MENSAJE DE JESÚS DE NAZARET,
RECIBIDO A TRAVÉS
DE JOSÉ LUÍS MANZANO GARCÍA, EL DÍA 23 DE JUNIO
DE 2006, EN TALAVERA DE LA REINA (Toledo) ESPAÑA.
(Mensaje privado con orden a
hacerse público)
EL MAESTRO.- Paz a ti, hijo mío. Ave María Purísima.
EL MAESTRO.-
Pequeño, voy a dictarte algunas cosas acerca de la importancia del
camino de
un alma hacia mi Corazón. El hombre es tan imperfecto, que actúa a
impulsos
desordenados.
Mírame en tu pecho. ¿Me amas?. Empecemos:
La palabra "corazón" es una de las que más aparece en la Santa
Biblia,
indicando el corazón del hombre, su centro más íntimo y también mi
Corazón.
Se piensa en el corazón del hombre sobre todo cuando quiere
encontrarse y
hablarse a otro ser del cual su amor nos toca y abraza
estrechamente.
Tampoco es ajena a Mí esta definición.
En esta perspectiva, estas revelaciones aparecen como la revelación
del Amor
Divino y de la sublime llamada al amor. Se trata, ante todo, de mi
amor
Misericordioso, que quiere transformaros a vosotros y a todas
vuestras
relaciones humanas. Es un llamamiento a la solidaridad salvífica.
Por un lado, os confieso cuánto os amo; por otra parte, os advierto
cuan
inaudito y dañino puede ser el despreciar mi amor, que va a vosotros
en el
Corazón del Hombre-Dios, del Verbo Encarnado.
Hijo mío, qué miradas de amor intercambiamos hoy en altar de nuestro
compromiso. Si tus ojos no lo vieron, sé que tu alma logró percibir
la
cantidad de Ángeles que presenciaron aquel encuentro.
Agradece a mis hijos. Una sociedad sin amor y sin misericordia se ha
separado de Mí, que soy Amor, aun antes de negarlo explícitamente.
Hoy la forma más latente del ateísmo, es el
ateísmo dialéctico organizado,
que contrapone a la fé cristiana en el Dios de amor una
interpretación de la
historia que tiene su propio motor en el odio y la lucha de clases,
puesto
que ve al hombre -mi criatura preferida- dentro de una vida
económica
llena de conflictos.
Entonces, es un ateísmo carente de amor y de misericordia. Cerca de
esta
forma organizada y agresiva de ateísmo hay muchos ídolos que
separan al
hombre de su Dios: la autoglorificación que los lleva a su rechazo
radical
de adorarme, la arrogancia, la ambición de poder, el terrorismo, el
armamentismo, la amenaza de una autodestrucción total de la
humanidad,
la avidez, la deificación del consumo.
Pero aparte de todo y como añadidura, está el ateísmo oculto en el
corazón
y en el estilo de vida de muchos "cristianos". El contagio
progresivo por
parte del ateísmo práctico y aún del ateísmo teórico.
La destrucción de estos falsos ídolos, la superación de las varias
formas de
ateísmo son posibles solamente por medio de una fé viva en el amor
del
Padre, que se reveló en Mí.
El hombre, solamente dejándose tocar en el centro más íntimo por el
mensaje
del amor y de la gracia, correspondiéndome con todo el Corazón a
este
infinito amor que le ofrezco, podrá escapar de los peligros y
levantar un
dique contra las oleadas del ateísmo.
En este momento, la fé católica exige de modo particular una gran
decisión.
Yo quiero un sí radical al reino del amor. Únicamente quien ha sido
conquistado por mi amor, puede ser un evangelizador creíble y un
testigo
fiel de la fé.
Solamente un corazón que arde en mi amor, convierte en cenizas
cualquier
forma de ateismo oculto. Solo ese amor limpia la vista para
desenmascarar
disfraces de incredulidad. Solo el amor encuentra los medios
salvadores que
el mundo necesita urgentemente.
Quienes han sido conquistados por mi amor, deben unirse mas
íntimamente
en este tiempo de grandes y heroicas
decisiones, para apoyarse mutuamente
en el testimonio comunitario de esa fe que
da fruto en el amor, en la
verdadera justicia.
Hijos míos, la decisión que Yo deseo y hago posible, es la decisión
por el
Reino de la Paz y el Amor, la decisión en favor de la glorificación
de mi
Padre mediante un amor fiel. Quien rechaza mi amor cae en el reino
de las
tinieblas, de las mentiras, del odio y de la enemistad.
Decidios sin reservas por este amor. Mirad mi Corazón y comprended
la
injusticia de un mundo que tiene necesidad de testimonio creíbles.
Oremos juntos ahora:
"Padre Mío, despiértalos del sueño, de la
tibieza, de la indiferencia.
Llénalos de nuevo fervor y celo. Que encuentren los caminos
más seguros para dar testimonio tuyo y Mío".
Vine para curar un mundo enfermo, pero también soy el signo ante el
cual,
los hombres, mis hijos, tienen que decidirse. Quiero atraerlos a mi
Corazón,
Padre, llenar sus pequeños corazones con mi amor, para que a su vez
llenen
ellos muchos corazones.
Gracias, hijo mío, llénate de paz. Tu Señor te recompensará, y ya no
quedará
duda de que eres Mi enviado, el pequeño canal que elegí para
derramar sobre
el mundo mi llamada angustiosa.
Preparad el campo para el Dios del Amor.
Paz a ti, hijo mío. Ave María Purísima.
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