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INTERNACIONAL
Control de armas, la
verdad y la hipocresía
Ni el presidente Obama
ni nadie se ha preguntado cómo fue que la masacre en París durara
tanto tiempo y que los tiroteos en las universidades sean más
frecuentes. Se debe a que en París y en los campus los agentes no
portaban armas. Si evitan abordar el punto porque no conviene a las
intenciones políticas totalitarias del mandatario
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ENERO, 2015. Luego de la masacre en San Bernardino, el presidente Barack Obama reiteró otra vez más "la urgencia" por implantar un control de armas en Estados Unidos para evitar, dijo, "mas muertes hacia personas inocentes víctimas de la facilidad con la que pueden conseguirse armas en este país". Y como ha sucedido anteriormente, los medios difundieron casi sin alterar una coma el discurso de Obama pero a ninguno le pasó por la cabeza el porqué la masacre en París el pasado 13 de noviembre duró casi 40 minutos y cobró 135 víctimas. ¿Qué no había policías que se enfrentarán a los terroristas?
Por supuesto que los había, pero desde 1998 el ayuntamiento de París prohibió que los policías y guardias tanto públicos como privados
porten armas, lo que permitió a los terroristas hacer lo que se les pegara la gana mientras la autoridad también buscaba escondite. Es obvio concluir que, de haber estado armados, los policías parisinos bien podrían haber repelido la agresión o detenido a los atacantes y con ello evitado la pérdida de
muchas vidas.
Tan obvio es que el presidente Obama y quienes exigen un estricto control de armas prefieren voltear a otro lado. Y lo hacen por una razón sencilla: no les conviene mencionarlo para sus fines políticos.
La postura del presidente se enfoca al hecho de que las armas de fuego son elementos
ofensivos pero olvida flagrantemente que también son elementos defensivos.
En opinión de Obama, quien adquiere un rifle de asalto, una pistola o una
escopeta comienza a sentir un deseo irrefrenable por matar gente sin considerar siquiera que las armas son un medio y no un fin, equivalente a demandar a la Ford Motor Company porque un conductor ebrio hubiera atropellado y matado a alguien.
La hipocresía de Obama es escandalosa en el tema de las armas. ¿Lo ha usted escuchado exigir un control de armas en Chicago, ciudad donde el alcalde es su amigo Rahm Emmanuel y que durante el 2015 experimentó un incremento del
150 por ciento en los índices delictivos? Si no ha dicho nada se debe a un hecho incontrovertible, respaldado por los datos: el 89 por ciento de quienes accionaron las armas de fuego eran afroamericanos, según el sitio americanthinker.com. Ahí el mandatario prefiere no politizar el asunto.
Por supuesto que el control de armas es otro distractor del presidente para echarle en cara a los norteamericanos que son un pueblo enloquecido por las armas, pero pasa por alto que desde el 2010, la mayoría de estas matanzas no han sido realizadas por estadounidenses blancos sino por inmigrantes, buena parte de ellos de países árabes, ¿acaso son inmigrantes enloquecidos por el aire de los Estados Unidos obsesionados por las armas de
fuego? Así pareciera creerlo el inquilino de la Casa Blanca.
Otro dato que olvida míster Obama: desde que en 1996 se prohibió a los guardias en los
campus univerisitarios portar armas (una medida, por cierto, impulsada por el entonces senador y hoy vicepresidente Joe Biden) las masacres en esos planteles se han incrementado, siendo la de Columbine una de las más famosas.
Sabedores que los campus se convierten en auténticos campos de tiro al quitarse a las armas el elemento defensivo, estos fanáticos o chiflados no encuentran resistencia alguna. Paradójicamente, cada vez que ocurre una nueva masacre se pide endurecer el control de armas, que en caso de California, se encuentra totalmente vigente.
Un ejemplo claro lo tenemos con Jim Holmes, el sujeto que disparó adentro de un cine en Aurora, Colorado y quien previamente escogió una sala que a la entrada cuenta con detector de metales, siendo la única con esa modalidad de todos los complejos en el área. Fue así como Holmes garantizó que no sería sorpresivamente repelido.
