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Club de Planeadores Los Caranchos

Aer�dromo:  Ruta Provincial C-45  -  ALTA GRACIA  -  Departamento Santa Mar�a  -  Provincia de C�rdoba  - Rep�blica Argentina


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Manual del Vuelo a Vela
Wolf Hirth
1942

Vuelo de distancia
por WOLF HIRTH

El vuelo a vela de distancia es tan antiguo como el vuelo sin motor; los primeros planeos de Lilienthal eran peque�os vuelos de distancia. M�s tarde, fueron los hermanos Wright y luego, en 1921, Friedrich Harth, los primeros que consi�guieron aterrizar en el punto de salida, despu�s de haber hecho vuelos largos. Lo mismo que ocurre en otros aspectos del vuelo sin motor, que donde mejor se ve su evoluci�n es en los concursos del Rh�n, as� pasa tambi�n en los vuelos de distancia. He aqu� la evoluci�n: En 1920 a 1922 estos vuelos de distancia fueron siempre ejecutados en l�nea recta y contra el viento ; el aterrizaje se hac�a en el valle, o sea unos cientos de metros por debajo del punto de salida. En 1923 se hicieron las primeros tentativas de cubrir grandes distancias con otra clase de vuelo, es decir, volando con viento de popa y con viento lateral, saltando de colina a colina. El vuelo con viento de popa no tuvo por entonces �xito, mientras que Botsch (un muchacho de Darmstadt) consigui� recorrer 18 Km. en vuelo de colina a colina y con ello elev� considerablemente las marcas obtenidas hasta entonces. El primer vuelo de �xito con viento de popa fue el de Max Kegel, realizado en una tormenta en el a�o 1926, aterrizando a 52 Km. de distancia de la Wasserkuppe (Conviene hacer una aclaraci�n. El viento de popa quiere decir aqu� que el avance general del velero es en la direcci�n del viento, pero en el detalle de su ejecuci�n no vuela el velero en sentido del viento.
En efecto, una tormenta es, como se ha dicho antes, un rulo que avanza con la ascendencia por delante: la t�ctica de vuelo es ir y venir a lo largo del rulo, es decir como si la tormenta fuera una ladera que avanza en direcci�n normal a la suya. La trayectoria real del velero es el resultado de componer, la de ida y vuelta delante de la tormenta con el avance de �sta, es decir, una tra�yectoria ondulada pero extendida en sentido del viento. - N. del T.); sin embargo, �ste era un vuelo con apoyo en una tormenta, mientras que Nehring, el afamado maestro de vuelos de dis�tancia con apoyo orogr�fico, cubri� igual distancia en 1927, y en el 1928 lleg� a m�s de 70 Km. con igual procedimiento. Por lo tanto, en lo dicho hasta ahora pueden distinguirse las siguientes posibilidades de vuelo a vela de distancia.

1.� Vuelo recto con viento de proa, desde una monta�a hasta el valle.

2.Vuelo a lo largo de una ladera con viento lateral o, en los casos de grandes distancias, vuelo con viento lateral apoy�ndose en colinas sucesivas.

3.� Partida desde una ladera; ganar altura en la ascen�dencia orogr�fica y luego vuelo de distancia con viento de popa.

4.� Partida desde una ladera, vuelo en la ascendencia orogr�fica, luego vuelo con apoyo en una tormenta, avan�zando en sentido del viento.

