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Club de Planeadores Los Caranchos

Aer�dromo:  Ruta Provincial C-45  -  ALTA GRACIA  -  Departamento Santa Mar�a  -  Provincia de C�rdoba  - Rep�blica Argentina


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Manual del Vuelo a Vela
Wolf Hirth
1942

Las ascendencias

por WOLF HIRTH

Ascendencia orogr�fica

La ascendencia m�s conocida es la orogr�fica, la cual se presenta all� donde una corriente horizontal de aire encuen�tra el obst�culo de una monta�a que, desviando el aire, le fuerza a elevarse. Con esta ascendencia vol� ya Otto Lilienthal y fue la que hizo posible los primeros grandes vuelos a vela en el Rh�n y en otros lugares en los a�os de 1920 a 1925. Aunque este g�nero de ascendencia no representa hoy el im�portante papel de ser el �nico manantial de energ�a del vuelo a vela como en aquellos a�os representaba, es, sin embargo, el campo en el que se zarandean los principiantes del vuelo a vela, y en el que tambi�n se encuentran a gusto los antiguos pilotos de velero.
La intensidad de la ascendencia depende no solamente de la velocidad horizontal del aire, sino tambi�n de la altura de la monta�a: de su forma, seg�n que sea c�nica o una cadena extensa; de la pendiente de las laderas; asimismo de la clase de vegetaci�n, prado o bosque; de la posici�n del sol y consiguiente influencia t�rmica; adem�s de la clase de terreno que haya ante la monta�a.
La mejor ascendencia y mejores condiciones para el vuelo, es decir, el terreno ideal para producir una ascendencia orogr�fica se hallar� all� donde, en una gran llanura, sin otras colinas u obst�culos, se levante una hermosa cadena de monta�as, poco m�s o menos como se representa en la figura 109. Aqu� el viento sopla libremente y es recogido en toda su extensi�n por el terreno que se eleva formando como una cazuela o ensenada, mientras que si se tratase de un monte c�nico al aire le rodear�a por ambos lados y solamente se producir�a una ascendencia peque�a.
Hay que fijarse especialmente en la formaci�n de torbe�llinos que pueden presentarse en un terreno de vuelos y que precisamente puede ser en la parte dedicada al envuelo y aterrizaje. Muchas veces no se puede evitar que las zonas de terreno destinadas a esos fines y, m�s a�n, la destinada al aterrizaje, est�n situadas en regiones de la masa de aire en donde se producen torbellinos. Esto dificulta las operaciones de vuelo, cuando se trata de alumnos; pero para pilotos con pr�ctica no significa m�s que poner atenci�n en ello durante unos segundos (fig. 109).

Fig. 109. Terreno favorable para la ascendencia orogr�fica. En la zona de envolar y aterrizar cerca del cobertizo, la uni�n de meseta y ladera es suave, con una curvatura adecuada para facilitar las �  maniobras de envuelo �, permi�tiendo f�cilmente el � correr � del equipo de envuelo, cuando se da esa voz, mien�tras que el resto de la ladera es m�s empinada y su uni�n con la meseta es cor�tada; todo lo cual refuerza la ascendencia. Los aterrizajes son posibles de hacer cerca del cobertizo, tanto contra el viento como con el viento, ladera arriba. Adem�s, se puede aterrizar sin peligro alguno en el valle y luego envolar otra vez por remolque de avi�n o de torno, o bien, en el caso de viento flojo, instalar el torno arriba, cerca del cobertizo y envolar ladera arriba, con lo cual se puede llegar a alcanzar gran altura sobre el valle, pues el cable de remolque s�lo tiene los 0� de inclinaci�n cuando el aparato llega al nivel de la meseta.

Como en otro lugar se ha explicado, una inversi�n muy marcada impide los movimientos ascendentes del aire. (Se alude a una inversi�n de temperatura en la atm�sfera. Seg�n se ha visto, el r�gimen de temperatura en la atm�sfera es, generalmente, ir descendiendo con la altura. Inversi�n se presenta cuando, en lugar de descender, la temperatura aumenta con la altura. Si la estratificaci�n es ya estable desde que el descenso de temperatura es inferior a 1� por 100 m. se comprende que aun ser� mayor la estabilidad si, lejos de disminuir, la temperatura crece. Una in�versi�n es como una barrera infranqueable para el aire ascendente. - N. del T.)

