MEXICO LINDO Y QUERIDO

POR AMALIO VENEGAS EN XERES EQVITVM [email protected]

 

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Después de 71 años ininterrumpidos del PRI en el poder se presenta en este mes de Junio del 2000 las elecciones más reñidas y transcendentales para el país azteca.

Sin embargo, la maquinaria del PRI (Partido Revolucionario Institucional) trabaja con todas sus fuerzas para mantenerse en el poder.

Las candidaturas son: Francisco LABASTIDA, candidato oficial del PRI

Vicente FOX, de la conservadora Alianza por el Cambio (PAN)

Cuauthemoc CÁRDENAS, por la fomarción de centroizquierda,(PDR) alcalde de México

Son los tres principales candidatos y aunque en las primarias del PRI la candidatura de LABASTIDA salió reforzada, ahora se encuentra desinflada ante el empuje de la oposición que se se recata de llamar con insultos al candidato oficial.

El principal obstáculo en el proceso democrático mexicano parece estar en la compraventa de votos, que es una práctica tradicional en zonas rurales, y la progresiva militarización de la zona de Chiapas. Los enlaces más directos: llamados los invitados internacionales

México

Ahora el candidato oficial del PRI tiene que tragarse sus propias palabras, pues habia declarado que no tenía ningún familiar en la Fobaproa. Días después, se ha visto obligado a declarar que uno de sus hermanos Eduardo Labastida aparece en la lista de los defraudadores a bancos mexicanos.

El tema es curioso por inédito. El gobierno mexicano decidió crear el Fondo Bancario de Protección al Ahorro (Fobaproa) para evitar una posible quiebra bancaria, ante la negativa o imposibilidad de numerosas personas y empresas a liquidar los créditos que recibieron de diversas instituciones bancarias.

Con esta medida el gobierno se hizo cargo de finiquitar los adeudos pendientes, por lo que las deudas de unos pocos pasó a ser pagada por todos los mexicanos a través de los impuestos.

Las listas de los deudores quedaron bien guardadas, invocando el secreto bancario, pero la marcha de la campaña electoral saca esta lista a la opinión pública y el candidato oficial se ve obligado a reconocer que en dicha lista aparece su hermano mayor con una cifra de veinte millones de pesetas, que su hermano asegura dispuesto a devolver y que lo utilizó para realizar mejoras agrícolas en una finca.

Amalio Venegas.- [email protected]

 

 

 

 

 

 

MICROSOFT

 

El ocho de junio del año 2000 el juez del caso Microsoft dió la razón al gobierno norteamericano y obligó al gigante informático a dividirse en dos empresas como castigo a las prácticas monopolísticas.

Una dedicada a la fabricación y venta del sistema operativo y otra que se ocupe del resto de los programas informáticos y de las actividades de Internet, por lo que el Internet Explorer dejará de formar parte del sitema Windows.

Sin embargo, el jefe de Microsoft, Bill Gates, considera esta decisión como una pena de muerte de su empresa e insiste en su inocencia en las prácticas monopolísticas, y anuncia la presentación de una apelación que retrasa el cumplimiento de esta sentencia.

Por lo demás, Netscape empresa pionera de Internet se muestra eufórica aunque en estos momentos esta empresa forma parte del conglomerado AOL y Time Wagner que realiza las mismas prácticas monopolísticas de las que acusa a Microsoft.

 

Amalio Venegas en Xeres Eqvitvm, año III

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Club de Fútbol Jerez de los Caballeros

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Fotografía de las murallas jerezanas

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QUERIDOS COLEG@S:

A 3 semanas de los sucesos de Quito, cuando varios militares se unieron al
movimiento indígena, se provocó la salida del presidente Jamil Mahuad y se
conformó un efímero Triunvirato con la participación de un líder indio, los
datos ocultos, las motivaciones, las reacciones, etc. de tal suceso ya se
han venido conociendo mejor.

Por ello esperé hasta hoy para enviarles un breve documento sobre los
acontecimientos del Ecuador, que les sea útil no sólo para su información,
sino para contribuir a sus investigaciones y puntos de vista.

Agradezco a todos ustedes (y a todos aquellos que se incorporarán al
interés por este tema) por sus notas de aliento, de solidaridad, de
preocupación y, desde luego, de interés por los sucesos de mi país, que
todavía no concluyen, pues "hay cola para rato"...

Espero que este documento inicie un fructífero contacto entre nosotros y me
complacerá mucho recibir sus sugerencias, sus aportes y sus críticas.

Permítanme, además, presentarme en forma breve ante quienes no tienen
referencias mías: mi apellido es Paz y Miño (son las 3 palabras) y no Paz,
como a veces se difunde; tengo un Doctorado en Historia y soy profesor de
la Universidad Católica de Quito; mis cátedras son "Historia Económica del
Ecuador" e "Historia Económica de América Latina"; mis investigaciones
preferentes son, además de la historia económica, la historia
socio-política y principalmente la del siglo XX. Tengo varios trabajos
publicados sobre el liberalismo ecuatoriano, los partidos políticos, el
movimiento obrero, el conflicto limítrofe, la lucha política en el Ecuador.
Cada semana se publica en el diario HOY de Quito un artículo mío en la
columna "Desde el Baúl" que a veces se incluye en el web
(http://www.hoy.com.ec). Aprovecho allí para juzgar los sucesos del
presente desde los acontecimientos del pasado ecuatoriano. Además escribo
mensualmente para la sección "historia económica" de la revista GESTION.