Desde luego, con simple vuelo a lo largo de una ladera, se cubrieron grandes distancias, casi siempre en las dunas de algunas costas o en cordilleras, como lo hizo Ferdinand Schulz en 1927, que alcanz� m�s de 60 Km. Pero todos estos m�todos de vuelo de distancia se abandonaron completa�mente cuando se aprendi� bien el apoyo en las ascendencias t�rmicas, pues con ellas pod�a uno despegarse de las mon�ta�as y de los malos terrenos de aterrizaje y otros parecidos inconvenientes.
Se pod�a uno mover en alturas mucho mayores que las alcanzadas hasta entonces y dominar mejor con la vista la trayectoria que se hab�a de seguir en el vuelo. Actualmente un vuelo de distancia modelo se realiza con apoyo combinado, o sea aprovechando los distintos m�todos para vuelo de distancia. Despu�s de envolar en una ladera, se gana altura con la virada en c�rculo en la t�rmica, en cuanto se ha encon�trado una corriente ascendente intensa, y, desde ella, se deja uno llevar por el viento, con lo que ya se hace alguna distancia. Si de ese modo se ha llegado a la altura de los 800 � 1000. m. y la subida ha cesado por existir una inversi�n o nubes de escaso espesor, se dirige la proa de nuestro p�jaro en la direcci�n en que sople el viento y se toma el rumbo de esta direcci�n como base directriz del vuelo. Naturalmente que puede haber razones, como, por ejemplo, objetivo fijado o la necesidad de evitar ciertas comarcas que se encuentren en esa direcci�n, que obliguen a no seguir exactamente el rumbo del viento de popa (Se recuerda a este respecto que el rumbo para llevar el viento en popa es el opuesto al que designa la direcci�n del viento, pues se sabe que, por conve�nio universal, el viento se designa con el rumbo de donde viene. - N. del T.), sino que haya que desviarse m�s o menos de �l (Fig. 144).
Nuestras grandes distancias las hemos hecho llevando como directriz la idea de avanzar lo m�s de prisa posible para haber cubierto una gran distancia cuando al llegar el atardecer nos abandone la t�rmica, cuidando siempre de encontrar una nueva ascendencia despu�s de haber abando�nado la anterior.

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Fig. 144. Envuelo en una ladera; vuelo t�rmico, vuelo en nubes; planeo hasta la pr�xima nube; vuelo sin visibilidad, etc. como final, vuelo de distancia con apoyo orogr�fico a lo largo de una cadena de monta�as

Ya en 1931 me hab�a yo dado cuenta de que puede ser muy �til no hacer uno solo esos vuelos de distancia, sino en combinaci�n con otro compa�ero, lo que hab�amos hecho efectivamente Groenhoff y yo. Despu�s se vio que no era favorable ir m�s de dos al vuelo de distancia, porque se es�torban unos a otros. Dos veleros pueden muy bien volar en c�rculo en la misma pompa t�rmica, pero, para tres, el espacio resulta muchas veces demasiado peque�o (Fig. 145).

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Fig. 145. Volar tres en la misma pompa no es recomendable. Pero volar una pareja es casi siempre de buen resultado. Por consiguiente, ser� bueno volar dos pilotos en vuelo combinado todo el tiempo que el viaje permita hacerlo mientras no sea interrumpida esa t�ctica por el vuelo dentro de una nube

