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El ogro filantrópico llega a Estados Unidos, y sus efectos serán devastadores

La inflación en el vecino país está rebasando niveles históricos, debido a la de irresponsabilidad de los demócratas y la impresión de dinero que amenaza con segur creciendo hasta llevar al país a la ruina. Los ilusos que se creen las promesas de Biden pronto se darán que ese todo gratis tendrá un costo gravísimo, consecuencia de políticas socialistoides insensatas

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OCTUBRE, 2021. En su libro El Ogro Filantrópico, publicado originalmente en 1979, el ya fallecido Nóbel de Literatura Octavio Paz daba cuenta de cómo el crecimiento desmedido del Estado dentro de las mejores intenciones daba lugar irremediablemente, escribió, "a la creación de un poder político que se aprovecha (de eso) para hacer negocios, aparece una corrupción masiva y, lo que es peor, acompañada de prepotencia e ineptitud en la función pública donde se repiten las mismas figuras por años".

Paz obviamente se refería a México donde, agregó, "todos somos culpables de la perpetuación de las mentiras políticas y de los engaños de cada gobierno, incluidos los intelectuales y el pueblo que soportan esta situación por temor a algo peor". Sin embargo esas líneas se aplican, con pasmosa exactitud, a lo que hoy esta sucediendo en Estados Unidos, país que durante muchos años fue el referente inmediato de democracia y libertad económica.

Pero desde mediados  de los 90, sin embargo, la situación en ese país se ha transformado más en un ente prototalitario donde tanto gobernantes como magnates han conformado una gigantesca red de intereses económicos --y ahora sociales-- que con la llegada de Joe Biden a la presidencia amenaza con convertirse en un ogro filantrópico que empequeñece los temores de Octavio Paz. Todo con el afán de mantener el poder e ir destruyendo los anhelos y aspiraciones personales de los gobernados.

Ese ogro filantrópico de Paz emigró a Estados Unidos, casi de puntitas, sin hacer ruido, con las mismas promesas celestiales que hizo en México y en otras latitudes: el modelo actual ha fracasado, el libre mercado ha creado inequidades que se acentúan diariamente, lo que sigue arrojando comaladas de pobres. Por ello urge aplicar la justicia social (nombre que hoy se le da al socialismo) para remediar esas inequidades, y una parte de ello es incrementando el gasto social mediante la impresión de papel moneda para que el desarrollo alcance a los más desprotegidos (que en el caso de Estados Unidos, por supuesto, la izquierda ha agregado el factor racial donde los blancos pobres parecieran no existir y el fenómeno solo se manifiesta entre la población negra y latina).

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Una anécdota famosa refiere cómo, cuando el ministro de Finanzas de Uganda le dio a Idi Amin un reporte de cómo la burocracia se estaba comiendo el presupuesto del gobierno, el tirano le espetó "¡pues imprime más billetes, idiota!" Pero en este momento es un hecho que Joe Biden y sus consejeros están seguros que los estadounidenses son más idiotas que el ministro de Finanzas de Idi Amín.

La reciente declaración del mandatario en el sentido de que el incremento en "ayuda" cercano a los 2.8 billones de dólares "no nos costará nada" es un abierto insulto a la inteligencia. Al momento de redactar este texto, la aprobación del monstruoso despilfarro está en el limbo debido a que incluso hay legisladores demócratas, como Joe Manchin, para quienes la propuesta les parece "altamente riesgosa" y propone no eliminarla sino reducir su monto, el cual de cualquier modo marcaría una sentencia de muerte para la economía norteamericana como el mundo la ha conocido.

Este "plan" tiene objetivos claros en al sentido: de acuerdo a la columnista Betsy McCaugney del The New York Post, un inciso propone destinar casi 7 mil millones de dólares repartidos en 20 mil dólares a cada familia de escasos recursos para hacerse de una casa en los suburbios y de ese modo promover la "diversidad racial". Esas familias no estarían comprometidas a regresar ese dinero, con el agravante de que, si se trata de una familia blanca, deberá seguir los requisitos existentes, ahorro y crédito bancario, para lograr el mismo propósito.

