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Club de Planeadores Los Caranchos

Aer�dromo:  Ruta Provincial C-45  -  ALTA GRACIA  -  Departamento Santa Mar�a  -  Provincia de C�rdoba  - Rep�blica Argentina


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Manual del Vuelo a Vela
Wolf Hirth
1942

Trabajos preparatorios y conclusiones de los concursos
por el Ing.-Dipl. PAUL KREKEL

Los �xitos y proezas de un concurso de cualquier clase que sea dependen siempre, en primer t�rmino, de los trabajos y disposiciones que se hayan tomado para su preparaci�n, concepto que puede aplicarse, en toda su extensi�n, a un concurso de vuelo a vela por el esfuerzo que supone para pilotos y personal de los equipos, as� como al material de vuelo y de transporte. Es preciso pensar en todos los casos que se pueden presentar, con circunstancias favorables y desfavorables, y prever las medidas que habr�an de tomarse oportunamente para eliminar todas las dificultades que puedan surgir o, mejor a�n, evitar que se presenten.
A continuaci�n y de un modo sucesivo, examinaremos los puntos m�s importantes a que debe atenderse en los trabajos de preparaci�n, tal como se deduce de la experiencia que se ha recogido en los concursos celebrados hasta ahora, y teniendo en cuenta tambi�n nuevas reflexiones y puntos de vista. Desde luego que cada a�o se recogen nuevas expe�riencias avaloradas por la pr�ctica misma e iniciativa de los grupos que toman parte en los concursos, de modo que lo que se expone no se puede considerar como definitivamente establecido.
Se pueden clasificar los trabajos en la forma siguiente:

1. Veleros. 2. Equipo general de los veleros. 3.  Instrumentos de a bordo. 4. Paraca�das. 5. Medios de transporte y remolque. 6. Carrillos de remolque. 7. Aviones de remolque y sus pilotos. 8. Selecci�n de pilotos. 9. Selecci�n y clasificaci�n de los equipos. 10. Estudio de las prescripcio�nes del concurso. 11. Material de cartograf�a. 12. Organizaci�n del trans�porte.

1.  Veleros

La necesidad de peque�a velocidad de descenso en el vuelo lento y de buen �ngulo de planeo, con vuelo r�pido, representa siempre un compromiso, que en los veleros de nueva construcci�n se resuelve mejor de lo que se hab�a resuelto en los antiguos tipos. No todos tienen la suerte de poseer un velero de nuevo modelo, pero el que no la tenga s� puede procurar que su aparato se encuentre en estado irre�prochable. Por lo tanto, cada uno arreglar� sus cosas de modo que, sin apresuramientos, tenga el tiempo necesario para hacer con su aparato los vuelos de prueba precisos, as� que no se dejar� que el avi�n siga sirviendo para la ense��anza basta �ltima hora, como pasa muchas veces trat�n�dose de biplazas. Es mejor, con tiempo y tranquilidad, re�pasar todo y no trabajar horas extraordinarias en los �ltimos d�as antes del concurso, pues obligando a pasar noches en vigi�lia roban la tranquilidad de nervios necesaria; todo se debe tener ya cargado algunos d�as antes del concurso. Si se intro�ducen novedades o se hacen aviones enteramente nuevos para el concurso, se debe procurar que est�n concluidos con bastante anticipaci�n, para que el piloto que haya de vo�larlos pueda hacer los debidos ensayos con tiempo, porque, si no se procede as�, despu�s hay sorpresas desagradables.
Tambi�n es importante procurarse con anticipaci�n toda la documentaci�n necesaria, pues as� se ahorran disgustos, prisas y hasta gastos. Adem�s del certificado oficial y la carta de garant�a, es necesario procurarse un pasaporte y permiso de aduanas para el caso de que se aterrice en el ex�tranjero; a esta gesti�n puede ayudar el Aero Club a que se pertenece. El pasaporte para el extranjero deber� contener no s�lo el piloto, sino tambi�n el conductor del cami�n y su ayudante, as� como la autorizaci�n para circular por el ex�tranjero con los elementos de transporte.
 

2.  Equipo general de los veleros

 Es muy conveniente proveer el aparato de una cubierta guardapolvo de tela suave para proteger la cabina, pues el celuloide o material de las ventanillas es sensible a rozadu�ras y es desagradable sentarse en una cabina con las venta�nillas estropeadas que dificultan la visi�n o hasta simplemente que suceda esto por el polvo del camino o del hangar. Esta cubierta deber� tener sus guarniciones con cierre de candado (puede servir de modelo la cubierta de la Klemm) y de ese modo se evitan miradas indiscretas o que una per�sona incompetente pueda estropear algo al tocarlo.
A pesar de esa precauci�n, la portezuela de la cabina deber� tambi�n estar provista de un modo de cerrarse, ya sea con llave, ya con otro medio adecuado.
No hay que olvidar la ventilaci�n de la cabina; la cabina debe estar por una parte bien calafateada y por otra parte con buena ventilaci�n, para evitar las altas temperaturas que pueden producirse durante el vuelo. As�, cuando se cierren las aberturas no debe entrar aire por parte alguna; el agujero del fuselaje, para el acoplamiento en el remolque, deber� estar protegido por alg�n cierre, sea por detr�s o por delante del mismo, pudiendo ser de goma o de lona. Para la ventilaci�n no suele ser suficiente una ventanilla, o tambi�n esto puede resultar desagradable porque produce un ruido fuerte y muy cerca del piloto, adem�s de que no a todos les agrada una corriente de aire en la cara o en la nuca. Resulta pr�ctico disponer una abertura de 40 a 60 mm. de di�metro en la punta del fuselaje que pueda abrirse o cerrarse a vo�luntad durante el vuelo, y as� se dispuso por primera vez, en 1935, en el �Rh�nsperber� a propuesta m�a.
Seg�n ha demostrado la experiencia de los �ltimos con�cursos, hay que llevar, para los casos en que se prevea que ha de alcanzarse gran altura, trajes y calzado con calefac�ci�n, as� como guantes. Naturalmente que a la partida, con 25 � 30� de temperatura, hay que soportar las molestias consiguientes, pero luego a gran altura se est� muy contento de llevar tal traje. Es recomendable tambi�n aplicarse en la cara crema de grasa, as� como en los o�dos y en las manos, pues de este modo se protege uno de las quemaduras del sol, y, adem�s, la grasa en buena cantidad protege contra el fr�o. A consecuencia de sus amargas experiencias del 19 concurso del Rh�n, Scheidhauer dio un paso m�s y propuso un nuevo tipo de cabina cuya parte superior es de doble capa de lona y lleva, a la altura de la cara, ranuras o peque�as aberturas que permiten bastante visibilidad. Esta cabina, en una ocasi�n en la que Scheidhauer estuvo en una tormenta de granizo, en la que tuvo que saltar en paraca�das desde gran altura, le dio m�s protecci�n que una ordinaria ante los efectos del granizo y a las quemaduras del fr�o; por esto opino que se deber�a seguir estudiando ese tipo de cabina.
En el vestido se debe evitar todo lo que apriete, por ejemplo, bandas para las piernas, ligas para los calcetines, cinturones, cuellos estrechos, etc., con objeto de no perju�dicar la circulaci�n y consiguiente calor de los miembros.
Quien tenga los ojos sensibles a la luz viva y la piel a las quemaduras deber�, en los casos de sol fuerte, proveerse de gafas para el sol no demasiado oscuras y, sobre todo, que est�n prescritas por un m�dico, para que los cristales absorban las radiaciones perjudiciales. A m� me han dado buen resultado cristales de neof�n que se acomodan muy bien a mi vista. Tienen la ventaja de ser un tipo de gafas que dan muy buena protecci�n contra las radiaciones per�judiciales, sin que estorben para la distinci�n de colores, sino que, al contrario, tal vez aumentan el contraste y por eso sirven muy bien con luz tibia y en el crep�sculo.
Es conveniente llevar bolsas en los costados del fuselaje, y mejor con cierre de cremallera, para guardar las diversas cosas que sean necesarias durante el vuelo, as� como las cartas; tambi�n debe llevarse una l�mpara de bolsillo, que yo nunca he dejado de llevar.
En las bolsas se pondr�n tambi�n las provisiones ser�n el gusto de cada uno. En todo caso deber�n ser provisiones secas; yo prefer�a frutas secas; ciruelas, pasas; galletas, que saben muy bien con chocolate y son de mucho alimento. Como recuperador de energ�as es bueno el zumo de uva.
Tambi�n hay que llevar un bloque de notas y un l�piz con buena punta o mejor una pluma estilogr�fica, que se colocar�n en un sitio adecuado, a la derecha del tablero de instrumentos o en el costado derecho del fuselaje. En el bloque se apuntar�n todos los detalles importantes: horas, lugar de salida, circunstancias del tiempo, etc., lo cual es muy �til tanto para el intercambio de experiencias con los compa�eros, como para investigaciones y, en alg�n caso, para darlo a la publicidad.
Las herramientas para montar y desmontar el aparato deber�n llevarse a bordo, disponi�ndolas de modo que no puedan caerse, cualquiera que sea la posici�n de vuelo.
Finalmente, queda por decir todav�a algo que propuso Wolf Hirth y que ha sido comprobado como la mejor solu�ci�n para el asunto en los vuelos de larga duraci�n: un tubo de 50 cm. de largo y 15 mm. de di�metro atraviesa el fuse�laje por la quilla y se fija en ella; en el otro extremo del tubo se ajusta una pera de bocina de bicicleta en la que se hace, por arriba, un agujero de 5 cm. de di�metro. La ins�talaci�n no necesita m�s y su uso no ofrece dificultades cualquiera que sea la situaci�n. De este modo se pueden evitar momentos desagradables que hasta pueden hacer que se termine un vuelo a destiempo.
 

