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Club de Planeadores Los Caranchos

Aer�dromo:  Ruta Provincial C-45  -  ALTA GRACIA  -  Departamento Santa Mar�a  -  Provincia de C�rdoba  - Rep�blica Argentina


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Manual del Vuelo a Vela
Wolf Hirth
1942

Vuelo sin visibilidad
por WOLFGANG SP�TE

Vuelo sin visibilidad se llama al vuelo en nubes o niebla sin ver el terreno ; en este vuelo el piloto est�, en cierto modo, como si fuese � ciego �, pues no ve el horizonte y pierde por completo la sensaci�n de espacio (Por esta raz�n se llama tambi�n este vuelo vuelo ciego o a ciegas ; la traducci�n directa del vocablo alem�n es la primera citada. Sin embargo, para una obra t�cnica parecen esas denominaciones poco correctas y aunque son empleadas en el lenguaje familiar entre los aviadores, siempre, en escritos y obras, se usa la aqu� adoptada, de vuelo sin visibilidad, aunque alguna vez usaremos las otras denominaciones para evitar repeticiones y cacofon�as. - N. del T.). En un piloto de velero el vuelo sin visibilidad es condici�n fundamental para el vuelo de altura y, aunque no indispensable, es tambi�n ne�cesaria, a veces, en el vuelo de distancia. En d�as de cielo despejado pueden, naturalmente, encontrarse ascendencias pero rara vez se llega con ellas a m�s de los 2000 m. Ciertamente que tambi�n se encuentran ascendencias en algunos jirones de nubes que pueden aprovecharse sin necesidad del vuelo sin visibilidad, pero en los grandes c�mulos, de cente�nares y hasta de miles de metros de espesor, es donde existen las ascendencias intensas y donde se ofrece la posibilidad de subir mucho y de prisa, pues las nubes, al dejar libre el calor de condensaci�n, refuerzan la velocidad ascensional del aire y hasta atraviesan las inversiones que puedan existir.
Hay algunos pilotos de velero muy conocidos que han renunciado al vuelo sin visibilidad casi completamente, achacando su renuncia a las condiciones de su aparato. Pero esta consideraci�n hoy es infundada, pues en estos tiempos apenas se construye un velero que se pueda llamar de concurso que no tenga la resistencia mec�nica suficiente para el vuelo a ciegas y que no vaya provisto de frenos para casos de � resbalamiento �. A pesar de esto, no es improbable que un aparato construido para el vuelo acrob�tico con sujeci�n a las reglas de c�lculo apropiadas, sea desmontado en una nube si a una violenta recuperaci�n del vuelo en picado se une una zona extraordinariamente turbulenta que le someta a esfuerzos excepcionales. Pero entonces el suceso hay que imput�rselo al piloto y no al aparato. Por otro lado, existe la raz�n de no entrar en una nube con vuelo sin visibilidad para no correr el peligro de una colisi�n con otro aparato. Este argumento podr�a admitirse a primera vista si se piensa en que, en un concurso, ocurre muchas veces que media do�cena de veleros entran en una nube y all� se ponen a virar. Adem�s, s� por propia experiencia que, de cuando en cuando, aviones de motor atraviesan tambi�n los c�mulos fuera de las zonas reservadas para pr�cticas de vuelo sin visibilidad.
Pero cuando se considera m�s de cerca la cuesti�n, todo este peligro se desvanece si se tiene en cuenta que en los concursos s�lo salen dispuestos al vuelo sin visibilidad los pi�lotos experimentados, los cuales abandonan la nube tan pronto como han perdido el contacto con la ascendencia. A pesar de esto, a mi mismo me ha ocurrido m�s de una vez ver salir de una nube un aparato cayendo en barrena. Sin embargo, no tengo conocimiento de que en ocasiones de las se�aladas haya ocurrido una colisi�n; pero el peligro existe y ser� prudente no entrar a virar en una nube en la que poco antes se haya visto desaparecer otro avi�n. A pesar de todo, el piloto debe tomar en consideraci�n ese peligro para en vista de �l ganar altura lo m�s r�pida y f�cilmente posible, que es lo que nunca podr�a hacer sin el vuelo a ciegas con el que, adem�s, tiene ocasi�n de vivir uno de los aspectos m�s bello y seductor del vuelo a vela. Desde luego, en el vuelo sin visibilidad se siente el piloto due�o, como nunca, de los elementos, que domina con un aparato tan ligera y graciosamente construido. Nunca querr�a un piloto de velero verse privado del placer de aquellos minutos y segundos de sus vuelos, en los que atraves� el gris lechoso de la nube para subir hasta el cielo azul.

