La reunión de Tucumán  Nuevamente el Coronel Romero

LA INDUSTRIA ARQUEOLITICA Y OSTEOLÍTICA DE MIRAMAR

En 1918 (32) se publica en Physis un nuevo trabajo de Carlos Ameghino. En esta publicación utiliza el término "arqueolítico" y dice al respecto que lo adopta en sentido cronológico para designar las industrias líticas terciarias del país. Sigue siendo Miramar su gran preocupación, por lo que en julio de 1917 reinicia las investigaciones en el área citada. Los descubrimientos que se realizan durante este viaje son, de acuerdo al autor, altamente fructíferos, pero señala que corresponden unos al horizonte más reciente, el pampeano inferior (piso Ensenadense) y otros al prepampeano (piso chapadmalense) situado al NE de Miramar.

Con respecto a éstos últimos describe el hallazgo de un conjunto de piedras y gran cantidad de esquirlas que aparecieron cuando excavaban la barranca. La mayoría eran rocas cuarcíticas, destacándose dos instrumentos: un "yunque" y un "martillo". Hallaron también raspadores, puntas, etc. Para Carlos el lugar había sido ocupado por un artesano de la piedra que terminada su labor abandonó el sitio; éste fue cubierto luego por los sedimentos. No sólo afirma esto, sino que en base a todos los hallazgos, deduce que ese lugar fue residencia de una verdadera tribu que vivió en esa región por lo menos durante el Terciario plioceno. Pero lo más importante de este yacimiento es para el investigador, el descubrimiento de material óseo trabajado. El primero de los instrumentos que describe, es una supuesta arma confeccionada con un hueso largo de mamífero que tiene la forma de un puñal. Fue hecho según Carlos de la extremidad distal de un radio de un gran roedor extinguido del grupo de los Megámidos, animales éstos que aparecen en el terciario de Paraná y se extinguieron en el Chapadmalense. Como vemos se vuelve a resaltar el valor del dato paleontológico como certificador de la industria lítica.

El segundo objeto sería, probablemente según nuestro investigador, la costilla de un desdentado gravígrado, hueso que aparece pulimentado y con un corte a bisel en una de sus extremidades, para usarlo posiblemente como punzón.

Carlos reconoce que estos hallazgos están en contradicción con lo que se sabe del hombre primitivo en otras partes del mundo, pero eso es a una invitación a seguir trabajando para hallar puntos de concordancia. Si esto no fuera posible pide a la parte contraria, tenga la hidalguía de reconocer que hechos arqueológicos pueden siempre interpretarse de otra manera.

Respecto a los yacimientos del pampeano inferior (ensenadense) recuerda que la primera bola de hueso fosilizado, fue extraída en presencia de la comisión de geólogos del año 1914.

Durante la primavera de 1917 se continuaron los trabajos en la zona, donde en primer lugar se encontraron restos de un Lestodon, que al ser extraídos permitieron descubrir una magnífica punta de flecha trabajada en hueso con pedúnculo, semejante por su formato, a las flechas de piedra de Patagonia. Aparecían también un objeto fosilizado parecido a una bola informe, trabajada en un trozo de caparazón de gliptodonte, y otra punta de flecha o lanza trabajada también en material óseo.

Uno de los artefactos que más llamó la atención de Carlos Ameghino fue una bola de hueso hallada en el yacimiento de referencia. La misma presenta un cuerpo piriforme, trabajada en la parte esponjosa de un hueso de grandes dimensiones. Carlos observó que esta pieza era semejante a las encontradas por el profesor Outes en Patagonia y que fueran dadas a conocer por éste con el nombre de "manijas" (33). En su mayoría están siempre trabajadas en rocas livianas y porosas, por lo general en rocas volcánicas y sirven de empuñadura para darle impulso a la boleadora.