 Lo mejor ser�a que se pudiese amaestrar un par de p�jaros veleros a los cuales se les mandase volar al mismo tiempo que uno, pues los peque�os p�jaros necesitan mucho menos espacio para volar y, en cambio, ense�an exacta�mente d�nde est�n las buenas ascendencias. En nuestro viaje a Am�rica del Sur se pudo comprobar muy bien esa cir�cunstancia cuando volamos juntos con los buitres. Pero tambi�n en Norteam�rica y en Europa sirven muy bien los busardos (En Huesca, en donde se hicieron en Espa�a por primera vez permanencias importantes, los buitres marcan perfectamente la situaci�n de las ascendencias orogr�ficas y, en sus excursiones, escogen una u otra de las series de mesetas que forman el circo en cuyo centro est� Huesca, seg�n la direcci�n del viento. -N. del T.). Seguramente que ser�a una gran cosa poder domesticar por lo menos un busardo, de modo que siempre nos acompa�ara en nuestros vuelos. Claro es que no podr�amos hacerle comprender que deseamos ir lo m�s lejos posible con viento de popa, pero bastar�a con que volase junto a nosotros y as� nos fuese encontrando ascendencias a nues�tra derecha o a nuestra izquierda, entre las cuales, de otro modo, pasar�amos sin presentirlas.
La mayor parte de los pilotos que practican el vuelo de distancia hacen lo mismo que los p�jaros, que se dejan llevar por la ascendencia hasta la base de la nube y desde all� toman el rumbo que han de seguir en su vuelo.
Una t�cnica que acaso haya sido poco ensayada, pero que desde luego se ve que con bastante ejercicio hab�a de tener �xito, es mantenerse por mucho tiempo en las nubes, porque all� se sube muy aprisa, y despu�s convertir la altura ganada en r�pido avance. Con esta t�ctica, el vuelo en com�binaci�n con m�s de un velero se har�a dif�cil, si no impo�sible.
Ya ha ocurrido a alg�n piloto poder seguir volando con un frente despu�s de haberse estado horas volando con apoyo t�rmico. Una casualidad especialmente favorable es la de encontrarse con un frente tormentoso a la hora del d�a en la que ya empieza a querer cesar la t�rmica, como es, en el centro del verano, hacia las seis de la tarde. Con circuns�tancias particularmente buenas se puede llegar a volar con una tormenta as� hasta de noche, pero claro que se debe contar con una chiripa para el aterrizaje o con conocer muy bien la comarca sobre la que se vuele.
Sin duda es un grave error para un joven piloto entre�garse enteramente al vuelo t�rmico y no querer saber ya nada del vuelo con apoyo orogr�fico. Si bien nuestros gran�des vuelos del concurso del Rh�n de 1931 se ejecutaron, casi exclusivamente, con apoyo t�rmico y en frente tormentoso, nos vimos obligados, en 1932, a volver otra vez al apoyo orogr�fico. En aquella ocasi�n pude hacer los dos vuelos de mayor distancia del concurso (nada menos que trayectos de 145 y 155 Km.) �nicamente con ayuda de apoyo orogr�fico y precisamente lo hice volando en t�rmico en corto tiempo despu�s de dejar la Wasserkuppe, sobre el Geba, luego en el Gran Beerberg del bosque de Turingia, m�s tarde en el Kickelhahn y, una detr�s de otra, sobre seis u ocho dife�rentes colinas, hasta que finalmente, en Jena, estuve dos horas en ida y venida sobre una ladera, lo que, por fin, me dio lugar a engancharme en una nube y as� hice 25 Km. m�s.
Hay varias cosas que pueden servirnos de ayuda en la ejecuci�n de un vuelo de distancia, adem�s de las conocidas indicaciones, tales como busardos, formas t�picas de nubes u otros compa�eros de los pilotos de velero ; as� yo he volado muchas veces y con velocidad, al lado de mariposas, trozos de papel elevados hasta lo alto por los torbellinos y he visto polvo seco que me hizo notar que, cerca, deb�a haber una ascendencia. Entonces debe uno detenerse, y tirando de la palanca, transformar en altura el exceso de velocidad y tranquilamente buscar d�nde se halla la ascendencia m�s intensa. Cuando en un vuelo de distancia se lleva bastante altura, no se debe hacer caso de las ascendencias d�biles y solamente se atender� a las pompas t�rmicas r�pidamente ascendentes para, de este modo, avanzar lo m�s aprisa posi�ble. Desde luego se debe decir que esas r�pidas ascendencias s�lo se encuentran en las alturas ya grandes, y la velocidad ascendente depende de la estratificaci�n de temperatura que haya en el aire.
Puede presentarse la favorable circunstancia, que yo mismo he encontrado en la pr�ctica, de que las ascendencias m�s intensas se hallen en las alturas entre los 600 y los 900 m. Si se ha encontrado un caso de esos se tratar� de hacer todo el vuelo en esa capa. Lo �ltimo ser�a llevarse el chasco de que la velocidad del viento en esta altura resultase m�s peque�a que en otras alturas mayores o menores. El mejor punto de referencia para resolver esa cuesti�n es la obser�vaci�n de la sombra de las nubes, lo cual naturalmente s�lo puede tener valor si se vuela, poco m�s o menos, a la altura de ellas.
As�, alguna vez puede uno verse obligado a volar m�s bajo y acaso no se pueda alcanzar m�s de los 600 m. sobre el terreno. Sin embargo, tambi�n en este caso se puede obte�ner durante horas el apoyo t�rmico y si el cielo est� muy nublado guiarse por los rayos del sol que lleguen a pasar por alg�n claro de las nubes. Esto me recuerda en seguida el vuelo t�rmico de cuatro horas y media en el que hice, por primera vez, la vuelta al Oechsenberg, saliendo de la Wasser�kuppe y regresando a ella. Las circunstancias t�rmicas en aquel d�a eran tan mezquinas que yo estaba ya decidido a considerar como imposible de alcanzar el objetivo fijado para el vuelo; solamente pude ayudarme oteando con ah�nco en busca de una aldea o un campo de cereal ba�ados por el sol. Hacia all� vol�, naturalmente, teniendo en cuenta el efecto de traslaci�n que el viento produce (Fig. 146) y la situaci�n de las ascendencias, y as� fue como pude seguir tra�bajando, consiguiendo lentamente ganar un cuarto de metro de altura, o, a veces, solamente conserv�ndola.
Como nunca se puede tener un criterio absolutamente seguro sobre las ascendencias, nunca se puede saber si sobre tal punto ba�ado por el sol habr� realmente aire ascendente; lo que parece bastante seguro es que raras veces hay cana�les o chimeneas de aire ascendente en los que la ascendencia persista durante horas. La ascendencia t�rmica hay que ima�gin�rsela, casi siempre, pensando que a intervalos de diez a veinte minutos se desprenden del suelo pompas t�rmicas que se elevan ; a cada desprendimiento sigue una acumula�ci�n de aire caliente en la capa inferior que, al cabo de alg�n tiempo, se desprende nuevamente.