Este plan se echó a andar durante los años de Barack Obama: al lado de varios sectores residenciales se han construido "multifamiliares" donde residen mayoritariamente familias inmigrantes y de minorías raciales sin que en ningún momento se haya conseguido la ansiada "armonía racial". El plan de Biden, sin embargo, cambió las reglas: ahora solo bastará estirar la mano y recibir el crédito del ogro filantrópico norteamericano... excepto, claro está, si se es de piel blanca.

Otra atrocidad incluida en el plan, señala la columnista McCoughney, es otorgar un crédito/regalo de 14 mil dólares a las familias que lo inviertan en aparatos de refrigeración y equipos que ayuden a reducir el consumo de energía. Sin embargo la instalación únicamente podrá ser realizada por trabajadores sindicalizados, es decir, aliados del Partido Demócrata. Y de nuevo, si el aspirante es de piel blanca, mejor abstenerse.

Los norteamericanos ya están empezando a sentir las garras de este ogro filantrópico sin tener que esperar a que sea aprobado ese virtual "plan verde" que matará a Estados Unidos: la inflación lleva ya un repunte de 5.6 por ciento para principios de octubre, consecuencia del "bono" del gobierno norteamericano por la "emergencia del Covid" y que se estima tiene un costo de 2.35 billones de dólares.

Ese "bono" consiste en la entrega mensual de 300 dólares, se tenga empleo o no. Como resultado, se estima que dos millones de trabajadores renunciaron a un empleo al que tenían que acudir ocho horas diarias y con un sueldo más bajo. Esto ha traído como consecuencia un fenómeno que en otros países se da la inversa, esto es, la oferta de fuentes de trabajo sobrepasa a la demanda. Casi el paraíso...

No precisamente: las consecuencias de ese "bono" y un incremento del gasto público en el gobierno norteamericano cercano al 38 por ciento desde que Biden asumió el puesto, están dando por resultado los primeros chipotes inflacionarios que no ocurrían en el país desde los años de Jimmy Carter. ¿A poco pensaban quienes renunciaron a sus empleos que el chiste de Washington les iba a salir gratis?

Como muestra de ese aumento en los precios, el analista Chuck Gromm del Grupo de Investigaciones Haskett da cuenta cómo, desde octubre del año pasado, el precio de varios insumos ha subido desde un 30 por ciento hasta un 50 por ciento: el galón de gasolina, que costaba 2.19 dólares hace un año, hoy tiene un precio de 3.19; una libra de carne molida (453 gramos) tiene hoy un costo de US$4.51, en comparación con los 4.27de hace un año; una libra de pechuga de pollo brincó de 3.39 a 4.24 dólares en menos de un año mientras un envase de café Folgiers de una libra pasó de costar US$7.95 a 8.80. (En el caso del galón de gasolina, el estado de California aplica otro "impuesto ecológico especial" por lo que el precio del combustible alcanza hasta los 4.50 dólares, y en Nueva York incluso se acerca a los US$4.70.

En consecuencia, señala el estudio, una familia norteamericana promedio tiene que erogar 500 dólares adicionales a sus gastos desde el mes de agosto, lo que resultado en que esas familias tengan que gastar mensualmente 175 dólares adicionales.

Increíblemente, The Washington Post, además de mentir a sus lectores asegurando que el fenómeno inflacionario "es temporal", agregó que "la inflación no necesariamente es algo negativo"... claro, siempre que se trate de una estrategia para empobrecer a la población, hacerla más dependiente del Estado, y en el caso norteamericano, aumentar el voto cautivo entre inmigrantes y personas con escasos estudios escolares para que voten por los demócratas hasta el fin de los tiempos.

Es increíble, como si nadie en Estados Unidos supiera de las catástrofes inflacionarias por concepto del imprimir billetes en exceso así como las tristes experiencias kenyesianas en América latina como si hubieran ocurrido en otra galaxia. Y en un colmo que sonrojaría al mismo Orwell, el presidente Biden advirtió que, de no aprobarse el enloquecido paquete, "los efectos serán más devastadores que si un cometa golpea da la tierra"

Pero ni un cometa sería capaz de provocar tanto daño a los Estados Unidos como esta pretendida borrachera de gasto público. Los norteamericanos descubrirán que el ogro filantrópico llegó para quedarse y no estará contento hasta que destruya económicamente a ese país, como lo hizo en México, algo de lo que dio cuenta Octavio Paz hace 42 años.

 

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