, Fidel Castro pidió autorización a Luis Corvalan, Secretario General del Partido Comunista chileno, para mandar a Nicaragua a aquellos oficiales sin ejército a asumir responsabilidades militares. Los enviados contribuyeron con eficacia al éxito del sandinismo, que logró tomar el poder, derrocando la dictadura somocista.

En el PC, mientras tanto, seguía un intenso debate sobre la opción del partido para enfrentar a Pinochet, más aún cuando no se advertían resultados en sus intentos de comprometer a la Democracia Cristiana, que comenzaba a actuar en Chile, controlando el aún débil movimiento social, y que estaba privilegiando un acuerdo solo con los socialistas y con la derecha democrática. Diversos expertos de Alemania Oriental, Cuba y Unión Soviética, eran partidarios de aprobar una opción militar contra Pinochet, más aún considerando el éxito de la lucha armada del sandinismo. Esa opinión reforzaba la posición de los comandantes del partido, cuya experiencia en Nicaragua les permitía creer que el único camino exitoso para enfrentar la dictadura estaba en el campo militar.

En 1980, Galvarino Apablaza, miembro del Comité Central del PC chileno, y uno de los comandantes en la guerra civil nicaragüense, había propuesto transformar el partido en una organización adaptada para la política militar. Sin embargo, ese planteamiento había sido rechazado, aceptándose en cambio la idea de crear una estructura militar con mando propio. Esa decisión permitirá la formación de un brazo militar que adoptará el nombre de Frente Patriótico Manuel Rodríguez (FPMR), con la tarea de desarrollar una estrategia militar para enfrentarse con la dictadura.

A partir de ese momento se inicia la operación retorno, destinada a hacer ingresar a Chile, legal o ilegalmente, a los cuadros militares. En la medida que empiezan a constituirse los primeros núcleos de organización, se van planificando las primeras acciones de propaganda. El país se encuentra en medio de la movilización social, y las jornadas de protesta se suceden periódicamente. Entre la dirigencia joven del PC, en Chile, empieza a hablarse de que vienen momentos decisivos en la lucha contra Pinochet.

En 1985, los comandantes y sus subalternos estaban todos en Chile, y realizaban acciones tendientes a probar su capacidad operativa. Por entonces, las jornadas de protesta se estaban agotando como fórmula de enfrentamiento contra la dictadura, ante la pertinacia de la dictadura. En diferentes lugares, el emblema del FPMR se va haciendo conocido, mientras los sectores más jóvenes de las Juventudes Comunistas, desarrollan una actividad que apunta a preparar a sus cuadros para llevar a las masas de la desobediencia civil a la sublevación popular.

A inicios de 1986, se efectúa la internación de armas, en la zona de Carrizal Bajo, en una magnitud suficiente para preparar un ejército embrionario. El armamento se supone provenía de Vietnam, y fue transportado mediante una operación a cargo de oficiales cubanos. Sin embargo, producto de una serie de errores, la internación de armas fue descubierta, iniciándose una acción por parte de los organismos de inteligencia y represión de Pinochet, que desbarató el proceso de distribución de ellas.

Ese fue el primer fracaso del FPMR, que, para el PC, constituyó motivo suficiente para plantearse críticamente respecto de la conveniencia de un aparato militar. El segundo error vendría en septiembre de ese mismo año. Luego de una cuidadosa operación montada durante meses, que implicó importantes recursos, destinada a asesinar a Pinochet, ella fracasó por no haber elegido el armamento correcto.

Ambos fracasos llevaron al PC a revisar su política militar, iniciándose una discusión a nivel de la dirección del partido, que duró más de medio año (hasta julio de 1987), en la que participaron también los más latos dirigentes del FPMR. Temiendo, una vez más, quedarse aislados de los demás partidos de la oposición, el PC resolvió desmantelar las estructuras del aparato militar, lo que provocó el rechazo de los comandantes, que, encabezados por Raúl Pellegrin, optaron por independizarse del partido, optando por llevar adelante su propia política de enfrentamiento con la dictadura.

La muerte de Pellegrin, en 1988; de Roberto Nordenflycht, en 1989; la captura de gran parte del equipo operativo que atentó contra Pinochet; el asesinato de frentistas, planificado por los grupos represivos, y ejecutados en la Operación Albania; y, por último, las disputas que sobrevienen en la cúpula rodriguista, al autonomizarse del PC, significarán golpes de los cuales el FPMR no podrá recuperarse.

Los atentados al retirado general Gustavo Leigh y al senador pinochetista Jaime Guzmán, cuando la democracia se había iniciado, fueron acciones desesperadas y políticamente erróneas, que terminaron por desarticular toda posibilidad real de penetración política del rodriguismo en la base social.

Sin embargo, el costo político para el Partido Comunista, sería irrecuperable. Marginados del proceso democratizador en términos de un efectivo concurso, una parte importante de su dirigencia y de su base social lo abandonó. Destacadas figuras del partido, tales como Fanny Pollarolo, Luis Guastavino, Antonio Leal y María Maluenda, se marginaron, para emprender otros rumbos dentro de la izquierda renovacionista. En el caso de Fanny Pollarolo y María Maluenda, se trataba de un fuerte impacto moral, ya que se trataba de dos caras públicas del PC, durante la década de los 1980, que habían representado las luchas en el campo de los derechos humanos. María Maluenda era la madre de uno de los tres militantes degollados en Quilicura, después de ser secuestrados por un organismo policial, en las puertas del Colegio Latinoamericano, en Avenida Los Leones.

De este modo, por los errores y desaciertos de una política exógena a su historia, el Partido Comunista chileno quedaba marginado de un proceso al cual había colaborado con la sangre y la vida de muchos de sus más honestos militantes. La trayectoria democrática del PC a lo largo de su historia, quedó en entredicho para una oposición que había iniciado derechamente el camino de la transición negociada.

Desde el punto de vista ideológico, en tanto, el PC no hizo ningún aporte ni ninguna reformulación, quedando fosilizado ante la sugerente visión que proponía el renovacionismo en el PS y el movimiento convergencista. Cuando los hechos que desencadenarían la perestroika de Mijail Gorvachov, apuntaban, precisamente, a demostrar que el socialismo vivía una profunda crisis, provocada por la presencia y acción de los socialismos reales, los comunistas chilenos siguieron defendiendo la ortodoxia. Cuando sobrevino el derrumbe de los regímenes de Europa del Este y el Pacto de Varsovia caía a pedazos, aún el PC siguió expresando una fidelidad irracional a un modelo de construcción socialista que se había hecho polvo. El paradigma que ayer fuera la URSS, quedó ahora radicado en el modelo cubano, al que seguirá ligado a porfía.

  

 

El rodriguismo

El bautismo de fuego, para los comandantes del aparato militar del PC chileno, se hizo en Nicaragua, en la lucha del sandinismo contra la dictadura de Anastacio Somoza. En Chile, el rodriguismo entró en acción, primero, como expresión de una concepción militar que fracasó en su lucha contra la dictadura. Luego, buscó legitimarse autónomamente en el movimiento social, en el ámbito de la ultraizquierda chilena. Ambas opciones no tuvieron respaldo social.

 

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