El Maestro: Paz
a vosotros hijos míos.
Publico: Y con tu espíritu.
El Maestro: Ave María purísima.
Publico: Sin pecado concebida.
El Maestro:
Junto a tí madre mía, acompañaré a tu corazón. Junto a tí, madre mía,
sufriremos los errores de los hombres. Padecere sus injurias y escucharemos
a todos: a aquél que nos ama y a aquél que nos rechaza.
Junto a tí, madre mía, miraremos la corrupción del mundo. Y sufriremos,
sufriremos por todos aquéllos: por los que vinieron, por los que están, y
por los que han de venir.
Junto a tí, madre amada, caminaremos por el mundo y estaremos al lado de
todos aquéllos que escuchan, de todos aquéllos que tratan de caminar entre
las dificultades que el enemigo les va poniendo.
A tu lado, madre mía, ellos aprenderán a llamarte, y a amarte con tanta
intensidad que a muchos de ellos nada les importará, solo tú. Porque
tú, madre mía, eres el reflejo del dolor causado por los hombres.
Y como una madre en la tierra intercedes por tu hijo que tropieza, que
comete un error. Y como una madre en la tierra levantas a tu hijo, lo
das aliento y lo presentas al Padre para que se arrepienta del error
cometido.
Es difícil, madre mía, resucitar con tanta tristeza.
Ningún hombre lo sabe, pero saber que cuántos han caido en tantos errores y
que una y otra vez vuelven a caer una y otra vez, sin medir las
consecuencias...
No ven nada, madre mía. Se piensan que no ha pasado nada. Hijos míos:
En estos días nadie os ha contado mi pasión. ¿Y sabéis porqué? Porque no era
necesario. Porque cada cual de vosotros habéis tenido un papel importante en
esa pasió.
¿Quién si no vuestros pecados han azotado mis carnes? ¿Quién si no
vuestros pecados han han taladrado mis manos, mis pies, mi costado, mi
frente?
Pero a pesar de todo, como ya os han dicho: Yo os amo.
Y aquí estoy haciendo acto de presencia, para que sepáis que estoy aquí. No
solo hoy, sino todos los días de vuestras vidas. Que nunca falto a mi
cita, nunca. Siempre estoy para aquél que me llama.
¿Y sabéis hijos míos? Aquél que no me llama también me tiene. Porque Yo soy
amor, Yo soy luz en vuestros caminos, en vuestras vidas.
Yo estoy aquí, pero cuántos, ¿cuántos están y no están? Acto de presencia y
su mente vuela, se escapa a mis palabras. Se escapa al sentimiento que
derramo. Pero lo importante es que estoy aquí dándoos todo mi amor.
Porque Yo hijos míos, se de vosotros, se de vuestras vidas, se vuestras
penas, se de vuestras alegrías. Se todo de vosotros: Se lo que
pensáis, se lo que habéis pensado, se lo que pensaréis. Se cuántos estarán,
y dejarán de estar.
¡Cuánto se de vostros hijos míos! Y vosotros, ¿cuánto sabéis de mí? Además
de ser vuestro Padre, además de ser vuestro Maestro, soy vuestro amigo.
Nadie en el mundo os tenderá una mano tan fiel y tan sincera como Yo.
No tengáis miedo a fracasar. ¡Tenéis tanto miedo al fracaso hijos míos...!
Pero si vosotros os dejáis (abandonáis) en mí, Yo haré de vuestras vidas
delicias.
Cuántos hablan y dicen:
"Pero si es que te dejas en Jesús y solo sufres
enfermedades y padeces".
¿Y sabéis porqué sufren enfermedades los estandartes de mi fé? ¿Sabéis
porqué?
Porque sufren las consecuencias del mundo. Y para que muchas almas sean
salvadas, entregan sus cuerpos y almas a la causa. Y sufren de esta manera.
Pero no todo es sufrimiento, y aquél que se entrega a mí goza de sufrir.
Y siempre oiréis en sus bocas decir, que no es nada
comparado con lo que sufrió su Maestro. Y hoy vuestro Maestro está
aquí. Os brindo mis palabras.
Mirad y fijaos: Os emocionaréis, tendréis grandes sentimientos, escucharéis
con atención, y todo se olvidará.
