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El tonto de esta semana: Ben Affleck

Galardonado con el Óscar y con una bella esposa, por querer esconder su pasado ancestral Ben Affleck hizo más grande el entuerto que, de paso, lo exhibió como un tonto. Mejor deje descansar a sus antepasados y cese de juzgarlos con la óptica políticamente correcta de este siglo

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ABRIL, 2015. Mucha gente se preocupa por el qué dirán, pero esto es demasiado: Ben Affleck, ganador del Óscar por Argo y quizá el actor más destacado de su generación --¿qué fue de su ex comparsa, el higadito Matt Damon?-- pidió a un programa de TV de la PBS que omitiera un dato aterrador que, según él, podría arruinarle su carrera: revelar al público que entre sus ancestros hubo quienes eran dueños de esclavos.

Nunca habríamos sabido de la ridícula advertencia de Affleck pero, como se sabe, los mails hackeados al actor dieron a conocer uno de esos mensajes donde se solicita "se elimine el dato acerca de la tenencia de esclavos en mi familia".

Se trata, sin duda, de una de las más abiertas autoinjurias al pasado de una celebridad así como uno de los máximos absurdos que puede alcanzar la etiqueta políticamente correcta: ¡la familia de alguien que 150 años en el futuro se convertiría en alguien famoso en todo el mundo merece la condena porque tenía esclavos a su servicio! ¿Qué nos espera al resto cuando nuestros descendientes, digamos, dentro de unos 180 años, les avergüence el hecho que teníamos cuenta en Facebook, algo que quizá se considere entonces una falta a la moral? 

No se nos malinterprete. La esclavitud es una de las peores aberraciones que registra la historia. Pero nuestros tontuelos políticamente correctos suelen olvidar que fue una práctica universal aunque parecen achacarla exclusivamente a Estados Unidos. Rara vez los escuchamos protestar por el negociazo que tanto portugueses, franceses, portugueses y aun españoles hicieron con el tráfico de esclavos en el siglo XVIII. Protestan con el cuello rojo de coraje por la eliminación de los indígenas norteamericanos pero rara vez ponen en la mesa el porqué en Argentina prácticamente no hay comunidades indígenas (no necesitará el lector buscarle mucho para encontrar la respuesta). 

Tampoco parece preocuparles gran cosa el historial de los musulmanes en torno al tráfico de personas y que aún se práctica en la actualidad.

Pero lo que convierte a Affleck en el tonto de la semana es avergonzarse con algo que él nada tuvo que ver. Sus ancestros actuaron de acuerdo al momento que les tocó vivir; si tuvieron esclavos y nadie se los recriminó fue porque esa costumbre era entonces socialmente aceptable (lo cual, de ningún modo, equivale a justificarla). Adicionalmente, Affleck es injusto y ruin con sus antepasados al emitir, torpemente, un juicio moral del siglo XXI a un periodo en cual cual las leyes, las convicciones y el modo de pensamiento eran radicalmente distintos a los que imperan hoy.

Affleck brincaría al escalafón de tonto superlativo si piensa que al revelarse este hecho, sus fans le darán la espalda (¿así que sus antepasados eran esclavistas? ¡vamos a boicotear sus películas!), o que vayan a su casa a pedirle una indemnización o, peor aún, que su bella esposa Jennifer Garner le pida el divorcio ante semejante bomba noticiosa.

La mayoría de la gente mantenemos cierta liga, máximo, hasta la tercera generación previa. De ahí para atrás desconocemos completamente la reputación de nuestros ancestros, lo que hicieron, si eran honrados, pillos, vividores, personas de bien o si se dieron sus escapaditas repertiendo balas perdidas. Hayan hecho lo que hayan hecho, todo ocurrió en el momento que a ellos les tocó vivir y a nosotros no nos toca juzgarlos, mucho menos con la óptica del presente.

Si el dato sobre los ancestros esclavistas de Affleck hubiera aparecido en el programa de PBS, poca gente se habría enterado y de esos pocos la mayoría lo tomaría como una anécdota. Pero al querer esconder Affleck el entuerto y lo hizo más grande. Una tontería, por cierto: para la mayoría de la gente ese dato carece de importancia.

Nuestro tonto de la semana, pues, se gana el amplio blasón por una estupidez inconmensurable. Le recomendamos deje a sus antepasados descansar en paz y que no se preocupe si fueron esclavistas o no. Para decirlo más claramente, ya deje de hacerle al tonto.

 

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