(http://www.gestion.com.ec). El pasado 26 de enero fui incorporado a la
Academia Nacional de Historia y el discurso que presenté, ampliado con el
aparato técnico requerido, fue publicado la semana pasada como libro. Su
título "REVOLUCION JULIANA. Nación, Ejército y bancocracia". Cuando ustedes
lean el documento que adjunto comprenderán por qué ese tema está "candente"
en mi país. Fui presidente de la Asociación de Historiadores Ecuatorianos
(ADHIEC) y en la actualidad soy Vicepresidente de la Asociación de
Historiadores Latinoamericanos y del Caribe (ADHILAC) por el Area Andina.

Un caluroso saludo para todos.
JUAN PAZ Y MIÑO
[email protected]
+++++++++++++++++++++++++
EL COMPLEJO PROCESO DE LA CRISIS CONSTITUCIONAL EN EL ECUADOR
Apuntes sobre "Historia Inmediata", desde Quito

Juan J. Paz-y-Miño Cepeda
Vicepresidente de la Asociación de Historiadores
Latinoamericanos y del Caribe (ADHILAC)
[email protected]

Quito, ECUADOR, febrero de 2000
(*) Especial para "Historia a Debate"
…………………………………………….

Estos breves apuntes han sido preparados para la red internacional de
"Historia a Debate". Responden a la demanda de numerosos colegas
historiadores, interesados por los sucesos que ocurrieron en el Ecuador el
pasado 21 de enero de 2000 y cuyo desenlace, a partir de la "rebelión de
los coroneles" unidos al movimiento indígena, fue la caída del presidente
Jamil Mahuad, la efímera formación de un Triunvirato que incluyó a un líder
indígena y, finalmente, la sucesión constitucional a favor del nuevo
presidente Gustavo Noboa.
Incluyen un marco histórico para la comprensión de los sucesos. Anhelan
abrir reflexiones sobre la "historia inmediata", en la perspectiva del
intercambio académico entre investigadores, cuyos criterios y análisis
seguramente enriquecerán lo que aquí queda esbozado.

ECUADOR
Suelen haber pocas referencias sobre el Ecuador en la historiografía
latinoamericana. Y, sin embargo, es un país con una rica historia nacional,
en muchos casos "sui géneris", con respecto a muchos otros países de la
región. Su historia reciente es una muestra de ello.
Entre 1972 y 1979 se sucedieron 2 dictaduras militares: primero, con el
General Guillermo Rodríguez Lara, que presidió el llamado "Gobierno
Nacionalista y Revolucionario de las Fuerzas Armadas" (1972-76) y luego, un
Triunvirato Militar (1976-79). Ambas dictaduras coincidieron con un período
excepcional de riqueza petrolera, que fue manejada por el Estado, lo cual
le "independizó" de su habitual dependencia de los agroexportadores. Fue
posible, entonces, articular un "modelo-estatal-nacional-desarrollista",
pues el Estado se convirtió en el principal agente promotor de la economía,
una "vía" distinta y "tardía" frente a aquellos países en los cuales el
desarrollo capitalista fue posible por burguesías pujantes. La burguesía
ecuatoriana creció amparada por el Estado. A pesar de la época, tales
dictaduras militares nunca adquirieron los rasgos represivos de las
dictaduras del cono sur latinoamericano y, en diversos aspectos (sobre todo
con Rodríguez Lara) incluso fueron "reformistas".
Fue el Triunvirato militar el que inició el denominado "proceso de
reestructuración jurídica del Estado", inédito en América Latina, pues, en
lugar de convocar la típica Asamblea Constituyente para elegir al
presidente constitucional, el gobierno convocó a un referéndum sobre 2
proyectos de Constitución (se realizó en enero de 1978 y triunfó una
Constitución bastante progresista) y luego al proceso electoral que
introdujo el sistema de doble vuelta, sobre la base de la
institucionalización de los partidos políticos (fueron inscritos cerca de
una veintena de partidos), únicos en capacidad legal para postular
candidatos al Ejecutivo, al Congreso y a los organismos seccionales.
El 10 de agosto de 1979 se inició la fase de los gobiernos
constitucionales (Ecuador fue el primer país latinoamericano). Triunfó
Jaime Roldós Aguilera (1979-81), candidatizado por "Concentración de
Fuerzas Populares", un partido populista y un líder "sui géneris" en
alianza con "Democracia Popular-Unión Demócrata Cristiana". Roldós murió en
un trágico accidente de aviación. Le sucedió el vicepresidente
demócratacristiano Osvaldo Hurtado (1981-84), con una línea reformista que
inquietó al empresariado nacional (muchos le acusaban de "filo-comunista")
y a quien le sucedieron, por elecciones populares: León Febres Cordero
(1984-88), candidato del "Partido Social Cristiano" y respaldado por el
"Frente de Reconstrucción Nacional" (una coalición de fuerzas de derecha),
con amplísima aceptación (y hasta euforia) entre los empresarios del país;
Rodrigo Borja Cevallos (1988-92), candidato de la socialdemócrata
"Izquierda Democrática", Sixto Durán Ballén (1992-96), viejo líder del
socialcristianismo, pero auspiciado por el efímero "Partido Unión
Republicana" y Abdalá Bucaram (1996-97), caudillo populista del "Partido
Roldosista Ecuatoriano". Derrocado Bucaram a los 6 meses, por la reacción
verdaderamente nacional contra su corrupto y corruptor gobierno y por
decisión del Congreso, que encontró en la "incapacidad mental" del
presidente una causal legal ajustada a las circunstancias (en el exterior
la imagen del Ecuador llegó a ser francamente lamentable), le sucedieron
(nombramientos del Congreso): por unos días, Rosalía Arteaga (primera
Presidenta en la historia nacional) y a continuación Fabián Alarcón
(1997-98), dirigente del "Frente Radical Alfarista", un partido y un
gobierno manejados en el viejo estilo de las componendas y "amarres"
políticos.
En 1998 se reunió una Asamblea Nacional que dictó una nueva Constitución.
Con ella comenzó el nuevo gobierno del democristiano Jamil Mahuad
(1998-2000), elegido por votación ciudadana, pero derrocado a los 15 meses
de gestión, a quien sucedió Gustavo Noboa.
Así, en el Ecuador, a diferencia de todos los países latinoamericanos,
durante 2 décadas se han sucedido 10 gobiernos (5 gobiernos entre 1996 y
2000), cada uno con una orientación "ideológica" distinta. Pero, a
diferencia de las dictaduras de los 70, a partir de 1982, y coincidiendo
con un proceso similar en América Latina, los gobiernos constitucionales
del Ecuador debieron obrar en el marco de una acelerada y progresiva crisis
económica, originada en la desestabilización de la economía petrolera, el
deterioro de la producción interna y del comercio externo, el brutal
impacto de la deuda externa (hoy unos 16 mil millones de dólares) y la
arremetida de las "variables internacionales": el derumbe del socialismo
real, la difusión del neoliberalismo, los condicionamientos del Fondo
Monetario Internacional, el retiro del Estado, las privatizaciones, etc.
Paulatinamente el "modelo estatal-nacional-desarrollista" se agotó, se
volvió inviable y, en su lugar, tomó impulso el nuevo "modelo empresarial"
de desarrollo económico. Esta transición ha condicionado a todos los
gobiernos sucedidos en el país, a partir de 1982, por sobre sus distintas
vertientes "ideológicas".