� C�mo volar� a ciegas?

1.�  Instrumentos para el vuelo sin visibilidad

Un velero equipado para el vuelo a ciegas debe llevar los siguientes instrumentos (v�ase cap�tulo Instrumentos de ve�lero, P�g. 187 y 55. y Fig. 74):

1.� Indicador de velocidad.

2.� Vari�metro.

3.� Alt�metro.

4.� Br�jula.

5.� Indicador de virada.

6.� Inclin�metro longitudinal.

Sin indicador de virada el vuelo a ciegas es una cosa im�posible absolutamente de realizar para un hombre normal. Nos falta a los humanos el � sexto sentido �, el sentido para apreciar la posici�n real en el espacio. Quien haya hecho un lupin, sea como pasajero en avi�n de motor, sea como piloto llevando la palanca de mando, sabe que si esta acrobacia se hace correctamente, nunca se puede tener la sensaci�n de salirse del asiento, pues la fuerza centr�fuga suple y su�pera a la gravedad. Si un aparato, volando el piloto sin visi�bilidad, entra involuntariamente en virada a�n muy ce�ida, con la posici�n correcta que corresponde, el piloto no se apercibe de ello porque la fuerza centr�fuga que se desarrolla en el giro da lugar a la presi�n sobre el asiento como si fuese la gravedad. Solamente sus instrumentos, que no se dejan sobornar, le informan con imparcialidad sobre la posici�n de su aparato; esos instrumentos son el indicador de virada y el inclin�metro longitudinal.
Los aviones de motor que se equipan para vuelo sin visibilidad van provistos tambi�n de otro instrumento giros�c�pico, el � horizonte artificial �, el cual indica las modifica�ciones de la posici�n longitudinal y de la transversal por el principio del gir�scopo. Para el vuelo a vela, opino que basta el empleo del inclin�metro de l�quido, que se describe des�pu�s, el cual tiene la ventaja de su baratura.
Fig. 142

G = Peso.
F = Fuerza centr�fuga.
R = Resultante de ambas fuerzas

Izquierda: El avi�n resbala hacia adentro.
Derecha: El avi�n con derrape centr�fugo

El indicador de virada es un instrumento girosc�pico. Una tobera de depresi�n colocada al exterior produce una co�rriente a�rea, la cual, obrando sobre una peque�a turbina de aire, pone en movimiento de rotaci�n un gir�scopo. En los instrumentos de mecanismo el�ctrico, el gir�scopo est� organizado como un electromotor, que recibe la corriente necesaria de una bater�a seca. Las desviaciones de la direc�ci�n que se haya adoptado para el vuelo act�an sobre el giroscopo y �ste   las trasmite a un �ndice que se mueve ante una escala, por medio de una transmisi�n de palancas. El modo de obrar del gir�scopo es consecuencia de que si su eje recibe un impulso en una de�terminada direcci�n resulta el efecto de que ese eje se desv�a en otra direcci�n que forma 90� con la primera.
Seg�n esto, el �n�dice del indicador marca las rotaciones del avi�n alrededor de su eje vertical, las cuales resultar�n de las desviaciones que el avi�n tenga respecto a la direcci�n general de su ruta. Adem�s, el instru�mento tiene un � nivel � especial, formado por un tubo lige�ramente curvado, en el que se mueve una esferilla, la cual obedece a la acci�n de la gravedad y a la de la fuerza cen�tr�fuga. Si se vuela correctamente en curva, la resultante de ambas fuerzas debe coincidir siempre con el eje vertical del avi�n. Si esto no ocurre, o sea que el avi�n est� mas o menos escorado que lo debido, con lo cual o tiene derrape centrifugo o resbala hacia dentro (Fig. 143), la esferilla del nivel se mueve hacia la derecha o hacia la iz�quierda. En la posici�n normal la esferilla est� en el centro. Si volando el aparato en vuelo recto � se escora � a un lado o a otro, la bola se mueve hacia el lado correspondiente.
La magnitud de la desviaci�n del �ndice del indicador depende del n�mero de vueltas del gir�scopo.

