El
Maestro:
Paz a ti. hijo mío.
El
Maestro:
Ave María Purísima.
Así me gusta, hijo mío, que busques el camino de la verdad eterna, del
servicio a tus hermanos, el camino de la pobreza del
espíritu, el camino que lleva a la sabiduría y deja de lado
los vanos caminos del mundo.
¿Sabes cuánto me complace un espíritu de sacrificio y de obediencia?
Mi amarga Pasión tiene, indudablemente, la dimensión de la
expiación y de la satisfacción por los pecados de los hombres. El hecho de que Yo me haya sumergido en el más profundo sufrimiento
del mundo pecador hasta el punto de exponerme al tormento, al
martirio y a las humillaciones por parte de los hombres, forma
parte de mi misterio insondable, el misterio de este amor.
Pero
nadie puede comprender Mi misterio si no penetra en las
profundidades místicas de Mi Corazón. Dicho de modo contrario pero acertado también, nadie puede ser
introducido por Mí en las profundidades de mi Corazón, si no está
dispuesto a expresarme su amor y su gratitud aún con el
sufrimiento y el sacrificio.
Muchos hijos míos desean inicialmente las Gracias Divinas, y muchos
abandonan ese deseo por las seducciones del mundo. Yo soy la
Palabra hecha carne, y para permanecer en la senda de la
virtud continuamente, debéis rechazar las falsedades de la riqueza
mundana creada por el hombre, puesto que ella nunca garantizará
libertad eterna.
Quiero hablarte de los hijos que creen ir bien y
que están equivocados:
- Unos son quienes empiezan el camino
sin encontrar jamás la senda. Hablan de caminos de bondad,
de amor, pero nunca practican ni la bondad ni el amor.
- Otros son los que hacen funcionar la
mitad de su corazón, es decir, que cumplen mis palabras
solamente con aquéllos a quienes seleccionaron para entregarse.
Ellos son los que tendrán que conformarse con menos, porque nunca
fueron capaces de ganar el tesoro entero del Reino de los Cielos.
- Pero hay otros hijos, pocos, quienes no miran a los caminos del mundo,
sino que ponen toda su atención al camino verdadero de la
salvación.
Estos son los sabios, los que dan lo mejor de su capacidad sin
mostrar ningún tipo de favoritismo en su entrega: Escuchan
mi Palabra, disciernen la Voluntad de mi Padre en su vida y,
aunque algunas veces cometan errores humanos, siempre se encaminan
hacia lo definitivo.
Yo viví por vosotros una vida humana, sufrí una muerte humana,
experimenté tentaciones humanas y os enseñé a vencerlas. Lo que
vosotros vivís, lo viví Yo.
La manera en la cual mis Ángeles esperaron por Mí, es la misma
forma en la cual mis Ángeles esperan por cada uno de vosotros. Por
ello, bendigo a quienes escuchan mis Palabras y se abandonan a la
verdad, porque son sabios.
No saben cuan conveniente es que den al sufrimiento que los
lastima, el mismo sentido que le di Yo: que
lo conviertan en una prueba de amor por Mí, y de
solidaridad contemplativa con sus hermanos. De esta manera, vais
recibiendo y donando con gratitud, metiéndose en mi corriente de
solidaridad contemplativa.
Yo fui la obediencia personificada ante el amor y la sabiduría de
mi Padre, desde el comienzo de mi existencia terrena.
Pero para nacerme en todo semejante a vosotros, quise tambien
aprender por experiencia propia a obedecer en medio de los mayores
sufrimientos, de los dolores más atroces.
Tú no
sabes con cuánto amor le di al dolor un sentido nuevo, liberador.Piensa,
nadie merecía tanto amor. Sin embargo, nadie encontró tan poco
amor y tanto odio.
¿Acaso con ello no les señalé también el camino para desahogar ese
sufrimiento hasta el punto de santificarlo mediante el amor por
los enemigos y la oración por quienes me crucificaban?
La fe es obra del Espíritu Santo, es un don de mi Corazón traspasado.
Ella exige que os confiéis al Plan Divino del Padre, aún en los
sufrimientos y en las pruebas.
Créeme que hasta los dolores más atroces pierden su carga venenosa cuando
el alma se convence de que está contribuyendo al bien de los seres
humanos.
Y todo esto se corona con el conocimiento de que las
penas soportadas por mi amor, tienen su conclusión en una fuente
enorme de gracias para otros.
En ese significado transformado, también ellos nacen de la fuente de
gracias que es mi Corazón.Si mis hijos actúan según mi espíritu,
en el amor por mi Padre y por todos los redimidos, entonces Yo
obro en ellos y por medio suyo, para que el mundo reconozca que Yo
y los míos amamos al Padre, y por ello, a los hombres.
¡Cuánto me gusta instruirte, hijo mío!. ¡Cuánto amor derramo en
este corazón tan dulce para tu Dios! Paz a ti, hijo mío. Ave María
Purísima.
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