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El tonto que ya se fue

Por menos de un mes, un joven funcionario estuvo al frente del Ministerio de Economía de Venezuela. Si analizamos uno de sus ensayos, nos explicaremos porqué ese país está dividido entre la terca, enfermiza fantasía de sus gobernantes y la desesperante realidad del ciudadano común

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FEBRERO, 2016. A principios de enero, nuestro tonto de hoy recibió por parte del presidente Nicolás Maduro la cartera de la Secretaría de Economía. Nada tendría eso de extraordinario de no haberse difundido un panfleto llamado "22 claves para entender la guerra económica" que este singular funcionario escribió hace algunos meses. Luego de desglosarlo -como lo haremos con ustedes, gentiles lectores, en un momento-- caímos en cuenta que su designación equivalía, sin un milímetro de diferencia, a que a un paciente intoxicado se le recetara tomar estricnina o que para curar una migraña se obligara a alguien a asistir a un maratón de baile reguetón. Los resultados no pueden ser buenos.

El tonto de marras se llama Luis Salas, quien ocupó ese puesto poco mas de un mes. Ya de antemano, su mera designación nos deja en claro que la mente del señor Maduro no está muy equilibrada que digamos. Desconocemos las razones de su remoción, pero por lo visto Salas seguirá pegado a la nómina gubernamental. Una teoría nuestra puede ser que en el Congreso, ahora con mayoría opositora, sus argumentos estúpidos serían despedazados fácilmente.

El documento refleja que Salas, y muchos que navegan con bandera chavista-madurista, viven absolutamente desconectados de la realidad, obnubilados por alguna droga que les mata el sentido común, la lógica, la coherencia de ideas.

Empecemos por esta perla radiante en sandeces del ex ministro Salas: "La inflación no existe".

Hace algunos meses repasamos cómo otra tonta de nuestro listado, la ex presidenta Cristina Fernández profirió en twitter una insensatez similar. Lo insólito es que Salas proporciona argumentos aún más inverosímiles. Leamos (aguantándonos la risa):

"La inflación no existe en la vida real, esto es, cuando una persona va a un local y se encuentra con que los precios han aumentado, no está en presencia de una 'inflación'. En realidad, lo que tiene al frente es justamente eso: un aumento de los precios (sic) problema del cual la inflación en cuanto teoría y sentido común dominante se presenta como la única explicación posible, cuando en verdad es tan solo una y no la mejor (sic). Se presenta como la única posible porque es la explicación del sector dominante de la economía, en razón de la cual se la impone al resto. La inflación es el correlato económico del fascismo político. No tiene mucho sentido seguir hablando de 'inflación y escasez' cuando de lo que estamos hablando es de especulación, usura y acaparamiento".

Como aquellos teóricos marxistas de los años setenta que se sentían émulos de Cantinflas, lo que Salas pudo haber dicho en dos líneas lo emplea en parrafadas incongruentes. Pero traduzcamos la explicación: según Salas, la inflación es una "imposición" del gran capital dado de que los empresarios esconden y acaparan los bienes de consumo hasta que se les autoriza aumentarlos de precio. Y ni se moleste usted en interpretar eso del "correlato económico del fascismo político", se trata de una tontería mayúscula del el ex secretario Salas.

La crisis económica, la hiperinflación, la violencia desbordada en las calles venezolanas y aun la ausencia de papel de baño son, pues, parte de una conspiración de los poderosos. Chávez antes y Maduro hoy, son víctimas de un tenebroso complot burgués-capitalista que tiene inmovilizado al país.

Algo preocupante es el hecho que Luis Salas fue profesor universitario. El preguntarnos cuántos de sus alumnos se han tragado cándidamente su sarta de idioteces provoca inevitable terror.

Y si aún nos quedan dudas de que Salas habita en un mundo muy diferente al nuestro, repasemos esta joya en torno al sector privado, al que llama "tumor económico":

"La clase 'empresarial' venezolana es una clase vividora y malcriada que a lo largo del tiempo se convirtió en un tumor económico que vive y subsiste de la renta petrolera y la expoliación del salario de los trabajadores y trabajadoras a través de la especulación".