3. Instrumentos de a bordo

Toda la instalaci�n deber� tenerse hecha oportunamente para que el piloto se pueda convencer de su buen funciona�miento con vuelos de prueba antes del concurso. Aun cuando actualmente se construyen los veleros provistos de instru�mentos, puede ocurrir que �stos no sean los adecuados para vuelos de competici�n.
A bordo se debe llevar los siguientes instrumentos:
Indicador de velocidad que, en lugar del campo de me�dida corriente hasta 120 km/hora, tenga por lo menos hasta 150 km/hora. De este modo se puede ver mejor el caso de que se llegue al punto cr�tico, tanto en el vuelo sin visibilidad como en cualquier otro estado de vuelo involuntario; tam�bi�n se pueden recoger as� datos exactos que puedan servir de fundamento para investigaciones.
Vari�metro, que debe llevarse por duplicado, pues siendo el instrumento m�s importante se debe tener siempre sus�tituto para caso de que se inutilice. Ser� conveniente que sean de campo de medida diferente; por ejemplo, uno de 0 a 5 m/s. y el otro de 0 a 20 m/s.
Alt�metro que, con el campo de medida usual de 0 a 3 km., no basta generalmente para los vuelos de concurso. Hay alt�metros de doble aguja de 0 a 4 km. y a 8 km.; pero puede bastar uno directo hasta 8 � 10 km. de altura que, para el vuelo a vela puede ser suficiente, aunque sus indica�ciones no sean muy exactas.
Br�jula con buen amortiguamiento, puesto que el limbo se mueve muy aprisa, si el tiempo es muy movido. Es nece�sario que la br�jula marque con exactitud para mantener bien el rumbo en los trayectos hechos sin visibilidad dentro del caso de vuelos de distancia. Cuando las br�julas se han usado mucho tiempo suelen tener mal amortiguamiento, porque a causa de las p�rdidas de l�quido han entrado en ellas burbujas de aire. Estas br�julas deber�n enviarse a la casa constructora para reponer el l�quido perdido.
Indicador de virada, que debe ser, seg�n se deduce de lo visto en los concursos, de mecanismo el�ctrico. Solamente con esta clase de indicador se puede llegar sin inconveniente a grandes alturas volando en nubes, puesto que, aun en los meses de verano, se tiene, a 4 km. de altura, temperaturas bajas que pueden producir dep�sitos de hielo en las toberas si se emplease indicador neum�tico. En el empleo del indi�cador el�ctrico hay que atender a renovar con tiempo la bater�a y, en todo caso, se llevar� una bater�a de repuesto. Naturalmente que para conservar la bater�a s�lo se pondr� en funcionamiento el indicador en los momentos en que sea necesario.
En el FFG de Berl�n se ha experimentado, en los con�cursos de 1938, un instrumento complementario : el �hori�zonte artificial�, tipo Sperry. Este instrumento facilita extraordinariamente el vuelo sin visibilidad, puesto que el piloto tiene una impresi�n directa de la posici�n del aparato respecto al horizonte. Como indica tambi�n la inclinaci�n longitudinal, puede sustituir al indicador de velocidad en caso de que �ste falle por dep�sito de hielo en la tobera. Como medio de poner en funcionamiento ese instrumento puede bastar una tobera; pero como es natural, seria mejor proveer igualmente a este instrumento de mecanismo el�c�trico, para asegurarse contra posibles aver�as por el hielo. Un recurso de urgencia que dio buen resultado en el con�curso de 1939 fue el empleado en el aparato de Braeutigam durante su vuelo con objetivo, consistente en emplear una bomba de mano para accionar el gir�scopo cuando fall� la tobera aspiradora.
Inclin�metro longitudinal, que, en el caso de dep�sito de hielo en el indicador de velocidad, puede sustituir a �ste, indicando la inclinaci�n del aparato alrededor del eje trans�versal. Tambi�n es una buena ayuda en el vuelo a ciegas.
Reloj, que ser� conveniente est� provisto de medios de marcar, por ejemplo, en rojo, determinadas horas, tales como la de salida u otros momentos interesantes.
Term�metro, que es de inter�s para valorar las alturas.
La instalaci�n misma y conveniente situaci�n de cada instrumento debe ser consecuencia de una reflexi�n detenida. Los instrumentos no deben estar demasiado cerca de los ojos, sino que a lo menos estar�n a medio metro de distancia, por dos razones: en primer lugar, para evitar el peligro de herirse con ellos en el caso de un aterrizaje violento, y, en segundo lugar, para que la vista no tenga que hacer el trabajo con�tinuo de acomodaci�n sobre distancias diferentes, lo que es molesto y produce prematuramente vista cansada. Tam�bi�n hay que atender a la conveniencia de que la br�jula, el indicador de velocidad y el de virada est�n lo m�s inme�diatos posible para que entren en el mismo campo visual y se puedan observar simult�neamente durante el vuelo sin visibilidad. Cuando se lleven dos vari�metros se pondr� uno a cada lado, para que, de este modo, cualquiera que sea la direcci�n de la virada se tenga uno a la vista.
Hay que atender, adem�s, a la suspensi�n el�stica de los bar�grafos. Es muy recomendable llevar siempre dos bar�grafos para prevenir el caso de que falle uno, y su instalaci�n debe hacerse de modo que se puedan poner y quitar del aparato permaneciendo el piloto tranquilamente en su asien�to y as� se les puede probar y dar cuerda poco antes de la partida.
El 19 Concurso del Rh�n puso de manifiesto la necesi�dad de que los pilotos que hubiesen de alcanzar grandes alturas llevasen a bordo aparatos de respiraci�n artificial, no solamente para poder llegar a gran altura con la cabeza despejada, sino para permanecer en aqu�lla el tiempo nece�sario y poder luego transformar en distancia la altura con�seguida. (V�ase, adem�s, el cap�tulo Instrumentos de a bordo, P�g. 187 y ss.)
 

4.  Paraca�das

En el vuelo a vela se emplean los paraca�das autom�ticos, principalmente en vuelos normales y para la ense�anza, por ser los m�s adecuados para estos casos. Pero cuando en los concursos se sale va con intenci�n de alcanzar gran altura en vuelo sin visibilidad, se emplea el paraca�das de mano. Mientras que el paraca�das autom�tico se abre a los dos o tres segundos de saltar, el paraca�das de mano se abre a voluntad del piloto tirando del asa en el momento que se desee. La velocidad final de un hombre que cae libremente en el aire es de 60 m/s., de modo que en un minuto ha re�corrido 3600 m. y seg�n esto un piloto puede salir de una nube amenazadora en uno o dos minutos, como ocurri�, en el concurso del Rh�n en 1938. Esto se cuenta muy pronto, pero se necesita mucha tranquilidad y presencia de �nimo para llegar a hacerlo. Sin embargo, ayudar� a semejante determinaci�n el pensar en los muchos peligros a que se expone el piloto en un caso de esa �ndole, por abrirse dema�siado pronto el paraca�das en una ascendencia de 30 m/s. en la que puede ser arrastrado hacia arriba el piloto y sufrir quemaduras por el fr�o; perecer asfixiado o helarse; rotura del paraca�das, choques con los restos del aparato, etc. (En Rusia un paracaidista se lanz� a 7000 m. de altura y se dej� caer abriendo el paraca�das a 500 m. del suelo. - N. del T.).
Los paraca�das de asiento, usados corrientemente en la aviaci�n de motor, se pueden usar muy bien en el �Kranich�, mientras que en el �Minimoa� se puede usar el paraca�das de espalda. En otros tipos de velero debe usarse, en el caso de que el piloto sea corpulento, un paraca�das de peque�as dimensiones, como el de la marca Kohnke (38 x 32 x 15).
El paraca�das debe llevar en su bolso la tarjeta que in�dique la fecha de su empaquetamiento que, desde luego, deber� hacerse de nuevo pocos d�as antes de la celebraci�n del concurso.
 

