La Madre:
La paz del Señor es con todos
vosotros.
Publico: Y con tu espíritu Madre.
La Madre:
Ave María purísima.
Publico: Sin pecado concebida.
La Madre:
Hoy es un día muy especial. Hoy es un día muy grande hijo mío.
¡Cuánta grandeza!, ¡cuánta
alegría! Y cuántos secretos guardados en tu corazón.
¡Ay hijo mío!, así es la grandeza de Dios; así Dios obra con
sus hijos. Cuando la desesperación se apodera del hombre, Dios siempre
tiende su mano para ayudarlo, para fortalecerlo, para que no caiga.
Y muchas veces el hombre no ve la mano divina de Dios. ¡Cuánto que decir!,
¡cuánto que recordar! Y ante todo nada, nada que olvidar hijo mío.
Ya son 24 años de sufrimiento, de sacrificio, y
de alegrías. Se puede contar y hablar mucho, pero sentir...,
sentir solo sienten aquéllos que día tras día permanecen en este lugar. Y
día tras día viven en este lugar la palabra de Dios.
En aquel principio hijo mío, para que el hombre fortaleciese su fé, hicimos
grandes milagros, y el hombre se fortaleció.
Hoy en día también hacemos grandes milagros en este santo lugar, pero hay
que apreciarlos. Y para apreciarlos hay que tener mucha fé.
Todos nacísteis en la fé en este santo lugar, y Yo año tras año os lo
repito: "Si no fuera por este santo lugar, por
el gran Guerrero, muchos no hubiéseis conocido a Dios. Y estaríais apartados
del Camino."
¡Ay hijos míos: tanto que hacer, tanto que decir! Y vuelvo a repetir
que nada, nada que olvidar.
Hay muchos que luchan porque este santo lugar siga su curso, siga su camino;
y en la cabeza de esos muchos estás tú hijo mío, trabajando incansablemente
y dando a cada cual lo que pide.
- "Cada
uno de vosotros debéis levantar este santo lugar como se pidió en aquella
fecha señalada.
(1)
Sois
parte de este lugar, sois parte de cada palabra, de cada milagro, de cada
mensaje."
Por lo tanto os corresponde
también esa parte de la lucha.
Os preguntaréis ¿qué es lo que hay que hacer? ¡Mucho!
Porque en definitiva hijos míos, casi no se ha hecho nada. Es mucho lo
que se ha hecho para nosotros, pero por el hombre y para el hombre, no.
¡Ay hijos míos!, recordad siempre a aquéllos que también formaron parte de
este santo lugar y que están junto a mí. No les olvidéis.
También, como es habitual en este santo día hijo mío, aquéllos que tratan
escarnizar, y de tumbarte hijo mío, también se acuerdan de tí, a su manera.
Pero eres inolvidable. Te clavas en los corazones hijo mío, y es difícil de
sacarte. Imposible para ellos. Ya lo has visto. Y sabes a qué me refiero.
Voy a bendeciros hijos míos, con gracias
especiales para vosotros que estáis presentes, y para aquéllos que no
están presentes y también recuerdan este santo día:
Les bendigo con gracias especiales, para que sus almas se fortalezcan
y no desfallezcan en la lucha. Lo hago así: Bendiciéndoos
como el Padre os bendice...
Padre Eterno:
En mi nombre.
El Maestro:
En el mío.
La Madre:
Y con la luz de mi amado esposo el Espíritu Santo. Ya estáis bendecidos
hijos míos".
El Maestro:
Hoy quisiera regalaros algo especial. Os voy a dar una nueva
oportunidad: Perdono todos vuestros pecados...
PADRE ETERNO: Como Yo así lo hago.
El Maestro:
Desde hoy en adelante hijos míos, debéis luchar para
que vuestras almas no se entubien, porque limpias están. Creedlo así.
Padre Eterno:
Porque así es. Adiós hijos.
Publico: Adiós Padre Eterno.
La Madre:
Adiós hijos
míos.
Publico: Adiós
Madre.
El Hermano:
Que la Paz del Señor Yahve y la fuerza del príncipe de las
almas, quede con todos vosotros.
Publico: Y con tu espíritu.
El Hermano:
Ave María purísima.
Publico: Sin pecado concebida.
El Hermano: Adiós hermanos.
Publico:
Adiós hermanos.
(1) ver mensaje 4-4-97 (97-4-4)
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Video,
grabación original de este
mensaje:
http://www.youtube.com/watch?v=VdF1Si_zKi4
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