MOVIMIENTOS SOCIALES y FUERZAS POLITICAS
Me refiero sólo a aquellos que aparecen como actores centrales de la
historia reciente.
La institucionalización de los partidos políticos les convirtió en el
centro de la actividad política durante las últimas 2 décadas y originó una
"clase política". Con las excepciones de rigor, sus prácticas cotidianas e
intereses inmediatistas, desprestigiaron su acción. A pesar de ello, los
ecuatorianos aprendimos a vivir bajo regímenes constitucionales y a superar
los fantasmas de las dictaduras. Sin duda, en el Ecuador se afirmaron los
valores de la democracia representativa. Eso no ha impedido que la
población sea muy crítica frente a los sucesivos gobiernos, demande
permanentemente contra las deterioradas condiciones de vida y finalmente
estalle contra la situación existente. Los ecuatorianos, en semejantes
condiciones, hemos "derrocado" a dos gobiernos: Bucaram y Mahuad. Estuvo en
igual peligro León Febres Cordero, a quien el Congreso, por primera vez en
la historia contemporánea, llegó a pedir (mediante resolución) su renuncia.
Por cierto, nuestras rebeliones ciudadanas no han sido sangrientas, sino
admirablemente "pacíficas", un asunto difícil de entender en otras latitudes.
Al comenzar la década de los 80 el movimiento obrero alcanzó una presencia
significativa a través del FUT (Frente Unitario de Trabajadores, creado en
1981), que agrupó a las principales centrales del Ecuador. El FUT impulsó
una serie de impactantes "huelgas nacionales", con apoyo poblacional. El
derrumbe del socialismo mundial y el autoritario régimen de Febres Cordero
(fue más grave que las dictaduras de los 70), sustentado por la derecha
política y por poderosos grupos económicos de la costa ecuatoriana,
desarticularon la fuerza que tuvo el movimiento obrero. Los partidos de
izquierda quedaron históricamente mal parados. Otros movimientos sociales
intentaron afirmar nuevas alternativas, lográndolo parcialmente.
En 1990 incursionó un activo movimiento indígena, si bien su presencia de
lucha y resistencias tiene una historia de siglos. Pero ahora se hizo
evidente su indudable y creciente significación política. Ese año, con una
impecable coordinación a nivel de todo el país, ejecutaron el primer
"levantamiento indígena nacional", que bloqueó carreteras, hizo marchas,
provocó sustos. Surgió la reivindicación por las "nacionalidades indias".
Se acercaba la conmemoración de los 500 años del contacto de Colón con
América. En adelante, nadie pudo dejar de observar que los indios
constituían, en el Ecuador, una fuerza capaz de imponer nuevos rumbos a la
sociedad. Desde entonces, las movilizaciones indígenas y otros
"levantamientos" se han sucedido contra las políticas gubernamentales
neoliberales, la corrupción, la carestía de la vida, la desatención a las
comunidades indias, etc. El movimiento indígena lucía como el más
importante (los obreros estaban en "crisis") y con sus características y
reivindicaciones específicas, que le hacían diferente a los otros
precisamente por tratarse de un sector de la población tradicionalmente
marginado y "despreciado" por los sectores dominantes.
Durante las dos últimas décadas han actuado, a la par que cualquier otro
grupo de presión política, las cámaras de la producción (gremios
empresariales). Acogieron rápidamente los postulados difundidos por el
neoliberalismo, aceptaron la globalización, demandaron el retiro del Estado
y se convirtieron en el sustento del nuevo "modelo empresarial" de
desarrollo. El alto empresariado respaldó gobiernos como el de Febres
Cordero y Sixto Durán. Dirigentes empresariales y personalidades ligadas a
las cámaras pasaron a ocupar ministerios y los principales aparatos de
conducción económica en esos gobiernos, pero también fueron visibles en otros.
En el ambiente político de creciente hostilidad al gobierno de Mahuad se
afirmaron, además, dos fuerzas no siempre bien referidas en el extranjero:
los regionalistas y las oligarquías. Los regionalistas combatían no sólo a
Mahuad sino al "centralismo" de Quito y de la sierra (la región andina).
Han sido muy hábiles en esconder sus intereses particulares tras las
legítimas aspiraciones de descentralización administrativa y autonomías
regionales. Porque en el Ecuador ha progresado mucho el sentido de la
necesaria administración descentralizada para que beneficie a los
ciudadanos de las diferentes provincias en que se halla dividido el país,
llegándose ahora a planteamientos novedosos sobre la autonomía. Sin duda,
actúan también fuerzas "regionalistas" en todo el país, pero son
particularmente visibles en la costa.
La oligarquía, por su parte, se expresó a nivel nacional exigiendo, en
forma agresiva, el definitivo rumbo neoliberal del Ecuador. Ella abanderó
la lucha a favor de la "dolarización" de la economía, con mil y un
justificaciones respaldadas por los "datos" macroeconómicos claves: una
inflación galopante (60%, la más alta en América Latina), en los últimos
meses la subida incontenible del dólar (1 dólar equivale a 25 mil sucres,
la moneda nacional), la ruina de la producción, la dolarización "de hecho"
existente en el país, etc. Sin duda, la propuesta arrastró tras sí a un
amplio sector del empresariado.
En el conjunto latinoamericano, las oligarquías ecuatorianas se demuestran
como unas de las más atrasadas en concepciones sociales y de las más
adelantadas en arrogancia económica, sin capacidad para generar, por sí
solas, un ambiente de estabilidad y progreso humano para la mayoría de la
población nacional. Por sobre la retórica social, ningún esfuerzo serio
articulan, desde su visión y sus propuestas, para encarar definitivamente
la pobreza, la abismal distribución de la riqueza y las miserables
remuneraciones, pues el salario mínimo en el Ecuador equivale a 6 (seis)
dólares mensuales y la mayor parte de la población económicamente activa
recibe ingresos menores a los 100 dólares mensuales. Ante semejantes clases
dominantes, es difícil culpar a "los gobiernos" o al "Estado" de una
realidad forjada a lo largo de la historia nacional, que ha hecho del
Ecuador uno de los países más atrasados del continente, lo cual no
significa que los gobiernos y el Estado queden exentos de su propia
responsabilidad.