Desde el último Domingo de Resurrección, ¿quién cumplió todo lo que Yo
marqué? Mirad, solo pido que intentéis seguir el camino marcado. Basta con
intentar seguir el camino marcado. Lo demás ya lo hago Yo hijos míos.
Muchos dirán: "Es que intento, pero no puedo."
¡No!, no intentas. Si intentaras podrías, porque Yo
estoy ahí.
Mirad que cuántas veces se dijo que no hay nada difícil, que la dificultad
solo la imponéis vosotros. Todo es fácil hijos míos.
Es tan fácil como perdonar a aquél que os daña. Y aún veo como en vuestras
familias existen esos odios y rencores que Yo nunca aceptaré hijos míos.
Y me decís: "Señor, es que yo no puedo hacer nada más".
Y yo te digo: Puedes hacer tanto, puedes hacerlo todo: Perdonar, amar.
Pon de tu parte, pero de tu parte de verdad, y Yo pondré mi parte, y nada te
será difícil.
Tú ya lo sabes, hazlo.
¡Cuántos pensáis en vuestros hijos! Ya sé que no comparten con vosotros la
fé. Ya se que os abandonan, pero vuestras oraciones, hijas mías, me llegan.
Y vuestro Padre escucha.
Por lo tanto Yo os quiero decir, hijas mías, que a pesar de su rechazo, y en
ocasiones su odio hacia mí, Yo estoy a su lado siempre, porque vuestras
oraciones me llegan.
No os preocupéis. Porque en ocasiones os culpáis.
No os culpéis hijas mías,
el camino de la vida parece largo, pero es corto:
Cuando eran niños os escuchaban y os seguían. Os agradaban y sentían todo
cuanto vosotras sentíais. Pero crecen, ¡crecen hijas mías!, y en ocasiones
las compañías hacen que vuelen, y que vuelen lejos, tan lejos hasta de
vuestro lado. Pero Yo, yo estoy con ellos y con vosotras: En esos momentos de angustia y
de dolor, cuando la paciencia y el solaz llega hasta vosotras, abridme el
corazón, porque soy Yo para consolaros.
Yo soy vuestro Padre, Yo soy vuestro Dios. No tengáis miedo de mí hijos
míos.
"¡Hay tanto que tenéis que hacer por mí...! Más bien por vosotros
mismos, porque sería absurdo el oir y el escuchar, y no practicar todo lo
que ois."
Hijos míos: Hay tantas manchas en vuestras vidas que son necesarias
corregir... Por eso hoy voy a limpiar vuestras manchas. ¡Todas hijos míos!,
hasta ésa más pesada que te hace pensar que nunca se borrará: Yo hoy te las
perdono.
Os las perdono a todos hijos míos.
Escuchad qué importante, hijos míos, porque a partir de hoy vuestra alma
estará limpia como el día del bautismo. A partir de hoy esos errores de
atrás graves están perdonandos, así Dios Padre lo ordena y es su santa
Voluntad.
Por lo tanto hoy podréis comenzar a andar de nuevo en el camino de la
espiritualidad. Y podréis vivir y sentir tantas cosas ocultas, que están tan
presentes.
Vida nueva para vosotros hijos míos, porque limpios estáis del pecado.
A todos aquéllos que no están aquí, y que su corazón ahora está escuchando y
pendiente, también les perdono hijos míos.
Es la importancia de mi poder.
Vuestras almas están limpias, podréis caminar, y tened seguridad de que
estaré vigilante en vuestros tropiezos. Mirad si es tan importante que es un
gran regalo que Yo os hago hoy a vosotros, y es un gran detalle hacia
vosotros.
Os he dicho que os emocionaréis, os he dicho que sentiréis, pero Yo también
siento abandono de mis hijos. Yo también siento el rechazo hijos míos, pero
todos lo sabéis. Nadie lo ignora hijos míos, y siempre está presente porque
Yo nunca olvido hijo mío.
Amados hijos míos escucháis para retener en vuestros corazones y Yo quiero
que estas palabras las convirtáis en alegría y las esparzáis. No son
vuestras, son del mundo.
Y habréis aprendido a que si el mundo os abofetea, ofrezcáis sin dudar la
otra mejilla; y si os vuelve a abofetear ofreced vuestra mano. Y si os
vuelve a abofetear, la otra mano. Y si vuelve, vuestro corazón hijos
míos. Sed entrega total y humillaos por vuestro Dios, porque necesito
de vosotros... ¡tanto hijos míos!