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Fig. 146. Ascendencia sobre una ciudad (seg�n Bachem), en el caso de calma (1) y con viento (2)

Estando en Buenos Aires, en abril de 1934, tuve ocasi�n de comprobar durante un vuelo de cuatro horas de duraci�n, con cielo azul, sin una nube, que del mismo sitio se despren�d�a una pompa t�rmica cada diez o quince minutos y hasta vol� todo el tiempo en el mismo lugar de la atm�sfera, re�cibiendo regularmente, cada cuarto de hora, el impulso que me daba tal ascendencia peri�dica.
La figura 147 representa c�mo puede llevarse a cabo un gran vuelo de distancia. El vuelo hipot�tico se compone de la combinaci�n de todos los modos posibles de hacer vuelos de distancia y cuenta con algunas casualidades, con llevar equipo de radio y eventualmente con vuelo en biplaza.
Cuando se puede contar con cordilleras extensas, como sucede en muchos pa�ses de nuestra Tierra, se puede envolar por la ma�ana temprano en una ascendencia orogr�fica, seguir volando a lo largo de la cordillera y llegar a su fin al tiempo en que empiece la producci�n de la t�rmica. En Norteam�rica se hizo un vuelo orogr�fico de este g�nero cubri�ndose 200 Km. de distancia, hecho realizado por Lew Barringer. Se abandona la orograf�a cuando ya se han dejado atr�s 200 Km., y entonces, con apoyo t�rmico, se va volando sobre nuevas comarcas, hasta que, a la tarde, se pueda encontrar nuevo apoyo orogr�fico o hasta quiz� otra cordillera, a lo largo de la cual puede volarse otra vez aprovechando su as�cendencia. Al cesar el viento, ser� posible, sin duda, pasar la noche en el aire sobre una regi�n preparada con iluminaci�n adecuada, lo que puede hacer el equipo de hombres de acom�pa�amiento que vayan en auto detr�s de nosotros y, a la ma�ana siguiente, seguir el vuelo con apoyo t�rmico u oro�gr�fico. Se ve, por lo dicho, que hay todav�a muchas posibi�lidades de que, mediante una preparaci�n bien estudiada, se puedan hacer vuelos de distancia que mejoren mucho las marcas existentes.

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Fig. 147. Este vuelo � imaginado  representa un ejemplo de vuelo de dis�tancia llevado a cabo utilizando diferentes clases de ascendencias. A hora tem�prana de la ma�ana empezamos a volar a vela con apoyo orogr�fico a lo largo de los montes y cuando sea necesario se da el salto de meseta a monte ganando altura previamente. En la �ltima ladera se espera a que empiece la t�rmica y se sigue el vuelo por la llanura apoy�ndose en las nubes.
Si tenemos radio a bordo, lo que es de esperar que pronto sea realidad, po�dremos recibir el aviso de una estaci�n meteorol�gica, que nos da a conocer la llegada de un frente tormentoso. Si las noticias que van llegando siguen siendo favorables, esperaremos el frente y seguiremos con �l nuestro viaje pasando sobre pantanos y lagos, en donde no hay que esperar t�rmica, para luego en la prima noche volar a vela sobre las dunas, siguiendo el viaje guiados por la espuma de las rompientes. Todav�a no ha habido quien haga un vuelo de distancia de dos d�as de duraci�n, aun cuando hoy no es una cosa dif�cil, dada la gran cantidad de terrenos apropiados para el vuelo a vela que se tienen conocidos. Podr�a ayudar muy bien a este fin una carta de vuelo a vela, en donde constasen las laderas de buenas condiciones para el vuelo, as� como los terrenos en los que hay � absorci�n �

