MENSAJE
DE JESÚS DE NAZARET, RECIBIDO A TRAVÉS
DE JOSÉ LUÍS MANZANO GARCÍA, EN TALAVERA (Toledo).
EL DIA 20
DE JUNIO DE 2005.
(Mensaje Privado con orden a
hacerse público.)
EL MAESTRO.- Ave María Purísima. Paz
a tí, hijo mío.
EL MAESTRO.- La voz de mi sangre es poderosa y llama no inútilmente
a grandes y pequeños, a los pecadores a nueva
vida.
"Derramé
mi sangre para reuniros a vosotros, elegidos
de mi
Corazón, y cada gota que derramé tiene el
poder de multiplicar la
eficacia de mi Redención. La efusión
dolorosa, la feroz violencia
de los perseguidores que me azotaron casi a
muerte, están presentes
en esta generación de hombres incrédulos e
insensatos".
El hombre olvida todo, solo se
acuerda de si mismo. El primero y el
último siempre es él. ¡Pobre hombre, leproso de este siglo!.
¡Pobre hombre, descarnado!. ¿Qué
quiere de Mi?. No debería querer
nada porque no me cree o me cree poco.
¡No te envanezcas!. Si eres grande, oh, criatura mía, es porque te
hice tal
en el centro de la Creación, pero te hice Yo. Quieres evadirte de
ti mismo,
ebrio de lujuria y de soberbia, sin embargo las cosas mas grandes
están en
tí porque Yo las he puesto y tú no las ves.
Lo sé, nada te importa hoy que Yo te recuerde que por tu amor he
derramado con inmensos dolores toda mi
Sangre. No lo ves, no
quieres verlo. Eres propenso a celebrar tu
grandeza, o al menos la
que juzgas como tal. Pero créeme, me das
mucha pena a Mí, que
comprendo tus más pequeños movimientos.
¡Hombre insensato, detente!.
Mira lo que te dice quien te creó: te ofrezco mi Sangre. ¿No dices
nada?.
Estás tan ciego que no ves qué Luz se desprende de mi sacrificio
cruento
que consumé en el Calvario. ¿No es nada para
tí mi Sangre?.
Y si no es nada, como neciamente piensas, ¿qué se dirá cuando las
sanguijuelas infernales hayan chupado hasta la última gota de tu
sangre,
oh, loco hombre del dos mil?. Tu vida vale mucho, créelo. No la
gastes
inútilmente. Tienes una vida que se encamina hacia una meta.
Si no lo entiendes, ¡pobre de ti!.
Detente hoy, detente aquí, ante el Cristo sangrante, al pie de la
Cruz.
¡Mírame bien y no apartes de Mí tu mirada!. Ya no te llamaré con el
nombre
de loco, si mirándome en la Cruz, comprendes que ha sido mi amor por
tí
el que me ha llevado a la muerte, al
derramamiento de toda mi Sangre.
Mi vida acabó por la privación de su alimento vital, compréndelo.
"Sufrí
la muerte por haber derramado toda mi Sangre, y todo
por tí, criatura mía, por la cual Yo, tu
Creador, no dudé en tomar
su misma naturaleza, en el
Verbo encarnado".
Tú también tienes sangre en las venas y pido un momento tu atención
en el
hecho de que mi Divina Sangre estuvo exenta del impulso que proviene
del
pecado. Tu sangre, en cambio, ha conocido más o menos el escozor que
proviene de la culpa. Mi Sangre valga por la tuya.
Esta, poco noble por estar mezclada de culpa, puede ser cambiada por
la mía,
que créeme, no solo es noble, sino repleta de frutos y tiene un
valor
infinito. Este es el trueque ideal, pero real que Yo ate propongo.
¡Detente, criatura mía, detente!.
Escucha esta voz mía, acepta mi Sangre, mírame en la Cruz y verás mi
rostro
todo cubierto, y precisamente de sangre roja.
He cubierto mi rostro con lo
rojo de esa sangre para que mi Padre te viese a tí, a quien Yo
representaba,
lavado y purificado.
Queda tranquilo, las costras de sangre que me impiden casi del todo
abrir
mis ojos, las he querido para decirte que a través de mi Sangre, mi
mirada
no quiere divisar tus fealdades.
Si, he estado en un baño y he merecido para
tí lo que tú no podías nunca
merecer. Recuérdalo y apréciame,
porque si te he creado sin trabajo, te he
redimido a precio de sangre, y tú, hombre extraviado,
deberías pensar que
no habría hecho lo que he hecho si mi Amor no
fuese tan grande.
Ven, escucha. Ven a Mí, porque debo sumergirte en el cáliz que
contiene mi
Sangre Purísima. Ahí, en mi cáliz debes permanecer cubierto con mi
Sangre,
porque de ella y en ella deberás encontrar todo lo que necesitas
ahora y
siempre. Ven, vuelve a mi altar, donde un hombre como tú, pero que
es más
digno que tú, ofrece el inmenso valor que contiene el cáliz bendito.
Vuelve a ese altar muchas veces, mas aun mientras te conceda la
vida,
porque quiero hacer de tí adorador perfecto y partícipe de mis
inagotables
riquezas. Si, ven a Mí, vuelve siempre a Mí para escuchar la voz de
mi
Sangre que es bendecida por el Cielo y por quien en la Tierra me
ama.
Vuelve y escucha. Yo te hablaré de manera suave, muy atractiva y en
mi
Sangre encontrarás el porqué de tus porqués, mucha luz y claridad
para
iluminarte a tí y a muchos, muchísimos otros, ahora miserables pero
destinados a asumir la herencia de valor infinito que está contenida
en el
cáliz santísimo que ves en mi Santo Altar.
Ven, vuelve y escucha las voces de mi Sangre humana y divina. Yo te
hablaré, pondré en movimiento tu sangre con
el fuego de mi Amor.
Estoy aquí, en el altar, vuelve a Mí.
Paz a ti, hijo mío.
Ave María Purísima. Adiós, hijo mío.
Enseñanzas,
profecías:
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