Es imposible no quedarnos boquiabiertos, pasmados ante lo que ya no parece ser una distorsión deliberada de la realidad, sino estupidez prístina, incuestionable, desconcertante, por parte de alguien que claramente no conoce al país donde nació, ni la estructura chavista que tanto alaba. Porque se necesita de poco, nulo grado de vergüenza, acusar a ese "tumor económico" de "vivir de la renta petrolera". Detengámonos en este punto, tontísimo ex secretario Salas: ¿que no le ha dicho nadie a usted que el petróleo venezolano fue expropiado en 1974, que hoy el Estado lo administra en exclusiva y que los particulares ya no pueden utilizarlo como renta, es decir, como ingreso directo?

Quienes se han beneficiado con la renta petrolera no han sido lo que Salas llama "tumor económico", sino otro tumor, el burocrático, que increíblemente tiene quebrado a un país que ha recibido en ingresos por hidrocarburos desde 1999, según la página elcato.org, mil veces más que lo que costó el Plan Marshall.

La segunda parte de ese comentario rezuma estulticia digna de análisis: si cada vez el sector público es más grande en Venezuela, quien está expoliando a los trabajadores es el corruptísimo e ineficientísimo gobierno de Nicolás Maduro. Si cada vez hay menos empresarios en Venezuela ¿cómo es posible que éstos tengan el misterioso poder para desestabilizar a todo un país, como nos quiere hacer creer este ex secretario?

Prosigamos con esta conclusión, quizá la más torpe de todas, donde Salas nos dice que la ley de oferta y demanda no existe":

"En una situación de escasez –real o ficticia, accidental o provocada– o donde la demanda de la población está muy por encima de la capacidad de satisfacerla, bien por la producción interna o bien por las importaciones, no supone de suyo que los precios aumenten. Los precios aumentan no por la escasez en sí misma, sino por las relaciones en medio de las cuales se produce, que en el caso de las economías capitalistas están mediadas por el afán de lucro individual a través de la explotación del otro: el egoísmo, tal y como lo llamó bien temprano Adam Smith, o la "maximización de los beneficios", tal y como lo dirían más tarde elegantemente los utilitaristas y neoclásicos".

Querido ex ministro Salas: independientemente de que Adam Smith jamás habló de "egoísmo" --al cual nuestro tonto, con abierta mala fe, quiere confundirlo con la "maximización de los beneficios", que no es otra cosa que tanto productor y consumidor se beneficien mutuamente en una transacción-- si se le llama ley de oferta y demanda es, precisamente, porque se trata de una LEY, es decir, que su carácter es invariable. Si Salas nos dice que la ley de oferta y demanda no existe, entonces Salas bien podría negar igualmente la Ley de Gravedad. Tontamente, Salas confunde "ley" con "legislación", es decir, una imposición.

Y fíjese nada más, querido tontuelo Luis Salas, que la inflación se da por la emisión abultada de papel moneda para financiar el gasto gubernamental la cual inhibe la creación de empleo y por ende los niveles de producción. Así de sencillo, sin cantinfladas ni parrafadas rayanas en argumentos huecos y falaces.

Y cerramos con este último párrafo, lleno da datos que nos orillan a concluir que la desconexión del ex ministro Luis Salas con la realidad requiere atención siquiátrica:

"En la Venezuela que nos legó el comandante Chávez, la precarización laboral ya no existe, así como tampoco el analfabetismo, las privatizaciones fueron revertidas, la pobreza está por debajo del 20% y la extrema en 5%, el desempleo por debajo de 7%, la desigualdad es una de las más bajas del planeta, la tasa de escolaridad una de las más altas y un etcétera aún más largo".

Un etcétera condensado en esta frase: Luis Salas, nos ha usted convencido que para pendejo también se estudia.

 

 

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