Aparecen también en el yacimiento objetos de piedra, comunes a la región, pero hay algunos de ellos que son dignos de ser tomados en cuenta. Por ejemplo un cuchillo trabajado en cuarcita, que también el autor lo encuentra parecido al material patagónico, descripto como de "tipo asimétrico" por el ya mencionado Outes, pero hace la salvedad que estos últimos están tallados en sus dos caras, mientras que el de Miramar presenta trabajo en una sola.

Este detalle técnico confirmaría una mayor antigüedad, siendo posible confrontarlo con el instrumental paleolítico de Europa.

De esta comparación surgiría el supuesto de que Miramar representaría el estadio paleolítico y la Patagonia el Neolítico, indicando también que las migraciones del hombre primitivo se realizaron de norte a sur.

Por último dice Ameghino: "para que nada falte en el mismo yacimiento apareció un instrumento de hueso en forma de cuña que no cabe otra posibilidad que de ser reconocido como un "flaker", y aclara que es un instrumento de hueso muy resistente que se utilizaba para efectuar retoques por presión del instrumento de piedra.

Al referirse al depósito costero de Miramar que contiene la industria descripta, Carlos Ameghino dice que se trata de una marga verdoso amarillenta de origen lacustre clasificada como Lujanense, pero los restos de fauna fósil y algunas características estratigráficas, le hacen pensar a nuestro autor que el yacimiento corresponde al Pampeano inferior. Esta afirmación la basa en el hallazgo, en el lugar, de restos de Typotherium Cristatum.

No había concluido el año 1917 cuando durante los meses de noviembre y diciembre, arribó al lugar el señor Augusto Tapia, miembro del personal de la Dirección general de Minas y Geología de la Nación, que fue enviado en forma oficial a realizar estudios geológicos en la región litoral atlántica. Estos debían abarcar la zona comprendida entre el arroyo Chapadmalal al norte hasta el arroyo Malacara al sur. Este investigador efectuó una numerosa recolección de fósiles de los diversos horizontes geológicos que afloran en la costa. Tapia trabajó también frente a Miramar, tentado sin duda, por el clima que se vivía en esa época con respecto a los hallazgos de una posible industria humana. Carlos dice que este investigador tuvo la suerte de encontrar algunas piezas que confirmarían aún más la presencia en ese lugar de una nueva industria caracterizada por el trabajo del hueso, "industria osteolítica" desconocida en otros niveles geológicos del país.

Los objetos que Tapia extrajo son los siguientes: en primer lugar una bola más o menos esférica realizada en hueso fósil. Carlos determinó que estaba confeccionada con la cabeza del fémur de un gran oso extinguido (Arctoherium) y que, juntamente con el anterior hallazgo de los fósiles de Typotherium, ratificaría según nuestro investigador la posición geológica de este yacimiento, recordando que su hermano Florentino Ameghino "consideró siempre dicho piso como plioceno inferior".

Con respecto a la bola, llaman la atención las marcas intencionales que se observan sobre el hueso, que tendrían por finalidad lograr un surco artificial armonizante con el que ya estaba constituido por la porción articular de la cabeza, destinado evidentemente a recibir una cuerda para poder impulsar este arma.

En segundo lugar aparece otro objeto llamativo al que nuestro autor llama "peso para línea de pescar". Está realizado en la parte de tejido esponjoso de la cara interna de una placa de gliptodonte, de forma aproximadamente esférica y perforada en el centro. Señala Carlos que esta interpretación es razonable, pues ya habían sido encontrados en Necochea "verdaderos y primorosos anzuelos labrados en hueso" acompañando los restos del supuesto Homo Pampaeus (34).

Se da a conocer también una punta de lanza trabajada sobre un gran hueso plano perteneciente a un desdentado gravígrado, ostentando en su base una escotadura; posiblemente haya desaparecido por fractura uno de los ápices laterales. Aparece nuevamente otra bola de hueso que posee el surco característico. Está realizada en hueso fósil que se encuentra fuertemente mineralizado. La importancia que se le asigna a este último objeto, es que fue hallado a poca distancia del depósito lacustre ensenadense, de donde fueron extraídos los demás instrumentos descriptos anteriormente.