Fig. 143.

Izquierda: Avi�n escorado a la izquierda en vuelo recto
Centro: El avi�n derrapa en la virada a la izquier�da; escoramiento insuficiente
Derecha: Virada correcta a la derecha

La abertura de aspiraci�n del indicador va provista de un tornillo para regular la corriente aspirada y con ella el numero de vueltas del gir�scopo. Lo importante es arreglar el indicador de modo que el �ndice ocupe la posici�n extrema de la escala cuando el avi�n tenga la posici�n m�s inclinada. La sensibilidad, y con ella la magnitud de la desviaci�n del �ndice, var�a con la velocidad con que la tobera de toma de aire recibe la corriente a�rea, de modo que como cada tipo de velero tiene una velocidad propia distinta resultar� que en cada uno de los casos ser� tambi�n distinta la velocidad del aire que act�a sobre la tobera. As� pues, no debe rehusarse la molestia de hacer la regulaci�n del instrumento aunque se emplee en ella bastante tiempo, pues solamente as� se puede tener la seguridad de llevar el aparato sin peligro, aun en vuelo a ciegas, a una ascendencia aunque sea de reducido di�metro.
Es tambi�n indispensable hacer que la sensibilidad del indicador sea la debida en la zona de la posici�n normal, para lo cual en un sitio determinado, generalmente en la parte superior, hay un tornillo de cabeza ranurada, por cuyo movimiento se puede dar al instrumento el amortiguamiento conveniente. Esta operaci�n es muy importante para el vuelo recto dentro de una nube.
Un instrumento poco usado hasta ahora por los pilotos de velero es el inclin�metro longitudinal (Fig. 78). Ser�a muy ventajoso instalar en todos los veleros un inclin�metro ba�sado en el principio del gir�scopo del tipo representado por el Horizonte Sperry de la casa Askania. Sin embargo, a un piloto experimentado le bastar� con un inclin�metro de l�quido, m�s sencillo, que ocupa menos sitio y cuesta mucho m�s barato (P�g. 200).

2.�  T�cnica del vuelo sin visibilidad

En la cuesti�n del vuelo a ciegas ocurre que su necesidad se presenta de un modo extraordinariamente r�pido, es decir, el paso del vuelo en aire limpio con la completa visibilidad al vuelo sin ella en una nube c�mulo absolutamente opaca se verifica de manera tan s�bita que es absolutamente indis�pensable, antes de realizar el primer vuelo efectivo en nube, tener va una idea clara de c�mo se conducen los instrumentos en las diferentes fases del vuelo a ciegas. Hay que empezar por contar con que no es nada f�cil el vuelo en recta usando s�lo el indicador de virada, la br�jula y el indicador de pre�si�n din�mica. Son pocos los que de primera intenci�n pueden hacer que la bola del indicador de viraje se man�tenga en el centro de la escala, y que con la sola ayuda del indicador de velocidad y de la br�jula se conserven las mismas, tanto la velocidad como la ruta, y as� hay que practicar mucho, antes de que la cosa encaje del todo.
Lo que despu�s hay que aprender es a reconocer la posi�ci�n de vuelo con cualquier desviaci�n que marque el indi�cador de virada y esto con la rapidez del rayo, cosa que al principio produce una gran tensi�n del esp�ritu. Esta � trans�formaci�n de la idea � para pasar de la indicaci�n del instru�mento a la posici�n del aparato hay que hacerla � durmiendo �.
Cuando ya se ha progresado en tal pr�ctica, se puede hacer f�cil el vuelo sin visibilidad, si se atiene uno a las siguientes reglas:

1.� Dejar de lado completamente el sentimiento.

2.� Mantener siempre la velocidad propia del aparato.

3.� Hacer que la bola est� siempre en el centro del nivel dando el mando transversal necesario y con el tim�n de di�recci�n conseguir que la �aguja� del indicador de virada est� en la posici�n que uno quiera.

