los despropósitos de Romero  La polémica de 1924

LOS CONTINUADORES: FRENGUELLI Y VIGNATI

El 21 de abril de 1920, Joaquín Frenguelli entregó al Presidente de la Academia de Ciencias de Córdoba, doctor Adolfo Doering, el manuscrito de su trabajo sobre los terrenos de la costa Atlántica (38). En el prólogo aclara que el atraso sufrido para la publicación de su estudio le permitió, antes de entregarlo al juicio de los investigadores, realizar un segundo viaje a la zona, llegando hasta Mar del Plata, Dionisia y al "Puesto del Barco", situado en la desembocadura del arroyo Malacara, a unos 70 km. al SO de Miramar y que las observaciones realizadas durante este segundo viaje fueron agregadas en forma de notas al trabajo que vamos a analizar.

En el espacio transcurrido entre los dos viajes de Frenguelli, fueron hallados en la zona de los acantilados costaneros, nuevos objetos arqueológicos, lo que motivó que un grupo de estudiosos realizaran durante el mes de noviembre de 1920 un viaje a la zona.

La delegación estaba encabezada por C. Ameghino, H. Von Ihering, E.S. Zeballos, R. Lehman-Nitsche, E. Boman y R. Senet, contando con el apoyo científico del Museo Nacional de Buenos Aires.

Este grupo de científicos, entre los cuales había opiniones dispares en tanto al material arqueológico hallado en las zonas del litoral atlántico, confirmó unánimemente lo establecido por la primera comisión que visitó los mismos lugares en 1914 y que firmaron el Acta, de la cual ya hemos hecho varias veces referencia. Esto es que el material arqueológico se hallaba en su yacimiento primitivo acompañando a los restos de una fauna ya desaparecida.

Respecto a las dudas que siempre existieron acerca de los hallazgos de la costa atlántica, de parte no sólo de algunos científicos argentinos sino de figuras como Marcellin Boule (Les Hommes fossiles, París, 1921); se debió en primer lugar a que muchos desconocen la problemática geológica que presenta la región mencionada por no haberla visitado. En segundo lugar, dice Frenguelli que en el estado actual de los conocimientos "sostener como dogma de fe la edad Miocena del hermosense y del chapadmalense y la existencia de hombres fósiles terciarios en la Argentina equivale a sembrar desconfianza sobre la seriedad de nuestros estudios".

Nuestro autor finaliza su prólogo afirmando que con respecto a los hallazgos de Miramar rechaza enfáticamente la opinión que considera miocenos al hermosense y chapadmalense y plioceno al pampeano, pero admite la autenticidad de los restos arqueológicos que esos terrenos encierran. Estas dos hipótesis de trabajo son las que trata de demostrar en el desarrollo de su investigación.

Antes de entrar al problema geológico, no puede eludir un tema, que ya lo hemos visto en otros autores; es el del fraude y el de la desconfianza a la figura de Parodi. Al respecto dice: "Son muy conocidas las calurosas y a veces apasionadas discusiones que despertaron las publicaciones y conclusiones de los dos sabios hermanos, llegando alguno de sus adversarios al extremo, ciertamente censurable, de dudar que las piezas antropolíticas procedentes de las capas nata antiguas de esas formaciones hubiesen sido colocadas intencionalmente para engañar la buena fe de los estudiosos". Con respecto a Parodi le expresa su confianza al declarar que en las excursiones realizadas durante la semana del 8 al 11 de enero de 1920 "nos acompañó el práctico y activo coleccionador del Museo Nacional, don Lorenzo Parodi, quién facilitó el cumplimiento de nuestro programa, permitiéndonos, en el breve transcurso de cuatro días, reunir numerosos materiales y observaciones que hemos creído oportuno publicar como contribución al conocimiento del cuaternario argentino".

Frenguelli cree oportuno aclarar también que sus conceptos geológicos no se apartan de las ideas directrices de F. Ameghino, sino en lo que se relaciona con la edad que el sabio maestro asignaba a las formaciones de la costa atlántica de la Provincia de Buenos Aires, puesto que para nuestro autor son cuaternarias en su totalidad, aunque tuvo algunas dudas con respecto a las formaciones basales como el chapadmalense y el hermosense. Pero "dejando de lado — dice Frenguelli — la base araucano-terciaria sobre la cual descansa y los pisos postpampeanos que la cubre", intentó dividir la serie pampeana en tres grupos estratigráficos sobresalientes: inferior, medio y superior correlativos a ciclos climatéricos, formado cada uno de ellos por dos pisos: uno inferior cuya deposición da la impresión de haberse formado bajo la existencia de un clima más bien frío, húmedo y lluvioso y otro superior conformado continuamente por acumulaciones eólicas que representan un clima preferentemente cálido y seco. Así pues, la formación pampeana presentaría una constitución alternada entre capas de facies aluvional, fluvial, lacustre o palustre y de facies eminentemente eólicas.

 

SUBDIVISIONES
(ciclos)
PISOS DE FACIES
húmeda árida
1º Pampeano inferior preensenadense ensenadense
2º Pampeano medio prebelgranense belgranense
3º Pampeano superior prebonaerense bonaerense

 

Uno de los elementos esenciales que separa estas dos estratigrafías estriba en determinar la diferenciación que existe entre fango y loess, "elementos genéticamente muy distintos y hasta ahora demasiado a menudo confundidos entre sí". Termina Frenguelli sus consideraciones afirmando la necesidad de incluir toda la serie pampeana, desde la superficie del araucano hasta la base del platense, en el período cuaternario agregando "que si, como las observaciones han demostrado, todo el pampeano está caracterizado por una alternación de capas aluvionales (o de equivalentes lacustres, pantanosos, etc.) y de capas eólicas, exponentes de un ciclo climatológico análogo y sincrónico al poliglaciarismo europeo, no tenemos motivo alguno para separar de esta serie el grupo preensenadense-ensenadense", así como "no hay ni el más leve motivo para que se atribuya al plioceno superior el primer periodo glaciar (H. Obermaier, obra cit. pág. 44)". Para afirmar más aún su posición, nuestro científico recoge palabras de De Lapparent, quien decía que la era cuaternaria estaba definida por la aparición del hombre. Por lo tanto Frenguelli coloca el limite pliopleistoceno en la base preensenadense, porque es allí donde se encuentran los restos más antiguos del supuesto hombre pampeano.

En este trabajo Frenguelli insinúa la intención de relacionar los fenómenos de la formación pampeana con las transgresiones y regresiones marinas de Europa, afirmando el autor: "En el estado actual de nuestros conocimientos, sin duda no es posible definir mayormente la existencia de las supuestas terrazas marinas; pero su estudio merece una particular atención, puesto que han de representar un elemento de la mayor importancia para correlacionar y sincronizar los desplazamientos de nuestras riberas con los mismos desplazamientos cuaternarios estudiados en muchos puntos de las costas atlánticas de Europa, Africa y Norte América".

Al analizar los datos antropológicos, deja señalado que en la excursión realizada no encontró ningún "resto esquelético" pero esta falta fue compensada por el abundante material arqueológico extraído de las capas que conforman la zona mencionada. Puntualiza que todas las piezas fueron extraídas personalmente del lugar donde estaban enterradas, después de comprobar minuciosamente que se hallaban en posición originaria, sin muestra ninguna de remoción ni antigua ni reciente; por lo tanto para Frenguelli queda absolutamente demostrado que los objetos arqueológicos son contemporáneos con las capas que las contienen junto con la fauna fósil de las mismas.

