MENSAJE
RECIBIDO A TRAVÉS DE JOSÉ LUÍS MANZANO GARCÍA, EN
TALAVERA - 4 DE ABRIL DE 2005.
(Mensaje privado con orden a hacerse público.)
El
Maestro:
Paz a tí, hijo mío.
El
Maestro:
Ave María Purísima.
El
Maestro:
Quiero que estéis en paz, que tengáis
confianza plena. ¿Acaso Yo no estoy aquí con vosotros?. Yo soy quien
os guía, quien os conduce.
¿Creéis que vosotros, por sí solos resolveríais los problemas que
se os presentan? Yo quiero servirme siempre de vosotros, hasta en aquellos
oscuros momentos en que creéis que sois inútiles para todo.
Amor de
mi Corazón, hijos míos tan amados, ¿porqué os preocupáis tanto de lo
que no está en vuestras manos el solucionarlo? Confiad en vuestro
Dios. Amadme, orad y reparad. Es tanta la ofensa al Cielo, que no
existe un segundo del día que no se ofenda a la Santísima Trinidad.
¿Porqué me hacéis
daño?. ¿Acaso no os he entregado hasta mi último aliento?.
¿Cuál de vosotros haría por su hermano la milésima parte de lo que
mi amor por vosotros hizo?. No os alejéis jamás de la puerta de Mi
Corazón. No paréis en la lucha por mi mayor Gloria.
¡Vuestra nada, unida a mi grandeza debe llenaros de
fuerza! ¿Sabéis
porqué combaten mis obras? Por mezquindad, por desconfianza
susceptible, por comodidad.
¡Contestaré con la humildad de un Dios mofado e incomprendido, pero
el arco no puede estar siempre tenso! Me gusta reconocer en tí lo que el mundo llama locura.
¿Desde
cuándo te has preocupado tú por el qué dirán? ¿Porqué vas a
empezar a hacerlo ahora?.
No perdáis la paz a causa de las trampas
del demonio. Conozco por su nombre a aquéllos que ignoran mi nombre verdadero:
Amor. Viven su vida, su pobre vida y ninguno carga con sus
responsabilidades hacia Mí.
"Cada día se
pierden más, y con ellos, a quienes Yo les he confiado. Ni siquiera pueden salvarse a sí mismos. No desviéis ni un
centímetro vuestros pies del camino que para vosotros he creado: el
retorno del amor a mi Corazón Eucarístico".
Se que sois demasiado
débiles, que tengo que sosteneros a cada instante, pero... ¡Me
agrada tanto hacerlo!. ¡Cuánto consuelas mi Corazón!. ¡Cómo amo a quienes así me
consuelan!.
¿Quieres consolarme aún más? Ora, repara el dolor que
van a causarme. ¡Pobres hijos míos, mis pequeños, los que tendrán que inmolarse!.
La corrupción de los grandes ya ha colmado la medida de los
desamparados.
Paz a tí, hijo mío.
Ave María Purísima. Adiós, hijo mío.
|