No es necesario volver a hacer ninguna reflexi�n sobre el estado de vuelo que pueda tener el aparato, sino sola�mente proponerse que por medio de los mandos se produzcan tales o cuales desviaciones en los instrumentos o se corrijan las que tengan.
El vuelo sin visibilidad es de gran valor para el piloto, en primer lugar cuando le permite seguir deliberadamente dentro de la nube la t�ctica de virar que viene haciendo en una pompa t�rmica, con la que ven�a ascendiendo debajo de la nube. En toda nube del tipo c�mulo hay zonas en las que existen ascendencias y otras en las que hay descendencias. Si se vuela siempre en l�nea recta atravesando la nube suceder� muchas veces que en las descendencias de los m�rgenes de la nube se pierde tanta altura como se gan� dentro de ella, viniendo a estar casi siempre la nube en el centro de la ascen�dencia.
El piloto novel deber� pues empezar ya, sin haber en�trado en la nube, a usar sus instrumentos de vuelo a ciegas para virar en la ascendencia. Si por la indicaci�n del vari�metro ve que est� en la ascendencia, se pondr� a virar para describir un c�rculo que, con arreglo a lo que ya conoce, tenga radio suficiente para aprovechar bien una ascendencia extensa. Seg�n se ha explicado antes y partiendo de que la velocidad propia sea la normal, se har� de modo que la des�viaci�n del indicador de virada sea de tal valor que el borde izquierdo del �ndice se apoye en el borde derecho del trazo central de la escala o al contrario. Esto corresponde a la posici�n de vuelo en curva, que no debe sobrepasarse en el vuelo a ciegas con avi�n de motor. Con esta inclinaci�n del avi�n, la br�jula marca todav�a sin manifestar los � errores de virada �.
Una ascendencia estrecha no puede ser utilizada segura�mente volando de ese modo, sino que una parte del c�rculo descrito ir� a parar fuera de aqu�lla. Entonces se compro�bar� exactamente en qu� parte del limbo de la br�jula est� la aguja mientras se vuela en descendencia y, en correspon�dencia con lo comprobado, se empezar� a hacer la virada m�s achatada en la zona en que la br�jula marque el rumbo resultante de sumar de 90� a 180� al de la zona anterior. As� como en el vuelo libre, cuando se ve el terreno para orien�tarse, se va trasladando el c�rculo descrito hasta entrar en el n�cleo de la ascendencia, en el vuelo a ciegas esto hay que hacerlo �nicamente a base de las indicaciones de la br�jula.
Pronto se llegar� a tener confianza en s� propio para ejecutar el vuelo a ciegas y entonces se har�n viradas ce�i�das como las que se acostumbra hacer cuando se ve el terre�no. Pero ahora la br�jula ya � no sirve ! Cuando el indicador de virada marca desviaciones en las que el �ndice est� mucho tiempo sobre el primer trazo de la escala, a derecha o izquier�da del trazo central, la br�jula empieza a bailar, y se deja sentir la influencia de la inclinaci�n magn�tica, es decir, de la desviaci�n de la aguja respecto a la horizontal. A pesar de la constante rotaci�n del avi�n, la aguja de la br�jula permanece, durante segundos, en la misma posici�n, para luego acelerarse repentinamente o tornar una direcci�n falsa y marcar as� un rumbo distinto del verdadero. Si entonces se sale uno de la ascendencia mientras se vira ce�ido, no hay otro remedio que ir variando la situaci�n de la virada guiado por el sentimiento o instinto de vuelo. Se sigue volando seg�n la virada iniciada hasta notar que se ha llegado al borde de la ascendencia, se vuela recto un par de segundos y otra vez se vuelve a virar con el mismo escoramiento. Sirve de una buena ayuda tener cronometrada, de antemano, la duraci�n de una virada completa que ser� generalmente de veinticinco a cuarenta segundos. As�, si se llega a salir de la ascendencia, se volar� un semic�rculo a estima, seg�n los se�gundos que correspondan, despu�s se vuela dos segundos con el avi�n horizontal, para continuar en seguida con la misma virada.
En relaci�n con lo que se va diciendo, conviene ahora dar un par de consejos para tomar rumbo al abandonar la nube. Todo lo f�cil que es ganar altura en una nube resulta, en cambio, dif�cil muchas veces (y esto tambi�n les ocurre, de cuando en cuando, a los pilotos m�s experimentados) salir de la nube con un rumbo determinado. Primer consejo: tener el indicador de virada bien a punto en cuanto a amor�tiguamiento (v�ase lo dicho m�s arriba). Segundo consejo: ponerse a volar recto, en el mismo momento que la br�jula marque con fijeza un rumbo. Tercer consejo: corregir ahora el rumbo, dando una virada amplia con peque�a desviaci�n del indicador de virada, dejando derrapar un poco el apara�to, y que vaya tomando la posici�n horizontal, para que la br�jula adquiera su posici�n normal respecto al horizonte y no empiece otra vez a � enfurecerse �.