Hace también una interesante observación referente al supuesto hombre de las pampas; éste debía emigrar hacia las márgenes de los grandes ríos y lagunas persistentes, durante los periodos secos interpluviales (fase desértica). Se basa para afirmar esto en que en las formaciones loessicas no se encontró ningún vestigio de industria humana.

El primer hallazgo que relata pertenece al Preensenadense (recordemos que es el clásico chapadmalense de F. Ameghino). Se trata de un solo artefacto lítico encontrado en forma casual en el interior de un grueso nódulo calcáreo, que había elegido como muestra de la característica caliza concrecional del chapadmalense.

Al romperse apareció el instrumento que nuestro autor define como "punta de lanza" realizada en basalto negro, con talla perfecta, confeccionada por pocos golpes y que no halla equivalente entre todos los objetos líticos descriptos hasta ese momento.

La pieza encontrada le permite a Frenguelli conjeturar una opinión sobre la estatura de los posibles hombres que la utilizaron; serían estos pequeños a los cuales muy bien les podrían corresponder el supuesto atlas humano de Monte Hermoso (resto de vértebra humana mencionada por F. Ameghino en 1906 y conocido en la bibliografía como El Atlas de Monte Hermoso).

En los fangos y conglomerados cenagosos, que Frenguelli atribuye al Prebelgranense, los restos industriales son más frecuentes. El yacimiento tipo se encuentra en Punta Hermengo (Miramar).

Del mencionado lugar extrajo lo que nuestro científico denominó "Pesa para red". Está tallada en un trozo de tosca, cuidadosamente trabajada y alisada de aproximadamente 21,50 cm. de largo. Presenta un aspecto fálico "tan frecuente —dice Frenguelli — en las representaciones paleolíticas de Europa, a las cuales tal vez va ligado un significado religioso". Tuvimos oportunidad de ver esta pieza con el profesor Austral en el Museo de Ciencias Naturales Bernardino Rivadavia. Personalmente tuve la impresión de que estaba frente a un objeto con características de trabajo no muy antiguo y de un formato que no guarda similitud con ningún hallazgo arqueológico ni antiguo ni moderno en la zona.

Luego se describe un punzón realizado en un supuesto fragmento de "costilla de Lestodon" que presenta en uno de sus extremos un corte en bisel. La cresta costal fue rebajada y luego alisada por frotamiento En todo el cuerpo del instrumento se notan pequeñas incisiones lineales, producidas tal vez por el objeto que se utilizó para desprender los restos de materia orgánica adherida al hueso cuando éste estaba fresco.

A pocos metros del entonces proyectado muelle de Miramar al realizar una pequeña excavación, apareció una "bola en hueso" irregularmente esférica con surco bien dibujado y profundo.

Está tallada en el tejido esponjoso "de un hueso largo de un gran mamífero".

Otro hallazgo de instrumental tallado en hueso es una "punta de pica"; tiene forma triangular y en la base presenta una profunda escotadura. Es comparable, según Frenguelli, a las piezas presentadas por Carlos Ameghino; por lo tanto considera que es un tipo relativamente frecuente en este yacimiento. También nos recuerda el autor que el señor Parodi le indicó que en este mismo lugar apareció el anzuelo de hueso. Esta información posiblemente dio pié a que se rotulara como "pesa para redes" al extraño instrumento descripto más arriba.

En otros lugares donde se desarrolla el Prebelgranense, los artefactos son muy escasos. Solamente, dice Frenguelli, se obtuvo una "bola" irregular, trabajada en la misma tosca que la pesa y con las características que presentan las trabajadas en hueso. Ésta se encontró a pocos metros de la excavación que practicó Santiago Roth y fue descubierta por Parodi, quien la dejó en el lugar de acuerdo a las indicaciones que le había impartido el director del Museo Nacíonal. A esta altura de su escrito, Frenguelli hace una llamada a pie de página y expresa que en el segundo viaje realizado a la zona, al lado del mismo yacimiento de Punta Hermengo, en el horizonte prebelgranense se efectuaron los siguientes hallazgos: una "bola" fabricada con "tosca blanca compacta" de forma ovoidal, también con surco ecuatorial. Un "mango de hacha de mano" de tosca calcárea grisácea que es casi igual, según nuestro autor, a otro ejemplar hallado en esa misma localidad y que se encuentra depositado en el Museo Nacional de Buenos Aires. Pudo utilizar este último viaje para efectuar comparaciones con el instrumento por él hallado gracias a la gentileza de don Carlos Ameghino.

Describe también un "raspador" hecho en una astilla de muela de mamífero fósil de gran talla (Scelidodon). Una "Punta de Pica" trabajada también en una astilla de hueso compacto, señalando que habría sido confeccionada "tal vez ya al estado fósil". Cierra esta lista de hallazgos dejando expresamente aclarado que "Los objetos mencionados fueron descubiertos y extraídos por mí personalmente; como siempre, hemos tenido especial cuidado en asegurarnos previamente de que la roca no presentase ni el menor vestigio de remociones posteriores accidentales o intencionales". El fantasma Parodi estaba presente en cada justificación o aclaración de este tipo.

Frenguelli dice que, a pesar de que los utensilios líticos en este horizonte del Prebelgranense son muy raros, no puede dejar de atribuir a este último el "cuchillo de cuarcita" mencionado por Carlos Ameghino como también la "bola de diorita" descripto por éste en la comunicación presentada en la Reunión de Tucumán y que quizás cabría también incluir la punta de flecha de cuarcita incrustada en el fémur del Toxodon. Vignati coincide con Frenguelli en que estos objetos se hallaban en la formación prebelgranense y no en el chapadmalense.

Los artefactos encontrados en el "horizonte prebonaerense" proceden también de Punta Hermengo. Todos fueron descubiertos en la base de un banco de arcillas verdosas lacustres, como si los objetos hubiesen caído en el fondo de la laguna prebonaerense. Los materiales líticos que aparecieron, estaban mezclados con pequeños trozos de astillas de hueso fósil y de un número escaso de cantos rodados pequeños de cuarcita, basalto y pórfido. El instrumental de piedra estaba representado por "puntas de flechas". La primera que describe está tallada muy groseramente sobre una de sus caras; el material en el cual fue fabricada es cuarcita blanca y tiene forma triangular. otra está realizada en "arenisca cuarzosa blanca", con talla unifacial; "responde a un tipo algo diferente y algo más concluido". Tiene los bordes laterales, de acuerdo al autor, retocados cuidadosamente y afilados por numerosos golpes pequeños, de forma aproximadamente oval.

El tercer objeto es un "cuchillo" realizado en una hoja cuadrangular de cuarcita blanca. Es un instrumento unifacial con retoques en los bordes. Por último presenta un "raspador" de cuarcita rosada de forma triangular con "bordes cortados en bisel y retocados irregularmente".

Frenguelli hace un llamado a pie de página y aclara: "en la misma localidad, últimamente hallamos los objetos siguientes: una "punta de piedra" triangular trabajada en cuarcita blanca, un "raspador oblongo" realizado en el mismo material y un "canto rodado" elipsoidal de diorita sin trabajo alguno. Para nuestro investigador todo el instrumental lítico descripto presenta "analogías con el musteriense pero de un musteriense primitivo y tosco, comparable con el inferior de Europa".