5.  Remolcadores de transporte

Pasaron ya afortunadamente aquellos tiempos en que nosotros, los pobres pilotos de velero, ten�amos que trans�portar nuestros aparatos en un viejo coche de desecho. Hoy tenemos para ello coches apropiados con motor potente y facilidades de carga. Hay que atender a la relaci�n de peso entre el coche remolcador y el remolque. Seg�n las instruc�ciones oficiales para la circulaci�n por carretera, el peso re�molcado s�lo puede ser al m�ximo, el 40 % del peso total del coche remolcador, tal como conste en su permiso de cir�culaci�n. Este l�mite no puede ser respetado frecuentemente a causa del gran peso que se debe remolcar es preciso llegar al 60 %, para lo cual hace falta un permiso especial, que se concede en la misma oficina en la que se expiden los certifi�cados para circular, y as� no hay dificultades con los vigilan�tes de carreteras.
Con anticipaci�n suficiente, se habr� de inspeccionar cuidadosamente los coches remolcadores que hayan de usarse en el concurso para, si es preciso, darles un repaso general, siendo lo mejor que este trabajo se haga en colaboraci�n con el conductor mismo que haya de llevar el coche, pues as� le conocer� bien y podr� manejarle en mejores condiciones.
Cuando se haya de sustituir bielas y otras piezas impor�tantes se har� la reparaci�n con tiempo suficiente para que el coche recorra antes del concurso 2 � 3000 km.
En el equipo no debe faltar lo siguiente:
Un herramental completo de reparaciones, un buen gato y una buena bomba de pie, para poder hacer una reparaci�n en ruta con poca p�rdida de tiempo, si se tuviese la mala suerte de sufrir una aver�a; adem�s, al menos, una rueda de respeto.
Un dep�sito de reserva a lo menos con 10 litros y mejor 20 litros de gasolina, que es muy conveniente para evitar dificultades de aprovisionamiento en los largos recorridos de noche, y un embudo a prop�sito. Naturalmente que si se gasta esta reserva se deber� reponer en el primer puesto de gasolina que se encuentre.
Bombillas para los faros en sitio bien seguro; mejor en las mismas cajas Osram, y no sueltas en alguna caja met�lica; dos o tres l�mparas de mano para leer las indicaciones de las carreteras, los letreros que contienen los nombres de las localidades o para alumbrarse en los casos de aver�a. Es muy conveniente un faro buscador que se instale a la derecha con el que se puede ver bien los veh�culos que ven�gan con los faros apagados o los que se hallen estacionados en la carretera, as� como distinguir pronto, a pesar de su velocidad, los motociclistas que se encuentren en el camino.
Tambi�n deber�a prevenirse algo cuya necesidad yo mismo he experimentado y que es alguna instalaci�n para dormir, que muy bien la podr�a utilizar el piloto en su viaje de re�greso o eventualmente alguno de los conductores. Catorce d�as de concurso significan bastante para los nervios, y la falta de sue�o puede traer malas consecuencias. Para mi es siempre un mal recuerdo mi viaje de dieciocho horas de du�raci�n de vuelta de Checoslovaquia hacia la Wasserkuppe, con las detenciones, los interrogatorios, etc. Wolf Hirth y Mart�n Schempp se procuraron, durante su estancia en Am�rica, unas camas de campa�a y hamacas que llevaban en el remolque. As� el piloto podr�a descansar y el conductor del coche podr�a igualmente descargarse unas horas de viaje y dejar descansar su vista. Tal �armadijo� podr�a muy bien arreglarse en un �seis asientos� sin necesidad de grandes obras en el coche. Vergens, piloto de la escuela de Rhinow, cuenta, a prop�sito de esto, lo siguiente �En nuestro Merc�edes quitamos el almohad�n trasero. Sobre los transpun�tines y el asiento trasero pusimos unas tablas y adem�s un tabique medianero, con lo que resultaron dos camarotes que acondicionamos bien con una almohada en los rincones para matar los �ngulos, y de esta forma los cuerpos se suje�taban bien en las curvas, pues si no hubi�semos hecho esto nos habr�amos despertado a cada curva al cambiar el cuerpo de postura.�
Arreglarse este modo de dormir con todas sus triqui�ue�las, quit�ndose el calzado y afloj�ndose las ropas, bien blan�do y con almohada, as� como bien tapado para no tener fr�o, permite dormir como en casa y no se puede decir que sea �un lujo�, sino solamente una cama de circunstancias a prop�sito para un concurso del Rh�n; sin embargo, se deber�a, desde luego, tener algo preparado en este sentido.
 

6.  Remolques para transporte

La historia de la evoluci�n de los remolques est� �ntima�mente ligada con la historia de toda la organizaci�n de infra�estructura del vuelo a vela. As� no fue obra de la casualidad que Martens construyese su primer remolque y que luego surgiesen las perfectas construcciones de Wolf Hirth.
Hoy existen diferentes modelos de remolques apropia�dos a los diferentes tipos de velero. Cada modelo tiene sus ventajas y sus inconvenientes sin embargo, en los modelos hoy en uso s�lo raramente se pueden encontrar defectos de importancia. Siempre ser� de utilidad hacer algunas indica�ciones. Se debe probar concienzudamente la rodada del re�molque, con lo que luego no habr� sorpresas de que se ca�lienten y desgasten r�pidamente los neum�ticos. Tambi�n hay que probar bien si los bandajes chocan o no, al cargar el remolque, contra la caja, o bien si no hay por all� alg�n disimulado tornillo que pueda herir las cubiertas. La cons�trucci�n de los largueros y de la caja debe ser suficiente�mente r�gida para que el carruaje no se flexe ni sufra distor�siones que, en caso contrario, dar�an lugar a movimientos de los elementos del avi�n sobre las piezas que los sujetan y se producir�an rozaduras. La repartici�n de cargas deber� hacerse de modo que el centro de gravedad del remolque cargado resulte algo por delante del eje, es decir, que al hacer el enganche para el remolque haya algo de carga que mantenga el acoplamiento.
Se debe evitar cargar un remolque normal con un velero especialmente grande como, por ejemplo, el �Kranich�; el fuselaje sobresale mucho por detr�s y el remolque sufre es�fuerzos anormales y se flexa; a veces se emplea el recurso de contrarrestar el peso con sacos de arena puestos sobre el acoplamiento; sin embargo, lo mejor es que se disponga de remolques adecuados para tales casos. Innecesario es decir que el avi�n debe cubrirse con una lona impermeable y asimismo que se evite en todo lo posible el polvo.
Es muy importante conceder la atenci�n debida a los medios de sujetar al remolque las alas y el fuselaje; las pinzas y mordazas deben apoyarse sobre los sitios adecuados de los elementos a que se apliquen, de un modo regular y sin dureza, para no estropearlos. Todos los elementos se deben sujetar de modo que no resbalen.
Hay que poner atenci�n tambi�n en que la trasera del carruaje y las puntas de las alas que puedan sobresalir de ella sean bien visibles de noche. Es preciso emplear colores claros y fuertes, mejor que el gris, y una buena soluci�n, que adem�s es de buen efecto, es una tira de color claro a la mitad de la altura del carruaje. La cuesti�n de las luces est� resuelta sujet�ndose a las prescripciones oficiales, pero es preferible poner algunos �ojos de gato� de m�s que de me�nos; tambi�n dan buen resultado algunos letreros:  Tocad la bocina; nos apartaremos !  Cuidado al adelantarnos; largo total, tantos metros !
 