Cuando en el vuelo sin visibilidad se da una virada con el aparato muy escorado, es decir, con el �ndice del indica�dor de virada en el primero o hasta el segundo trazo de la escala, hay que empezar a usar el aparato nombrado en segundo lugar en la lista de instrumentos para el vuelo a ciegas, es decir, el inclin�metro longitudinal. Cuanto m�s escorado se ponga el aparato al virar, m�s f�cil es que se salga de su posici�n de equilibrio. Si se empieza la virada demasiado aprisa o el aparato se va mucho � de cabeza �, se nota antes este efecto en el inclin�metro que en el indicador de veloci�dad, por el aumento o disminuci�n de la presi�n din�mica. Frecuentemente se presenta el peligro de encabritar dema�siado o desbocarse en proporciones demasiado grandes para poderle evitar, si se le deja hasta hacerse notar por el aumento o disminuci�n de la presi�n din�mica. Entonces, a pesar de ser sensible a la aceleraci�n vertical, el inclin�metro de l�quido indica el encabritamiento o el irse de cabeza un avi�n con mucho menos retraso y siempre mucho antes del momento en que esas posiciones hayan hecho sensibles el au�mento o p�rdida de velocidad.
Si se ha llegado a salirse de la ascendencia estando dentro de una nube, naturalmente, es mucho m�s dif�cil volver a encontrarla que cuando se vuela con visibilidad, y esto es una raz�n fundamental para que se deba virar, dentro de la nube, ci��ndose de igual modo que se haya volado debajo de ella. Si se quiere hacer viradas de peque�o radio se debe poder hacerlas volando despacio; el escoramiento debe mantenerse en l�mites razonables. Un c�rculo de treinta segundos, es decir, un c�rculo que para describirle se necesiten treinta segundos, si se vuela a 50 km/hora supone un di�metro de 135 m., pero un c�rculo de igual duraci�n hecho a 80 km/hora mide va 212 m. de di�metro. Por lo tanto, para el vuelo en nube se deber� emplear un aparato cuya velocidad de vuelo m�nima sea la menor posible. Opino que los veleros con los que no se pueda descender de los 70 km/hora son de muy dif�cil empleo para vuelos sin visibilidad de larga duraci�n.
A pesar de que se ponga todo el cuidado posible, no se le puede evitar al principiante en el vuelo a ciegas que tenga que pagar su cuota de aprendizaje, cuando su cacharro res�bala de cola o si pierde en un cierto momento la necesaria concentraci�n de la atenci�n, despu�s de largo tiempo de permanencia en la nube y entonces, de repente y con gran asombro, observa que le rodea un silencio completo � como el de una iglesia � y que todos los �ndices de los instrumentos, uno tras otro, penden con la desviaci�n m�xima y sin la acci�n de marcar que ordinariamente tienen, mientras que cae al abismo con velocidad silbante. Una vez que se ha en�trado en barrena, se trata de volver a la posici�n normal, con la acci�n de los mandos, maniobrando con cautela los de direcci�n y transversal hasta llevar a la posici�n debida, primeramente el �ndice, despu�s la esferilla del indicador de virada. Si se tiene la certeza de que se vuela en picado recto, entonces se empieza a recuperar, � poco a poco !
Si no se lleva inclin�metro, un piloto experimentado se�guir� recuperando hasta que el aparato est� otra vez con encabritamiento y de nuevo en barrena. Aun cuando se recupere despacio, el inclin�metro de l�quido est� a�n bajo el influjo de la fuerza centr�fuga y se necesita tener pr�ctica para evitar, de un modo perfecto y seguro, el defecto de en�cabritar demasiado al recuperar. Si en el tablero de instru�mentos se lleva un �Sperry� en estos casos es cuando m�s se aprecia su valor.
Si se vuela en nubes de mucha turbulencia puede suavizarse el movimiento de cabeceo que se presenta, o sea estabili�zar el avi�n alrededor de su eje transversal, maniobrando los frenos DFS de vuelo desbocado, si el aparato los tiene, recur�so que, aunque sea a costa de la velocidad ascendente, hay a veces razones m�s que suficientes para emplearlo.
El vuelo sin visibilidad exige, al m�ximo, todo lo imagi�nable en cualidades de energ�a de voluntad, atenci�n, capa�cidad de concentraci�n y sentimiento del vuelo que pueda tener un piloto. Quien ha volado diez minutos dentro de una nube, con la observaci�n atenta de los m�s importantes instrumentos, transformando de un modo intuitivo y con la velocidad del rel�mpago las sensaciones despertadas en su cerebro por las desviaciones de los �ndices de los instru�mentos en inmediatas acciones de mando, sabe muy bien con qu� alegr�a se recibe la salida de la nube y se saluda otra vez el horizonte, y puede atestiguar la inolvidable tensi�n de esp�ritu que exige el vuelo a ciegas en contraposici�n con volar cuando se ve la tierra a los pies. Pero tambi�n puede dar fe de que nada hay que exceda en belleza a la sensaci�n que se recibe cuando despu�s de trabajar en la oscura monta�a de un c�mulo se llega a dominarle y se sale, por encima de �l, a la luz del sol.
