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El tonto de esta semana: Leonardo DiCaprio

Decidió hacerle caso literal al ecologismo y se radicalizó, al punto que Leonardo DiCaprio le huye al jabón y al agua para evitar hacer daño al ambiente; que su novia denuncie ese hedor es que es un asunto serio. En esta nueva sección demostramos cómo la fama afecta a la inteligencia de las celebridades.

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MARZO, 2012. Ya circula un chascarrillo en la red: "¿Sabe usted por qué a Leonardo DiCaprio no lo nominaron a ningún Óscar en la pasada entrega? ¡Porque apesta, y no precisamente su última película, sino él mismo!" En efecto, de acuerdo a su novia Erin Heatherton, el conocido actor "se baña dos veces por semana y no usa desodorante". La chica --quien por cierto es una despampanante modelo de Victoria's Secret y afirma que "de todos modos lo sigo queriendo"-- adoptó la costumbre de bañarse dos veces al mes y se niega a ponerse desodorante en las axilas porque supuestamente "es nocivo para la ecología". Ya se puede imaginar el lector el hedor que ello representa y que deben sufrir su novia y todos aquellos que se le acercan sin imaginar que, en vez de toparse con Leonardo DiCaprio, lo harán con Pepe LePeu.

Y es que verán, DiCaprio es un actor "comprometido", es decir, "progresista", es decir, interesado en causas que van más allá del mero entretenimiento de su profesión. Recordemos cómo el protagonista de Titanic manifestó quedar "tremendamente impresionado" tras ver Una Verdad Inconveniente, ese "documental" de Al Gore que cada día que transcurre lo exhibe como un auténtico fraude, una sarta de mentiras cuyas intenciones son políticas, más que ecológicas. DiCaprio no solo apareció junto a Gore durante la entrega del Óscar que le valió una presea al ex vicepresidente por su "documental" esa misma noc
he. Y no solo eso, DiCaprio decidió aportar su propio "documental" a la causa, y aunque tuvo mucho menor éxito le dejó plantada en la cabeza su idea de hacer algo por un planeta amenazado por la voracidad capitalista.

Lo malo de casarse con una causa es que se la radicalización se vuelve inevitable, la capacidad de sentido común se esfuma y se considera enemigos a todos aquellos que no opinan como uno. Y cuando ello se da, la misantropía, o el odio al género humano, pasa a convertirse en constante. Según la novia de DiCaprio, éste ya solo maneja autos "ecológicos" (mucho más caros y cuyos benéficos efectos aún no han sido comprobados del todo), dejó de comer carne y viaja por avión lo menos que puede. De acuerdo al columnista Vittorino Mathus, el asunto ha ido tan lejos que el histrión rechaza cualquier guión que lo obligue a fumar, a tirar basura o aun caminar sobre superficies nevadas a riesgo de contaminarlas. Se entiende el porqué su novia se encuentra hoy tan contrariada.

El ecologismo radical, lo escribió Michael Crichton, el fallecido autor de libros como Jurassic Park y del cual Spielberg filmó tres películas, "en nada difiere de un dogma. Y como todo dogma, tratará de destruir a quien opine distinto, asumirá actitudes extravagantes, retará al oponente y tratará de someterlo a su forma de pensar al mismo tiempo que rechazará los hábitos del enemigo, tratará de comer alimentos distintos, expresarse distinto, vestirse distinto en el entendido que es el otro, el enemigo, quien está mal y su conducta debe ser corregida". Sería bueno que la novia de DiCaprio leyera más a Chrichton para entender lo que le pasa a su amorcito.

El problema, claro, surge cuando esta radicalización acude a la violencia para hacerse oír y notar. Con frecuencia pasamos por alto que Ted Kazcinsky, el Unabomber, comenzó siendo un ecologista a ultranza.

DiCaprio nos recuerda a aquellos hippies sesenteros, valga el pleonasmo, quienes huyeron de la civilización, del "caos" creado por sus padres, y se fueron a vivir al bosque en medio de pajaritos y arrulladores árboles. Olvidaron el jabón, el baño diario y el aseo general en el entendido que eran costumbres que el capitalismo les había impuesto en sus vidas. Esa actitud incluía dejar de usar el rastrillo; ellos y ellas lucían tupidos bigotes y sus piernas estaban cubiertas de vello: ¿para qué depilarse si ello constituía una actitud sexista?. Del mal olor que expedían sus cuerpos se pasó a enfermedades cutáneas y cuando llegaron los hijos éstos sufrieron enfermedades y males gastrointenstinales que podía curar cualquier antibiótico. La mayoría tardó en comprender su error. Otros, como Kazcinsky, se negaron a aceptarlo o empezaron a coquetear con la locura, ese escape absoluto de la realidad a la que, nos guste o no, estamos sujetos.

Pero bueno, y ya que lo mencionamos, DiCaprio podría caracterizar al Unabomber en su próxima película. Aunque esta vez le aconsejamos bañarse a diario por el bien de quienes le acompañarán en el set de filmación.
 

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