LAS FUERZAS ARMADAS
Durante el siglo XX se producen 5 intervenciones militares en la vida del
Ecuador. La primera, en julio de 1925, conocida como "Revolución Juliana",
tuvo el propósito de imponer el interés estatal- nacional sobre los de la
"bancocracia" de la época, aliada con el "liberalismo plutocrático".
Entonces se rompieron los principios del liberalismo económico tradicional
y el Estado pasó a ser el instrumento de la centralización de rentas, la
organización del sistema monetario-financiero (se fundó el Banco Central en
1927) y se institucionalizó la "cuestión social" como política del Estado.
Los jóvenes militares julianos hablaron a favor de los "proletarios" y de
la necesidad de reivindicar a la "raza indígena". Sus políticas fueron
seriamente resistidas y boicoteadas por la poderosa clase económica dominante.
La segunda intervención militar (la más corta) se produjo en 1937-38. Se
logró la expedición del primer Código del Trabajo en el Ecuador.
La tercera intervención ocurrió entre 1963-66, cuando se instauró una Junta
Militar. Era la época influyente de la Revolución Cubana, la del inicio de
la "guerra fría" sobre Latinoamérica, el plan Kennedy de "Alianza para el
Progreso". La Junta Militar del Ecuador nació (algo parecido ocurrió en
otros países de América Latina) de las acciones encubiertas de la CIA,
según el libro de un exagente norteamericano. Hubo persecución al
"comunismo" y a la izquierda, pero nunca al estilo de los fascismos
pinochetistas posteriores. Pero, paradójicamente, la Junta ejecutó un
programa que incluyó la reforma agraria (con ella terminó el sistema
tradicional de la hacienda), la promoción industrial, la planificación
estatal, la orientación gubernamental sobre el desarrollo, la apertura al
capital extranjero, etc., todo lo cual afirmó un "capitalismo
nacional-dependiente" ecuatoriano, antes esbozado en forma todavía pobre e
insuficiente.
La cuarta intervención militar ocurrió en 1972-76, con el "Gobierno
Nacionalista y Revolucionario de las Fuerzas Armadas" y continuó entre
1976-79 con un Triunvirato. Con estas dictaduras, a las que me referí
antes, se consolidó el "modelo-estatal", que produjo el "espectacular"
salto capitalista del Ecuador.
Todas las dictaduras militares referidas han tenido como rasgo común el de
ser fruto de la decisión "institucional" de las Fuerzas Armadas. No fueron
movimientos caudillistas o de algún oficial que seguido por sus tropas
decide tomar el poder y triunfa. Los gobiernos militares son de las Fuerzas
Armadas, bajo unánime decisión de sus mandos superiores. Este rasgo es
importantísimo considerarlo, porque siempre han fracasado los intentos
"golpistas" de oficiales y tropas aislados: uno, en 1975 contra Rodríguez
Lara y otro, en 1986, contra Febres Cordero. El "golpe" del 21 de enero
pasado, contra Jamil Mahuad, creó un Triunvirato con dos civiles (un indio)
y un General del Ejército. Apenas duró 3 horas, pues, otra vez más, la
institución militar se pronunció, finalmente, por la sucesión
constitucional de Mahuad.
Hay, pues, otro hecho significativo: durante estas dos décadas de sucesión
de gobiernos, las Fuerzas Armadas se convirtieron en soporte del sistema
constitucional. Pero, a la vez, tanto en la salida de Bucaram como en la de
Mahuad, en medio de las tensiones políticas y las expectativas de la "clase
política", se esperaba siempre la "última palabra" de los militares, a fin
de resolver el vacío político y definir la sucesión. Lastimosamente, esto
ha sido perjudicial para el Ecuador, pues, con ello, las instituciones
democráticas han demostrado su falta de institucionalización y de capacidad
efectiva para resolver los problemas propios de cualquier régimen
constitucional, sin necesidad de acudir a la "última instancia"
representada por las Fuerzas Armadas.