Fue hallado en la base de los acantilados que se encuentran al norte de Miramar y que según Carlos Ameghino son de naturaleza loésica (origen subaéreo). Quedaría demostrado siguiendo siempre las hipótesis de nuestro investigador, que existiría contemporaneidad entre el loess y el depósito lacustre; por lo tanto los objetos que se hallan en el mencionado depósito lacustre habrían sido arrastrados de su lugar primitivo, que serían las barrancas de loess, deduciéndose que ambas series de estratos corresponden a diferentes facies pero que son contemporáneas. Carlos Ameghino pone por testigo de estos hallazgos al doctor Santiago Roth, quién personalmente extrajo la pieza mencionada. En esta misma comunicación, Carlos da a conocer un hallazgo de cerámica, tema que como ya hemos dicho será tratado en otro acápite de nuestro trabajo.

Se refiere luego Ameghino a un envío realizado por Parodi al Museo Nacional de Historia Natural de Buenos Aires, consistente en un trozo de hueso largo de gran espesor, que presenta uno de los extremos aguzado por frotamiento, conformando una punta aguda que según nuestro sabio podría causar una herida. En la parte opuesta cerca de la base, tiene un surco posiblemente destinado al ajuste de alguna ligadura que lo uniría a un mango o asta utilizada posiblemente como "arpón" para la captura de peces de gran tamaño.

Al finalizar el trabajo, Carlos Ameghino aclara, llevado como él dice "por un sentimiento de justicia", a reconocer el apoyo brindado por el Dr. Luis María Torres para realizar estas investigaciones.

Puntualiza también que todos los hallazgos dados a conocer en ese trabajo, fueron realizados por don Lorenzo Parodi, excepto los objetos encontrados por el señor Tapia. Concluye afirmando que, aunque en el futuro se modifique la edad de estos terrenos, quedará siempre en pié algo de lo que él está ya convencido, que mientras Europa se hallaba habitada por una raza inferior, la de Neanderthal, América estaba poblada desde antes o contemporáneamente por una raza de hombres que, a juzgar por el instrumental de Miramar, sólo es comparable al Homo Sapiens.

En una sesión especial que realiza la Sociedad Physis en honor del doctor Hermann Von Ihering, el día 2 de junio de 1919, Carlos Ameghino da a conocer un trabajo titulado "Nuevos objetos del hombre pampeano: los anzuelos fósiles de Miramar y Necochea". (35)

Algunos artefactos de los que presenta no eran nuevos: hacía diez años que los anzuelos hallados por Florentino Ameghino en Necochea, asociados al supuesto Homo Pampaeus, no habían sido tomados en cuenta por el sabio. Este creía que eran de edad posterior a los restos mencionados y la presencia junto a ellos era de carácter accidental, explicada como una intrusión posterior.

Al descubrir Carlos lo que supuso un "peso" o plomada para pescar en los terrenos de Miramar y el posterior descubrimiento de otro anzuelo en el mismo yacimiento por el doctor Cavazzutti, como también trozos de huesos largos que fueron encontrados en Necochea, que revelaban huellas de esbozos de anzuelos, decide a dar a conocer todo el material, pues este avalaría aún más las ideas expuestas en el año 1918, de la presencia en nuestro territorio de una raza humana superior. La prueba irrefutable serían los magníficos objetos presentados en esa sesión.

Principal - Introducción - Industrias de la piedra - La labor de Ameghino y Torres - Viaje de Aparicio - Resumen cronológico - Hallazgos de Miramar - El fémur de Miramar - Crítica de Romero - Reunión de Tucumán - La industria arqueolítica - Nuevamente Romero - Los despropósitos de Romero - Los continuadores Frenguelli y Vignati - La polémica del 24 - Nota final 1 - Nota final 2 - Nota final 3 - Consideraciones finales - Bibliografía

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