7.  Aviones remolcadores y pilotos

Los grupos que tomasen parte en los concursos del Rh�n deber�an contar con la posibilidad de disponer de un aparato para remolcar. Los gastos que ello llevase consigo quedar�an m�s que compensados, pues el transporte de regreso, adem�s del ahorro de tiempo, hasta resultar�a m�s barato que por carretera. As� en el 19 Concurso del Rh�n se dio el caso de que, en un mismo d�a, un piloto hizo dos vuelos con obje�tivo de m�s de 100 km. cada uno, lo cual no se concibe que fuese posible empleando otro medio que el transporte con avi�n remolcador. Trat�ndose de vuelos m�s largos, hasta de 300 km., los veleros podr�an ser tra�dos en el mismo d�a o, a lo m�s, a la ma�ana siguiente podr�an estar otra vez en condiciones de seguir tomando parte en el concurso. Adem�s, para los equipos de transporte, un caso de regreso por re�molque de avi�n, significa un descanso muy bien recibido y casi siempre necesario.
Es conveniente que el avi�n remolcador disponga de una reserva de potencia para de este modo, poder envolar en un terreno reducido aun trat�ndose de veleros pesados. Para el � Kranich � y otros tipos de gran peso hay que emplear un aparato provisto, por lo menos, del Bramo Sh 14a de l60 CV., es decir, un avi�n del tipo �He 72� (Kadett) o un �Fw 44� (Stieglitz) para veleros m�s ligeros y de peso medio, naturalmente, podr�n emplearse otros aviones de uso m�s econ�mico, como la avioneta � Klemm�, con motor Hirth.
El avi�n remolcador deber� llevar dos cables de remol�que bien arrollados. A mi me result� muy agradable, sobre todo en vuelos de regreso largos, el empleo del cable de re�molque Siemens con alma telef�nica. Adem�s, es muy impor�tante que puedan entenderse con facilidad ambos pilotos, que quiz� es la primera vez que van juntos en remolque, y puedan as� consultarse durante el vuelo sobre la velocidad que sea conveniente adoptar, alguna dificultad que pueda surgir, orientaci�n, oportunidad de hacer alg�n aterrizaje intermedio, etc. Si se previene el empleo de estos medios, ser� conveniente hacer y probar, antes del concurso, todas las instalaciones complementarias que sean precisas, tales como canalizaci�n el�ctrica, enchufes, etc.
Tambi�n deber� llevarse en el avi�n remolcador, al salir a buscar un velero, el tren de partida que corresponda o con�venga a ese velero, pues solamente se podr� hacer el envuelo sobre el pat�n en terrenos sin obst�culo alguno o en prados con suelo no duro, y esto trat�ndose de veleros ligeros. Adem�s, es m�s prudente envolar con ruedas y llevar en el vuelo esa resistencia adicional : el �rgano de lanzar el tren se blo�quear� o se asegurar� en forma de que ni por s� mismo ni por descuido pueda soltarse el tren y caer. Al rendir viaje en la Wasserkuppe, se tendr� en cuenta, naturalmente, si se lleva o no el tren de aterrizaje.
 

8.  Selecci�n de los pilotos

No todos los individuos que se dedican a volar pueden tener �xito en el vuelo y esto sencillamente porque no poseen los m�ltiples conocimientos que la �alta escuela del vuelo a vela� exige, y muchas veces porque no tienen condiciones para ello. Adem�s, no basta con tener �nicamente capaci�dad para volar. Para volar a vela hace falta tambi�n gran amor y gran pasi�n por el vuelo y adem�s conocimientos t�c�nicos y meteorol�gicos, y ser capaz de tener compa�erismo, sin olvidar que son igualmente necesarios voluntad en�rgica para perseverar en la lucha contra las dificultades, y esp�ritu combativo.
Se ve, pues, que se requieren muchas condiciones y no todos los que desear�an tomar parte en los concursos las llenar�n, sino que antes deben aprender y practicar mucho. Por consiguiente, los que tienen a su cargo la direcci�n del vuelo a vela dar�n a los aficionados ocasi�n para que mues�tren sus actividades en el vuelo, as� como promover�n, de un modo sistem�tico, ejercicios que comprendan manifes�taciones te�ricas y pr�cticas relativas al mismo.
En los primeros d�as de t�rmica de marzo y abril deber� empezar el entrenamiento para el concurso y as� se ir� pre�sentando ocasi�n para hacer una selecci�n muy estrecha de los individuos con arreglo a los vuelos de duraci�n con t�r�mica y de distancia que se vayan ejecutando y esto no sola�mente con buenas circunstancias meteorol�gicas, sino tam�bi�n con situaciones de tiempo dif�ciles. Se propondr�n vuelos con objetivo y regreso no muy largos y en d�as de viento flojo, con objeto de no dar lugar a dificultades impor�tantes para el regreso. Son de gran ense�anza los vuelos con objetivo que comprendan varios aer�dromos o puntos marcados en zigzag, los cuales deber�n ser cubiertos en un orden fijado, una sola vez o varias y, en este caso, con un orden diferente cada vuelta. En d�as de mal tiempo, o si los pilotos no tienen a�n mucha pr�ctica, se escoger�n los circuitos de modo que los �saltos� que supongan no sean muy gran�des y adem�s de modo que terminen los vuelos pronto luego, con pr�ctica creciente y d�as buenos se prolongar�n los vuelos hasta el anochecer y los zigzags y los circuitos ser�n ya de kil�metros, pero de modo que los transportes, en todo caso, no supongan grandes recorridos.
Se ha visto ser muy conveniente que quienes pretendan tomar parte en el concurso hagan los ejercicios no solamente en los domingos, sino estableciendo un campamento para pr�cticas que comprendan varios d�as, en los cuales se hagan tambi�n estudios te�ricos y haya cambio de impresiones sobre los diversos asuntos. Cuanto m�s pronto se puedan verificar, dentro de cada a�o, estos cursos de selecci�n, me�jores resultados se obtendr� con ellos.
En algunos grupos se sigue el criterio siguiente para se�leccionar los pilotos que han de participar en el concurso : en un curso con aparato biplaza se prepara a dos pilotos j�venes que muestren buenas aptitudes y deseo de tomar parte en todas las manifestaciones deportivas. Con los pilo�tos experimentados se hacen concursos especiales por pare�jas, y el triunfador va a los concursos regionales y luego al del Rh�n.
 