EL GOBIERNO DE JAMIL MAHUAD
El 10 de agosto de 1998 Jamil Mahuad asumió la presidencia. El 26 de
octubre lograba un acuerdo definitivo de paz y límites con el Perú. El
conflicto entre el Ecuador y el Perú, que condujo a enfrentamientos armados
en 1981, 1995 y que estuvo en peligro de desembocar en una guerra total en
1998, a veces ha sido visto en el exterior como algo "típico" del "tercer
mundo". Como suele ocurrir, esa incomprensión era fruto del desconocimiento
de la historia territorial entre ambos países, que ha marcado la identidad
nacional y la construcción del Estado-Nación en las dos repúblicas. La
solución pacífica del conflicto (era el problema territorial más agudo en
toda Latinoamérica) fue un paso de enorme importancia para el futuro del
Ecuador y del Perú. Particularmente para mi país significó afirmar la
identidad, concluir con el peligro de una guerra, evitar recursos para un
armamentismo que habría agravado nuestros problemas, redefinir el papel de
las Fuerzas Armadas, redefinir la política y los valores sociales hacia el
interior de nuestra sociedad, garantizar la vida de la presente y futuras
generaciones. La mayoría del Ecuador lo interpretó así y Mahuad logró un
consenso y una legitimación significativa, a pesar de las voces que
criticaron los acuerdos.
Pero tan auspicioso respaldo se derrumbó durante el año 1999. Cierto es
que Mahuad heredó la peor crisis económica en la historia del Ecuador.
Cierto también que el propio Mahuad reconoció las dificultades. Sin
embargo, comenzaron a pesar más los compromisos políticos y la
subordinación a las fuerzas de los grupos de poder económico y
principalmente de la bancocracia. La situación de los bancos era
insostenible desde hace mucho tiempo atrás. Cayeron varios: 16 de un total
de 41. Y el gobierno se empeñó en "salvatajes" nada transparentes, que
evidenciaron no sólo su temor a una crisis financiera y bancaria
generalizada, sino la "protección" a los bancos e incluso a unos cuantos
banqueros corruptos, que utilizaron los fondos para sus propias empresas
(créditos vinculados) y no remitieron al fisco el cobro que habían
realizado como agentes de retención de los impuestos. Este último fue el
caso del banquero Fernando Aspiazu, que fue detenido más por obra de las
Fuerzas Armadas, que por la decisión gubernamental que (ahora se sabe
mejor) incluso prestó oídos sordos a quienes, al interior mismo del
gobierno, pedían firmeza. En marzo de 1999 Mahuad decretó la congelación de
los depósitos en los bancos. Según los analistas económicos, esta medida
constituyó el mayor atraco en beneficio de los bancos. Provocó la ira
popular, los llantos de jubilados y personas de la tercera edad, la
desesperación de quienes habían ahorrado por años, etc. Se prometió la
devolución de fondos en forma escalonada. Era la evidencia completa: el
gobierno de Mahuad se hallaba esclavo de la "bancocracia", a la que
procuraba salvar a toda costa. Desde entonces, la caída de la legitimidad
de Mahuad fue meteórica.
Finalmente, el régimen de Mahuad llegó a estar cercado por todos los
lados. Los sindicatos opuestos. Los indios, opuestos. Las cámaras de la
producción opuestas. Los regionalistas en combate. Las oligarquías en
búsqueda de más poder. Los movimientos sociales opuestos. La burocracia,
opuesta. La misma Iglesia Católica (hegemónica en el país) muy crítica. El
país entero en movilizaciones a diario. Ahora se saben muy bien dos hechos:
uno, que el expresidente Osvaldo Hurtado, amigo y coideario íntimo de
Mahuad, llegó a pedirle (apenas unas semanas antes del "golpe"), en una
carta privada, su renuncia; otro, que las Fuerzas Armadas presionaron al
gobierno de Mahuad para un cambio de rumbo desde hace meses atrás. Nada
pasó. De manera que el malestar en la institución armada también fue
creciendo. La "dolarización" finalmente adoptada el 9 de enero del 2000,
más que una necesidad económica y técnica (no había estudios serios para
ello por parte del Banco Central ni de cualquier otra institución pública)
resultó, como observó toda la prensa del país, una hábil maniobra de
supervivencia política, que incluso remontó unos puntos la imagen del
Presidente… por poco tiempo. Desde luego, los poderosos grupos enamorados
con la dolarización se sintieron asegurados y buena parte del país
confundido, pues la medida luce "salvadora" en la superficie y en la
perspectiva del triunfo del capital.

