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LITERATURA/Libros
Los críticos de
Samuel Huntington ya no se ríen tanto
Acusado de racista,
xenófobo y paranoico, este autor publicó un libro hace casi dos
décadas donde daba cuenta que la radicalización del mundo islámico
daría como resultado atentados como el del 2001. Entonces hubo quienes
se carcajearon o menospreciaron sus conclusiones. Vale repasar su Choque
de Civilizaciones pero poder bosquejar hacia dónde va el mundo
OCTUBRE, 2014. Un razón por la cual los vaticinios sobre la humanidad suelen fallar es porque se realizan en torno a un anhelo específico y no dentro un
balance ecuánime. Por ello ningún analista de izquierda hasta los años 80 vio venir el derrumbe de la URSS y por el contrario, se le siguió apostando a su futuro hasta que ese país desapareció del mapamundi. En el caso de Samuel Huntington, analista, consejero en política exterior del presidente
James Carter y profesor
universitario, difundió una de sus predicciones tras un análisis frío, seguro de que occidente se encontraba seriamente amenazado. El texto lo publicó originalmente Huntington en la revista
Foreign Affairs para luego expandirlo y convertirlo en libro con el nombre de
El Choque de Civilizaciones y el Reacomodo del Orden Mundial (The Clash of Civilizations and the Remake of World Order).
¿Y de dónde vendría este encontronazo? De un lugar que hoy, 17 años después de su publicación, nos parece evidente, obvio incluso: el mundo islámico. Pero cuando Huntington escribió "(E)n algún lugar de Oriente Medio media docena de jóvenes enfundados en jeans, que beben Coca-Cola y escuchan música rap. entre rezo y rezo en dirección a La Meca, están preparando una bomba para hacer explotar el avión de alguna compañía norteamericana", fácilmente identificaría a cualquiera de los secuestradores de los aviones que se estrellaron en las Torres Gemelas
en el 2001. Pero en su momento esa idea fue recibida con un aguacero de críticas, las más suavecitas de que "estaba exagerando" y las más fuertes que lo tacharon de "racista" e "ignorante".
Foreign Affairs registró, en su sección de correspondencia del siguiente ejemplar, tantas cartas que fue necesario aumentarle otra página; sobra decir que la mayoría de los comentarios en torno al ensayo de Huntington eran negativos, corrosivos incluso.
Lejos de ser un "reaccionario", como acusa la izquierda, o de ser un "renegado", según la derecha, Samuel Huntington se encontraba en un punto ideológico difícil de ubicar a exactitud. En una entrevista reconoció que, efectivamente, defendía su herencia WASP (White Anglo Saxon People) en el entendido, dijo "de que es parte de la identidad y de la sangre de Norteamérica... es el tronco medular de lo que somos". Como podemos imaginarnos, le cayeron encima toneladas de críticas que, lo que es ya una costumbre entre los
progres, abundaban en epítetos --"racista", el más común entre ellos-- más que en argumentos (Esos postulados los reforzaría Huntington en su último libro donde advierte que la inmigración latina podría dividir culturalmente
a Estados Unidos).
Curiosamente, la defensa que hace Huntington de su país es idéntica a la de esos nacionalistas a ultranza que tenemos en nuestros países quienes advierten acerca de los efectos negativos que lleva consigo la influencia extranjera. Sin embargo a éstos se les celebra y apoya mientras que con Huntington
parecía que estuviera cometiendo un pecado mortal defendiendo los valores con los que él creció. Pero igualmente Huntington criticó fuertemente al ex presidente
George W. Bush al sostener que la democracia
American style --"irrepetible dada la historia que la dio origen"-- solo traería más caos si trataba de ser exportada e implantada en otras latitudes.
La tesis de Huntington en su Choque se centra en la existencia de las civilizaciones que hoy existen en el planeta, la china, la japonesa, la budista, la hindú, la islámica, la ortodoxa, la africana (posiblemente), y la occidental. En el siglo XXI, advirtió, y a diferencia de otros conflictos que se daban entre países, éstos se darían mediante confrontaciones mutuas de estas civilizaciones, a veces entre ellas, otras unidas en bloque contra las demás. Pero como suele suceder al momento de hacer predicciones, si echamos un vistazo a lo que pasa hoy en el mundo veremos que aquellas civilizaciones muestran divisiones dentro de su mismo bloque: Taiwán, por ejemplo, tiene una herencia china similar a la de
Beijing
pero quizá eso sea lo único que compartan, del mismo modo que México es tan distinto de Panamá que sus objetivos como países no podrían antojarse más
diferentes. Si hoy los bloques se ven tan distantes, imaginemos cómo se juzgaba la situación hace 18 años.
Sin embargo Huntington apuntaba que "las divisiones políticas se encuentran en constante movimiento y no son capaces de separar los sentimientos, lazos sanguíneos y creencias religiosas a ambos lados, de ahí que ante la debilidad en la estructura de sus estados pudiera darse una unificación que no fuera detectada, con resultados imprevisibles". Revisando detenidamente este punto pareciera que Huntington está configurando el nacimiento de ISIS, un nuevo "califato" que ha tomado para sí trozos de Siria e Irán y apunta a llevarse trozos incluso de Turquía y Jordania, fronteras que fueron creadas, no lo olvidemos, por la Gran Bretaña.
El problema es que las otras civilizaciones, sobre todo la occidental, se niegan a ver y a reconocer el crecimiento desmesurado de la civilización islámica e interpretan como "racismo" y "discriminación" a quien repare en este hecho. "Nos encontramos frente a un panorama de indefensión voluntaria", escribió Hungtington en uno de sus artículos posteriores, "enarbolado principalmente por el
multiculturalismo, un experimento fallido que aísla a los inmigrantes en vez de integrarlos a la
sociedad que los acoge" para referir más adelante, "el éxito de Estados Unidos es haber
respetado la cultura de los recién llegados al mismo tiempo que éstos se asimilaban el entorno y terminaban por sentirse norteamericanos".
El problema con los críticos de este libro de Samuel P. Huntington, como muchos otros, es que no se han asomado a la obra, pues como sostiene el ensayista español Antonio Golmar en
lailustracionliberal.com, la principal pregunta de este libro es "¿(Q)ué hacer para conservar la civilización occidental, la que ha brindado un mayor grado de libertad y oportunidades de progreso material a sus miembros, que se ve amenazada por un islamismo cada vez más hostil, y al mismo tiempo evitar una nueva conflagración mundial que acabe con las vidas y esperanzas de millones de personas en todo el mundo? Esta es la verdadera pregunta que subyace a El choque de civilizaciones, y no otras que desde la izquierda y la derecha se han hecho quienes han preferido proyectar sus temores y anhelos sobre uno de los libros más debatidos y, a juzgar por algunos de los comentarios que se han hecho, menos leídos de las últimas décadas".
Samuel P. Huntington murió en el 2008, cuando la reconformación del mundo islámico ya estaba en marcha. Una releída a
El Choque de Civilizaciones podría darnos un bosquejo más claro de lo que vendrá.
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