Frenguelli al comparar estos objetos con los horizontes anteriores se plantea la posibilidad de lo que él llama "degeneración en la industria y en la técnica", al punto que se pregunta si los hombres que vivieron cerca de las lagunas prebonaerenses pueden considerarse descendientes de los que vivieron en ese mismo lugar en períodos más lejanos, o si representan la llegada de una inmigración de nuevas razas relativamente inferiores". Pero también se plantea otra hipótesis; que la degeneración de la técnica lítica se deba a un largo abandono del trabajo de la piedra dura (prebelgranense) para dedicarse al uso de material más fácil de trabajar como la tosca calcárea y el hueso.

Al analizar los terrenos supuestamente postcuaternarios, Frenguelli afirma que en el platense, "como también en los escasos restos de los demás terrenos postcuartarios de Miramar, no hallamos restos de las antiguas industrias, sería verdaderamente interesante llenar esta laguna para estudiar las relaciones que las industrias pampeanas guardan con los prehistóricos precolombinos de la misma región".

Todo lo contrario sucede en el "Aimarense" donde los objetos, líticos abundan en forma extraordinaria. A pesar de todas las excursiones realizadas desde Mar del Plata hasta Tres Arroyos por distintas comisiones de estudio, siempre aparecen nuevos hallazgos y con especial preferencia en los valles entre los médanos movedizos. En el caso de Miramar — dice Frenguelli —, aparecen al pie de los médanos restos de huesos de guanaco, lobo marino, nutria, ciervo, etc., restos de pescados y fragmentos de cáscaras de huevos de avestruz.

Algunos de éstos aparecen quemados, mientras que otros cortados longitudinalmente, como los huesos del guanaco para la "extracción del tuétano".

En material lítico lo que más abunda son los "cantos rodados" de todo tamaño, formados por fragmentos de cuarcita, pórfido, basalto gris o negro. Son idénticos, dice Frenguelli, a los ejemplares descriptos por Florentino Ameghino para ilustrar su industria de la "piedra hendida" pero aclara inmediatamente, que la diferencia estriba en que estos últimos aparecieron en las "capas eolomarinas del intersenadense". y las que describe nuestro autor se encuentran en el Aimarense mezclados con astillas óseas y pétreas" y con artefactos bien definidos.

Los instrumentos líticos de este horizonte están representados por: "hachas de mano", "hachitas", "cuchillos", "puntas de flecha", "dardos", "raspadores", "pulidores", etc.

Entre los elementos citados se destaca una gruesa "hacha de mano" de un largo de 12 cm. y un ancho de 7,2 cm. realizada en cuarcita blanco grisácea de talla unifacial. Al mismo tipo corresponde una "hoja grande" de 11,6 cm. de largo por 5,5 cm. de ancho, realizada también en cuarcita grisácea con trabajo unifacial. Describe una punta de lanza con "talla grosera" en ambas caras; confeccionada en cuarcita blanco grisácea. Luego da a conocer dos "puntas de dardos", trabajadas con el mismo material usado para los instrumentos ya descriptos. Con respecto al artefacto representado como figura 41 del texto que estamos analizando, Frenguelli nos presenta una hermosa hoja lanceolada de 11,9 cm. de largo por 7,2 cm. de ancho y un espesor de 1,5 cm. con doble punta y tallado solamente en su cara anterior, con trabajo de percusión que regularizan esmeradamente el filo, la curva de los bordes y las puntas. Describe otra "hoja de laurel" tallada en cuarcita rosada de doble punta pero de la mitad aproximadamente de la descripta más arriba.

A continuación se refiere a otro instrumento parecido a los anteriores de doble punta. pero más alargados, roto en uno de sus extremos. También menciona una punta de flecha triangular, un pequeño raspador, otra punta de flecha en forma de hoja, un cuchillo rectangular alargado, un raspador triangular, etc., todos trabajados en cuarcita, menos el último, que está realizado en basalto gris verdoso. Luego da a conocer otro lote de instrumentos confeccionados en piedra, pero de características distintas con respecto a los presentados anteriormente. Aparecen de acuerdo a Frenguelli, instrumentos más pequeños entre ellos dos raspadores, realizados en "astilla de sílex". También hay dos pequeños cuchillos o "raspadores arqueados" realizados en astilla del borde de cantos rodados", uno de cuarcita blanca, otro de basalto negro, con bordes retocados; las caras no ofrecen trabajo. Aparece un interesante "cuchillo curvo"; su forma, dice el autor, nos recuerda "la de los picos de los loros" del magdaleniense. Frenguelli llamó la atención con respecto a un hecho observado cuando clasifica los instrumentos y es que "junto con los artefactos recordados hasta ahora, tallados únicamente en su cara anterior se encuentran otros más escasos que consisten en cuchillos y puntas, con las dos caras completamente talladas".

Aparecen en este horizonte "placas de piedra pulida" que han servido según nuestro investigador, como yunques para el tallado de las piedras, de moledores para granos comestibles y para desmenuzar colores.

Finalmente acompañando a todo este instrumental lítico se encuentran "pequeños y raros trozos de alfarería" de contextura delgada y de estructura y ejecución muy groseras, generalmente negros en la superficie interna y pardo—rojizo en la externa. La materia prima para su confección es arcilla mezclada con abundante arena gruesa. Aparecen perlitas subcuadrangulares de conchas marinas (posiblemente restos de collares pues están perforadas como para engarzarlas), pequeños trozos de materia colorante roja y una sustancia en forma mamelonada que podría ser restos de cebo, usados posiblemente para dar luz.

Concluye, por lo tanto, que el material examinado perteneciente a este horizonte Aimarense "tiene evidentes tendencias musterienses y aparecen retoques de carácter auriñacienses y sobre todo solutrenses y magdalienses. En otros términos diríamos que se trata de un magdaleniense en que la mezcla de utensilios elegantes y cuidadosamente tallados con las groseras hachas de un musteriense muy primitivo y, en cierto modo, en decadencia, es debida, no tanto a la poca habilidad del artífice, sino a las calidades de la materia prima usada para su elaboración".

Como vemos, nuestros investigadores, trataban como en este caso Joaquín Frenguelli de establecer puntos de contacto con la prehistoria europea. Jorge Fernández (39) en un artículo dedicado a Eric Boman recuerda que éste en 1908, había expresado una importante advertencia: "todo intento para establecer un sincronismo entre Europa y América me parece absurdo". El citado autor nos aclara que Boman hace esta afirmación luego de realizar una serie de comparaciones entre materiales líticos del Paleolítico europeo, con los que él mismo habría recogido en el yacimiento precerámico de Saladillo (Jujuy).

En un trabajo posterior publicado por Frenguelli durante el período 1923-1924 aparecido en los Anales de la Sociedad Argentina de Estudios Geográficos (40) dice que el objeto de esta nueva visita a la región de la costa se debió a la necesidad de completar sus estudios geológicos sobre la región atlántica y visitar los yacimientos superficiales distribuidos en forma ininterrumpida sobre el borde de los acantilados costeros. Pensaba completar las colecciones de material arqueológico, para tener una mejor visión de la vida de los grupos indígenas que en tiempos prehistóricos recientes habitaron esos lugares. El objetivo propuesto fue cumplido a entera satisfacción pues pudo reunir gran cantidad de objetos entre los que se hallaban "moledores, yunques, raspadores, hachas, cuchillos, puntas de uso diverso y alfarería grabada tan rara en aquellos lugares". Esta recolección, anuncia, la efectuó para luego compararla con los hallazgos paleolíticos realizados en esa misma región. En cuanto al significado cronológico de estos terrenos no duda en afirmar que los acantilados pertenecen al cuaternario y al postcuaternario, arrancando la serie desde el chapadmalense; por lo tanto el supuesto "hombre de Miramar" resultaría un habitante del cuaternario, pero siempre según Frenguelli un poco más antiguo que el "hombre de Heidelberg" y contemporáneo del hombre de Pildown.