EL AMBIENTE FINAL
En enero del 2000, los movimientos sociales explosionaron. La CONAIE
(Confederación de Nacionalidades Indígenas) lanzó una consigna audaz: la
salida del Ejecutivo, del Legislativo y del Judicial, por no responder a
las necesidades del país. Los indios amenazaron con tomarse carreteras y
ciudades en un nuevo "levantamiento". En coordinación con otros movimientos
sociales, se llegaron a establecer "Parlamentos del Pueblo" en diversas
provincias. Y un impresionante número de indios (se calculan 8 mil o más)
marcharon sobre Quito, la capital de la República y entraron a ella. El 20
de enero la situación del Ecuador y particularmente la de Quito eran
dramáticas (desde las categorías de la sociología política, ¿se siente
alguien tentado a calificar como "prerevolucionarias" las condiciones del
país?). El 21, los indios ocuparon el local del Congreso (Palacio
Legislativo). Otros marcharon sobre el palacio de Justicia. Y anunciaron
que irían a tomar el palacio de Gobierno (sede del Ejecutivo). ¡Ocurría lo
que nadie habría pensado: "literalmente" se iba a producir la "salida" del
Ejecutivo, del Legislativo y del Judicial… y eran los indios quienes
cumplían su palabra!.
Es en esas circunstancias en las que actúan los militares. También ahora
conocemos mejor los detalles de lo sucedido: fue un grupo de oficiales y
soldados el que permitió el ingreso de los indígenas al Palacio Legislativo
y en su interior (precisamente en la Sala del Congreso), se constituyó una
"Junta de Salvación Nacional" integrada por: Coronel Lucio Gutiérrez, por
el Ejército, Antonio Vargas, máximo dirigente indígena de la CONAIE, y el
Dr. Carlos Solórzano Constantine, un expresidente de la Corte Suprema de
Justicia. (Hay que resaltar que la figura de Solórzano fue mal vista por
amplios sectores desde el primer momento, pues sobre ellos pesaron los
antecedentes políticos de este abogado).
Ese mismo 21 de enero, por órdenes superiores, llegó al Congreso el
Coronel Fausto Cobo, a fin de pedir a su compañero Gutiérrez que deponga su
actitud. Allí tropas, oficiales y emocionadas masas populares e indígenas
clamaron por una definición y Cobo se unió al movimiento. En las ruedas de
prensa que se produjeron a continuación, el coronel Cobo habló de una nueva
"Revolución Juliana". Unidos a sus compañeros estaban los coroneles Jorge
Brito y Gustavo Lalama.
No se trató de "cualquier" tipo de militares: Fausto Cobo era, nada menos,
que el Director de la Academia de Guerra , brillante oficial y primera
antigüedad en todos sus cursos militares; Lucio Gutiérrez era, según sus
compañeros, "un cerebro" para los estudios, brillante militar y asesor del
Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas; Gustavo Lalama, con una carrera
similar, era director de la Escuela de Perfeccionamiento de Oficiales;
Jorge Brito, con carrera prestigiosa, era, además, un héroe de Paquisha y
del Cenepa (en referencia a dos lugares históricos en el conflicto
limítrofe del Ecuador con el Perú). Pero lo que llamó la atención del
Ecuador (y nuevamente la desinformación internacional en ésto fue más
fuerte) es que a los "golpistas" se unieron unos 500 oficiales,
provenientes de la Academia de Guerra, de la Escuela de Perfeccionamiento y
de la Escuela Politécnica del Ejército, es decir, de lo mejor de la
intelectualidad del Ejército, por lo que la prensa del país ha hablado de
los "militares académicos". Y, además, hay que entender, que, por propias
declaraciones de los "golpistas" al momento de los sucesos y las que han
aparecido con posterioridad, los oficiales jóvenes y de mandos medios se
unieron al movimiento indígena, porque éste, a su vez, reflejó una profunda
aspiración nacional de cambio, pues "todos" querían la salida de Mahuad.
Tampoco parece entenderse en el exterior la formación y situación de las
Fuerzas Armadas. A diferencia de otros países latinoamericanos, los
militares desarrollan en el Ecuador una serie de actividades y programas de
apoyo a las poblaciones más necesitadas: ayudan en la construcción de
caminos y otras obras públicas, sirven para comunicación en regiones
apartadas, han creado escuelas y centros de salud entre las comunidades
indígenas, realizan la conscripción agraria, etc., etc. Todas estas
acciones han puesto a los militares en contacto con las necesidades reales
e inmediatas de la población, en un país en el que la pobreza es extrema.
