La labor de Ameghino y Torres  Resumen cronológico

EL VIAJE DE APARICIO, FRENGUELLI E IMBELLONI

Durante el año 1924, para más precisión, en el mes de diciembre, Francisco de Aparicio y Joaquín Frenguelli decidieron volver sobre los pasos de Florentino Ameghino y programaron regresar a las zonas de Miramar y Monte Hermoso. Proyectaron unir estas dos localidades caminando por la costa. Esta misión científica contaba con el respaldo de la Facultad de Ciencias de la Educación de Paraná; la idea era realizar investigaciones arqueológicas limitadas a los yacimientos superficiales, que para Aparicio eran de indudable data neolítica. El estudio de los materiales recogidos fue complementado con el existente en las colecciones particulares del doctor Joaquín Frenguelli, encontrados en los diversos viajes que éste último investigador realizó en las zonas costeras comprendidas entre Mar del Plata y Necochea. Asimismo se invitó a concurrir al viaje al doctor José Imbelloni, que más tarde publicaría un trabajo sumamente importante sobre el yacimiento de Monte Hermoso. Por último se solicitó a la Dirección del Museo de Historia Natural de Buenos Aires pusiera a disposición de los viajeros los servicios del experto y conocedor de la región don Lorenzo J. Parodi.

De ésta expedición se publicaron dos trabajos. El primero en aparecer fue titulado Por Francisco Aparicio: "Investigaciones científicas en el litoral Atlántico de la provincia de Buenos Aires", (15) dado a conocer en los Anales de la Sociedad Argentina de Estudios Geográficos.

En este informe nuestro autor recuerda que antes de regresar a la Capital Federal se había realizado una breve estadía en Miramar, en esa ocasión se agrega al grupo Félix Outes, en cuya compañía realizaron una serie de excursiones a los yacimientos arqueológicos que se encuentran ubicados en la zona comprendida entre el arroyo Las Brusquitas y Punta Hermengo; recorriéndose así mismo los paraderos superficiales próximos a Miramar y a los arroyos Totora y Malacara. Aparicio advierte que como resultado de estas investigaciones fue presentado a la Sociedad Argentina de Ciencias Naturales un trabajo que tuvo el mérito de originar la famosa polémica de 1924. Este trabajo fue el firmado por Outes y Frenguelli titulado "Posición estratégica y antigüedad relativa de los restos de industria humana hallados en Miramar".

En este último trabajo Aparicio recuerda la noticia preliminar dada a conocer en 1925, Expresa que en la misma se esbozó ligeramente el itinerario de la expedición, no profundizándose los aspectos geográficos y geológicos. Puntualiza que con el material recogido, junto con el de la colección particular de Frenguelli, pueden brindar un panorama general de toda la zona costera, comprendida entre Mar del Plata y Bahía Blanca.

La Comisión se dirigió a Tres Arroyos, desde donde emprendieron el camino hacia la costa, no sin antes hacer una recorrida por los cauces de cursos de agua que cruzan la región en especial las desembocaduras del Claromecó y del Quequén Salado.

Aparicio continúa su relato exponiendo que: "Dificultades de todo género impidieron la continuación de la marcha por la costa"; por lo que tuvieron que continuar en tren hasta Dorrego y desde este pueblo bajaron nuevamente a la costa a la altura de la boca del Sauce Grande, donde reiniciaron la marcha por la playa hasta las baterías de Puerto Belgrano después de haber estado recorriendo por unos días la localidad de Monte Hermoso.

Una segunda etapa se realizó luego entre Miramar y la desembocadura del Malacara, donde se efectuaron algunas rápidas observaciones de carácter arqueológico.

Con respecto a las características de los yacimientos publicados en el trabajo, vemos que se repite en parte lo expresado por Torres y Carlos Ameghino referente a los hallazgos en las zonas medanosas. Dice Aparicio que en los valles de estas zonas contiguas a la ribera, atravesadas por los ríos Claromecó y Quequén Salado, abundan "depósitos de materiales pétreos"; el aspecto que presentan es muy similar a los ya conocidos de la costa marina. Sin embargo analizándolos, su contenido es muy distinto. Las piedras, evidentemente, no llegaron a ese lugar transportadas por las aguas sino por el hombre.

Generalmente presentan fracturas atribuibles a trabajo intencional, constituyendo instrumentos definidos. Aparecen a veces junto a estos, restos de comida, vestigios de fogones y, en escaso número, fragmentos de cerámica lisa y decorada. Acota luego el autor que en toda la zona de médanos que atraviesa el arroyo Claromecó "los paraderos se suceden uno a continuación del otro".

El segundo trabajo, el más importante de Aparicio, fue titulado "Contribución al estudio de la Arqueología del Litoral Atlántico de la Provincia de Buenos Aires", terminado de redactar en Paraná en octubre de 1928, publicándose recién en Córdoba en el año 1932 (16).