Vignati, a quién conocimos a través de la dura polémica con Romero, sostenida aproximadamente entre los años 1918-1919, comienza a publicar a partir de 1921 una serie de trabajos que, junto con los de Frenguelli, serían los que mantengan despierta la problemática del supuesto hombre de Miramar y sus industrias. El 30 de octubre de 1920, el primero de los autores citados da a conocer el hallazgo de restos fósiles humanos (41) a través de una corta comunicación a la Sociedad Argentina de Ciencias Naturales. Relata que el 16 de febrero de 1920 una comisión formada por los señores Carlos Ameghino, Alfredo Castellano, Lucas Kraglievich y el propio Vignati efectuaron un importante descubrimiento muy próximo a la excavación realizada por Santiago Roth, cercana al pueblo de Miramar. En uno de los declives existentes en la zona, junto mismo a la barranca, cuando trataban de extraer un bloque de tierra cocida, conocido más comúnmente como "fogones" aparecieron dos molares "segundo y tercero del lado derecho implantados en un pequeño trozo de mandíbula. Estos se encontraban encastrados en un fogón del piso chapadmalense; fogón acerca del cual puede afirmarse que estaba en situación primaría, no habiéndose implantado del lugar en que se formara". Vignati aprovecha la circunstancia que le brinda este hallazgo para insistir en que los científicos que no creen en los descubrimientos arqueológicos de la costa de Miramar, abandonen sus "prejuicios y los personalismos" para entregarse a un estudio objetivo y sereno sobre el problema de la antigüedad del hombre en esta región.

En el año 1922 aparecen publicados en la Revista de la ya mencionada Sociedad Argentina de Ciencias Naturales, una serie de cuatro trabajos de Vignati donde expone el resultado de sus investigaciones con respecto al material recogido en la zona de Miramar. Analiza todos los descubrimientos desde los primeros realizados por Carlos Ameghino. "Su labor no es solamente descriptiva y sistemática sino que trata de plantear una independencia arqueológica con respecto a la clasificación tipológica y a la cronología que hasta ese entonces dependía del viejo continente.

En la comunicación que titula "Arqueotécnica, Una cuestión de nomenclatura" (42) expresa: "Hace ya mucho tiempo que, en vitud de sucesivos descubrimientos las grandes divisiones de la arqueología prehistórica han dejado de satisfacer las condiciones de universalidad y precisión que, en un principio se le atribuyera. A los periodos paleolíticos y neolíticos, con que se creyó poder discriminar las dos primeras etapas de la civilización humana se asigna hoy un valor exclusivamente local del continente europeo (M. Boule. Les hommes fossiles. Eléments de paleontologie humaine, 46, Paris, 1921)", afirma que en la misma Europa, el valor cronológico es relativo, pues a veces las industrias que representan a la piedra tallada y a la pulida, aparecen sobrepuestas a las más modernas del neolítico. Los períodos correspondientes a esas industrias, sigue diciendo Vignati, han sido limitadas de una manera precisa utilizando el encuadre del "cuaternario geológico" que se inicia con la segunda época glacial. Paleontológicamente es la época del Hippopotamus amphibius, del Elephas antiguus y del Rhinoceros Merckii. En este periodo aparecen en Europa los primeros rastros del hombre . Por lo tanto dice nuestro autor, el paleolítico y neolítico europeos tienen sus significados cronológicos bien determinados en relación a la antigüedad del hombre, a la geología y a la paleontología impidiendo que ese valor cronológico, que también es relativo para el viejo continente, sea trasplantado a otras tierras.

Si lo aceptamos, ya de hecho queda excluida toda posibilidad de afirmar la presencia del hombre en épocas anteriores a las mencionadas. El ejemplo sería el continente americano, para más precisión nuestro país, donde se trataba de demostrar la presencia de un probable hombre terciario, por lo tanto, la industria resultante de ese lejano período, puede ser incluida en una nomenclatura ideada para el hombre primitivo de Europa.

También objeta Vignati el punto de vista geológico y da como ejemplo el uso universal de los términos paleolítico y neolítico Estos representan las industrias humanas de los periodos pleistoceno y holoceno relacionados íntimamente con los fenómenos glaciales; ahora bien, estos fenómenos no han sido comprobados en todos los continentes y aunque sí así fuese, sería muy difícil probar la sincronicidad de éstos en toda la tierra, resultando aventurado atribuir una misma edad a toda industria correspondiente a los distintos períodos glaciales, que en lejanos lugares del mundo pudo corresponder a épocas muy diferentes. El mismo problema ocurre cuando se utiliza el método paleontológico; la fauna europea característica de esos períodos es puramente local, desconociéndose cuáles son las equivalentes para otros continentes. A juicio de Vignati no debe importar tampoco el material con que está fabricado un objeto, sino comprobar de que fue trabajado por el hombre. Estima por lo tanto "que es la palabra "industria" lo que debe primar en la nomenclatura de la prehistoria a fin de separar lo que es producto del trabajo humano de lo que es obra de la naturaleza o de la casualidad", y propone para zanjar esta cuestión el término Arqueotecnia (primitiva industria).

Esto sostiene, no lo hace por puro vedetismo científico, sino para dar lugar a las posibles industrias terciarias que no tienen cabida en las denominaciones usuales como paleolítico o neolítico y también suprimir el equívoco de que los objetos terciarios sean siempre considerados como "eolitos".

La arqueotecnia comprendería toda industria humana prehistórica con absoluta prescindencia de edad geológica alguna y teniendo igual significado en todo el mundo. "dentro de la denominación caben todas las divisiones que el material exija", ejemplo: litotecnia, osteotecnia , etc., para diferenciar el material lítico u óseo y en donde la desinencia "tecnia" equivalga por abreviatura a un reconocimiento de la edad prehistórica de las piezas así designadas". El término propuesto por Vignati evitaría, según él, toda referencia a la edad geológica de los objetos que abarca, ya que la prehistoria carece por sí misma de medios necesarios para hacerlo, por lo que tiene que recurrir a las ciencias geológicas y paleontológicas para que fijen la edad de los yacimientos. El material y la morfología utilizados para atribuir valor cronológico, no son nunca exponente de seguridad, pues es por todos conocidos que aún existen pueblos que viven en plena edad de piedra y muchos otros que elaboran sus artefactos con las técnicas del paleolítico o neolítico.

En el mismo tomo y número de la revista Physis (43) en que apareció la comunicación analizada más arriba, da Vignati a conocer un trabajo relacionado con los famosos anzuelos de Necochea.

En primer lugar Vignati considera conveniente describirlos pues cree que su conocimiento puede contribuir como elemento de juicio al debatido problema del primitivo habitante de nuestras tierras. Los artefactos a que va a referirse son: dos anzuelos de hueso, algunos restos óseos labrados, seis discos de concha y fragmentos de los mismos; todos se hallan depositados en el Museo Nacional de Historia Natural.