Además, en sus institutos de formación académica y profesional, estudian no
sólo cuestiones técnicas y relativas a sus armas, sino cátedras sociales,
de historia, economía y política, que les capacitan en la comprensión
teórica del Ecuador. Con frecuencia son invitados en calidad de
conferencistas, los más prestigiosos académicos sociales del país. En los
últimos años la formación de los oficiales se ha conjugado con las ideas de
responsabilidad frente a la sociedad, de ayuda al desarrollo y de
compromiso con la nación. Por eso los militares dicen hallarse íntimamente
ligados al que consideran como "su pueblo". Es en este marco que también se
debe comprender la actitud de los coroneles y oficiales que el 21 de enero
se unieron al movimiento indígena y al clamor del país por la salida del
presidente Jamil Mahuad.
En consecuencia, algunos analistas sostienen que no se trató de un simple
"golpe de estado" sino de una "rebelión popular" que concluyó con el
derrocamiento de Mahuad. En otros casos no deja de considerarse que el
movimiento, por espontáneo y sin previa "planificación", puso en evidencia
mas bien el "sentimentalismo" social de los militares y sus afanes
reformistas. También se ha comentado que es un asunto de "populismo" militar.
Desde la perspectiva institucional, sin duda la rebelión de los oficiales
puso en jaque a los mandos superiores y rompió con los órdenes jerárquicos,
lo cual, evidentemente, afectaba a las propias Fuerzas Armadas. Pero el
Coronel Gutiérrez fue forzado a declinar su posición inicial a favor del
general Carlos Mendoza, nada menos que Jefe del Comando Conjunto de las
Fuerzas Armadas, quien, en la noche del 21 de enero, integró el Triunvirato
de Salvación Nacional definitivo. La foto de los triunviros: Mendoza, el
general; Vargas, el indio y Solórzano, el abogado, dio la vuelta al mundo.
Pero, inquiridos por los medios de comunicación, se hizo evidente que los
triunviros carecían de un programa de gobierno inmediato. La participación
de Mendoza parece que también respondió a una estrategia del alto mando
militar para recobrar su posición jerárquica y permitir la sucesión
constitucional del gobierno, ya que las Fuerzas Armadas, como tales, no
desearon el control del poder, que quisieron que se respete de acuerdo a
las normas de la Constitución. El Triunvirato duró poco: apenas 3 horas. El
General Mendoza, de acuerdo con la estrategia personal que había definido,
renunció continuar en el Triunvirato. Ello implicó un "vacío de poder" que
dio paso al desenlace del drama.
Horas antes, el propio alto mando de las Fuerzas Armadas había retirado su
apoyo a Mahuad y en una cadena de televisión solicitaron la renuncia del
Presidente. Mahuad apareció en una nueva cadena de televisión, acompañado
sólo por sus ministros, sin sus edecanes, y dijo que él no renunciaba y que
si se quería dar un golpe contra él, pues que se lo dé y que se lo haga en
forma abierta. Después, fue invitado a salir del palacio de gobierno para
ir a otro lugar considerado más seguro, pues la marcha sobre ese local ya
estaba anunciada. Al mismo tiempo el Vicepresidente Gustavo Noboa se
desplazó, en un avión militar, desde Guayaquil a Quito. Ocurrían, en las
horas sucesivas, el ascenso y la caída del Triunvirato.
A la mañana siguiente, sábado 22, a eso de las 7 o 7:30 de la mañana,
buena parte de los ecuatorianos se enteraban que ya no había triunvirato y
veían, a través de la cadena de televisión, que el Vicepresidente Gustavo
Noboa, firmaba el primer decreto asumiendo la Presidencia de la República y
lo hacía ante la superioridad militar, en el edificio del Ministerio de
Defensa. Anunció, además, que continuaría con la "dolarización" de la
economía ecuatoriana. Sólo a las 10:00 de la mañana se instaló el Congreso
en la ciudad de Guayaquil y sólo entonces resolvió declarar el abandono del
cargo por parte del presidente Mahuad y la sucesión "constitucional" de
Noboa. Para diversos analistas, caben muchas dudas sobre esa cadena de
"irregularidades" constitucionales: Alto Mando que quita su respaldo al
Presidente de la República; Triunvirato efímero; Vicepresidente que asume
el poder antes de que el Congreso examine la situación del Presidente;
Jamil Mahuad que nunca renunció… Con habilidad, sólo un espectro de la
"clase política" funge como absolutamente "demócrata" y exige castigo a los
"golpistas"…

