TERAPIA    CRÁNEO-SACRAL
   
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EL ORIGEN DE LA TERAPIA CRÁNEO SACRAL

 

El concepto cráneo-sacral tiene su origen en la osteopatía, que nace en 1874 con Andrew Taylor Still. Poco después, en 1895, el Dr. Palmer desarrolló el principio quiropráctico. Los quiroprácticos y los osteópatas han arrojado mucha luz sobre la relación que existe entre la función, la estructura y el sistema nervioso humano.

Ambas disciplinas terapéuticas postulan que la curación es inherente al cuerpo y que lo único que el terapeuta puede hacer es contribuir a que ésta se produzca por medio de manipulaciones que alivien la tensión acumulada en la columna vertebral y en otras partes del cuerpo.

Queda claro pues que la salud y la sanación en el ser humano son acciones inherentes y que nuestro trabajo como terapeutas consiste en eliminar las tensiones o interferencias que impiden la perfecta función neurológica entre el cuerpo y el sistema nervioso central (SNC). De esta manera la energía nerviosa y por tanto los reflejos vasomotores espinales hacen que los tejidos y órganos reciban más afluencia de sangre y así se realice la auto-curación.

La terapia cráneo-sacral nos permite atender a la función del sistema nervioso central (SNC) y observar las distintas pulsaciones producidas en el cuerpo cuando dicho sistema funciona sin tensiones membranosas y acompañado de un movimiento óptimo de los huesos craneales. Este movimiento o respiración óseo-craneal deseado se produce gracias al pulso constante que el líquido cefalorraquídeo ejerce sobre el cráneo.

El sistema cráneo-sacral es un sistema fundamental en el cuerpo humano ya que por él pasa casi toda la información nerviosa. Podríamos asegurar que aquí se encuentran los niveles mental, emocional y espiritual del ser humano, lo cual resulta de suma importancia.

Esperemos que en un futuro cercano se profundice más en el estudio de las posibles influencias de los niveles emocionales, sentimentales, mentales en la salud física y su directa relación con el movimiento respiratorio primario, o sea con la libre circulación del LCR.

Vamos a aprender a escuchar los ritmos sutiles de nuestro cuerpo. Estos ritmos naturales del cuerpo son perfectamente calificables y cuantificables  por la ciencia médica actual, incluso el que nos ocupa que es el ritmo del líquido cefalorraquídeo.

Es muy posible que en la antigüedad conocieran acerca de la flexibilidad del cráneo, tal vez en el antiguo Egipto, en el Tíbet o en las antiguas civilizaciones mayas o aztecas. Parece que en estas civilizaciones remotas deformaban sus cráneos cuando eran bebés para aumentar sus capacidades intelectuales e incluso para fomentar sus poderes extrasensoriales.

Hoy en día muchos de los grandes maestros espirituales nos hablan de que las personas más espirituales tienen sus cráneos blandos, tienen sus suturas abiertas, con mucha flexibilidad en todo su sistema cráneo-sacral. Ahora sabemos con certeza que la flexibilidad craneal, la relajación craneal, conlleva la posibilidad de aumentar nuestra sensibilidad y nuestro poder personal así como mejorar nuestra inteligencia y sabiduría.

La terapia cráneo-sacral nos brinda la posibilidad de todo esto e incluso de Ser, sentir y vivir de una manera nueva, sin recuerdos traumáticos ni emociones destructivas. La posibilidad de vivir el momento presente independientemente de todos nuestros sentidos, pensamientos y sentimientos.

Es como re-encontrar el maravilloso placer de vivir, de sentir y de expresar. Es armonizar y volver al deseable sutil equilibrio entre nuestro cuerpo, nuestra alma y nuestro espíritu.

 

 

 

LAS TERAPIAS MANUALES CONVENCIONALES

 

Las terapias manuales convencionales tratan el trastorno articular, muscular, ligamentoso, circulatorio, etc., aplicando una fuerza con las manos para trabajar la biomecánica del cuerpo ayudándose de la gravedad, las resistencias, las palancas, manipulaciones o ejercicios. Estas técnicas siempre tratan el efecto, el trastorno biomecánico, pero no la causa que lo originó. Sin embargo en la terapia cráneo-sacral hacemos un viaje que va del interior al exterior, desde el efecto a las posibles causas.

Las terapias manuales convencionales se han basado en manipulaciones físicas tales como masajes, palancas articulares, estiramientos, desbloqueos, etc. que se han caracterizado por sus técnicas de invasión del cuerpo.

Sin embargo, a partir de ahora, cuando trabajemos con la terapia cráneo-sacral dejaremos de lado dichas técnicas intrusivas para dar paso a la delicada escucha de cierto ritmo sutil que ha pasado inadvertido y que no es otro que el ritmo del líquido cefalorraquídeo. La calidad de nuestra existencia depende considerablemente de la calidad y ajuste de este ritmo, por lo tanto el equilibrio y ajuste de este ritmo será directamente responsable de nuestro bienestar.

Recordemos que éste no es un método invasor y que parte del principio de que el cuerpo es inteligente y capaz de realizar todas sus funciones, incluida la de  restablecer su estado natural de salud. Por ello nos acercaremos a este ritmo tratando fundamentalmente de no entorpecerlo a la vez que le proporcionamos la ayuda que necesita.

Para mejorar nuestra salud y calidad de vida usaremos nuestra humildad y sentido común, así como nuestro corazón y buen obrar.

Repetimos pues que la terapia cráneo-sacral  no es una terapia intrusiva.

En ocasiones nuestros tratamientos carecen de un enfoque global y nos limitamos a tratar el dolor, lo cual no es más que un efecto localizado de un problema mucho mayor que se nos escapa de las manos y de nuestra comprensión. A veces los síntomas de un paciente se suelen suceder ininterrumpidamente, sin que podamos frenar ni corregir las causas de sus males.

Se trata de hacer una medicina más humana, más asequible y más real.

A través de esta terapia trataremos el origen, la fuente del problema y dejaremos que el cuerpo reaccione y realice su propia e inteligente curación. Aquí mantendremos una relación entre el cuerpo, la psique y el alma.

Hay una frase que nos ayudará a entender la filosofía de esta terapia:

“La imaginación es más importante que el conocimiento”, como bien dijo Einstein. Es a través de la imaginación que luego se plasman las teorías del conocimiento.

Es como hacer un viaje del cerebro derecho hacia el cerebro izquierdo. Primero se crea la idea en el cerebro derecho, en la imaginación, para que tras analizarse en el cerebro izquierdo, en la razón, se pueda materializar.

Se ha demostrado que cualquier hemisferio cerebral puede hacer la función del otro.

Einstein desarrolló la teoría de la relatividad gracias a un sueño que tuvo en el que intuía la curvatura del universo.

Al igual que Einstein y su teoría, tarde o temprano alguien podrá explicar de manera científica esta terapia. VOLVER

 

 

 
   
         
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