Fig. 110. Modo de producir la ascendencia orogr�fica en una ladera empi�nada (Experimento de Bachem). El viento que viene de la izquierda es desviado hacia arriba por la monta�a. Se observa el torbellino formado detr�s del borde de las mesetas. (Fotograf�a de un canal hidr�ulico de ensayo, haciendo visibles los filetes l�quidos por medio de polvo de aluminio)

Esto ocurre no s�lo en las grandes alturas, sino tambi�n muy frecuentemente junto al suelo. Si suponemos que en el valle, delante de la mon�ta�a, hay una masa de aire fr�o, hasta una altura, por ejemplo, de 80 m., enton�ces en esta masa apenas ha�br� movimientos de aire, y si existe una monta�a que tenga 100 m. de altura, el efecto del viento que sople, pasando por encima de la masa fr�a, ser� como si una monta�a de s�lo 20 m. de altura recibiese el viento que sopla libremente (Fig. 111).

 Fig. 111. Ejemplo de un caso de in�versi�n muy acusada. La masa de aire fr�o estacionada a barlovento de la mon�ta�a impide la producci�n de una ascen�dencia intensa. El viento que sopla sobre esa masa fr�a estacionaria es des�viado d�bilmente hacia arriba

Este caso es mucho mas frecuente de lo que se cree, especialmente en los meses de oto�o, invierno y primavera. En invierno, incluso, ocurre que masas enormes de aire fr�o permanecen sobre una co�marca semanas enteras, y esta situaci�n s�lo cambia cuan�do fuertes corrientes de aire van llev�ndose poco a poco el aire fr�o. A veces esto puede ocurrir en un d�a o en un plazo muy corto, as� que, acaso, en un terreno de vuelo a vela no es posible el vuelo en las primeras horas de la ma�ana, a pe�sar de comprobarse la existencia de viento favorable, mien�tras que a mediod�a, si el aire fr�o ha sido ya expulsado del valle, son extraordinariamente buenas las condiciones para volar. (En la mayor parte de nuestro pa�s ser� mejor decir la estaci�n fr�a; aun en la vertiente cant�brica ocurre el fen�meno tambi�n en primavera y hasta en verano, en las primeras horas de la ma�ana. El aire enfriado en las cumbres de las monta�as desciende a lo largo de las laderas, y se acumula en el valle. En la estaci�n y comarcas en las que el enfriamiento nocturno no es bastante para producir ese efecto, no se presentan las condiciones apropiadas para que tenga efecto el fen�meno que se analiza en el texto. - N. del T.)
Yo mismo he encontrado tales circunstancias en las mon�ta�as del Jap�n, donde en el oto�o tuvimos durante catorce d�as, d�a por d�a, el mismo tiempo, solamente que varias veces desfasado de una a dos horas. Antes de las diez o las once era imposible hacer nada; entre once y trece horas ya se pod�a empezar a mantenerse bien en el aire, y a la ca�da de la tarde aun volaba a vela en las monta�as.
Lo mismo que ocurre en algunos casos de vuelo t�rmico, que la inversi�n limita las ascendencias, puede suceder tam�bi�n que una inversi�n sobre la ladera limite la ascendencia orogr�fica.
Por las razones dichas resulta claramente que el anem�metro es un instrumento muy imperfecto para el vuelo a vela orogr�fico; lo que se habr�a de tener es un instrumento medidor de ascendencias, el cual, desgraciadamente hasta hoy, no existe, aunque tal vez no ser�a demasiado dif�cil construirlo.
El vuelo en la ascendencia orogr�fica es el m�s sencillo de ejecutar para los j�venes pilotos de velero, porque se puede saber muy exactamente en d�nde se presentar�n tales ascen�dencias, que ser� en el lado de la monta�a de donde viene el viento o lado de barlovento. Mucho m�s dif�cil es el en�contrar la ascendencia cuando la corriente vertical del aire es � invisible � completamente, como veremos despu�s en las ascendencias t�rmicas de altura. El vuelo orogr�fico tiene tambi�n algunos inconvenientes, especialmente el de que la zona de ascendencia es de anchura muy reducida, de modo que cuando hay gran actividad de vuelo excita mucho particularmente a los espectadores, ver pa�sar planeando tan cerca unos de otros, diez, doce o aun m�s veleros (fig. 112).