Estos objetos, de acuerdo a Vignati, al igual que los restos del "Homo Pampaeus" provienen de las capas eolomarinas llamadas así por Florentino Ameghino. Respecto a la edad de la formación, el sabio consideró correspondientes a la capa marina más inferior de la transgresión interensenadense. El doctor Santiago Roth las asigna a la transgresión neopampeana o belgranense. Aunque sean distintas las opiniones de los dos sabios, estos sedimentos pertenecerían para ellos al plioceno (edad terciaria).

El primer anzuelo mide 6,3 cm; está formado por un vástago robusto y tiene sección circular; el grosor no es parejo en toda su longitud sino que se ensancha para formar el ángulo que le otorga el diente una base sólida y resistente. Este es fuerte y agudo formando con el vástago un ángulo de 22°. Vignati dice que el anzuelo ha sido tallado utilizando un trozo de hueso largo de guanaco.

Todo el cuerpo del instrumento está pulido, notándose en algunos lugares restos de tejido esponjoso. Está en estado fósil y levemente corroído en toda su superficie. El otro anzuelo tiene una longitud de 6,9 cm.; el vástago es más fino y grácil, el corte transversal del mismo es elíptico y recto en toda su longitud, ensanchándose hacia el final para dar nacimiento al diente. La punta del mismo es roma, pero debe haber sido aguda y forma con el vástago un ángulo de 18°. Los dos anzuelos en la parte ancha del diente presentan un rebajamiento formando una suave depresión. Con respecto al último de los mencionados, también ha sido trabajado en un trozo de hueso en sentido vertical. Éste, ahora fósil, presenta una de sus caras pulida; la otra es opaca y correspondería a la parte interna del hueso, aunque se ve que ha sido también expuesta a un trabajo de pulimento que no dio resultado por la característica propia del hueso. En parte del cuerpo, aparecen restos incrustados del terreno donde se encontraba y que es igual a los que cubre el cráneo del "Homo pampaeus". Ambos anzuelos no poseen aletas y no hay señales de que se intentara hacerlas.

Se encuentran también junto a los artefactos descriptos, restos de posibles huesos largos de guanaco en estado fósil mostrando la técnica que empleaban para la construcción de anzuelos. Esta consistía ama tallar el objeto sobre el conjunto del hueso del cual se lo separaba una vez terminada la pieza.

Los otros objetos encontrados son las valvas de moluscos en forma de disco y horadadas en el centro. Dice Vignati que éstos son habituales en los enterratorios indígenas del continente, pero para la provincia de Buenos Aires, cree que solo han sido mencionados por Debenedetti en una publicación referente a un cementerio de Baradero (44) y el otro dato está dado por Frenguelli en un trabajo que ya analizamos en esta misma obra (45). Este autor las denomina "perlitas subcuadrangulares de conchas marinas", apareciendo en el Aimarense.

El espesor de nácar que presentan los discos de Necochea, le hace suponer al profesor Doello Jurado (consultado por Vignati), se trate de una almeja de agua dulce que puede ser una anodontites o un Diplodon. Su forma discoidal es irregular y no exceden de 6 mm. de diámetro. Algunas presentan en sus bordes dos pequeñas fisuras que no sabemos, afirma Vignati, si han sido hechas intencionalmente. Si fuese así tendrían un aire de familia con las que fueron encontradas en las excavaciones hechas en la estación 1 del Observatorio de la Provincia de Córdoba. Estos vestigios aparecidos junto al "Homo pampaeus" hicieron pensar a varios científicos de que se estaba en presencia de un enterratorio, apoyados también por la circunstancia de que los restos humanos aparecieron articulados siendo esto únicamente posible en los casos de enterramiento. Vignati no deja de reconocer esta posibilidad, pero aguzando su ingenio dice, que también es verdad que en todo el espesor del loess es común encontrar "restos fósiles de mamíferos — aún mismo del gigantesco Megatherius — sino completos, por lo menos en posición articular casi íntegramente. Y es lógico suponer que no se trata de enterramientos.

Acota también que por los conocimientos que tenemos en nuestro territorio, los cadáveres deliberadamente sepultados, van acompañados de los utensilios que utilizaba o que se le ofrendaban al muerto, en especial sus armas o algunas urnas y como en Necochea no existen vestigios de estas formalidades funerarias le hacen expresar a Vignati, que "las circunstancias todas del hallazgo autorizan a pensar que se trata de un yacimiento casual". Por lo tanto hasta que no se realicen nuevos descubrimientos, la industria del hombre de Necochea queda atestiguada por el tallado de la piedra, los adornos de conchilla y los anzuelos de hueso.

Los instrumentos líticos encontrados en la misma capa geológica que el "Homo pampaeus" son los correspondientes a la "piedra hendida" desechando Vignati que se trate de una facie local de instrumentos neolíticos como sostenía Outes. Para decir esto se basa en las investigaciones de Torres y Carlos Ameghino que parecieron comprobar que la industria lítica de ese piso está caracterizada por objetos de piedra más perfectos, realizados con técnicas y materiales distintos a los de la "piedra hendida". Esta que aparece en los terrenos superficiales fue considerada posterior de la de la "piedra tallada" que se atribuye al "Homo pampaeus".

Con posterioridad Carlos Ameghino señaló la presencia de la "piedra hendida" en el Chapadmalense de Miramar donde coexiste con elementos de la industria de la "piedra tallada". La continuidad de aquella industria queda así comprobada desde el chapadmalense hasta los tiempos prehistóricos, no debiendo, por lo tanto, excluirse de su empleo al "Homo pampaeus", dada su situación geológica intermedia". El descubrimiento de Carlos Ameghino tiene para Vignati una importancia aún mayor que es la de poner en evidencia un problema de "retroceso cultural" para la región estudiada. Este retroceso consiste para nuestro autor en que formaciones más antiguas como el chapadmalense y ensenadense, con respecto a las capas donde aparece el "Homo pampaeus", se presentan más ricas en objetos, los cuales también tienen un mejor trabajo artesanal.

En cuanto a los adornos de conchilla, su extensión y supervivencia abarca casi toda América siendo su uso contemporáneo aún en muchas tribus indígenas sobrevivientes. Los que presentan un carácter totalmente distintivo, son los anzuelos descriptos, ya que solamente en el litoral subatlántico se halla una pieza similar en Miramar dada a conocer por Carlos Ameghino. Vignati recuerda que otros anzuelos de hueso aparecen descriptos para un sambaquí de la zona del Alto Paraná (sambaquí de Yaguarazapá), pero por su forma se diferencian de los por él descriptos, ya que tienen una terminada aleta del diente. La restringida dispersión de estos anzuelos (los de Necochea), le hace suponer al autor que la actividad de la pesca con esos instrumentos quedó circunscripta a esa pequeña zona, perdiéndose la costumbre junto con la raza que la practicaba. Así dice Vignati, sólo se explica que no se haya difundido su uso.