Mirad, mirad que os emocionáis. Cuántas veces os he dicho, en este día de
Resurrección, que he puesto para vosotros almas en vuestras vidas que
vigilan por vosotros, y que están para vosotros. Y vosotros diréis:
"¡Sí, pero es que me acerco a él, y casi no me escucha!"
Mirad hijos míos, a veces hay cosas tan absurdas que planteáis, que no
tienen sentido. Y estas almas no rechazan, buscan más lo que ocultáis.
No es rechazo hijos míos. Por que el rechazo no le representan, le aceptan.
Y a pesar de haber oido de que aquí les tenéis no usáis estos instrumentos,
estas llaves para llegar a nosotros.
Os darán consuelo, os darán solaz, y
son mucho más de lo que aparentan.
Aparentan ser nada, simples, integrados en un mundo corrupto. Pero cuando se
hace la noche sus oraciones y la lucha comienza para ellos.
¿Qué más puedo decir si ellos viven lo que Yo hablo?
Mirad hijos míos, todo es grandeza de mí hacia vosotros, y en ningún momento
hallaréis en mis palabras el rechazo, simplemente consuelo y amor. Mucho amor,
mucho amor.
Vamos a orar hijos míos, abrid vuestros corazones al Padre Eterno. Abrid
vuestros corazones para que nuestra oración llegue a lo más alto. Decid conmigo,
tranquilos y pacientemente, sin prisas y desgranando cada palabra:
"Padre
Celestial, Padre Eterno y poderoso, escucha la plegaria de tus hijos y
atiende la llamada de nuestros corazones. Te pedimos gratamente, Padre
Eterno, por todos nosotros presentes, por los que no pueden estar en este
santo lugar, para que tú nos des a nosotros y a ellos fortaleza y sabiduría
para poder seguir tu camino, el que marcaste desde hace tiempo para nosotros
y para el mundo.
Te pedimos por los que no pueden estar, para que consueles su llanto,
para que sepan aceptar tu santa voluntad, y consueles sus corazones. Y en
especial, Padre Eterno, te pedimos por nuestros familiares y amigos.
Tú sabes lo que has de hacer Padre Eterno, dales luz y fortaleza y
cuida de ellos. Que así sea Padre Eterno."
Y el Padre...
Padre Eterno:
Os ha escuchado.
Publico: Gracias Padre.
El Maestro:
Así debéis orar hijos míos:
tranquilos, pacientes y sabiendo lo que queréis decir a vuestro Padre. Nunca exijáis a vuestro Padre, solamente pedidle. El
sabe bien lo que os tiene que dar, y lo que os tiene que quitar.
Hijos míos, vuestras vidas pertenecen a mi llamada. Son mías. Reconocéis y
sabéis lo que quiero. Por eso Yo os necesito, al igual que vosotros me
necesitáis a mí.
Hay mucho que hacer por el mundo, hay mucho que hacer
por los hombres. Y vosotros diréis: "Para eso están las almas que has
elegido."
Es que TODOS sois mis elegidos, si no, no estarías escuchando estas
palabras. Y tened en cuenta que las casas no solo son de una estructura. Son
muchas. Y así os quiero a vosotros. Acordaos de lo que os he dicho:
Sabed lo que pedís al Padre, y nunca exijáis al Padre. Él sabe escucharos,
al igual que sabe escucharos vuestra santa Madre, mi Madre amada. Pedidme
hijos míos.
Publico:
Maestro
El Maestro:
Dime
Publico:
Te parece poco que estar aquí
contigo, Señor, con vosotros, que es lo más grande de este mundo para
nosotros Señor...
El Maestro:
Pero solo es hoy hijo mío. Díme, ¿qué pasa en la vida de los hombres? ¿Te
parece poco que día a día Yo entregue mi vida por tí? ¿Te parece poco hijo
mío, que Yo vuelva a sufrir, a ser clavado, a ser azotado?
¡Sí!, me parece poco hijo mío, que estéis aquí. Me parece muy poco, porque
quiero mucho de vosotros, y no lo hallo. Quiero tanto, y es tan poco lo que
hallo. Y me preguntas y Yo así te contesto. Seguid pidiendo
hijos míos.
Publico: ¡Maestro!
El Maestro:
Dime
Publico: Yo te quiero pedir por la unión de los
matrimonios. Se están perdiendo todos. Por la unión de las familias... Los
míos... Es una pena vivir esto.
