fasenlínea.com

Análisis, comentario Y Demás

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Otros textos de  Internacional

El ébola ¡otra arma letal del libre mercado!

Un alguien que no quiere que Chile continúe su desarrollo

Si llega al poder, Podemos podría hundir a España

¿Por qué Putin anda tan bravo? Pregúntele al de la foto

La tergiversación en torno a un acto de legítima defensa

Un vistazo a Brasil, el próximo anfitrión

La revolución boliviolenta de Venezuela, contrastada con dos vecinos

Archivo

 

INTERNACIONAL

El tonto de esta semana: Jonathan Gruber

El autor material de la ruinosa reforma a la seguridad social que amenaza con golpear fuertemente a la máquina productiva norteamericana  fue balconeado en unos videos que exhiben su desprecio a quien supuestamente beneficiará el Obamacare. El tonto de la historia, como se ve, aparece aquí con un pajarraco al hombro

Versión impresión

NOVIEMBRE, 2014. Sería imperdonable omitir la alusión: el video mató a la estrella del Obamacare. Jonathan Gruber, el Mastermind de semejante engendro que dentro de unos años habrá convertido a Estados Unidos en otro país con servicios médicos tan costosos como malos (hace días platicaba con alguien quien decía que el Obamacare no era tan malo y que podría traer beneficios a largo plazo. "Si te parece maravilloso el sistema de seguridad social que tenemos en México entonces entendería porqué lo apoyas". A mi interlocutor se le cayeron sus argumentos ipso facto).

Antes que nada, pongamos en la mesa quién es éste Jonathan Gruber. Es un profesor de Economía del Massachusetts Institute of Technology, conocido para los cuates como MIT. Es uno de los mejores planteles universitarios del mundo, sin duda, pero por ahí han pasado, entre otros profesores, Noam Chomsky, gente que no es precisamente defensora del espíritu que hizo grande a los Estados Unidos. Al igual que Chomsky, hoy ya retirado, Gruber es parte de esa izquierda intelectual norteamericana que todo lo juzga dentro de un espacio no mayor a las cuatro paredes de una aula (Jonah Goldberg le llama certeramente la INTELEFT) fue uno de los principales consultores del Plan de Seguridad Social que San Obama tenía pensado implementar ya desde que era candidato. Este catedrático, quien entre sus máximos motivos de orgullo ostenta el tener siete periquitos en su casa, visitó Washington varias ocasiones una vez que San Obama ascendió a la Casa Blanca y recibió 400 mil dólares procedentes de los contribuyentes norteamericanos por concepto de honorarios. Meses después San Obama anunciaba su programa de salud con una frase hoy legendaria por su cinismo: "Si usted desea conservar a su doctor, podrá conservar a su doctor". Pero cómo no.

A unas semanas de las elecciones legislativas que tienen a San Obama sumido en el descrédito --al menos dentro de su país; en el exterior se le sigue recibiendo con incienso en muchos sitios-- el Obamacare parecía estar, dentro de su desastre manifiesto ya desde su página web, como un tótem del cual San Obama podía evitar hundirse más. Pero apenas días después unos videos de unas conferencias ofrecidas por Gruber daban cuenta de lo que realmente piensa el autor de ese programa de salud de sus compatriotas. En el video Gruber aceptaba que "se había tenido que mentir para que el Obamacare fuera aceptado pues ello no sería posible si abiertamente hubiéramos hablado de alzas impositivas" para luego rematar, entre las risas de los asistentes que "teníamos que hacerlo así dada la estupidez de los votantes norteamericanos".

Días después, Gruber acudió a MSNBC, el canal fantasma (porque nadie lo ve) para "aclarar" que el comentario "había sido un desliz y que no hubo intención de repetirlo". Sí, chucha: a las pocas horas alguien encontró un video de otra conferencia dada por el susodicho quien, de nuevo, refrenda la "estupidez" del votante norteamericano. Los estalincitos que organizaron esa conferencia retiraron pronto el video, faltaba más. Pero ¡había otro video! y en este Gruber señala "el Obamacare tuvimos que presentarlo entre mentiras para convencer a una opinión pública estúpida, no había otra manera de promocionarlo".

Pero luego que Gruber ya había metido las cuatro con todo y gafas, la líder de la Cámara de Representantes (Diputados) Nancy Pelosi y quien afortunadamente ya va de salida, también le hizo a la tonta al señalar que "nunca había oído hablar de Gruber" para que horas después recibiera su balconeada con el video de una conferencia en el 2009 cuando no solo acepta conocerlo sino que recomienda "leer con detalle la propuesta de reforma al sistema de salud del señor Jonathan Gruber". Mañana Pelosi --por cierto, tan simpática ella-- nos va a salir con que no conoce a San Obama.