Fig. 112. Vuelo con apoyo orogr�fico. Se envue�la contra el viento desde el borde de la meseta y al virar se va siempre huyendo de la monta�a

 Efectivamente, ya ha ocurrido que con tal actividad de vuelo ha habido choques que, sin em�bargo, no fueron pe�ligrosos y hasta se conoce una serie de casos en los que veleros con las alas bas�tante rotas han aterrizado suavemente. Sin embargo, deber� procurarse que la actividad de vuelo en la ladera no sea tan intensa que los j�venes alumnos se estorben unos a otros. Los pilotos antiguos y experimentados no tienen in�conveniente en volar en la ladera, aunque sean muchos los aparatos que vuelen, porque ellos ya no tienen que preocu�parse del vuelo propiamente dicho, puesto que lo hacen casi autom�ticamente, mientras que los principiantes, ocupados s�lo en � volar �, apenas se atreven a mirar a su alrededor.

Frente tormentoso

Despu�s de ser durante muchos a�os la � ascendencia orogr�fica � el �nico � proveedor de gasolina � de los pilotos de velero, consigui� Max Kegel, de Kassel, el a�o 1926 aprove�char un � frente tormentoso � para ganar altura. Una turbo�nada que pas� sobre la Wasserkuppe, se lo llev�, a medias contra su voluntad, y Kegel desapareci� entre la niebla y las nubes durante horas y se le estuvo buscando por los alrededores de la Wasserkuppe, hasta que una llamada telef�nica desde lejos trajo la noticia de que todo hab�a ido bien y de que un hombre, por primera vez, se hab�a librado de las monta�as y de sus ascendencias. Max Kegel volvi� a la Wasserkuppe - recibido jubilosamente - como el hombre que hab�a domado la tormenta.
Los frentes tormentosos son irrupciones de aire fr�o que, casi siempre con gran velocidad, avanzan del Oeste al Este y ocasionan la r�pida ascendencia de las capas de aire con es�tratificaci�n l�bil que van encontr�ndose ante s�. Se puede decir, por consiguiente, que el frente tormentoso es una especie de fen�meno inverso al de una ascendencia orogr�fica.
En �sta la cu�a permanece fija y el aire, al chocar contra ella se convierte en ascendencia. Por el contrario, en el frente tormentoso la cu�a, que es de aire fr�o, es la que se mueve y choca contra el aire en reposo obligando a �ste a elevarse. La causa de que este efecto sea m�s intenso es debida a que la ascendencia es principalmente de origen t�rmico porque el choque del aire determina la resoluci�n de la estratificaci�n l�bil de las masas de aire sobre las que irrumpe a masa fr�a (Fig. 113).

Fig. 113. a) Un frente con superficie de ascendencia lenta
b) Un frente de irrupci�n. El piloto vuela en la zona entre las flechas en blanco, delante de la tormenta

Un frente tormentoso suena a peligro y, sin embargo, no es as� en la mayor parte de los casos. As� como el princi�piante al volar a vela en la ladera tiene la monta�a como base de la ascendencia en que se apoya, en el frente tormentoso, el piloto sabe que delante de la nube cuenta con una ascen�dencia tranquila. Yo puedo atestiguar, con mi propia experien�cia, que el vuelo delante de una nube tempestuosa es uno de los modos m�s impresionantes y, sin embargo, m�s sencillos de volar a vela. Que con las tormentas son posibles los gran�des vuelos es bien sabido desde que G�nther Groenhoff hizo en 1931 su c�lebre vuelo de marca. Pero el hecho de que desde entonces no se haya vuelto a hacer nada sobresaliente en un frente tormentoso, es una prueba de que estos frentes, por presentarse raras veces, no desempe�an hoy un gran papel en la vida del piloto de velero.

