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INTERNACIONAL

Estatuas tapadas: vergonzosa capitulación cultural de Europa

No conformes con estar invadiendo literalmente a Europa, los líderes musulmanes ahora exigen acatar cosas que antes se achacaban a los moralinos de la vela perpetua. Este aberrante acto de agachismo del gobierno italiano hacia el presidente iraní merece ser denunciado antes que pase a convertirse en costumbre

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"Conozco bien la mentalidad islámica. Si tu cedes a la exigencia de un musulmán, tu lo verás como un acto de tolerancia, pero él lo verá como un acto de sumisión".

La Fuerza y la Razón
Oriana Fallaci

FEBRERO, 2016. Qué manera tan vergonzosa de tirar a la basura el legado de un país y, peor aún, haciéndolo de forma consciente. La memoria de Michelángelo y de Da Vinci fue hecha pedazos la semana pasada. Si viviera, Oriana Fallaci estaría golpeando furiosamente las puertas del Palacio de Gobierno. Pero ninguna de sus glorias de la pintura y la escultura ni una de sus mejores periodistas están aquí para reclamarle a Italia, el país donde nacieron, por este horripilante acto de agachismo, una aberración inconmensurable que, esperamos no exagerar, marca el inicio de la muerte de Italia, no solo como civilización sino como cuna de la libertad artística. ¡Ahí se originó el Renacimiento, por Dios! ¿O pronto habrá que decir, por Alá?

Cuando una nación es derrotada al calor de la lucha, al final el juicio histórico termina asimilando al ganador con el perdedor, como le sucedió a Japón y a Alemania. Pero cuando se cede sin pelear ni defender lo construido y heredado por las generaciones previas, se traiciona esa memoria, la de quienes previamente habitaron ese territorio, dieron lo mejor de sí mismos y engrandecieron su herencia.

El primer ministro italiano ordenó que durante el encuentro que sostendría con el presidente iraní Hasán Ruhaní, los Museos Capitolinos cubrieran todas las esculturas con desnudos como parte del "respeto a la cultura y la sensibilidad iraníes". Ruhaní había advertido que la estatuas con desnudos "le incomodaban", por lo que éstas fueron tapadas con enormes mamparas para no ofender al visitante.

Si el "intolerante" Vaticano, que cuenta con un mural donde aparece el hombre sin ropas ante Dios, o los miembros de la Vela Perpetua exigieran que dejaran de exhibirse desnudos en los museos italianos, hoy tendríamos las calles de Roma a reventar de globalifóbicos, los tipos ésos que se ponen máscaras de Fawkes, las feministas y demás huestes protestando ante semejantes propuestas. Pero hasta hoy ninguno de esos grupos ha expresado su sorpresa, su desconcierto, por permitir que el gobierno italiano escupiera así a su propio legado, a su propia historia, sin la cual la cultura occidental jamás hubiera despertado de la Edad Media.

Esa es quizá la mayor tragedia de Europa: pese a encontrarse en estado comatoso debido a una parálisis imparable, y a conocer perfectamente la razón de ello (entre otras razones, el multiculturalismo y la censura PC) se niega a actuar, a reaccionar. Las generaciones anteriores no cabrían de vergüenza.

En una sociedad normal --y créanlo, hasta hace poco años Europa entraba en ese talante-- los anfitriones habrían dicho ante las exigencias de Ruhaní: "Con todo respeto, señor presidente, pero en nuestra cultura el desnudo representa una forma de rendir homenaje a la estética y a la naturaleza así como viene a ser una manifestación de inconformidad, eso se lo digo por si llega usted a ver a gente sin ropa protestando en nuestras calles. Si le molestan los desnudos en el museo le sugerimos visitar el Coliseo donde no encontrará desnudos pero sí toneladas de rocas milenarias".

O si se fuera menos diplomático: "Italia no es Irán, señor presidente Ruhaní. Si le incomoda ver desnudos ¡VOLTEE PARA OTRO LADO O CIERRE LOS OJOS, ASÍ COMO LE HACE CUANDO ENTRA A LA REGADERA PARA NO VERSE USTED A SÍ MISMO!

Para darnos una idea de este entreguismo insuflado por las nefastas prácticas políticamente correctas, imaginemos que 30 años atrás el Ayatollah Jomeini exigiera que en su visita a Roma todas las estatuas con desnudos fueran tapadas. Nadie lo bajaría de loquito medieval, lo que al finalmente era. Hoy se le habría dado harto gusto.

Porque de algo podemos estar seguros. Cuando el primer ministro italiano visite Teherán difícilmente exigirá a su homólogo que le permita beber alcohol durante su estancia, que retire de su vista toda iconografía islámica o le acepte una invitación a comerse unas carnitas de puerco. Pero el primer ministro no lo hará: en estos tiempos, las exigencias solo avanzan en un sentido.

Si al presidente iraní, o los mullahs, o los ayatollahs o los imams no les parece lo que ven cuando visitan un país que no comparte sus creencias religiosas, aguántense. Si se sienten ofendidos al ver a Santa Claus, a gente que celebra la Navidad con cánticos o realiza celebraciones cristianas, mejor quédense en Teherán, en Islamabad, en Ryadh, en Kuwait o en Damasco. Ninguna necesidad tienen de ir a Europa, Australia y a Estados Unidos a hacerse los ofendidos por ver una cultura y modos de vida diferentes.

La escasa respuesta ante esta monstruosa intolerancia nos hace temer que cuando entren las huestes de ISIS a la ciudad eterna, con absoluta impunidad destruirán todo vestigio del Imperio Romano, Coliseo incluido, harán pedazos las estatuas "infieles" del Renacimiento, y quemarán valiosísimos cuadros u obras de arte sin que haya indignada respuesta. ISIS podrá estar dándose un banquete de destrucción en Florencia sin que nadie intervenga.

Europa se hunde, y sus políticos le arrojan piedras cada vez más pesadas para que ello ocurra en el menor tiempo posible.

Qué ironía la frase "cuando vayas a Roma, haz lo que en Roma". Y qué vergonzoso el proceder del primer ministro italiano ante semejantes, estúpidas exigencias.

 

 

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1 comentarios

belton.situs escribe 06.02.16

Si uno de esos presidentes islámicos viniera a México y nos dijera que le ofende la comida picante, ver muchachonas en minifalda o parejas besándose en la plaza, no dudo que en vez de decirle sí como no señor, vamos a procurar no vea nada de eso en la calle, le patearíamos el pinche trasero. Si a los musulmanes les molestan las costumbres de otros lugares mejor quédense en sus países y dejen de joder

 

 

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