REACCIONES Y LECCIONES
Los sucesos del 21 de enero impactaron en el Ecuador y en el mundo. Un
indígena "en el poder" era una situación inédita en 400 años, más allá de
cualquier significado jurídico y político que se quiera dar al "golpe"
contra Mahuad. La presencia indígena destapó sentimientos racistas y
prejuicios ancestrales en algunos sectores. Al hablar de una nueva
"Revolución Juliana", los coroneles "golpistas" ocasionaron el gran susto
de la oligarquía, del alto empresariado y de las fuerzas de derecha. El
temor de que el proyecto económico neoliberal se derrumbe y que la
"dolarización" termine pusieron los pelos de punta a muchos. Era previsible
una "toma de cuentas" desde el Estado, especialmente contra los banqueros
corruptos. De acuerdo con una encuesta difundida por la empresa Market el
pasado 7 de febrero, el 51% de la población estuvo de acuerdo con la
formación del Triunvirato. El 72% de la población piensa que no hubo
"golpe de estado" sino una "rebelión popular". Un 70% califica de
"conveniente" la caída de Mahuad.
Con su peculiar visión sobre la democracia institucional, desde los
Estados Unidos se amenazó al Ecuador con colocarle en una situación
parecida a la de Cuba. Entre sus agencias de prensa los sucesos lucían como
un simple "golpe" contra la democracia, ejecutado por unos cuantos
"coroneles ambiciosos". Evidentemente un "golpe militar" parecía escaparse
a los dictados y controles del gobierno norteamericano y parecía cuestionar
la visión neoliberal del mundo económico. Además, es seguro que el gobierno
norteamericano creyó que se ponía en peligro la continuidad de la base
militar de la ciudad de Manta, que los norteamericanos lograron establecer
en la costa del Ecuador para cerrar el candado sobre Colombia con el
pretexto de "combatir el narcotráfico y la narcoguerrilla" (recuérdese que
las bases militares concluyeron ya sus programas en Panamá), sin que hayan
interesado las críticas y las reacciones que tal base ha provocado entre
los ecuatorianos.
Ciudadanos honestos del Ecuador observaron que los sucesos afectaban la
imagen del país y rechazaron la "dictadura". Progresivamente el Ecuador
tomó conciencia de la situación creada y, finalmente (aunque a posteriori),
el 60% de la población aprobó la sucesión presidencial de Gustavo Noboa.
Más del 70% de la población respaldó las acciones indígenas y la toma del
Congreso. Después de los sucesos, la mayoría de la población considera que
los indios habían servido como instrumento para derrocar a Mahuad. Y que
los militares "golpistas" habían cometido un error político e
institucional, que afectaron la vía constitucional, pero que también son
oficiales sensibles y respetables. Por ello ya ha cursado en el Congreso un
pedido de amnistía que no se sabe si será acordado.
La "clase política" reaccionó contra los "golpistas". Sectores de poder
respiraron con tranquilidad y pasaron a la ofensiva "antigolpista". La
"cacería de brujas" aún no termina, aunque los cálculos políticos van
aliviando las tensiones.
Para un historiador los sucesos tienen múltiples aristas. El Ecuador ha
recobrado, sin duda, su institucionalidad democrática. Pero no puede
dejarse de observar que el nuevo presidente ha ofrecido la continuidad del
"modelo económico" tan grave para las mayorías nacionales, si es que no se
toman las medidas sociales que es lo que el país exige. De otro modo, la
salida de Mahuad puede convertirse en un simple cambio de nombres y de
estilos políticos.
El "golpe" no fue, pues, un "fujimorazo". Parece que Mahuad lo intentó, sin
tener el respaldo de las Fuerzas Armadas. Tampoco se ha tratado de un
movimiento parecido al "chavezaso" venezolano. Para los investigadores de
la historia latinoamericana resulta importante el estudio renovado sobre
las Fuerzas Armadas de la región, en la que los militares ecuatorianos
escapan al encasillamiento tradicional como simple fuerza al servicio del
sistema. El auge de los movimientos sociales y las rebeliones capaces de
tumbar gobiernos sin "derramamientos de sangre", constituyen una novedad en
Latinoamérica, originada en el Ecuador. Han planteado el desafío de volver
efectivo, real, aplicable, práctico, un nuevo "derecho político": el de la
"rebelión nacional", dentro del sistema constitucional y de la democracia
representativa, para revocar el mandato de gobiernos originados en
elecciones populares y cuando ese mismo constitucionalismo y esa misma
democracia se vuelven simplemente institucionales, pero se colocan al
servicio de minoritarios grupos de poder económico.
Este me parece un asunto crucial y digno de reflexión en la ciencia
política y jurídica latinoamericana, región en la que se exige a nuestros
pueblos (más aún en países como el Ecuador, con enormes mayorías pobres y
desatendidas -aquí el desempleo y el subempleo llegan al 70% de la
población económicamente activa y el país tiene unos 12 millones de
habitantes-), guardar respeto absoluto a la democracia y el
constitucionalismo, aunque los gobiernos instaurados legítimamente
abandonen después, para privilegio de minorías poderosas, la misión que
esos mismos pueblos han depositado en ellos. Por cierto, el Art. 26 de la
actual Constitución de la República del Ecuador dice "Los ciudadanos
ecuatorianos gozarán del derecho de elegir y ser elegidos, de presentar
proyectos de ley al Congreso Nacional, de ser consultados en los casos
previstos en la Constitución, de fiscalizar los actos de los órganos del
poder público, de revocar el mandato que confieran a los dignatarios de
elección popular, y de desempeñar empleos y funciones públicas. / Estos
derechos se ejercerán en los casos y con los requisitos que señalen la
Constitución y la ley". Las resistencias para definir normas que apliquen
tal revocación del mandato están, como se comprenderá, a la orden del día,
con mil y un argumentos "democráticos".
Y no puede dejarse de lado la apreciación sobre el movimiento indígena,
cuya fuerza y cuyas estrategias políticas han resultado verdaderamente
inéditas. En estos mismos días de febrero el movimiento indígena vuelve a
la carga con otro planteamiento audaz: la recolección de firmas en todo el
país, para que se convoque a un plebiscito en el que los ecuatorianos se
pronunciarían por la disolución del Congreso y el cambio de la Función
Judicial, además del rechazo a la "dolarización". Estas consignas van
tomando una fuerza increíble en el país, de manera que la "clase política",
junto al Congreso y ahora también el Ejecutivo, presentan los argumentos
legales y constitucionales más variados a fin de deslegitimar y hasta
impedir un pronunciamiento plebiscitario en el sentido acordado por el
movimiento indígena. Cabe añadir que hoy, domingo 13 de febrero, los
periódicos informan sobre las 5 preguntas que planteará la CONAIE: cese de
los actuales miembros del Congreso Nacional, de la Corte Suprema de
Justicia y del Consejo de la Judicatura; devolución inmediata de los fondos
congelados en los bancos; rechazo a la dolarización y a las privatizaciones
(se plantearía el control de cambios y el no-pago de la deuda externa);
libertad y archivo de las causas en contra de los militares, policías y
civiles que participaron en el movimiento del pasado 21 de enero;
ratificación de la revocatoria del mandato de Mahuad; y, salida inmediata
de cualquier fuerza militar extranjera que se halle operando en el Ecuador.
Como en todo proceso histórico, también las fuerzas políticas, las propias
Fuerzas Armadas, los movimientos sociales y, sin duda, el movimiento
indígena presentan contradicciones, generan dudas, plantean caminos
diferenciados, provocan definiciones, afinidades o resistencias. Se mueven
en un marco nacional complejo y en un mundo internacional que mira,
presiona y actúa. De manera que uno de los problemas centrales en el futuro
del Ecuador es el de la construcción de un proyecto nacional, que logre
integrar los contrapuestos intereses del país, que a lo largo de nuestra
historia interna han sido tremendamente beligerantes. A esto se convoca en
mi país con la búsqueda del "gran acuerdo nacional", que constituye una
"idea-fuerza" en la que todos los ecuatorianos tenemos esperanza.
El futuro inmediato del Ecuador tiene, por tanto, nuevas incógnitas. En lo
de fondo, se ha cuestionado una democracia simplemente "formal", que los
ecuatorianos queremos que sea "efectiva y real", a fin de que logremos una
sociedad en desarrollo económico, pero con justicia social, equidad humana
y dignidad como nación en el concierto internacional.

Por Amalio Venegas en Xeres Eqvitvm, año III

Una dirección qu espero os guste es por su ínterés musical: www.cerberus.co.uk

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