Despu�s de un vuelo de distancia, es natural esperar un aterrizaje de circunstancias, con lo que o se puede vivir una de las m�s encantadoras aventuras de la existencia o, tam�bi�n, se puede experimentar algo muy desagradable. En todo caso la cosa es muy distinta de cuando se le espera a uno y esto es quiz� uno de los mayores encantos de un vuelo de distancia en velero. Cada vuelo de este g�nero es un viaje de exploraci�n a un pa�s desconocido. A pesar de esto, se pueden dar algunas reglas, que ser�n de utilidad, al menos para los principiantes.
Siempre que sea posible se deber� aterrizar cerca de alg�n pueblecito, pero no demasiado cerca; lo mejor, de uno a uno y medio kil�metros de distancia, en la proximidad de una carretera o de un buen camino para que sea f�cil el trans�porte del aparato desmontado. Para m� lo m�s agradable era aterrizar cerca de alg�n cortijo, de alg�n molino de vien�to o alguna casa pr�xima a la carretera, junto a los cuales se puede aterrizar sin temor a que acuda mucha gente, se tiene en seguida tel�fono y tambi�n sitio para ponerse al abrigo del tiempo. Sin embargo, cuando tuve que aterrizar cerca de una aldea o peque�a ciudad y vino mucha gente a ver el aparato, procur� buscar en seguida alguna persona con cargo oficial para encargarle la vigilancia del aparato. Una gratificaci�n de un par de marcos puede, en estos casos, evitar da�os que valgan cientos de marcos (Se traduce, naturalmente, con fidelidad, as� que cada uno medir� las circunstancias de su pa�s para dar valor efectivo a lo que manifiesta el autor alem�n.-N. del T.). Cuando hab�a encontrado uno o dos vigilantes les explicaba bien claro la ligereza de construcci�n del aparato, cosa que la gente no puede comprender y les hacia ver que se pod�a romper con s�lo tocarlo sin cuidado. Entonces ped�a que me prestasen una bicicleta o rogaba a alg�n motorista que me llevase hasta el puesto de tel�fono m�s pr�ximo. Si el vuelo me hab�a llevado muy lejos, de modo que no pod�a espetar que el equipo de transporte llegase antes del d�a siguiente, lo primero que hac�a, antes de ir al tel�fono, era desmontar el aparato y dejarle en alg�n granero o cobertizo. En ning�n caso recomiendo mandar a otra persona a que d� el aviso por tel�fono, pues esto siempre da lugar a falsas interpretaciones. Por lo dem�s, remito al lector al cap�tulo redactado, sobre estos asuntos, por Paul Krekel, quien es muy ducho en la materia (P�g. 453).
El problema es m�s sencillo cuando se aterriza en un aer�dromo; entonces s�lo hay que tener cuidado de no ocu�par el sitio necesario para los aviones de tr�fico o de escuela. Nosotros, los pilotos de velero, sabemos ya d�nde tenemos que ponernos: en los m�rgenes del campo, donde no estor�bamos.
En el cap�tulo siguiente completa estas explicaciones E. G. Haase, exponi�ndonos sus propias impresiones y ex�periencia de vuelo de distancia.