9.  Selecci�n y formaci�n de equipos

La selecci�n de los ayudantes para los trabajos de un concurso puede ser decisiva, en cuanto al �xito del mismo. Cada ayudante tiene sobre s� una gran responsabilidad y debe poner en el asunto todo su �nimo y celo, porque es el �nico modo de que todo salga bien; su �nico pensamiento debe ser el �xito general del concurso, al cual debe cooperar con el mayor inter�s.
Un concurso significa mi gran esfuerzo para todos los que en �l intervienen y puede producir gran fatiga por el continuo ajetreo que exige. Pero nunca deber� ocurrir que llegue el caso de que flojeen los nervios del que est� m�s atareado, incluyendo, entre los que intervienen, tambi�n a los pilotos. Ciertamente que hay pilotos a quienes no hace el menor efecto tal exceso de actividad, pero no siempre   los pilotos con �nervios de toro � son los mejores pilotos de velero. Creo que es conveniente cierta sensibilidad, porque ella eleva la capacidad de amoldarse a las circunstancias y estimula la atenci�n. Por esto es necesario evitar a los pilotos todo trabajo que no les corresponda, para que toda su acti�vidad la empleen en volar. As�, pues, un equipo bueno contribuir� mucho a conseguir ese alivio a los pilotos, con lo que �stos podr�n dedicarse, con toda tranquilidad, al estu�dio de la situaci�n meteorol�gica y del viento, a la observa�ci�n de la formaci�n de t�rmica, a ver las evoluciones de los otros veleros que est�n ya en el aire, etc. Adem�s que los pilotos deber�n poder separarse de su aparato para hablar con los compa�eros y los dirigentes del concurso, cambiar impresiones sobre las incidencias que ocurran o hacer otras observaciones pertinentes. He podido observar que des�graciadamente en algunos equipos ocurr�a que sus compo�nentes no se hac�an cargo de lo que se ha expuesto y mani�festaban envidia porque �el piloto pod�a ir a un lado y a otro, se distra�a hablando con todos y luego acababa por sentarse en el velero para lucirse volando�. Tal modo de ver las cosas se hace insoportable para el piloto y, necesaria�mente, su esp�ritu deportivo tiene que resentirse de ello. Todos los ayudantes deben sentir la responsabilidad de que el aparato permanezca bien cuidado en el lugar destinado para envolar y se encuentre en �l en tiempo oportuno, aun en el caso de ausencia del piloto o del jefe del equipo. Y cuando al ir a envolar note el piloto que le falta algo y lo pide, esto no se deber� tomar a mal. Despu�s, a prima noche o luego de haber aterrizado el aparato, habr� tiempo de decir lo que ha molestado y cambiar impresiones amistosa�mente con los compa�eros, sobre si ser�a mejor hacer las cosas de este modo o del otro o si se olvid� algo. Nunca debe haber discusiones antes de envolar, pues causan muy mala impresi�n y colocan al piloto en situaci�n de �nimo desven�tajosa, recayendo en definitiva sus malas consecuencias sobre todo el equipo.
De todo esto se deduce que el encargado de elegir los individuos que han de componer un equipo deber� poseer el don de conocer a los hombres para no elegir atendiendo solamente a la capacidad, sino muy especialmente tambi�n al car�cter. Las mejores circunstancias para poder hacer la selecci�n se presentan en el taller o en el servicio de vuelo, as� como tambi�n durante los viajes de regreso transpor�tando los aparatos con ocasi�n de los vuelos que se hagan en primavera, ora para las pruebas del distintivo superior, ora para entrenamiento en vista del concurso anual. Los perezosos que, cuando han de hacer un trabajo, se toman siempre tiempo y no hacen m�s que ir de un lado a otro, as� como los que pretenden ir al Rh�n a hacer una cura de reposo en el verano, se manifiestan claramente a un obser�vador, por poco perspicaz que sea. Tales tipos hay que descartarlos completamente, y con ello se evitan muchos disgustos.
Con arreglo a las prescripciones de los concursos se per�mite, por cada avi�n, un equipo hasta de seis individuos, incluyendo el piloto, equipo que deber� estar compuesto de este modo: piloto, ayudante del piloto, primer mec�nico, segundo mec�nico y dos ayudantes. En el caso de velero biplaza se admite naturalmente el segundo piloto y otro ayudante para �l. Todos los d�as en que haya vuelos, uno de los ayudantes se deber� destacar para ponerse a disposici�n de la direcci�n deportiva con el fin de formar los equipos de envuelo. Si no se presenta este ayudante, queda prohibido al grupo el envolar hasta tanto que aqu�l haga su incorpo�raci�n.
Cuando se re�na todo el equipo y tenga que hacer misio�nes independientes de los dem�s equipos, debe distribuirse el trabajo entre todos sus componentes de modo que a cada uno le corresponda una misi�n determinada, con arreglo a las capacidades de cada cual. Como directrices para la distribuci�n de trabajo, se pueden tomar las que se indican a continuaci�n, que son producto de mi propia experiencia y del cambio de impresiones con otros compa�eros, si bien, como es natural, podr�n adaptarse a cada caso particular, seg�n las condiciones particulares que concurran en �l.
Jefe del equipo: es el responsable del funcionamiento del equipo y de la ejecuci�n de los deseos del piloto. Es el que da las disposiciones para todo el servicio de tierra. Para este cargo se escoger�, siempre que sea posible, un antiguo piloto de velero, que ya conoce todo el servicio y representa una autoridad ante el resto del equipo. Es el encargado de los fondos y el que debe atender a las necesidades de todos los individuos. Como es el responsable de todas las medidas que se tomen, el piloto no se dirigir� directamente a los ayudantes, salvo casos especiales, sino que comunicar� todas sus �rdenes al jefe o, si ocurre lo contrario, a lo menos le infor�mar� de lo que haya dispuesto.
Podr� ocurrir, naturalmente, que el jefe del equipo s�lo coopere, por decirlo as�, con el piloto en la ejecuci�n de todos los trabajos o bien que todo pase en realidad por su mano, seg�n las condiciones de edad, experiencia y car�cter del piloto. Si el piloto es joven y todav�a con poca experiencia, convendr� que el jefe del equipo sea una persona capaz que intervenga directamente en todo y le descargue al piloto, le sirva de confidente y le anime. En estos casos todo de�pende del jefe del equipo, y ser�a de desear que muchos de los antiguos pilotos pusieran su experiencia y conocimientos al servicio de los j�venes pilotos, con lo cual contribuir�an al progreso del vuelo a vela.
Por tanto, nunca ser� excesivo cuanto pueda decirse sobre la importancia de tener un buen jefe de equipo. Debe ser muy conocido v estimado de todos, y sus o�dos estar�n en todas partes para escuchar todo cuanto los otros quieren hacer o han hecho ya. Tiene que saber en seguida todo lo que disponga la direcci�n del concurso; qu� premio es el que se corre cada d�a; estar� en relaci�n con los meteor�lo�gos para saber la previsi�n del tiempo, etc. Debe in�formar a su piloto sobre todo cuanto de importancia ocurra y le dir� todo lo que se cuente de �l. Las cosas malas s�lo se las dir� despu�s del concurso ; durante �l es mejor que el piloto crea que todo �va como una seda�, aunque no sea as� en realidad.
El primer mec�nico es el responsable de todo el material. Lo mejor es elegir para ese cargo un jefe de taller que, a ser posible, sea tambi�n piloto de velero, para, de este modo, poder confiarle todo el material de vuelo cuya t�cnica conocera. Ser� tambi�n responsable de que el velero est� siempre a punto y sin defecto alguno en cuanto a pulimento, mandos, pat�n, todos los pernos asegurados sin que falte detalle alguno del montaje, as� como tambi�n de la conservaci�n y almacenaje de la herramienta.
El segundo mec�nico estar� siempre al lado del primero, del que ser� fiel ayudante. Se le puede encargar especial�mente el tren de partida arrojable, de cuyo buen estado cuidar� y en particular del mecanismo para arrojarle des�pu�s de envolar. Adem�s, se le puede confiar tambi�n el paraca�das y el cuidado de ponerle a bordo y retirarle cuando sea preciso. El piloto no debe tener, cuando va a partir, preocupaci�n alguna sobre si el paraca�das est� bien montado o no cuando sea autom�tico, o sobre si ha sido de�bidamente enganchado al atalaje. De todo esto debe preocu�parse el segundo mec�nico.
El ayudante tiene que encargarse de probar todos los instrumentos de a bordo y, especialmente, de que los bar�grafos est�n debidamente equipados, con la cuerda dada, registrados y precintados, y que se pongan a tiempo en el velero con la seguridad de que su mecanismo funciona bien, es decir, que efectivamente registran la altura. Yo empleaba tambi�n a este individuo como ayudante del jefe del equipo para tomar la orden de envolar cuando el jefe no pod�a ir personalmente a tomarla.
Tambi�n hay que encargar a uno de los individuos del equipo del cuidado de los tirantes de envolar y del cable de remolque, en el caso de que no se ocupe de ello uno de los individuos que forman el equipo general, a las �rdenes de la direcci�n del concurso, el llamado �perro de los tirantes�. Una vez hecho el envuelo y ca�dos los tirantes, deber� este individuo preocuparse de recogerlos y arrollarlos. Tendr� siempre en orden y dispuestos los dos cables de remolque para que as� no se pierda minuto cuando vaya a salir el avi�n de remolque encargado del transporte de regreso.
Adem�s, uno de los individuos del equipo cuidar� de que haya a bordo las provisiones necesarias seg�n el gusto del piloto. En el caso de ser el velero biplaza, el segundo piloto tenia sobre s� el cuidado de las provisiones y eventualmente tambi�n el de los bar�grafos. Adem�s, es el que tendr� a su cargo llevar nota de todos los acontecimientos y particularidades del vuelo ; horas de salida y aterrizaje, etc.; por lo dem�s, y como seguramente se tratar� de un piloto novel, tendr� mucho que aprender, y as� durante el vuelo deber� ir haci�ndose con todas las triqui�uelas que un buen piloto de velero conoce y domina.
Naturalmente que ser� siempre una ventaja que alg�n ayudante haya estado ya en alg�n concurso, pero ser� in�dispensable cuando se trate de un piloto que por primera vez se encuentre entre una organizaci�n de esta �ndole. Debo confesar que antes del concurso de 1935 hab�a procu�rado siempre que ninguno de mis ayudantes, incluso el jefe del equipo, hubiesen visto la Wasserkuppe y menos hubiese estado en un concurso del Rh�n. Por tanto, fue para nosotros una agradable sorpresa ser siempre clasificados en tercer lugar entre sesenta equipos inscritos al concurso.
 

10.  Estudio de las prescripciones del concurso

Muchos pilotos atribuyen sus �xitos en un concurso, entre otras cosas, al estudio detenido de las prescripciones del mismo.
La finalidad que se pretende obtener al establecer una prueba es la de procurar el est�mulo reconociendo las proezas que se lleven a cabo, las cuales el autor de las pruebas pro�puestas considera como factibles. Sin embargo, como el autor de la propuesta nunca conoce de antemano todas las posibilidades de los concursantes, a un piloto y a un jefe de equipo que sean reflexivos se les ofrecen procedimientos para conseguir adaptarse a las condiciones de las pruebas y a pesar de ellas o, por mejor decir, a causa de ellas, po�nerse en mejor posici�n en cuanto a capacidad de pilotaje y con ella adquirir ciertas ventajas. Las ventajas - podr�amos decir tambi�n �debilidades � - de las prescripciones del concurso de preparaci�n para el Rh�n de 1928 me indu�jeron, cuatro semanas antes de la celebraci�n del concurso, al proyecto y construcci�n de un nuevo biplaza para ense��anza, el �Mecklenburg�, que pude tripular en los �ltimos cinco d�as del concurso acompa��ndome en ellos un equipo organizado a prop�sito para este velero, poni�ndose por encima de treinta y cuatro concursantes a las pruebas. Cito �ste solamente como un caso extremo. Un el concurso del a�o 1933, en el cual hab�a premios de duraci�n, altura y dis�tancia que hab�an de correrse volando solo el piloto, renun�ci�, por ejemplo, de antemano, al premio de duraci�n. Logr� el premio de la clase general de pilotos, tanto para la mayor suma de recorridos como para la mayor suma de alturas, y esto fue, no s�lo debido a las sobresalientes cualidades del �Termikus� y a una buena organizaci�n de los viajes de regreso, sino, sobre todo, a haber concentrado la atenci�n solamente en estos dos premios.
Por consiguiente, es absolutamente indispensable que el piloto y el jefe del equipo conozcan exactamente todos los detalles de las prescripciones del concurso y sepan qu� se acomoda a ellas y qu� no se aviene a las mismas. Hay que conocer todo lo prescrito, incluso lo de mero aspecto formal para no pasar por alto ninguna posibilidad de ganar puntos y menos dejar de tomar en serio alg�n precepto por no haber puesto la debida atenci�n en todo. Si se llegan a merecer �puntos negativos� es muy dif�cil compensarlos con �pun�tos positivos�.
Un resumen, estudiar con anticipaci�n todas las pres�cripciones del concurso y discutirlas con alg�n amigo para desmenuzar�as completamente, y as� se sacar� de ellas todo lo que se pueda desde el primer d�a del concurso y se podr� hacer todos los vuelos con arreglo al punto de vista de apro�vechar lo m�s posible.
 

