MENSAJE DE LA
SANTÍSIMA VIRGEN Y JESÚS DE NAZARET, RECIBIDO A TRAVÉS
DE JOSÉ LUÍS MANZANO GARCÍA, EN TALAVERA (Toledo).
EL DIA 25 DE JULIO DE 2005.
(Mensaje privado
con orden de
hacerse público.)
LA MADRE.- La
Paz sea contigo, hijo mío.
LA MADRE.- Ave
María Purísima.
LA MADRE.-
Hijo
mío, mi pequeño hijo, quiero hablarte y hacerte un encargo especial.
Hace un tiempo te tuve aquí, frente a
esta visión. Entonces sufrías, no entendías tu camino, ignorabas lo que el
Altísimo me había concedido para contar contigo en mis planes de salvación
de los hombres.
Ahora, pequeño, nuevamente estás aquí en
este lugar, frente a la Santísima Trinidad y frente a Mí, junto a esta
visión hasta la cual te trajo la Voluntad del Padre. Mi súplica, hijo, es tu
oración:
La
oración de todos mis hijos por la salvación de las almas
consagradas, por toda tu Patria y la humanidad al
borde del abismo.
Quiero un verdadero cambio de vida en
vosotros, quiero que cada día amanezca con un renovarse en la Fé,
y en la consagración a nuestros Corazones: el Corazón
Santísimo y Sagrado de Jesús y a mi Inmaculado Corazón.
Renovaos desde adentro. Hijo, pídeles a
mis hijos una verdadera conversión. Vosotros no podéis hablar de conversión
si siempre estáis pendientes de vuestros problemas económicos.
Aprended a confiar en la Misericordia y Providencia Divina, que son
infinitas y llenas de gratuidad.
Yo te pido que digas a mis hijos, que oren y hagan actos de reparación ante
el Santísimo Sacramento, porque...
Días muy amargos vendrán
para la Iglesia de mi Hijo si los sacerdotes y religiosos no vuelven
verdaderamente sus corazones a Dios.
Es preciso que vosotros, los fieles, vayáis
hacia ellos, que les prediquéis el amor y la verdadera entrega.
Es
el último llamado a las almas consagradas, son
los minutos en que aún se está derramando sobre el mundo la Misericordia de
Dios.
No desaprovechéis esta gran invitación
de Dios, os está llamando de las plazas y los caminos para que vosotros
compartáis su verdadero Banquete. ¿Qué más puede llamarse Banquete que todo
lo que recibís de Nosotros?
Él va preparando con inmenso amor cada
alimento, pensando en cada uno, individualmente, y Yo
voy sirviendo junto a Él cada plato, revistiéndolo de una ternura
incomparable.
¿Qué más puede pedir el hombre hoy?
Pero allá están los otros, lejos de la invitación; corred a llevarles un
poco del alimento que hoy a vosotros os sobra. No
vaya a ser que ellos se mueran de hambre, porque no se les ayudó a servirse
el alimento hasta la boca.
Oportunidad se les dió, pero no supieron aprovechar de tantos manjares.
¡Ayudadlos, por favor!
EL MAESTRO:
La Paz sea contigo, hijo mío. Ave María Purísima.
EL MAESTRO:
Hijo amado, gracias por aliviar mi sufrir que continúa todavía por
vosotros. Era preciso este día doloroso. He dicho abiertamente a todos
que el Camino, la Verdad y la
Vida soy Yo.
Con esto he resuelto por anticipado todas las dudas en el sentido de que,
creyéndome, necesariamente deben desvanecerse todas las trabas de la mente.
He dicho que creyéndome, porque es
inútil afirmar una verdad tan grande, como la que se ha dicho, y luego no
ser creído.
Es inútil para vosotros, se entiende.
Pero sería inmensamente útil para vosotros el
creerme, porque de la Fe en Mí, pueden dimanar todos los bienes que he
reservado inclusive para esta vida temporal vuestra.
Por eso, si creéis, si podéis creer que Yo soy el Camino, os digo que
todas las dudas se desvanecerán muy pronto.