En la reunión mensual del 15 de julio de 1922, Vignati da a conocer una nueva comunicación sobre la litotecnia del chapadmalense. Es te trabajo es leído en la ya mencionada Sociedad Argentina de Ciencias Naturales y publicada en el órgano de difusión de la misma, la revista Physis (46). Se trata del hallazgo de tres objetos que fueron encontrados a unos 10 km. aproximadamente, al este nordeste de Miramar y fue en ocasión de la visita que realizara el sabio von Ihering ex director de los Museos de San Pablo y Santa Catalina (Brasil) quien acompañado de Carlos Ameghino, Lehman Nistche y Rodolfo Senet aprovecharon la circunstancia de que Parodi había comunicado el descubrimiento de un nuevo artefacto encastrado en la barranca, para efectuar la excursión a la zona. En el lugar del descubrimiento, dice Vignati, la barranca costanera tiene la altura de 6,50 m y está constituida en la parte inferior por la formación chapadmalense y en la cima aparece, con menor espesor, representado el ensenadense. El artefacto fue encontrado a 1 m. sobre el nivel de la playa y a 4,20 m. de la discordancia entre los dos horizontes que conforman la barranca. El objeto en cuestión era una piedra de boleadora que la erosión del mar había puesto a descubierto y que con la ayuda de un pico fue extraída del duro loess. Esta presente un surco bien delimitado y tiene una forma deliberadamente parabólica. La técnica de trabajo es deficiente, carece de pulimento que, por otra parte, es difícil de obtener en la cuarcita, piedra en la que está elaborada la boleadora. Asimismo las superficies mayores son asimétricas y el surco es irregular en su anchura y profundidad. Las imperfecciones resaltan aún más si se compara este artefacto con otras boleadoras halladas en el mismo piso y que se presentan magníficamente pulidas. El peso aproximado es de 299 gramos. Al continuar la excavación, para desprender la primera pieza, a 10 cm. de profundidad, se encontró el segundo objeto; se trata, según Vignati, de un martillo o percutor trabajado en un rodado de diabasa. En las caras utilizadas para golpear se notan las picaduras de la superficie pétrea saltada, debido al uso violento y continuado de esta herramienta. El tercer objeto aparece a unos 200 m. más cerca de Miramar, con respecto al lugar de los hallazgos mencionados. Consiste en una piedra aproximadamente esférica obtenida también de un rodado de diabasa. El trabajo realizado en la misma consistió en hacer desaparecer algunos ángulos sólidos para poder obtener la esfericidad deseada. La bola en general presenta un aspecto tosco e imperfecto; peso aproximadamente 239 gramos. El material utilizado para la confección de estos instrumentos es proveniente, de acuerdo a Vignati, de las sierras del sur de la provincia de Buenos Aires. Consideradas estas piezas en forma aislada de los demás hallazgos de Miramar, despertarían dudas con respecto a la antigüedad que se le atribuye por cuanto, y así lo reconoce nuestro autor, son idénticas a las utilizadas por los aborígenes históricos y prehistóricos de la provincia de Buenos Aires y Patagonia. Pero si se las incluye en el contexto de las colecciones líticas del litoral sudbonaerense, no es posible, según Vignati, confundir esas dos industrias geológicamente tan separadas, afirmando que: "A las diferencias de forma y material hay que añadir, como ya lo aduje en otra oportunidad, la ausencia, en la industria aborigen, de artefactos que existen en el chapadmalense, lo que establece — y en favor de esa última — una más rica cultura y una mayor actividad industrial".

El día 23 de setiembre de 1922 da a conocer nuevos objetos trabajados en hueso del piso ensenadense de Miramar (47). Comienza el trabajo efectuando una corta historia referente a los antecedentes de hallazgos arqueológicos en la zona para luego entrar a la problemática geológica, y exponer las razones por las cuales cree que los objetos que va a describir provienen del plioceno (terciario).

Respecto a la descripción de las piezas, aclara que aunque provengan de un mismo yacimiento, no han sido encontradas en forma simultánea, sino que diversos investigadores las extrajeron en distintos momentos; pero al tener su origen bien documentado, le permitirá presentarlas como un grupo "representativo de la osteotecnia del ensenadense de Miramar". Divide el lote de objetos en "instrumentos, armas y adornos (?)". Como representante del prímero, tenemos un anzuelo. Para el segundo, cinco puntas de lanza" o "arpón" y un "punzón". Como "adorno", dos piezas que posiblemente, para el autor, eran "pendientes".

EL anzuelo que describe Vignati, es un hermoso ejemplar, finamente pulido de un largo de 6,6 cm. Respecto a las puntas de lanzas, la primera de las descriptas está trabajada en un hueso plano, tal vez en omóplato de guanaco. Es de forma aproximadamente triangular, con pedúnculo bien definido, de talla unifacial; el filo de los bordes ha sido obtenido por presión. Otra arma, designada también por Vignati como "punta de lanza" está realizada probablemente en una "costilla"; el hueso está pulido y mide 7,10 cm. Las restantes piezas clasificadas como las anteriormente mencionadas están también trabajadas "por frotamiento del hueso sobre un objeto más duro". Otra de ellas está también realizada en un "hueso plano". En la superficie del reverso se ve parte del tejido esponjoso; es de forma triangular y su pedúnculo tiene una amplia escotadura trapezoidal que evidentemente facilitaría su introducción en el vástago; tiene un largo de 6,8 cm.. Una de las armas presenta sobre su cuerpo una capa fina de tosca verde oliva como testigo del terreno donde se la encontró. Es una lanza fuerte y resistente. También presenta el cuerpo alisado por frotamiento; tiene un pedúnculo bien definido separado del limbo por una garganta profunda destinada a insertarla igual que la anterior en un vástago. Mide 15,20 cm. de largo.

La última descripta, está también tallada en un hueso plano correspondiente, a un posible "omóplato o pelvis de Lestodon". Vignati dice que la forma de la punta se obtuvo por un tallado efectuado con un instrumento cortante y los bordes fueron logrados por un "pulido por frotamiento"; tiene un largo de 15,6 cm. El "punzón" está trabajado en un hueso largo, probablemente de Lestodon. Presenta en su superficie una capa de tosca de varios milímetros de espesor. Es de aspecto sólido y muestra señales de los cortes efectuados para adelgazarlo y darle la forma deseada. Mide de largo, 19,10 cm. Con respecto a los dos objetos presentados por el autor como "adornos" nos dice que el primero de ellos presenta un estado de fosilización perfecto. De color gris azulado, está trabajado en un hueso plano, es de forma amigdaloide y finamente pulido. Pero este trabajo es más intenso en uno de los bordes conformando un filo cortante. En la parte ancha dei instrumento presenta una perforación circular. Estos objetos, de acuerdo a Vignati pueden ser clasificados como adornos, pero cabe también la posibilidad de que fuesen enmnangados y utilizados como instrumentos cortantes. A continuación describe un fragmento pequeño de hueso, de forma coniforme que presenta siete muescas semejándose la pieza, a una cola de peludo. Todos los objetos óseos descriptos, han sido, de acuerdo siempre a Vignati, realizados cuando los huesos estaban frescos puesto que las incisiones y el trabajo de los contornos tienen una nitidez y profundidad imposible de obtener en huesos fósiles; únicamente se los podría trabajar así usando limas y sierras metálicas.

Reuniendo estos hallazgos de objetos de hueso con los ya encontrados por la comisión de geólogos del año 1914, los de Carlos Ameghino y los de Frenguelli, se podría formar un lote bastante apreciable que revelaría la existencia de una cultura con características propias, debido al material utilizado y a las técnicas de trabajo empleadas.