11.       Material cartogr�fico

Este capitulo entra ya dentro de la ejecuci�n del vuelo propiamente dicho ; pero, antes del concurso y en particu�lar antes de cada vuelo, se deber� reflexionar sobre la forma en que se piensa resolver cada problema, por ejemplo, un vuelo con objetivo, y entonces procurarse la herramienta necesaria para ello, es decir un buen material de carto�graf�a.
Muchos pilotos emplean la simple carta de a bordo en escala de 1:1 000 000 y se arreglan bien con ella. Al piloto de velero le interesa principalmente la orientaci�n general que le hace conocer la forma de los grandes bosques, lagos y r�os o las cadenas de monta�as, adem�s, la situaci�n de ciudades, autostradas, carreteras y ferrocarriles. Pero es mucho m�s ventajosa la carta en escala de 1 : 300 000, pues�to que muchos de los detalles de esta carta no est�n represen�tados en la escala de 1: 1 000 000. As� es comprensible que los pilotos de primera l�nea utilicen, casi todos, la carta de 1: 300 000 y, adem�s, lleven la mencionada carta de 1:1000000.
Ciertamente que ser�a mejor cartas arrolladas en escala de 1 : 300 000 para cada direcci�n de viento que pudiese presentarse o para cada ruta de vuelo con objetivo (N�tese que la opini�n del autor de este cap�tulo sobre las cartas arrolladas es bien distinta a la del autor del capitulo anterior. Personalmente opinamos a favor de las cartas arrolladas, siempre que sea posible. - N. del T.) ; mas esto seria caro, dado el que hoy se hacen vuelos en m�ltiples direcciones y de mucha longitud. Pero tambi�n se puede arreglar uno muy bien con cartas plegadas, como me cont� el camarada Vergens, que se las preparaba �l mismo. As�, se obtiene, por ejemplo, con veinticinco hojas que contengan en el centro la Wasserkuppe como punto de salida, un radio de acci�n de m�s de 300 km. Para cada trayecto se necesi�tan, en general, s�lo de dos a cuatro cartas que se pueden plegar separadamente. Una carta abierta mide 38 x 50 cm.; plegada en cruz solamente 19 x 25, y cuesta, entelada, unos 3 marcos. Las cartas se deben conservar en una caja, numeradas y ordenadas y se podr�n encontrar en seguida poni�ndoles alguna marca especial a cada una o bien con una carta de conjunto cuadriculada con arreglo a las hojas parciales.
Yo he usado siempre con buen resultado, tanto en el vuelo a vela como con avi�n de motor, las cartas del atlas Jeby de a bordo, expedidas por Theo Breuning, Berl�n -Mariendorf, calle Popper, 50 (tambi�n muy usadas por los antiguos pilotos de velero), en el cual atlas el problema est� resuelto de modo genial, tanto para las direcciones Norte a Sur como para las de Este a Oeste y contrarias, pudiendo plegarse f�cilmente, y adem�s, por un sistema especial de plegado, siempre se puede tener a mano el terreno sobre el que se vaya volando. Estos atlas Jeby se pueden obtener de diferentes clases y en todas las escalas usuales.
Tambi�n los coches remolcadores necesitan buen ma�terial de cartas. En su equipo debe figurar indispensable�mente la exact�sima carta para autom�viles de la Gran Alemania, plegable o en forma de libro (por ejemplo, el Atlas-Conti en 1: 500 000 o el especial de la misma firma en 1: 300 000)  (Para Espa�a, como se sabe, existen las cartas Michel�n o sus reproduc�ciones; adem�s, las generales de Fiat o Citroen. - N. del T.). Con estas cartas se puede encontrar todas las carreteras, aunque sean secundarias y todas las localidades, y as� no podr� ocurrir lo sucedido en el concurso de 1938, en el que un equipo estuvo perdido durante una hora dando vueltas para encontrar un lugar de aterrizaje dado. Tambi�n es muy �til como complemento las cartas con las nuevas carreteras, como la DDAC que, por cierto, no es a�n muy conocida, pero probada con �xito en los circuitos de auto�m�viles. Otra carta muy �til es una carta peque�a de con�junto con carreteras, cordilleras y grandes ciudades en escala de 1: 500 000, que podr�amos denominar �carta para la preparaci�n del vuelo�, muy a prop�sito para hablar con el piloto a fin de fijar y convenir los caminos convenientes seg�n los vuelos.
 

12.  Transporte de regreso

Durante el vuelo est� el piloto solo consigo mismo y �nica�mente son sus decisiones las que determinan el �xito o el fracaso del vuelo. Su capacidad como piloto y meteor�logo est� entonces en lucha con las fuerzas de la Naturaleza. El piloto y su p�jaro de madera forman un solo ser que act�a en estrecho abrazo. Este ideal, apoyado en un esp�ritu de�portivo resuelto a luchar, es lo que s�lo predomina mientras se est� en el aire.
Pero tambi�n durante el vuelo o, por lo menos, en el momento de haber tomado la decisi�n de aterrizar, tiene que pensar, con todo cuidado, en el viaje de regreso. El velero debe estar, a la ma�ana siguiente, dispuesto para envolar en el lugar designado para ello, para no perder ning�n d�a de los del concurso ni, por tanto, probabilidades de obtener puntos. Antes esto era cosa sencilla: con vuelos de 100 km. siempre hab�a tiempo sobrado. Pero con los vuelos de hoy, de m�s de 200 km. es ya m�s dif�cil ; o se cuenta con el regreso por remolque de avi�n - en el caso de que sea posi�ble - o hay que tener una potente organizaci�n bien pre�parada. As�, pues, discutamos estas dos posibilidades.
 