Tú, hombre pequeñísimo, puesto en la
Tierra para experimentar cuán grande es el Amor que te tengo, tardas a veces
en creer enteramente en mi Palabra.
Si te he dicho que para llegar aquí arriba donde todo es belleza y todos
están en felicidad perpetua, es preciso transitar un sendero, camina
entonces por ese sendero.
¿Qué te importa lo que hacen los otros?
Tú ven a mi lado, porque ciertamente te llevaré a ver cara a cara al que
amas, al que deseas y a todos los que tú amas y de los cuales eres a la vez
amado en el Cielo. Ven Conmigo.
Sopesa bien estas palabras:
"Ven", es decir, camina; "con", es decir, unido "a Mí".
El que te ama, el que quisieras hacer conocer a
todos; y al que no todos, por desgracia, ansían conocer.
Si soy el Camino, ven Conmigo,
camina unido a Mí.
Créeme y encontrarás alivio aún en tu
fatiga.
Tantas veces te he dicho que no engaño, sino
que doy tanta saciedad a vuestras almas, que por la dulce sensación de tener
Mi alimento, siempre volvéis a Mí.
Venid todos, caminemos cogidos del brazo
y los Ángeles que nos miren se inclinarán a nuestro paso. Es un camino
hecho de piedras, bastante duras, el Mío y vuestros pies están descalzos, lo
sé muy bien, pero soy Yo el que os invita, no dudéis.
¡Oh, si supierais cuánto daño os hacéis creyéndome solamente ahora, y no
en el momento en que Yo habré de callar para ver cómo os reguláis en el
camino que debéis transitar!
Pero os he dicho que el camino será recorrido,
si queréis tomados del brazo Conmigo, y que los Ángeles formarán hilera y
séquito a nuestro paso. Pero otras criaturas,
al fondo del camino, os llamarán y os aseguro que debéis creerme por vuestro
bien.
Estas, mis criaturas santas, hacen mi querer
para concurrir a su salvación. Después os darán gracias, ahora no
comprendéis las ayudas que os dan por mi amor.
¡Sí!, por mi amor, aún antes que por vosotros
mismos, ya que deberíais saber que me antepongo a todos y que el primer
movimiento de vuestros espíritus, está orientado siempre a Mí.
Os lo repito para que aprendáis la Santa Ley
del Amor Divino:
Yo soy el Camino. Por tanto caminad según mi Evangelio, no según las
falsedades del mundo.
Sabéis a dónde os llevaré, creed que en el
fondo del camino acabarán las cosas, acabarán los días de aflicción, y todo
cambiará.
Venid, amados, para cada uno tengo una rosa y ninguno que la acepte podrá
decir que ha tenido una flor igual a la del otro.
No a todos una diferente rosa, pero a cada uno
el perfume particular que Yo le infundiré al final de
su vida, cuando se lo ponga delante como un sol majestuoso, centelleante,
ardiente y desbordante de luz, mi Amor que os esperaba para abrazaros por
siempre.
Entonces
mirando hacia atrás el camino recorrido, bendeciréis los obstáculos que puse
en vuestro camino. Y sobre todo me bendeciréis
a Mí que, al acompañaros y guiaros, os habré conducido al Reino del Amor.
Es decir, al lugar donde no hay sitio
para los egoísmos, para las guerras, para los hastíos. ¡Sí!, entonces
llegaréis aquí, al centro hacia el cual os sentíais atraídos y veréis
claramente el significado de las cosas de abajo y mi obra en vuestro favor:
Llegaréis al final del camino, al
Reino de la Paz gozosa.
Y
también vosotros os volveréis luz y llamas, danzarines dichosos y felices en
Mí y Conmigo mismo, primera Luz y primera Llama.
Al verdadero discípulo es natural pedirle confianza. Tranquilo, hijo mío,
¿acaso no estoy contigo?
¡Sé valiente en defender mi voz y mi
amor, habla de Misericordia, da tu testimonio, con mucha humildad.
Pero no temas, solo vas a Evangelizar. Yo Soy quien
hablará por tí, eso es vivir con mi Espíritu y lleno de Mí. Te amo, hijo
mío.
Que la Paz quede contigo. Ave María Purísima.
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