El vuelo en la ascendencia t�rmica

La ascendencia t�rmica es hoy pr�cticamente la m�s im�portante para el vuelo a vela. El tiempo atmosf�rico y el viento son debidos a causas t�rmicas, que es como decir, en �ltimo extremo, a la radiaci�n solar. En el Ecuador terres�tre, en donde la radiaci�n solar es la m�s intensa, existe per�manentemente una corriente ascendente de las masas de aire caldeadas y por eso m�s ligeras, mientras que en los Polos, por faltar la acci�n intensa de los rayos solares, reinan grandes fr�os. El viento que por estas causas ir�a de los Polos al Ecuador y a grandes alturas cerrar�a el circuito en sentido contrario, es desviado por la rotaci�n de la tierra, convir�ti�ndose en viento del Oeste, por lo cual los fen�menos del tiempo se mueven hacia el Este. Lo que antecede no est� expuesto con todo rigor cient�fico, pero as� resulta m�s com�prensible para los que practican el vuelo a vela.
Lo que sucede en grandes proporciones entre el Ecuador v los Polos se reproduce en todas partes pero en menor escala. All� donde el sol calienta el suelo en�rgicamente se calienta tambi�n, en poco tiempo, el aire que est� encima y, haci�ndose m�s ligero, toma un movimiento ascensional, por lo cual basta generalmente con que el aire tome una temperatura de pocos grados m�s que el aire circundante. Pero es un hecho conocido que una porci�n de aire que as�ciende se enfr�a y, precisamente, si es aire seco se enfr�a, en n�meros redondos, 1� cent�grado por 100 m. de elevaci�n. Este fen�meno depende de las relaciones mutuas entre pre�si�n, temperatura y volumen, cosa que, con el nombre de teor�a del calor, constituye una ciencia. Pero nosotros, para comprender el vuelo a vela t�rmico, s�lo necesitamos saber que el aire ascendente se enfr�a y que una porci�n de aire que a la altura de 500 m. tuviese una temperatura de 10� C., a 1000 m. de altura s�lo tendr�a 5� de tem�peratura. Debe hacerse constar de un modo claro que se trata de una porci�n de aire que asciende, no de las tempe�raturas que puedan tener realmente las distintas capas de aire (La disminuci�n de temperatura con la altura en aire en reposo puede ser, por ejemplo, de 0,5� por 100, distinta completamente de la del aire que as�cienda. De aqu� viene el que el aire caliente de una ascendencia, como pasa al ini�ciarse el t�rmico, puede llegar a estar en equilibrio de temperatura con el aire circundante, especialmente si hay inversi�n de temperatura, y entonces cesa el movimiento ascensional. - N. del T.). Estas no tienen por qu� seguir la ley del enfriamiento progresivo y regular con la altura, sino que por la acci�n de los fen�menos dependientes de la situaci�n general meteoro�l�gica, presentan una estratificaci�n de temperaturas com�pletamente irregular. Por tanto, puede ocurrir que la tem�peratura del aire sea en un cierto lugar 20� C. a 500 m. de altura; a 600 m., 19�; a 700, 18�, y as� sucesivamente hasta 1200 m.
A esta altura, si se siguiese cumpliendo la ley deber�a haber 13� C., mientras que bruscamente se presentan all�, por ejemplo, 15�. Entonces se tiene una inversi�n, es decir, sobre una masa de aire fr�o (a 1100 m. de altura, 14�), a 1200 una masa de aire m�s caliente (15�).