Como lo señala el columnista Colin Flaherty: "Prohibir a los guardias en los
campus ir armados es lo mismo a dejar sin llave la alacena que da acceso a la caja de galletas".
El meollo real de esta exigencia de Obama es modificar la segunda enmienda. ¿Y qué es la segunda
enmienda? Expliquémosla brevemente.
A los pocos años de la Independencia de Estados Unidos, las armas fueron requisadas a la población civil para evitar posibles sublevaciones. Pero contrario a la creencia general de que la sola firma del acta dejaba libre al país de la tutela de Inglaterra, aún hubo muchos combates sangrientos entre la Corona y los rebeldes. Los soldados ingleses (los famosos casacas rojas), sabedores que la población ya no poseía armas, sometieron a decenas de poblados y cometieron abiertos actos de pillaje e incluso violaciones masivas. Fue esta la razón por la cual en 1791 se realizó la Segunda Enmienda que daba al norteamericano el derecho intrínseco a defender su patrimonio, es decir, a comprar armas de fuego.
Al ocurrir esto, los casacas ingleses fueron puestos en retirada, lo que contribuyó a su expulsión total.
Asimismo, la enmienda cumplía otro objetivo: dar al pueblo la soberanía de echar a un gobernante en Estados Unidos que desconociera a los demás poderes y quisiera convertirse en monarca. Dicho de otro modo, el derecho a portar armas otorgaba a los gobernados la posibilidad de defenderse ante un acto autoritario. Y al verlo sin prejuicios ni telarañas, un robo común o el despojo de un derecho ciudadano por parte del Estado son igualmente actos autoritarios.
Ello explica la "tirria" que Barack Obama le tiene a la Segunda Enmienda. Al prohibirse el uso total de armas de fuego en territorio norteamericano, se estaría atacando a la población civil por dos frentes, el de la delincuencia o los atentados y, por otro, el despojar al pueblo de su derecho a la insurrección cuando uno de los tres poderes de la Unión se superpone a los otros dos, como Obama lo ha estado haciendo.
En países como México existe el control total de armas por este mismo motivo (¿cuántas veces hemos escuchado aquello de "armas de uso exclusivo del ejército"?) pero ello no ha evitado hechos de sangre ni masacres que, en contraste, son bajos en estados fronterizos como Texas, Nuevo México y Arizona donde se permite al ciudadano común portar armas. En cambio, en urbes como Chicago, Los Ángeles y Nueva York donde existe un control estricto de armas de fuego, los asesinatos van a la alza.
La denuncia del control de armas es un mero pretexto por parte de Barack Obama. Lo que se busca en el fondo es lesionar un derecho que dejaría a los norteamericanos a merced de su gobierno. Simplemente formulémosnos esta pregunta: ¿Qué pasaría si el día de mañana el gobierno norteamericano prescindiera de sus armas para su Defensa, policías, guardabosques, agentes migratorios, agentes del FBI y personal a cargo de la seguridad del presidente? Exactamente, el país estaría expuesto a una gigantesca ofensiva de sus
enemigos y grupos terroristas. ¿Entonces por qué ello no va a ocurrir nunca? Exacto: porque para el gobierno estadounidense, poseer armas es un elemento defensivo e imprescindible. Y si ese es el caso ¿por qué entonces Obama quiere derogar ese derecho a la ciudadanía?
Obama pone como ejemplo a Australia, donde hace algunos años todas las armas de fuego fueron confiscadas a los particulares. Pero las circunstancias son diferentes, entre ellas el hecho que Australia tiene 25 millones de habitantes, y por ende menores índices de delincuencia, y Estados Unidos 315 millones y por ende sus índices son mayores. De cualquier modo, la comparación es ridícula.
Por otro lado, ¿podría Sydney defenderse de un ataque masivo del fundamentalismo islámico como le sucedió a París? Quizá el número de víctimas sería menor --y ello ya ocurrió el pasado
diciembre-- entre otras cosas, porque los policías de esa bella ciudad australiana SÍ están autorizados a portar armas de fuego.
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