I.  Regreso por remolque de avi�n

Este medio supone, desde luego, algo inexcusable: que se aterrice en un lugar desde el que se pueda volver a envolar remolcado.
Esto es evidente si se aterriza en un aer�dromo o, en el caso de vuelo con objetivo, si se aterriza en uno de los luga�res fijados. Mas la cosa puede suceder de manera muy dis�tinta : puede ser que uno se vea �absorbido� por el terreno prematuramente, o que, si se trata de un vuelo de distancia, quiera uno no desperdiciar kil�metros. Pero si se tiene todo dispuesto para el regreso remolcado, se puede oportuna�mente buscar un sitio para aterrizar desde donde sea posible el envuelo a remolque. Afortunadamente, los concursos del Rh�n tienen efecto en una estaci�n del a�o en la que ya est�n segados los campos de cereal, que ofrecen as� excelentes campos de aterrizaje y envuelo. Si no se llega a alcanzar el aterrizaje en el terreno ideal que se desea, visto desde el aire, se fijar� uno bien en la direcci�n en la que se encuentra para que luego, despu�s del aterrizaje, se pueda volver a encon�trar, aunque entonces se mire el mundo con la vista de una rana. As� se ahorrar�n sorpresas cuando se emprenda la ma�niobra de transportar el velero al campo escogido recordando los obst�culos que pueda haber entre ambos lugares y que fueron vistos desde el aire, tales como bosques, filas de �rbo�les, r�os, caminos y puentes, todo lo cual se debi� considerar al tomar tierra.
Al aterrizar en un aeropuerto deber� uno esforzarse por hacer un buen aterrizaje, escogiendo bien el sitio de tomar tierra, y as� ser� uno mirado como piloto de velero decoroso y no se har� uno antip�tico, como pasar�a si al virar o pla�near lento casi se interpusiese uno en el camino de otro avi�n o bien que se tomase tierra en medio del campo y menos llegar a provocar �el calambre� de susto al ver que, casi por un pelo, no se tocaba otro avi�n de los que estuviesen en el campo, al pasar junto a �l o por encima.
En el caso de aterrizar en un aer�dromo es f�cil la cues�ti�n de la vigilancia y cuidado del aparato, ya que se cuenta con ayudantes conocedores de la aviaci�n. El aviso telef�nico a la Wasserkuppe dando noticia del aterrizaje lo he hecho siempre yo mismo y no se lo he confiado a nadie, porque as� estaba yo tranquilo de que se hab�a comprendido bien todo lo que yo quer�a decir.
Si se trata de distancias largas, aunque el avi�n remol�cador salga de la Wasserkuppe en seguida de recibirse el aviso, no ser� posible regresar a ella en el mismo d�a. Para ganar un tiempo que es precioso se ha procedido, en los �lti�mos a�os, del siguiente modo : antes de envolar, el piloto del velero informa al piloto del remolcador de la direcci�n en que va a hacer el vuelo y el probable aer�dromo de aterri�zaje. Una vez que el velero est� ya en viaje, cuando han pasado unas dos horas - lo mejor cuando se han repuesto fuerzas con la comida de mediod�a - sale el avi�n volando hasta el primer aeropuerto entre los fijados como objetivo. Desde aqu� llama el piloto por tel�fono a la Wasserkuppe para saber si ha llegado ya el aviso de aterrizaje de su velero; si no ha llegado a�n, emprende el vuelo hasta el siguiente aeropuerto y as� hasta el �ltimo. Si �ste se halla a unos 300 km. del punto de partida, llegar� a �l sobre las diecisiete horas, es decir, al mismo tiempo que el velero que envol� sobre las once horas y que, con una buena t�rmica, se puede calcular que sea �se el tiempo que necesitar� para llegar al objetivo fijado.
Trat�ndose de distancias de 200 km. se puede volver a la Wasserkuppe en el mismo d�a; en otro caso se vuela todo lo que se pueda en sentido del regreso y se pasa la noche en un aer�dromo. Al d�a siguiente se hace, de ma�ana, el �ltimo trayecto, y as� se llega descansado y fresco para poder envolar nuevamente. Este regreso con descanso intermedio es hasta casi mejor para reponer las fuerzas, que estar�an muy agotadas haciendo el vuelo en velero y un viaje largo de regreso a continuaci�n. Todos los pilotos saben que pre�dispone al sue�o un vuelo largo a remolque despu�s de la fatiga del vuelo a vela. No hay que decir las consecuencias catastr�ficas de �quedarse transpuesto�, y, por lo tanto, ser� mucho mejor partir en dos el trayecto de regreso, que exponerse a ese riesgo.
Por tanto, se ha probado tambi�n a seguir este otro m�todo para cuidar del piloto : en el aparato que va a buscar al velero va un segundo tripulante que es el que se encarga de pilotar el velero durante el remolque. De este modo el piloto concursante puede ir, durante el vuelo de regreso como pasajero del avi�n, y as� va tranquilo y hasta puede dormir, pues s�lo va en calidad de � equipaje�.
Con motivo de lo que se va tratando quiero decir tambi�n algo que felizmente no es necesario aplicar a todos los casos me refiero a la conducta personal del piloto despu�s de ate�rrizar. Luego de haber hecho un vuelo en que va solo el piloto, no tiene que pedir permiso a nadie para dar rienda suelta a su humor celebrando con una fiesta � mojada �, ya su alegr�a por el �xito conseguido o ya para matar su dis�gusto por un aterrizaje prematuro. Esto no debe hacerse en un concurso en el que el piloto tiene el deber de obtener de su capacidad como aviador el m�ximo rendimiento, para lo que debe conservarse, durante los catorce d�as que dura la competici�n, fresco y siempre dispuesto a ejecutar cumpli�damente las misiones necesarias. Un entrenador de equipo de remo sabe que en el tiempo de las regatas y durante la preparaci�n para ellas todos sus componentes deben hacer una vida sana y met�dica. Los participantes en un concurso tienen igual deber y, por consiguiente, deben someterse a las mismas leyes deportivas, y ahora se trata de un concurso de vuelo a vela en el que esas leyes deben estar vigentes todo el tiempo que dure el concurso.
Para terminar este cap�tulo haremos una propuesta para el caso de que ambos pilotos, el del avi�n v el del velero, se encuentren al anochecer en medio de un campo, sea porque el avi�n no ha podido llegar en tiempo oportuno o porque se ha echado la noche encima durante el regreso o sea, por fin, porque ha habido una aver�a de motor que ha obligado a aterrizar. Wolf Hirth tiene algo que contar sobre un caso de este g�nero que le ocurri� en el a�o 1934 en el que hubieron de aterrizar en medio del campo a consecuencia de haberse hecho de noche por haberse presentado un fuerte hurac�n del Oeste. Pidieron a los aldeanos que acudieron a ellos, paja y mantas, y durmieron admirablemente debajo de las alas de los aparatos, a pesar del viento y de la lluvia. Para estos casos pienso que el avi�n remolcador podr�a muy bien llevar, en el asiento del segundo tripulante o en el lugar del equipaje, un paquete con una peque�a tienda de campa�a, dos colchones neum�ticos y dos almohadas, cosas todas que hoy no son caras y que tienen casi todos los que practican deportes acu�ticos, y eso constituir�a una previsi�n muy pr�ctica. Se estar�a as� prevenido a todo evento y se podr�a pasar la noche muy bien junto a los aparatos, para continuar el vuelo al d�a siguiente.
 

II.  Regreso por carretera

Como ya se ha dicho, si se emplea este procedimiento hay que tener preparada una buena organizaci�n para que, aun en el caso de vuelos largos, se pueda estar a tiempo para envolar al d�a siguiente. Hay que contar con a�adir a la distancia recorrida en l�nea recta un tercio de su valor para tener la distancia que se debe recorrer por carretera; de modo que un vuelo de 250 km. exigir�, para regresar, un transporte de quince horas, incluyendo el viaje, la carga y las paradas para reponer gasolina y comer. Aunque el equipo est� dis�puesto para salir inmediatamente que se reciba el aviso de aterrizaje, seguramente llegar�a tarde al d�a siguiente para poder envolar otra vez. Por lo tanto, s�lo es posible obtener una ganancia de tiempo haciendo que el equipo de transporte se ponga tambi�n en marcha poco despu�s de que haya partido el velero.
No se puede conseguir una organizaci�n semejante si no se somete antes a un detenido an�lisis, as� se podr� contar con que salga bien en el ciento por ciento de los casos. El piloto explica su plan de vuelo al equipo que ha de ir a reco�gerle, y el jefe del equipo y el primer mec�nico toman nota de ello y entonces, a la vista de una carta de carreteras, se busca cu�l ser� el mejor camino para regresar, y as� quedan de acuerdo sobre ello el piloto y el primer mec�nico, que es el responsable de seguir el camino elegido.
Una vez partido el velero, el jefe del equipo sigue su vuelo constantemente con unos gemelos sin dejar de observarle ni un momento, mientras que los otros hombres del equipo preparan el tren de transporte para salir y emprender el viaje cuando ha pasado una media hora desde que se perdi� de vista el velero. Al llevar recorridos de 50 a 70 km. el me�c�nico, desde la primera ciudad que encuentre, llama al punto de partida para saber las noticias que pudiese haber del velero y as� sigue hasta que se tiene noticia del aterri�zaje. De este modo se le van, como quien dice, pisando los talones al piloto que uno tiene a su cargo y pronto se le en�cuentra en donde ha aterrizado. S�lo as� se concibe que pudiese ocurrir lo sucedido, por ejemplo, en el 19 concurso del Rh�n, en el que los veleros que aterrizaron en Berl�n, es decir, a m�s de 300 km. del punto de salida, pudieron estar a tiempo de envolar a la ma�ana siguiente, aun habiendo hecho el transporte por carretera.
Tambi�n puede contribuir el piloto, en el caso de un vuelo largo, al �xito del regreso, tratando de que su vuelo coincida lo m�s posible con el camino que se ha convenido hab�a de seguir el coche remolcador. As�, por ejemplo, hicieron varios pilotos en el gran aterrizaje en Berl�n durante el 19 con�curso del Rh�n, que no siguieron un rumbo recto, sino que dieron algunos rodeos pasando sobre Erfurt, Laucha, Halle, Bitterfeld, Wittenberg y as� en el caso de un aterrizaje prematuro habr�an sido alcanzados, con un trayecto muy corto, por los elementos de transporte, que segu�an el camino convenido previamente.