Seguramente todos habr�n aprendido en la escuela que los primeros hombres que se elevaron en el aire lo hicieron con ayuda del aire caliente, que tiene menor peso y por eso sube, como pasa con el agua caliente que se eleva si la que la rodea est� m�s fr�a. Por consiguiente, comprenderemos que, en nuestro ejemplo, una zona de aire recalentado hasta los 22� C. a 500 m. de altura empezar� a elevarse, puesto que el aire de su alrededor s�lo tiene en esa altura 20�. Pero tambi�n es f�cil comprender que el aire, gracias a su visco�sidad se � adhiere � al terreno, a los prados, a los campos de cereales y que antes de iniciar su ascensi�n tiene que reca�lentarse suficientemente ; si no fuese por esa circunstancia, el aire empezar�a su ascensi�n con s�lo tener un exceso de temperatura de 1/10 de grado, con relaci�n a sus alrededores. En la realidad ocurre ser necesario que la radiaci�n solar obre bastante tiempo sobre un lugar antes de que se desprenda del suelo un invisible globo de aire caliente, la pompa t�rmica, y emprenda su ascensi�n hacia el cielo. Seg�n sea la diferencia de temperatura, as� ser� el movimiento ascen�dente m�s o menos r�pido, dependiente despu�s la velocidad de la estratificaci�n de temperaturas en la masa de aire. Es f�cil ver que una pompa t�rmica cuya temperatura difiera en 2 grados de la de su alrededor dejar� de elevarse en cuanto desaparezca esa diferencia de temperatura, lo que ocurrir� si llega a una capa de inversi�n que corresponda precisamente a un salto de temperatura de 2 grados.
Este caso se presenta muchas veces en la pr�ctica. Siem�pre hay inversiones, unas veces grandes y otras peque�as, que no solamente reducen la ascendencia de una t�rmica, sino que pueden frenarla por completo. Esto lo nota el piloto en que su vari�metro le va marcando, por ejemplo, un metro de velocidad ascensional y de repente ve que s�lo marca 0.
Esto significa que aunque el aire siga todav�a elev�ndose lo hace con tan peque�a velocidad que el velero s�lo puede conservar altura, pero no seguir gan�ndola.
Entraremos ahora algo m�s en el detalle de este fen�me�no de la ascensi�n y descensi�n del aire libre. Cada avi�n sin motor tiene una cierta velocidad de descenso; por ejem�plo, un velero monoplaza pierde altura con un metro por segundo de velocidad ; por consiguiente, llegar�a al suelo, en un aire completamente en reposo, al cabo de sesenta se�gundos, si tuviese 60 m. de altura inicial. Digamos de paso que �sta es la velocidad pr�ctica de descenso de un velero de escuela, mientras que en los buenos veleros de concurso esa velocidad es de 60 a 80 cm. Tan pronto como la veloci�dad ascensional de nuestra ascendencia sea igual a la de des�censo del aparato, �ste podr� volar sin perder altura.
Pero la velocidad de subida de las pompas t�rmicas es frecuentemente mayor ; de 2 a 3 m. por segundo, en algunos casos raros hasta de 5 m/seg. Si hemos llegado a atrapar una ascendencia de esas condiciones, nuestro velero llegar� a tener tambi�n velocidad ascensional, que se calcular� f�cilmente sin m�s que restar de la velocidad de la ascendencia la de des�censo del velero. Si, por ejemplo, la ascendencia es de 3 m /seg. y la velocidad de descenso del velero es de 1 m/seg., subir� a raz�n de 2 m/seg. (Fig. 114).