Como terminaci�n, daremos de paso a los pilotos de vuelo sin visibilidad un par de indicaciones que me han sido comu�nicadas por Ludwig Hofmann.
Antes de decidirse a ejercicios de vuelo sin visibilidad debe dominar el alumno todas las maniobras precisas en un aparato con cualquier situaci�n de vuelo. Por lo tanto, la primera condici�n para el vuelo a ciegas es poseer el distin�tivo de vuelo de acrobacia en velero, pues al empezar a practicar el vuelo dentro de una nube el piloto se encontrar� involuntariamente haciendo acrobacia muchas m�s veces de las que deseara.
He aqu� unos consejos al alumno para casos en que el mal tiempo no deja volar: Dibuja en un papel las diferentes posiciones posibles del indicador de virada y del inclin�metro; recorta las figuras y ejerc�tate en el siguiente juego de cartas. Si�ntate en una silla o en una cuesta y � sigue � este �curso de vuelo en seco�. Extiende ante tu vista las distintas figuras y ponte a dar una virada. Haz en seguida, con pies y manos, los movimien�tos necesarios para mandar el aparato de modo que vuelva al vuelo recto. Haz luego los mismos ejercicios, represent�n�dote que se vira a la derecha, o a la izquierda, etc. Barajando las cartas, la serie de las figuras resultar� distinta y distinta tambi�n la serie de temas que se obtienen, de modo que el n�mero de combinaciones es inagotable. Es evidente que semejante juego dar� gran seguridad en acertar, en cada caso, con los movimientos necesarios y precisos, ahora que, claro es, la finura de mando en relaci�n con el amortiguamiento de los instrumentos s�lo puede aprenderse, naturalmente, en la pr�ctica del vuelo.
En los primeros vuelos sin visibilidad y despu�s tambi�n al volar en nubes muy turbulentas o en tormenta, el piloto cae otra vez en la tentaci�n de no creer en los instrumentos y duda en la decisi�n que debe tomar, si obedece a las sen�saciones o a las indicaciones de aquellos, y �ste es uno de los momentos m�s peligrosos del vuelo a ciegas. Se vuelve aqu� a insistir en que el piloto en ning�n caso debe confiarse a sus sensaciones, sino a las indicaciones de los instrumentos. Las sensaciones   � enga�an mucho en el vuelo a ciegas !
Puesto que en el vuelo sin visibilidad se llega muchas veces a posiciones de vuelo desagradables, hay que aconsejar de modo especial que es preciso atarse al asiento concienzu�damente. Si durante la ejecuci�n de un vuelo ve el piloto que si quiere seguir adelante tiene que hacer vuelo a ciegas, es aconsejable asegurarse antes el cintur�n v convencerse, con una mirada al gancho del paraca�das, de su completa seguridad. Tambi�n debe cuidar que vayan bien protegidos en el aparato, los mapas, las provisiones, etc., para lo que son muy pr�cticos los bolsos con cierre de cremallera en el revestimiento de la c�mara del piloto.
Werner Blech, de Breslau, contaba tambi�n lo siguiente, sacado de los vuelos por �l mismo ejecutados:
En un d�a caluroso de junio se notaba ya a 200 m. sobre el suelo una intensa ascendencia. La base de las nubes estaba a 1600 m. Volando lentamente y en grandes c�rculos, en aire completamente tranquilo, llegu� hasta los 2000 m., habiendo ganado altura a raz�n de 2 m/seg. De repente se puso el aire extraordinariamente turbulento. La bola del indicador de virada corr�a de derecha a izquierda y al contrario, y trat� de tranquilizar el avi�n con los mandos transversal y de direcci�n, pero sin �xito. En cuanto pude, puse el aparato derecho y empuje la palanca para salir r�pidamente de la nube pero despu�s de un corto vuelo en recta ces� la tur�bulencia, hall�ndome otra vez en un aire ascendente tran�quilo y empec�, de nuevo, a virar en grandes c�rculos y muy despacio. El �Sperber� sub�a con velocidad de 3 a 4 m/seg. Pens� que deb�a subir m�s de prisa y decid� volar en c�rculos a�n m�s grandes. Sin embargo, � estaba equivocado ! De repente crujieron las alas y el parabrisas, al que el hielo golpeaba y hac�a opaco. En la cabina entraban car�mbanos por las rendijas, a lo que se a�ad�a un ruido infernal y un bailoteo salvaje del aparato en el aire y m�o en el aparato. No pens� en otra cosa que en salir de la nube ! Vol� un buen trecho alej�ndome de ella y entonces vi que hab�a estado en una tormenta.