Impresiones de un piloto sobre el vuelo de distancia

La conclusi�n que saco de los kil�metros que llevo hechos con vuelo a vela en los �ltimos a�os, que suman m�s de 6000, es la de que nunca se acaba de aprender, cosa que nadie creer� y que todo depende hoy de afinar y mejorar los aparatos, los cuales aun no han llegado, en su evoluci�n, a la perfecci�n completa. Creo que todos podemos elevar nues�tras marcas de distancia adquiriendo mayor pericia en el vuelo.
Empiezo por suponer que se trata de un piloto que sabe volar correctamente, del cual se puede decir que se � ha criado con su aparato� y que sabe virar impecablemente. En segundo lugar, que dispone de buenos instrumentos, sobre todo de un vari�metro moderno de perfecta sensibilidad y rapidez de indicaciones. Adem�s, ha de contar con un asiento c�modo (almohadilla neum�tica) y llevar algo de provisi�n - algunas galletas y chocolate y un termos con una limonada fresca - as� como la cabeza protegida contra el sol.
Supuesto ya que se tiene todo eso, se puede hacer la pregunta: � � Qu� t�cnica de vuelo emplear� para llegar lo m�s lejos posible o para alcanzar el objetivo fijado ? � La respuesta dice sencillamente: � En primer lugar, volar� lo m�s aprisa posible y despu�s me esforzar� en que no me chupe el suelo prematuramente. � � C�mo se vuela lo m�s r�pidamente posible ? Lo principal es ganar desde luego y de prisa mucha altura, pues no basta subir, sino encontrar la m�s r�pida ascendencia. Esto quiz� no sea f�cil al principio, pues hay que saber en d�nde est� y luego encontrarla y no seguir el vuelo dej�ndola atr�s. A pesar de estos riesgos, yo no me he considerado satisfecho cuando, a mediod�a, que es la hora en la que hay que contar con la buena t�rmica, no hab�a hallado m�s de 1,5 m/s. de velocidad ascendente, sino que siempre he buscado hasta hallar sitios en donde hubiese de 2 a 3 m/s. Se empieza as� a subir regularmente y al notar que la ascendencia comienza a debilitarse hay que dejarla, si se quiere avanzar aprisa, y renunciar a 100 m. m�s de altura que pudieran conseguirse, pues si se sigue virando en circulo hasta que se haya agotado la ascendencia, se tiene una p�rdida de tiempo innecesaria. En cambio, al atardecer, cuando por todas partes son ya d�biles las ascendencias, hay que aprovechar la que se tenga hasta los �ltimos cent�me�tros, porque entonces no se sabe d�nde se podr� encontrar otra mejor. Cuando se tiene buena altura no vale la pena seguir virando aunque se desperdicien 100 m., porque todav�a quede algo de ascendencia utilizable; hacer eso cuesta mu�cho tiempo. Si se tiene pr�ctica suficiente, se puede juzgar bien, a la vista del terreno y de la situaci�n del tiempo, si ser� mejor seguir el vuelo recto o aprovechar todav�a la ascendencia. Conviene advertir que cuando se vuela en recta avanzando con el viento se encuentran ascendencias alinea�das con �l, aunque no sean visibles por no formarse nubes; puede ocurrir tambi�n en este caso que se vaya por una zona descendente y convendr� entonces avanzar en zigzag para encontrar las zonas ascendentes y as�, mucho m�s frecuentemente de lo que cree el principiante, se encuentran ascenden�cias cuando se pone el necesario cuidado. Las aves de presa, las mariposas, hasta las golondrinas y, sobre todo, las nubes nacientes son signos inequ�vocos de ascendencia. En cuanto a las nubes de gran tama�o, hay que tener precauci�n, pues muchas veces se llega a ellas cuando empiezan a disolverse, y no es eso lo peor, sino encontrarse con que haya descen�dencia.
Respecto a la cuesti�n del vuelo sin visibilidad, se debe decir que el vuelo dentro de las nubes es indispensable para llegar a una marca de distancia, ya que en ellas es en donde existen siempre las ascendencias intensas y claro es que para entrar en una nube es preciso contar con que el aparato que se lleva es a prop�sito para ese g�nero de vuelo; con el � Bussard �, por ejemplo, no es recomendable entrar en una nube si no va provisto de frenos para el vuelo desbocado. Por el contrario, con el � Minimoa �, he estado muchas veces toda una hora volando dentro de la nube y he ido a la si�guiente entrando directamente en ella, a mayor altura que su base, buscando ya la mejor ascendencia, para volver a reanu�dar el vuelo en ruta cuando se debilitaba la ascendencia o la temperatura se acercaba a la de congelaci�n. Al volar en nube se comete muchas veces el error de virar demasiado pronto, por creer que ya se est� suficientemente dentro de ella cuando todav�a se est� realmente en el margen. El vuelo combinado con otro piloto s�lo lo creo ventajoso cuando ambos pilotos y aparatos son comparables. Si se vuela bajo y hay el peligro de � ser chupado �, hay que volar, como se comprende, con mucho cuidado y debe uno contentarse con cualquier ascendencia que se encuentre, aun cuando acaso se vea cerca de uno subir m�s de prisa un p�jaro u otro avi�n. Cuando yo volaba buscando, siempre aprovechaba colinas, lindes de bosques u otras desigualdades del terreno. En los aterrizajes de circunstancias, mucho cuidado con las l�neas a�reas y, al llegar el momento: � aterrizar siempre ladera arriba !
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