Pero la "estupidez" en realidad va hacia otro lado. Si los votantes norteamericanos son tan estúpidos, bastaría con que se les contara la verdad del Obamacare; finalmente no notarían diferencia alguna. Al contrario, esos votante son sumamente listos para percibir que ese sistema les costará millones de dólares en impuestos de los cuales una buena parte irá a parar a la burocracia parasitaria que suele infestar los sistemas de salud públicos de países no solo como México y Colombia sino de Gran Bretaña y Suecia, el país admirado por San Obama, urgidos éstos últimos de reestructurarlo dado que constituye un deficitario barril sin fondo que ha hundido a las aseguradoras privadas y quitado competitividad a los hospitales privados, incapaces de competir ante las condiciones desventajosas que los sistemas de salud pública suelen gozar al ser financiados con déficit público.

Si alguien es un estúpido ¿para qué mentirle si de cualquier modo se engullirá cualquier cosa que le digan?

Bueno, porque la izquierda norteamericana, y de buena parte del mundo, debe mentir para lograr sus objetivos. Mintió cuando Fidel Castro se declaró devoto de la Virgen de la Macarena para después declararse ateo; mintió cuando José López Portillo alabó a los banqueros por su "patriotismo" para semanas después despojarlos de sus propiedades con una "nacionalización" bancaria; mintió cuando Hugo Chávez prometió que defendería la propiedad privada y poco después inició una brutal ola de expropiaciones que mató al pequeño y al mediano comercio de Venezuela; mintió cuando chavecito Rafael Correa prometió respetar la Constitución de su país para después torcerla con fin de garantizarse reelecciones interminables; mintió cuando Cristina Kirchner --distinguida también hace algunos meses en el trono de los tontos-- dijo que se "reintegrarían pronto" los ahorros del retiro de millones de argentinos y que había "tomado prestados" para dilapidarlos y luego culpar a los acreedores norteamericanos de su propia irresponsabilidad.

Bien lo escribió Jean Francois Ravel: "Para la izquierda, la verdad y la mentira tienen el mismo valor, son intercambiables una con la otra y al final solo son circunstanciales para lograr sus fines".

De vuelta con Gruber, su actitud demuestra algo más: el desprecio que los catedráticos "progresistas" tienen hacia aquellos que supuestamente quieren redimir. Los ven desde abajo, los consideran una sarta de analfabetos que poco o nada saben de la vida y por ello hay que alumbrarlos con su sabiduría. Es de una increíble soberbia por parte de Gruber creer que él sabe mejor que esos "estúpidos votantes" lo que les conviene. Son tan idiotas que nunca exigieron ni realizaron por su cuenta megamanifestaciones exigiendo la implantación de un sistema de salud público en Estados Unidos. Para Gruber, es el Estado el que mejor conoce lo que requieren sus gobernados, aun sin saberlo, y quien piense lo contrario es un estúpido, por ello hay que mentirle, decirle que no es cierto, que el Obamacare no representará alzas en impuestos cuando esa es una de las principales sorpresas que le mandará a los contribuyentes.

Pero luego de esta balconeada, Jonathan Gruber asume la misma posición que Hans Gruber, el villano que caracterizó Alan Rickman en Duro de Matar: Tras sus escandalosas metidas de pata, es Jonathan Gruber, no Hans, al que vemos cayendo al vacío mirando a la cámara que lo balconeó con cara de no creerlo.

Pero finalmente el estúpido de esta historia no son los votantes engañados sino quien no supo cerrar la boca frente a las cámaras durante sus conferencias. Es un tonto que se ha ganado el título con mención honorífica.

 

 

Textos relacionados

La tonta de esta semana: Cristina Kirchner [Julio, 2013]

El tonto de esta semana: Dennis Rodman [Marzo, 2013]

El tonto de esta semana: Leonardo DiCaprio Marzo, 2012]

La propuesta de Obama perjudicará a la salud norteamericana [Septiembre, 2009]

Si Obama exhuma a Keynes, inhumará a Estados Unidos [Febrero, 2009]

 

 

 

 

¿Desea opinar sobre este texto?

[email protected]

[email protected]  

0 comentarios

 

 

Inicio

Nacional

Internacional

Cibernética

 

Literatura

Cine

Medios

Y demás