Despu�s hice un nuevo intento de entrar en la nube y fui recibido con una descendencia, en el margen, de 6 a 8 m/s. Pronto llegu� a la zona ascendente y sub� otra vez a raz�n de 7 m/s. La desviaci�n del indicador de virada se iba hacien�do m�s y m�s peque�a; mand� un mayor escoramiento, pero sin �xito. EI �ndice del indicador fue al centro y permaneci� fijo; al mismo tiempo el indicador de velocidad baj� a cero. Las toberas de los dos instrumentos se hab�an atascado de hielo y nieve. En la palanca de mando notaba yo una presi�n como si alguien estuviese empujando hacia abajo el tim�n de altura, y cuando quer�a mandar los alerones sent�a una resistencia como si uno de ellos estuviese fijo, exactamente igual que cuando se mete el � pico � (expresi�n vulgar entre los pilotos para referirse a las pruebas de buena construc�ci�n) para dejar inmovilizados los alerones y se prueba si queda huelgo en los mandos. Convencido de lo peligrosa que era mi situaci�n, sal� de la nube y, una vez fuera, abr� la cabina y sacud� la capa de hielo de unos 10 mm. de grueso que hab�a, iniciando mi vuelta a Breslau. Durante el regreso, el aparato, a consecuencia del dep�sito de hielo, descend�a al principio con una velocidad de 3 m/s. La gigantesca tor�menta de calor me hab�a llevado a 30 Km. del punto en que sal�, que fue el aeropuerto de Breslau; llegu� a 3400 m. sobre el nivel del mar y tuve una temperatura de – 5�, mientras en el suelo hab�a 20� a la sombra.
En julio de 1936 sub� en un frente hasta los 3000 m., y la cosa pas� de esta manera. En el cielo hab�a bellos c�mulos grandes y gruesos a la altura de 1500 m. y me fui hacia ellos y anduve de un lado a otro volando debajo de las nubes. Entonces, viniendo del Oeste, lleg�, a unos 500 m. bajo m�, un largo rollo de nubes. En seguida piqu� hacia �l y le alcanc�, pero qued�ndome algo m�s bajo que la nube misma. Inmediatamente empez� a subir el � Sperber �, con m�s tran�quilidad que la que nunca hab�a tenido yo en una ascenden�cia y as� segu� volando, yendo y viniendo ante el frente; mir� por debajo de �l y vi que llov�a en su zona posterior y aunque d�bilmente, por ver a trav�s de la cortina de lluvia, se apreciaba el sol luciendo al otro lado. Consider� muy favo�rable la ocasi�n para saber lo que era un frente. Nosotros, los silesianos, miramos el frente corno algo demasiado malo para nuestro vuelo sin motor ; si se ha permanecido media hora en una nube, hay que temer hallarse en Polonia o en Checoslovaquia o al menos estar muy cerca de la frontera, y esto no es de desear. Vi la posibilidad de poder seguir pronto la orientaci�n detr�s del frente y dej� al aparato entrar en la nube. Hice viradas en amplio c�rculo y gan� altura de un modo regular en un aire tranquilo. Despu�s de volar diez minutos sin visibilidad quise ver d�nde estaba. Por equivocaci�n - la br�jula se hab�a quedado engan�chada al virar - tom� la direcci�n contraria, es decir, hacia la cola del frente y entr� en un gran chaparr�n de agua y granizo, a lo que se a�adi� perder altura a raz�n de 10 m/s. Sin embargo, pronto estuve en la direcci�n verdadera y llegu� delante del frente, me orient� y trat� otra vez de pro�bar suerte. Me hab�a propuesto un vuelo con objetivo y no pude acompa�ar mucho tiempo al frente, puesto que mi obje�tivo estaba en direcci�n transversal a la suya. Llegu� a una altura de 3100 m., pero para llegar a mi destino tuve que soportar la descendencia extraordinariamente intensa de la zona posterior del frente.
Debo mencionar, adem�s, un fen�meno muy interesante observado por m� durante mi actividad como piloto meteo�rol�gico. En un d�a de riguroso verano y en un d�a de in�vierno hab�a, entre las siete y las ocho de la ma�ana, una nubosidad de estratoc�mulos de ocho d�cimas de cielo y a unos 2000 m. de altura. De esta capa de nubes sobresal�an torres en las que hab�a gran velocidad ascendente, apreciada respecto a la velocidad ascensional del avi�n, en 4 a 5 m/s., llegando esas torres hasta los 5500 m. Este caso representa una posibilidad de con una estratificaci�n l�bil, ganar altura por la ma�ana temprano y poder hacer un vuelo de distancia partiendo de la ascendencia de una nube.
Con todos estos vuelos la confianza en m� mismo crec�a m�s y m�s, as� como la confianza en el aparato. Es, desde luego, indispensable reconocer el aparato despu�s de esos vuelos, y con frecuencia se ve la necesidad de templar los cables de los mandos. La coronaci�n de mi trabajo en 1936 fue la marca europea de altura establecida para el concurso del Rh�n, con 4480 m. sobre el nivel del mar y 3530 m. sobre el punto de salida. (V�ase P�g. 361.)
Basado en mi experiencia personal, aconsejo no poner la mano en el vuelo sin visibilidad a todos aquellos que no hayan tenido ocasi�n, como pilotos de avi�n de motor, de volar mu�cho a ciegas y que siendo s�lo pilotos de velero no tengan gran pr�ctica de vuelo, y sobre todo, si no han hecho un curso de ese g�nero de vuelo. Volar a ciegas no es cosa para todo el mundo. Quien no haya profundizado en el estudio te�rico de las propiedades de los instrumentos de vuelo y no conozca las causas de la barrena y de la ca�da en espiral y los medios de evitar esos casos, creo que nunca podr� tener �xito en el vuelo a ciegas.