 

Fig. 114.  Formaci�n de una pompa t�rmica sobre un cortijo. Junto a las ascendencias, la mayor parte de las veces existen descendencias. Nivel de con�densaci�n es la altura en la cual la humedad se condensa en forma de gotas, cuyo conjunto es la nube

Como la definici�n del vuelo planeado es vuelo sin motor perdiendo altura, resulta parad�jico afirmar que volar a vela es planear, puesto que vuelo a vela es un vuelo sin motor conservando o hasta ganando altura. Se debe observar que se trata de un fen�meno de movimiento relativo, porque una vez se considera el fen�meno con relaci�n a un punto fijo en el suelo y la otra vez con relaci�n al aire.
Hasta aqu� hemos hablado de movimientos del aire en d�as despejados, sin nubes: un tiempo en que no pueden formarse nubes o por tratarse de masas de aire secas o porque existen inversiones a muy peque�a altura.
Las nubes se forman cuando hay masas de aire con sufi�ciente cantidad de vapor de agua, que toman un movimiento ascensional de la amplitud necesaria para llegar a enfriarse hasta el punto de condensaci�n del vapor de agua que con�tienen. Es el mismo fen�meno que ocurre si en casa se pone agua a cocer en el fog�n y as� se transforma en gas, es decir, en vapor invisible. En seguida, en el aire fr�o que rodea a la vasija, se condensa una parte en forma de gotas finas, que son visibles y constituyen lo que se llama la nubecilla de � vapor �.
As� como nosotros para producir el vapor, es decir, para cocer el agua, debemos proporcionarle artificialmente calor, en la condensaci�n del vapor para formar agua, o sea en la formaci�n de las nubes, ocurre lo contrario: se produce calor. Esto es, para nosotros, pilotos de velero, un fen�meno muy favorable, pues esta cantidad de calor que queda libre al formarse la nube, origina una nueva y reforzada ascenden�cia, la ascendencia de la nube, cuya existencia como energ�a din�mica ascendente, de suficiente intensidad, fue descubierta y aprovechada para el vuelo a vela antes que la ascendencia pura y simplemente t�rmica. La ascendencia de la nube tiene para nosotros la ventaja de que es � visible �. No hay raz�n alguna para que la intensidad de la ascendencia de la nube sea mayor que la simplemente t�rmica, pues todo depende de la estratificaci�n de temperatura que existe en el aire circun�dante. Sin embargo, se han encontrado frecuentemente en las nubes de gran espesor intensidades de ascendencia que, sin nubes, s�lo se han encontrado en contados casos.
La ascendencia de las nubes desempe�a papel especial en el vuelo de altura. S�lo en casos muy contados una corriente ascendente puramente t�rmica puede penetrar a trav�s de una inversi�n fuerte y llegar hasta una gran altura, mientras que eso ocurre siempre en una nube tormentosa.
Antes he llamado la atenci�n sobre la gran importancia de la � estratificaci�n de la temperatura �. Si la temperatura del aire en reposo vertical disminuye con la altura m�s r�pi�damente que la del aire que asciende, se ve f�cilmente que en estas circunstancias no es necesaria la radiaci�n solar para que existan corrientes ascendentes t�rmicas. La masa de aire, entonces en equilibrio l�bil, s�lo necesita un choque para tomar su movimiento ascensional, y no es preciso que llegue a estar m�s caliente que el aire circundante. Si por alguna causa, tal como, por ejemplo, el efecto orogr�fico del terreno, llega a iniciarse su movimiento vertical, entonces asciende r�pidamente hasta que su movimiento sea frenado por una inversi�n. Esto explica la serie de ascendencias � mis�teriosas �, tales como la t�rmica de invierno, la t�rmica noc�turna, etc.
La m�s conocida de estas ascendencias es la t�rmica del anochecer. Todos los pilotos con pr�ctica han visto que des�pu�s de un d�a bueno de ascendencia orogr�fica, el viento cae completamente al anochecer. Si alguien se lanza al aire desde la ladera, aunque sea con el mejor velero, es � chu�pado � por el valle despiadadamente, mientras que los que envolaron m�s pronto siguen all� arriba, volando sobre las laderas m�s pobladas de bosque, con un simple � cacharro �. Esto es debido a una estratificaci�n l�bil de temperatura. El calor almacenado durante el d�a en el bosque h�medo da lugar a una ligera ascendencia que no basta por s� para volar, pero s� para servir de acci�n perturbadora del aire l�bil, que toma una ascendencia creciente hasta cierta altura. As�, se ha llegado a comprobar la existencia durante la noche de ascendencias de m�s de 6 m. por segundo que llevaron los veleros hasta m�s de los 1000 m. de altura (en el �frica del Sur, en junio de 1937, en la desembocadura del Swakop). Pero tambi�n en nuestra Europa, en d�as de invierno, con cielo completamente cubierto y con d�biles vientos horizontales, hemos visto volar horas y horas con t�rmico sobre terreno de colinas, mientras que en el terreno llano inmediato no se encontraba la ascendencia m�s m�nima, porque en �l el aire l�bil no recib�a � choque � alguno que determinase movi�mientos verticales y hasta acaso estuviesen frenados por la existencia de una ligera inversi�n a bajo nivel.
El afamado viento t�rmico de los concursos del Rh�n de 1934 y 1935 no es otra cosa que la combinaci�n de gran velocidad horizontal con movimientos verticales de masas de aire l�biles que, adem�s, eran muy h�medas, es decir, que al elevarse hab�a en seguida fen�menos de condensaci�n y determinaban la formaci�n de neforrutas, a lo largo de las cuales pod�a volarse horas y horas en la misma direcci�n.
Aun se podr�an hacer m�s divisiones de los g�neros de ascendencia, dados a conocer en la anterior exposici�n; sin embargo, me parece que para la pr�ctica actual del vuelo a vela basta con las clases de ascendencias se�aladas y s�lo queda por tratar una nueva clase de ascendencia, que va a ser el objeto del cap�tulo siguiente.
A esta ascendencia la design� yo mismo en 1933 con el nombre de onda larga. Como despu�s del vuelo que me per�miti� descubrir el fen�meno, abandon� Grunau y, por tanto, las estribaciones de los Montes Gigantes, mi compa�ero Steinig, que como yo era profesor de vuelo en Grunau, fue el que continu� las observaciones de la onda larga y la nube originada por ella, llamada � Moazagotl �. Steinig escribe en el cap�tulo siguiente sobre tan interesante tipo de ascendencia, que a �l mismo le dio ocasi�n para llegar a su brillante marca de altura de 5760 m., conseguida el 22 de mayo de 1937.
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