Si no se tiene posibilidad de aterrizaje en un aer�dromo, sino que se toma tierra en cualquier campo o en un prado, en el momento de tomar decisi�n de aterrizar hay que pensar tambi�n cuidadosamente en el transporte de regreso. Se procurar� aterrizar cerca de alguna poblaci�n o al lado de una carretera o, a lo menos, pensando en que haya un cami�no de f�cil acceso hasta el lugar en donde se vaya a aterrizar.
Lo m�s importante despu�s de aterrizar es poner en segu�ridad el velero y dar aviso de donde uno se halla ; despu�s de esto vendr� el desmontar. Yo no estaba tranquilo hasta que no hab�a avisado a la Wasserkuppe. Si el aterrizaje era en un sitio poblado, en seguida, con las primeras gentes que llegaban, organizaba el transporte del aparato hasta un camino, o lo m�s cerca posible de �l, evitando as� muchos da�os. Despu�s buscaba entre los llegados una persona que tuviese autoridad: guarda de campo, guardia civil, polic�a, miembro de organizaciones, etc., y en pocas palabras le explicaba lo esencial del velero y sus partes m�s delicadas para que cuidase de �l, con conocimiento de causa, mientras yo iba a telefonear.
Pero tambi�n puede ocurrir que la espera haga perder unos minutos y no se quiera ni tener esta p�rdida porque interese avisar al equipo, directa o indirectamente, lo m�s pronto posible. En estos casos se debe tomar un cintur�n o correa o una tira de tela con ojales en los extremos y algu�nos piquetes. Se pone el velero atravesado al viento y se ancla al suelo el ala del lado de barlovento con ese cintur�n o tira que se ha procurado. Se atracan los mandos, se cierra la cabina y se cubren los cristales de las ventanillas con el abrigo y con estas precauciones se puede dejar solo el velero mientras se va a telefonear.
Despu�s, a pie, o con una bicicleta prestada o, mejor quiz�, como hu�sped de una motocicleta o un coche, se va hasta el tel�fono m�s pr�ximo para dar el aviso de aterrizaje llamando al tel�fono tan conocido por los pilotos de velero : �Gersfeld, 207�. Como ya se ha dicho antes, esta misi�n no se debe confiar a nadie y as� se estar� tranquilo y seguro de que el aviso se ha dado como uno desea y ha sido compren�dido en igual forma. Al dar este aviso no basta decir la localidad; hay que decir tambi�n el partido a que pertenece, los kil�metros y direcci�n a la poblaci�n importante m�s pr�xima. Algunas veces ha sucedido que el equipo se ha ido a otro sitio y all� se est� esperando al piloto, con lo que hay una p�rdida de tiempo que es precioso; por lo tanto, creo que debe darse tambi�n la explicaci�n del modo de ir hasta el lugar de aterrizaje y los kil�metros que hay que recorrer para llegar a �l por el camino m�s corto desde la carretera general. Adem�s, yo acostumbraba decir siempre un sitio donde encontrarnos, que, por an�logas razones, prefer�a fuese, a ser posible, una hospeder�a o fonda conocida por su buen servicio.
Viene, despu�s, el desmontar el velero, para lo cual s�lo se tomar�n como ayudantes aquellos que ya hayan tenido que ver algo con aviaci�n o bien con motocicletas o autom�viles. Naturalmente que es necesario darles antes algunas explicaciones. Si todav�a ha de tardar algunas horas en llegar el equipo y hay cerca alg�n sitio a prop�sito, se tomar� uno la molestia de llevar a �l los elementos del aparato para que est�n convenientemente protegidos: si se dejan al aire libre hay que procurarse un vigilante fiel. Yo siempre me infor�maba de si hab�a por all� cerca alg�n campamento de tra�bajadores o de escolares que a un ruego m�o, ya de presencia o por tel�fono, se ofrec�an alegremente para vigilar o para transportar el aparato. Si hay que tratar con �paisanos�, se toman dos para que alternen en la vigilancia y previamente se les pregunta - en caso de que no parezcan ser �altruis�tas� - cu�nto desean ganar. Yo les daba inmediatamente una peque�a cantidad y les promet�a un suplemento cuando llegase el equipo, con lo que no intentaban marcharse antes de tiempo dejando el aparato abandonado.

Entonces me dirig�a a la hospeder�a o al punto en que hab�a dado la cita al equipo y convenc�a al due�o de que estuviese abierto hasta que llegasen mis hombres, aunque fuese tarde, encargando que preparasen una buena cena para ellos, calculando que llegar�an hambrientos. Entonces dejaba los datos necesarios para saber d�nde se encontraba el velero, ya dando la explicaci�n de palabra a los due�os de la casa o bien con un peque�o croquis. En los �ltimos a�os algunos concursantes han empleado con ventaja un medio muy �til, consistente en llevar en el velero un lienzo con un bolso cosido a �l ; el lienzo ten�a 1 x 2 m. y llevaba escrito en grandes caracteres el nombre del Grupo, escuela, n�mero del velero como concursante y otros pormenores ; en el bolso se pon�a un escrito expresivo del lugar en que se en�contraba el aparato y en el que estaba el piloto ; el lienzo se pon�a de modo que pudiese ser visto a la luz de los faros del coche. Se ve que es un medio excelente para dar aviso de noche y, por lo tanto, deber�a ser imitado.
Despu�s que ya ten�a en seguridad mi p�jaro de madera o bien vigilado. as� como hab�a dispuesto lo necesario para los hambrientos est�magos de mis hombres, aprovechaba las horas que faltasen hasta su llegada para descansar y si era posible, dormir. Para ello procuraba que se me diese un cuarto tranquilo, pues cada hora de descanso en un concurso es valios�sima y no debe desperdiciarse.
En cuanto llegaba el equipo, se empezaba por cargar el aparato en el remolque. Si se hab�a dejado al aire libre y se encontraba, naturalmente, en la oscuridad, se iluminaba con el proyector para cargar. Todos los elementos sueltos se colocaban con arreglo a un plan establecido, incluso la herra�mienta. No se debe colocar ning�n elemento en el suelo que no est� dentro del plan establecido, pues si no se hace as�, se pierde seguramente. A pesar de tomar esta precauci�n, se deber� mirar bien, alumbrando todo el suelo donde se ha hecho la operaci�n por si se ha quedado algo.
En seguida me despertaban para cenar y entonces se me acosaba con la pregunta de: � C�mo ha ido la cosa ? � Yo con�testaba amablemente a las preguntas de mis compa�eros. � Acaso no he hecho yo lo mismo, desde 1922, cuando viv�a el ambiente del vuelo a vela ? Alguno de los ayudantes de mi equipo es hoy participante en los concursos y aprendi� - como a m� me ocurri� -  toda su ciencia de concursante formando parte de un equipo. El que en pocos anos el vuelo a vela haya tenido una expansi�n de las proporciones que hoy ha alcanzado, solamente ha sido posible habiendo entre todos los que interven�an en �l un esp�ritu de camarader�a y no de ego�smo. Todo lo que hace pocos a�os era una nove�dad que consciente o inconscientemente se ensayaba, ha pasado a ser del dominio general por ese esp�ritu de compa�erismo entre los pilotos.
Hay que pensar bien en la posibilidad de hacer el regreso por las carreteras generales o hasta por las autostradas. Merece la pena dar alg�n rodeo para llegar a ellas por la gran velocidad media que se puede conseguir viajando por un buen camino. Respecto a las especiales medidas que deben tomarse para un viaje largo de noche, v�ase cuanto se dijo al tratar de los �coches remolcadores�.
Si se llega de noche a la Wasserkuppe, se dejan cargados los veh�culos, y los hombres se van a dormir. A la ma�ana siguiente, de d�a, se vuelve a montar el velero, se limpia y se revisa todo. Si se vuelve del viaje a la ma�ana temprano, o acaso cuando ya es hora de envolar entonces se descarga en seguida y se pone todo en orden. A pesar del cansancio de la noche pasada de viaje, todos se ponen a su obligaci�n con el mismo esp�ritu de camarader�a de siempre. El piloto, que habr� dormido durante el viaje, aprovecha el tiempo empleado en montar el velero, para enterarse de la situaci�n meteorol�gica, estudiar las condiciones de la prueba que corresponde al d�a, y para reflexionar sobre el plan de vuelo que adoptar�, as� como para tomar un substancioso des�ayuno.
Conclusi�n: El saber y la experiencia de uno en el d�a de hoy ser�n ma�ana la ciencia y la pr�ctica de todos. El saber y la experiencia de ma�ana ser�n superados pasado ma�ana o servir�n de base a nuevos avances y progresos. Por tanto, cuando la ciencia de la preparaci�n de los vuelos y las experiencias recogidas en ellos sean del dominio gene�ral de los pilotos, ser�n posibles nuevos avances en mejora y en expansi�n del vuelo a vela, para que el vuelo sin motor alem�n vaya siempre a la cabeza del vuelo sin motor en el mundo.  
 
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