Esta cultura local podría denominarse "miramarense" correspondiendo al piso ensenadense de la región de Miramar. A diferencia del chapadmalense de la misma región , que presenta una industria rica en artefactos líticos, el ensenadense es pobre en objetos de piedra, distinguiéndose como hemos dicho, por su industria ósea. Vignati afirma que varias veces se ha pretendido encontrar una similitud entre esta industria de Miramar y los materiales de los aborígenes pre y post colombinos que habitaron el territorio. Nuestro autor dice que toda tentativa resulta fallida pues la "diferencia de material, de forma y de técnica" excluyen toda posibilidad de confusión. En el resto de la provincia de Buenos Aires, la industria ósea no tiene notoriedad, aunque sí se puede reconocer que existen huesos con vestigios de trabajo humano. Sólo, dice Vignati, se conocen (para su época) tres paraderos en los que aparecieron objetos de huesos bien confeccionados. Son ellos: el de Rocha, el túmulo de Campana y el rincón de Milberg. El primero dado a conocer por Florentino Ameghino en su obra "La antigüedad del hombre en el Plata"; el segundo trabajado en primera instancia por Estanislao Zeballos y Pedro Pico, y el último por F. de Olivera Cézar. En éste aparecieron puntas de flechas óseas de pequeño tamaño y algunas presentaban dibujos rectilíneos en sus caras. El material óseo de estos tres yacimientos no puede compararse con los instrumentos de Miramar. Igualmente sucede con los hallazgos de Cruz del Eje, estación I del Observatorio y Lago San Roque de la Provincia de Córdoba, en los que aparecieron "alisadores, adornos y puntas de flechas, ejecutados, con una técnica absolutamente distinta. En la Patagonia ocurre exactamente igual; el trabajo en hueso resulta pobre comparado con el rico y abundante instrumentan lítico. Por lo tanto Vignati concluye:

1)    "La industria ósea del ensenadense de Miramar no se asemeja en absoluto con los artefactos de los aborígenes de la región".

2)    "Se la puede considerar como un perfeccionamiento de la industria ósea descubierta en el chapadmalense de la misma localidad".

3)    "Esa industria llega en decadencia hasta la transgresión belgranense, donde parece extinguirse"

En el mes de abril de 1924, este autor concluye su trabajo sobre "Las antiguas industrias de piso ensenadense de punta Hermengo" (48) tres meses antes de la reunión que se realizarla en la Sociedad Argentina de Ciencias Naturales para debatir, en presencia de los más destacados científicos de la época, el problema de Miramar. Comienza presentando un panorama geológico de la zona con la aclaración de que "Estos datos y gran parte de los que siguen sobre el mismo tema, los debo al doctor Frenguelli, quién me ha pedido que, mientras no pueda, personalmente. rectificar algunos conceptos vertidos con anterioridad, lo haga en su nombre. Accedo gustoso a su deseo, dando a conocer su interpretación actual de la localidad de punta Hermengo (Conf: carta al autor, Santa Fe, noviembre 18 de 1924)". Aceptando pues el esquema geológico propuesto por el ya citado científico, ubica el piso Ensenadense en el Pleistoceno medio; en consecuencia el piso de punta Hermengo donde aparece la industria humana, no sería más moderno que el del pleistoceno medio; por lo tanta cabría una comparación con el período glacial Mindel de Europa. Asimismo remarca que la posible sincronización entre la cronología europea y la argentina basada en los fenómenos climatéricos ensayada por Frenguelli, permite que el prebelgranense o ensenadense cuspidal (Ameghino) sea comparable al segundo período pluvial de Penck. Quedaría así descartado uno de los escollos más serios que tenían los partidarios de la temprana industria humana de Miramar, cual era aceptar la antigüedad que le otorgaba Florentino Ameghino a esas formaciones geológicas. En cambio era absolutamente factible admitir que nuestro suelo estaba habitado por seres humanos contemporáneos a los hombres del período chelense de la Europa occidental. No conforme con esto Vignati apunta que si se acepta una nueva clasificación basada en los depósitos marinos el prebelgranense, que vendría a corresponder al Milazzien sería muy antiguo en relación a todos los restos humanos de Europa, que hacen recién su aparición en el Monastirien. Vignati vuelve sobre el tema para él más candente y lastimoso que es el del silencio con que se reciben estos hallazgos de Miramar, advirtiendo que "son hechos que no se destruyen como pretenden especialistas extranjeros —Boule entre ellos— quienes para mantener el clásico, pero indudablemente restringido criterio europeo invocan nombres sin autoridad moral ni científica que sirven solamente para desmerecer al autor que los menciona". Esta frase anticipa ya el clima polémico que connotaría a la reunión de 1924.

Los materiales que presenta, están también confeccionados en hueso, en trozos de dientes, en piedra y en valva de moluscos. Respecto al último cree que es la primera vez que se da a conocer un objeto trabajado con este material.

Los artefactos de piedra presentados, conforman un grupo reducido que impide según Vignati, establecer clasificaciones tipológicas; son dos 'puntas y una lasca. Las puntas presentan trabajo unifacial. La denominada "punta de mano" ha sido confeccionada en cuarcita cristalina jaspeada de rojo. La de "doble punta" es de cuarcita amarillo marrón; ambas tienen aproximadamente el mismo tamaño. La lasca es amorfa; posee parte del núcleo y presenta "escotaduras". Debe haber sido usada como raspador y está realizada en pórfido cuarcífero. Dice Vignati que estas lascas son comunes en el mousteriense europeo igual que las puntas anteriormente descriptas. Luego presenta un objeto que él mismo rotula de "uso incierto", tiene un subtítulo Hacha (?). Está realizada en "arenisca tufácea de cemento calcáreo". Tiene forma de un semicírculo. Las caras están rebajadas en todo el desarrollo del arco. "Sé ha tallado un filo que, en ambos lados, comienza por entalladuras que forman una verdadera carena". La parte superior presenta una perforación que pudo ser para facilitar la colocación de un mango o servir bien como empuñadura. La talladura da la impresión de haber sido realizada a golpes; luego de desbastarla se la trató de alisar lo mejor posible. Vignati dice que la estructura de esta pieza es insólita y su uso problemático, pero intenta una explicación. Considera que se la empuñaría para fracturar huesos. Hay empero, que tomar en consideración la abertura que es pequeña y solamente permitiría el paso incompleto de algunos dedos, pero esto resultaría, según nuestro autor, comparando nuestra mano, no la de los indígenas de esa lejana época que podría ser más pequeña que la actual. Lanzada al aire esta hipótesis, el autor no deja tampoco de suponer que bien pudo usarse este instrumento en forma enmangada. Ya Frenguelli, en sus trabajos sobre los terrenos de la costa atlántica, habló de "mangos de hacha de mano" realizados en tosca calcárea gris.

Con posterioridad Vignati se refiere a este objeto, en el tomo I de la Historia de la Nación Argentina (49) Cuando hace referencia a la presunta "Segunda raza prehistórica" del ensenadense, nos muestra un dibujo del artefacto y solamente dice: "en esta clase de roca (tosca arenisca tufácea) se posee una curiosa hacha (?)". Los objetos de hueso están representados por varios punzones y un "cuchillo" (?) confeccionados posiblemente en restos de Lestodon. Los punzones presentan sus lados trabajados y pulimentados para facilitar la aprehensión de los instrumentos. Uno de ellos muestra señales de tallado por percusión para eliminar los bordes vivos; otro da la impresión de una simple esquirla como son las que se forman al fragmentarse un hueso, pero observada atentamente se notan trabajos de retoque. Con respecto al posible "cuchillo" (?) tiene los mismos caracteres de los punzones. Se utiliza también la parte compacta de un hueso de mamífero (Lestodón?). "Se ha rebajado la mitad inferior de la cara en sus dos tercios anteriores, de modo que el borde inferior se une con la cara externa de lo que resulta un filo cortante y perfecto".

