El
Maestro: Paz
a ti. hijo mío. Ave María Purísima.
El
Maestro:
Soy gratocon quien me acompaña, a quien siempre
atiendo, los pecadores en Mi Corazón. La conversión de los mas
endurecidos pecadores se concede por las penas que he sufrido y por
las que sufren mis amados.
Al Padre corresponde toda alabanza por haberme dado a Mí y a
vosotros, los muchos frutos de mi Pasión. ¡Oh, cuántas
lágrimas derramé, previendo la obstinación de muchos de Mis más
conocidos hombres!.
Pero, cuánto alivio tuve al recibir en Mi Getsemaní a través de mis
propios Ángeles, el consuelo de ver que muchos de vosotros habríais
de cooperar Conmigo y salvar a muchas pobres y obstinadas criaturas.
"Rogad por los que me
odian, y si sufrís por su causa, esta es
la señal más cierta de que os he unido verdaderamente a
Mí."
No penséis en cómo y porqué sucede esto, ¡pensad solamente en
Mí, que os hago salvadores, mientras vosotros mismos tenéis la
necesidad de ser salvados por Mí! No es una ilusión orar y sufrir por los que amo, más bien es
verdadero amor identificarse Conmigo en espíritu y verdad, en la
oración y el sufrimiento.
¡Animo!
En la Tierra, mientras esté girando en torno al Sol, debéis
existir: "Mis perseguidores os perseguirán
a vosotros como hicieron conmigo." Estoy en vosotros para recibir toda clase de asaltos. Estoy en vosotros para sosteneros.
Recordad bien que cuando no advertís mi
presencia, es
la hora en que más atento estoy a vuestros pasos, porque sé bien que
la criatura, en la aridez y en la pena, fácilmente podría arruinarse.
Porque os amo, y hasta con preferencia cuando por vuestro bien
oculto mi presencia, y al mismo tiempo dejo libertad a vuestros
perseguidores y míos, pues entonces soy todo ojos para vosotros y me
ocupo en que mi obra se prolongue en vosotros, se afirme en
vosotros, pobres discípulos míos y futuros compañeros de mi Gloria.
- Orad por los pobres pecadores, y especialmente por los que causan
molestia.
- Orad por los obstinados, porque Yo fui reducido a un guiñapo, inclusive
por ellos. Y por ellos no dudé en sacrificarme dando todo de Mí,
toda mi Sangre y mi Cuerpo. Decís que me amáis y es verdad.
Vosotros Me amáis, pero
amadme siempre y no solo cuando me muestro en brazos de Mi Madre. Amadme también cuando recibo insultos y golpes, cuando me quedo solo
delante de los tribunales de los hombres solo para recibir injurias,
desaires, escupitajos, golpes, y así estoy todavía ahora cuando esto
se repite en vosotros.
Pido, por
tanto, oración y
acción. La una y la otra se complementan: ¡aceptad haceros una
parte de Mí ahora, y veréis lo que haré de vosotros el día de mi
Juicio! Vosotros que me amáis,
aquietaros, reposad, tomad alivio, como Yo lo hice en el Huerto.
Pensad que este que os habla, ansía la verificación de
lo que dije a todos solemnemente en una hora de dulzura y
estremecimiento: quiero que todos seáis una sola cosa, como lo somos
Nosotros: El Padre, El Amor y Yo.
Por vosotros lo pedí, y a vosotros os recuerdo. No
podréis olvidarlo.
Paz a ti, hijo mío. Ave María Purísima.
-
Otros
mensajes de Talavera
|