A los otros les doy los siguientes consejos:

Vuelo a ciegas s�lo con los aviones m�s estables.

No hacer ning�n ejercicio de vuelo a ciegas por debajo de 1000 m. sobre el terreno. Desde esta altura siempre se puede volver a hacerse con el aparato, se llega seguramente a tierra con el paraca�das y es donde menos perturba el tr�fico a�reo.

Emplear con preferencia indicador de velocidad sin tobera de aire y cuya sensibilidad pueda modificarse durante el vuelo.

Antes de hacer el vuelo a ciegas propiamente dicho, ejer�citarse en volar s�lo con instrumentos hasta conseguir la absoluta seguridad en su empleo.

Ejercitarse en volar con diversos escoramientos, en vira�das alternadas en un sentido y otro y con tramos rectos in�tercalados.

Ensayos de salir de la virada sin ayuda del indicador de viraje, �nicamente con la br�jula, o al menos volar sin �l en una direcci�n determinada.

Al principio entrar s�lo en las nubes peque�as y de poco espesor. Antes de ganar cierta altura en la nube, salir de la ascendencia y tratar de volver a encontrarla.

Durante el vuelo en virada dentro de la nube, mantener f�rreamente fijo el mando de direcci�n o el transversal y oponerse, al menos, solamente con el otro mando, pues es evi�dente que no se puede andar galopando con el mando de altura. Si hay dep�sito grande de hielo, salirse en seguida de la nube.
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