La pieza es considerada por Vignati como de forma "extraordinaria y desconocida", dentro de los instrumentos que conocemos de los pueblos primitivos. Nuestro autor confiesa que duda en darle esta denominación pero la similitud que tiene el objeto con una hoja de cuchillo actual, le permite imaginar que ese sería su uso.

Respecto a las armas, presenta una "punta de flecha" de forma triangular trabajadas en un hueso chato. La punta es poco aguda, los bordes trabajados en bisel presentan pequeñas muescas transversales, está pulida en la cara interna y tiene un largo de 5,10 cm. y un ancho máximo de 2,2 cm. Da a conocer también un ejemplar de bola de tamaño extraordinario trabajado en la parte esponjosa, posiblemente epífisis de un hueso largo de un gran mamífero extinguido. Es de forma asimétrica con un surco continuo pero irregular. Su superficie es tosca, pues no ha sido pulida, lo que permite visualizar los canales y fibras del tejido óseo. No es la primera bola con estas características de tosquedad, pues Carlos Ameghino y Frenguelli, habían encontrado piezas similares. Aparece también en el rubro Arma, la extremidad apical de una "punta de lanza" tallada en un hueso chato de mamífero similar a la parte apical de la punta de lanza descripta por Vignati y analizada en esta obra.

Clasifica como "percutor"(?) un trozo de hueso chato de un gran mamífero. Todas las aristas han sido suavizadas lo que permitiría asirlo en caso de haber sido usado como tal; de ser así la concavidad que presenta en la base podría ser la señal de desgaste que los golpes habrían producido en un material tan blando.

Da a conocer además un "raspador" realizado con un trozo de muela de Lestodon de gran tamaño. Tiene forma irregularmente poligonal y ha sido tallada por percusión y retocado por presión.

En el acápite correspondiente a "objetos de concha" presenta un "punzón" confeccionado con la región columenar de una voluta obteniéndose así un artefacto fino y agudo. Los bordes han sido pulidos y por el mismo sistema se aguzó la extremidad punzante. Fue desbastada la región apical para evitar que lastime la mano del que lo empuñe. En la punta aparecen pequeñas marcas de esquirladuras producidas probablemente por el uso. EL largo del instrumento es de 12.6 cm.

Vignati trató de ordenar el variado instrumental de esta llamada "industria ensenadense". En primer lugar dice que la industria lítica presenta dos facies típicas, la que ha utilizado "rocas duras" y la que empleó "rocas tiernas". Son pocos los ejemplos que pertenecen a la primera incluyendo los hallazgos de Carlos Ameghino, los de Joaquín Frenguelli y los descriptos por nuestro autor. Se tendrían así 8 instrumentos con las siguientes características:

1)    Tallados a grandes golpes.

2)    Trabajados sobre una sola cara.

3)    Con bordes finamente retocados.

4)    Adoptan formas que se encuentran en el mousteriense europeo. no precisamente en su forma típica, sino al período en que comienzan a perfilarse los tipos elegantes de aurignacience".

Los distintos tipos de rocas utilizadas para la fabricación de instrumentos son:

 

Rocas duras:

Rocas tiernas:

Cuarcita
Arenisca cuarcífera
Pórfido cuarcífero

75%
12,5%
12,5%

Tosca
Tosca calcárea
Arenisca tufácea

50%
33%
16%

 

Las rocas tiernas están representadas por un instrumental más característico: o ("Pesa de redes", "bolas", "mango de hacha" (?).
El material que da personalidad propia a los yacimientos de Miramar, es indudablemente el hueso. Todas las piezas realizadas en fragmentos óseos poseen un pronunciado aire de familia a pesar de haber sido trabajadas con distintas técnicas. Vignati aclara algo importante: que no toda la industria ósea ha sido obtenida a expensas de huesos en estado fresco sino que a veces se han utilizado algunos restos relativamente fosilizados, recordando a continuación el hallazgo de Francisco Moreno en Río Negro. Este científico encontró allí un hueso perforado de ballena que parece haber sido trabajado estando el mismo ya fosilizado. Una de las causas que lo motivan a dar esta explicación, es que algunos instrumentos presentan un "pulido" que no puede obtenerse de una sustancia orgánica, sino de las sustancias minerales que han sustituido a la primera. Por lo tanto considera que es una "falsa industria ósea", pues se ha trabajado el hueso fósil con la técnica utilizada para elaborar los instrumentos de piedra "y mediante los procedimientos . —agrega— que han servido para "caracterizar la época neolítica".

Esta industria puede llamársela "osteolítica", como muy bien propuso Carlos Ameghino. Se caracteriza por la pérdida de identidad del hueso pues han desaparecido sus componentes óseos, reemplazándose las sustancias orgánicas por sustancias inorgánicas (sales minerales), siendo trabajadas por los artífices con las técnicas del trabajo lítico, y obteniendo mediante el pulido superficies tersas como las que adquiere la piedra. Pero son pocos los objetos que caben dentro de esta técnica de trabajo. La verdadera "industria del hueso", realizada cuando éste estaba fresco, es la mejor representada en los yacimientos de Miramar, conformando la mayoría del material expuesto.

Respecto a los hallazgos de objetos trabajados en material dentario y conchas de moluscos, poco se puede agregar, debido al escaso número de ejemplares encontrados. Para Vignati, la industria lítica representada por las "piedras duras" es difícil de ser comparada con las industrias más modernas de la zona, pues alega nuestro autor "que desconocemos, como expresión técnica y tipológica, la industria moderna de los paraderos superficiales". Pero a pesar de esto sostiene que los pocos útiles descriptos de paraderos contemporáneos, difieren notablemente de los del ensenadense. La industria de "rocas tiernas" es absolutamente propia del piso mencionando. Tampoco la industria de hueso admite comparación con los escasos representantes de los paraderos modernos. Por último Vignati se pregunta el por qué de la preferencia por parte del habitante de esos lejanos tiempos por el hueso y no por la piedra. La hipótesis de la escasez de material lítico en la zona, no lo convence, pues las mismas abundan en las cercanías, amén de los rodados que trae el mar y los arroyos. Para Vignati el predominio de un material sobre el otro, estaría determinado por las necesidades de la caza y de la pesca, principales actividades de esos primitivos habitantes, que respondería a las costumbres de un pueblo que vivió aislado en el desierto de la costa, a expensas de los productos del mar y de la caza mayor.

Aparecen en este horizonte "placas de piedra pulida" que han servido según nuestro investigador, como yunques rara el tallado de las piedras, de moledores para granos comestibles y para desmenuzar colores.
Finalmente acompañando a todo este instrumental lítico se encuentran "pequeños y raros trozos de alfarería" de contextura delgada y de estructura y ejecución muy groseras, generalmente negros en la superficie interna y pardo rojizo en la externa. La materia prima para su confección es arcilla mezclada con abundante arena gruesa. Aparecen perlitas subcuadrangulares de conchas marinas (posiblemente restos de collares pues están perforadas como para engarzarlas) pequeños trozos de materia colorante roja y una sustancia en forma mamelonada que podría ser restos de cabo, usados posiblemente para dar luz.

Principal - Introducción - Industrias de la piedra - La labor de Ameghino y Torres - Viaje de Aparicio - Resumen cronológico - Hallazgos de Miramar - El fémur de Miramar - Crítica de Romero - Reunión de Tucumán - La industria arqueolítica - Nuevamente Romero - Los despropósitos de Romero - Los continuadores Frenguelli y Vignati - La polémica del 24 - Nota final 1 - Nota final 2 - Nota final 3 - Consideraciones finales - Bibliografía

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