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Y DEMÁS/Doble moral

Los estudios Disney anunciaron hace rato que estaba en postproducción una nueva versión --que nadie has solicitado ni exigido-- de Blanca Nieves y los Siete Enanos, ese clásico de 1939 y la primera superproducción animada. Esta nueva película dejará atrás a la Blanca Nieves que todos conocemos, una mujer blanca, chapetona, de cabello negro intenso, para sustituirla por Rachel Zegler, una actriz de padre alemán y madre colombiana quien protagonizó la fallida West Side Story de Spielberg...mal augurio.

Pero en vez de cambiarle el nombre a la película como, por ejemplo, "Morena o Morocha Nieves", el nombre se mantendrá, sin duda porque los aborrecibels wokes pueden alterar todo el argumento pero de ninguna manera el nombre: de hacerlo nadie iría a ver las cosas que se pasan eructando.

Y es aquí donde entra en escena Dinklage. En un podcast, el actor denunció la "hipocresía" de los estudios Disney al firmar a una actriz latina en el elenco, "pero esta nueva versión incluirá a los enanos como en el original. ¿No ha aprendido nada Disney todo este tiempo?" para más adelante arremeter contra el "estereotipo de esos enanos viviendo en unas cuevas". Es de reconocerse que en este podcast, Dinklage señaló que una nueva película de la inocente muchacha que termina por comer una manzana envenenada "no es en absoluto necesaria". Sin embargo su propia hipocresía es manifiesta pues, en su opinión, los enanos suelen ser discriminados en el cine o, en el caso de esa película legendaria, cada uno tiene una personalidad definida (el dormilón, el gruñón, el listo, etc). Para Dinklage, en apariencia, todo esto encierra una imperdonable discriminación.

En primer lugar, en un mundo análogo (y emocionalmente más saludable) a todos nos debería quedar claro que Blanca Nieves y los Siete Enanos es una historia ficticia y que tanto la bella chica como sus siete amiguitos incondicionales --y no el redundante diminutivo de "enanitos"-- jamás han existido en la vida real. Los cuentos de hadas nunca fueron concebidos para reflejar la realidad; su función era distraer, entretener, olvidarse un rato de la propia existencia, imaginar otros mundos... que es precisamente la función que, se supone, debe tener el cine como negocio. El cine como entretenimiento no tiene porqué ser un documental, pero el Hollywood actual parece no entender este principio, y quizá no lo entenderá incluso cuando la industria empiece a caerse en ruinas, por incosteable.

Los enanos de Blanca Nieves son tan imaginarios como Bugs Bunny, como Condorito o como Snoopy. La queja de Lindkage es tan absurda como denunciar que Bugs Bunny se la pasa fastidiando el Pato Lucas porque es negro. ¿Y qué decir de Condorito, ese pajarraco sexista, acosador, que frecuentemente lanza microagresiones a doña Treme, su futura suegra, insinuándole que está gorda y es fea? ¿No estará cometiendo maltrato animal Charlie Brown con su perro Snoopy cada vez que le ordena dormir fuera de casa?

Ahí no termina el asunto, por supuesto. Ante el griterío de Dinklage, Disney aseguró en un tuit que en esta nueva versión, "los enanos serán sustituidos por 'personajes mágicos'" (?) y que "estamos trabajando en un guión junto con especialistas con el fin de garantizar la inclusividad en esta película". En otras palabras, los protagonistas ya no serán ni Blanca Nieves ni los Enanos. ¿Entonces cómo  llamarla, Blanca Nieves y los Siete Individuos de Estatura Limitada en Plenitud? Y por supuesto, a manos que Dinklage jamás haya visto Blanca Nieves, Dinklage debería saber que los enanos no vivían en cuevas: ahí es donde generalmente trabajan quienes se dedican a extraer piedras preciosas.

Con su queja, Peter Dinklage deja en claro que sufre un claro complejo de inferioridad, esto a pesar de ser un triunfador, un multimillonario, y al hecho de que su estatura no le ha impedido obtener papeles muy bien remunerados, lo cual, a propósito, echa por la borda la posibilidad de que a él se le ha discriminado en la industria.

Hace mucho tiempo, cuando Dinklage era todavía un niño, Hervé Villechaize se convirtió en el enano más célebre del mundo, primero en una película de James Bond y poco después como Tattoo en la exitosa serie La Isla de la Fantasía. Otros enanos célebres fueron Kenny Baker, quien movía al robot R2D2 en Star Wars y los Oompa Lumpas de la primera película de Willy Wonka. James Bond metió a Villechaize dentro de una maleta como un gag humorístico, algo que podría ser imposible hoy dentro del ambiente donde todo mundo se ofende cuando se estrena una película.

Pero qué curioso, porque esos estereotipos que denuncia Dinklage no le fueron tan molestos cuando apareció en Infinity War como Eitry, un gigante, gracias a los efectos especiales. Por lo visto ahí nuestro tonto de esta semana no encontró nada de criticable que su personaje fuera alterado en su apariencia.

¿Y saben qué? Dentro de esta indignación de Dinklage parece haber un resentimiento hacia Disney porque no lo invitaron a ser uno de los enanos de Blanca Nieves, obviamente como el enano protagónico. Porque existía la posibilidad de que uno o varios de esos enanos pudieran disputarle a Dinklage ser el enano más cotizado de Hollywood y terminara desplazándolo, algo que en el cine suele ser cosa común: aparece un galán, un héroe de acción o una mujer de gran belleza y pasa poco tiempo cuando empiezan a enfrentar competencia. Es parte del showbiz

En este caso, Peter Dinklage nos ha salido más hipócrita que tonto, pero de todos modos existen suficientes argumentos para incluirlo como nuevo miembro del club. Después de todo, no le caería nada mal un rol estelar en Blanca Nieves si Disney se lo llegara a ofrecer: el enano Tontín.

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