El Maestro:
Escucho tu plegaria hija mía. Y tú lo ves y lo ven todos lo veis en el
mundo: Es tan importante el matrimonio. ¿Pero qué es lo que hoy existe? El
enemigo ha entrado fuerte en el mundo, y lo ha hecho también en este pais.
¡Cuánto dolor! Matrimonios que se separan para siempre. Ay hijos míos...
¡cuánto dolor y cuánta aceptación!
Seguid pidiendo
hijos míos.
Publico:
Maestro
El Maestro:
Dime.
Publico: Yo quiero
pedirte por la unión de las familias.
El Maestro:
Así es escuchado.
Seguid pidiendo
hijos míos.
Publico:
Maestro
El Maestro:
Dime
Publico:
Maestro, te pido por la juventud, que
no cree... (no se entiende.)
El Maestro:
La juventud es conformista en el mundo
hija mía. Tanta diversión no fué buena. Tanta libertad no fué buena. Tampoco
lo fué ser tan extrictos. Pero ha sido escuchado.
Seguid pidiendo
hijos míos.
Publico:
Maestro
El Maestro:
Dime hija mía.
Publico: Yo quiero darte muchas gracias por tu perdón
para todos. Gracias por tus palabras de amor y de consuelo. Gracias por todo
lo que nos das. Por eso quiero decirte a nombre de todos: ¡Gracias, gracias,
gracias!
El Maestro:
Es mío para vosotros hija mía. Yo se que estas palabras os darán muchas
fuerzas para seguir unos cuantos días. A algunos solo les bastará para hoy.
Pero cada vez que caigáis escuchad en vuestro corazón estas palabras, y os
sentiréis acompañados y aliviados.
Porque Yo nunca os abandono, y nunca os abandonaré.
Seguid pidiendo
hijos míos.
Publico: (El público no
pide nada.)
El Maestro:
Amor para vosotros y comprensión para todo lo que se os dice. Dios escucha
vuestras plegarias. Dios nunca os abandona. Nuestra santa Madre, la mía y la
vuestra, siempre está a vuestro lado. No os olvidéis. No os olvidéis que
tenéis al gran Guerrero.
No os olvidéis de tantas cosas como os he dado, porque son vuestras. Y todo
lo que os he dado son instrumentos para que lleguéis hasta mí. Si no lo
usáis hijos míos, retardaréis vuestro paso y os será difícil seguir.
Estas han sido mis palabras hoy para vosotros. Guardadlas en vuestros
corazones, y haced de estas palabras compañía, sabiduría y fortaleza para
seguir.
No os olvidéis nunca de que no estáis solos, y de que
sois mis elegidos, y de
que tenéis mucho que hacer por mí. Mucho. Y que tenéis instrumentos para
seguir. Y no os olividéis de que volveré para vosotros. Adiós hijos míos.
Publico: Adiós Maestro
La Madre: Que
la paz
sea con todos vosotros hijo mío.
Publico: Y con tu espíritu.
La Madre: Ave María purísima.
Publico: Sin pecado concebida.
La Madre:
¡Qué alegría, hijo mío, aquel día! Qué alegría hoy: Mi amado hijo acude a
mí, a encontrarse conmigo. Y ya no es debajo de un madero, ya es radiante
hijo mío, y vencedor de la muerte. ¡Qué alegría hijo mío, la que yo comparto
con vosotros!
Adiós hijos míos.
Publico: Adiós
Madre.
El Hermano:
Señor Padre Celestial,
Dios todopoderoso y eterno, da luz a estos tus hijos que han escuchado tus
santas palabras para que las guarden para siempre en sus corazones,
y sean capaces de ponerlas en
práctica, y no fracasar en los intentos que ha marcado tu amado hijo Jesús.
Que asi sea Padre Celestial.
Que la Paz del Señor Yahve, y la fuerza del
príncipe de las almas, en unión con Cristo resucitado, quede con todos vosotros.
Publico: Y con tu espíritu Hermano.
El Hermano:
Ave María purísima.
Publico: Sin pecado concebida.
El Hermano: Adiós hermanos.
Publico:
Adiós hermanos.
_____________
Grabación original de este
mensaje:
http://www.joseluismanzano.net/3372/Mensaje%2023-03-2008%20(Resurrección).m4a
|