En la introducción del mismo, nuestro autor da a conocer algunas de las razones de esa demora; en primer lugar afirma "Conceptúo insuficiente la cantidad de material de que he dispuesto no sólo porque su número resulta pequeño si tenemos en cuenta la enorme suma de objetos retirados de esa zona, sino también porque tratándose de una industria tan rudimentaria y pobre en formas permanentes, es necesario disponer de series muy numerosas para establecer, con algunos fundamentos, los caracteres generales de los instrumentos que le son típicos y peculiares"

"Estas circunstancias han atenuado un tanto mi interés por este trabajo que no obstante, he debido realizar para cumplir el compromiso contraído al integrar la misión de cuyos resultados doy cuenta y para a completar la labor realizada por mis compañeros Frenguelli e Imbelloni".

Éstos dos últimos habían publicado en el tomo II de los Anales de la Facultad de Ciencias de la Educación de Paraná sus trabajos sobre "Observaciones geológicas de la región costanera Sur de la Provincia de Buenos Aires", en el caso de Frenguelli e Imbelloni sus conclusiones sobre la Industria de Piedra de Monte Hermoso. Aparicio en una nota a pié de página, aporta otra razón con respecto a la tardanza de la publicación de su investigación afirmando que: "Este trabajo debía completar el segundo tomo de los Anales de la Facultad de Ciencias de la Educación de Paraná iniciado con las citadas publicaciones de Frenguelli e Imbelloni. Los resultados de nuestra expedición hubiéranse dado a conocer en esa forma, reunidos en un volumen. Malos tiempos han corrido para aquella casa de estudios — por más de un concepto digna de mejor suerte — que ha desaparecido como Instituto universitario. Por estas circunstancias he debido recurrir a la honrosa hospitalidad de la Academia Nacional de ciencias para dar a conocer el resultado de mis investigaciones (1931)".

Otra de las observaciones que da a conocer Aparicio es de suma importancia pues se refiere a la supuesta antigüedad del instrumental en la zona: "Sin embargo gracias a circunstancias especiales pudimos comprobar en las proximidades de la estación Oriente, la existencia de industria primitiva sobre la margen izquierda del Quequén Salado. A ambos lados del cauce, extiéndense amplias terrazas querandino—platense, adosadas a terrenos más viejos (chapadmalense) que constituyen un valle más antiguo del río. La terraza de la margen izquierda encontrase recién arada él día de mi visita y entre los surcos húmedos aún, pudimos recoger varios instrumentos de piedra y algunos fragmentos de alfarería decorada". Además el autor aclara que sobre la misma playa del río se encuentran bloques de tierra desprendidos desde lo alto de la barranca, arrastrando en un caso como él lo atestigua, restos de un fogón, con restos de huesos y cáscaras de huevos de avestruz, quemados y unidos a restos de carbón y ceniza. Otra observación que considera digna de mencionar son los fenómenos de "deflación".

Relata Aparicio que a corta distancia del puente del Ferrocarril Central del Sur (hoy General Roca) que atraviesa el Quequén Salado, pudieron observar un fenómeno sumamente importante que él relata de la siguiente manera: "la deflación ha formado un socavón más o menos circular de apreciable diámetro y de una profundidad suficiente para poner al descubierto la superficie del núcleo antiguo: sobre éste yacían varios fragmentos de piedra astillada, un cuchillo y un raspador perfectamente definidos y una abundante cantidad de huesos partidos. Evidentemente estos restos no se encontraban "In-situ". El nivel de su yacimiento extendíase a mayor altura, y al excavarse la hondonada, los materiales livianos fueron transportados por el viento, experimentando los pesados sólo un descenso vertical".

Fenómenos análogos pueden observarse entre las dunas costeras donde un idéntico proceso de levigación eólica a veces produce descensos considerables en el nivel de los paraderos. Estos suelen así hallarse sobre la superficie de terrenos más antiguos y hasta pueden penetrar objetos en su interior debido al reblandecimiento del suelo por las lluvias. La posición exacta de los restos arqueológicos puede comprobarse fácilmente observando los testigos del antiguo suelo escapados a la acción destructora de los agentes externos. En estos testigos las piezas arqueológicas ocupan siempre solamente la zona superior negra, impregnada de materiales humosos, vale decir, el mismo suelo arenoso de la región humificada en una época muy reciente de mayores precipitaciones meteóricas que las actuales".

En la prospección arqueológica realizada durante el 4 de abril de 1969 en Centinela del Mar situada al sur de Miramar, sobre la desembocadura del arroyo Nutria Mansa, que constituye el límite entre el partido de Lobería (margen derecha sur) y el partido de General Alvarado (margen izquierda norte) el grupo de trabajo perteneciente al Instituto de Investigaciones Antropológico de Olavarría encabezado por Guillermo Madrazo, Genue Noseda, Director del Museo de Historia y Ciencias Naturales de Lobería y el autor de estas líneas, acompañados por otros colaboradores, observaron el mismo fenómeno descripto por Aparicio. Los hallazgos arqueológicos constituían en su mayoría guijarros de basalto con talla bipolar y algunas lastas de cuarcita blanca que aparecían localizadas sobre un terreno endurecido en limpiones de "deflación". A 600 metros del primer lugar citado, o sea de la margen sur del Nutria Mansa e inmediato a la playa, comienza una cadena de lomadas. Estas están en parte cubiertas por médanos móviles. En muchos lugares se han producido "limpiones" sobre las lomadas o en las partes bajas de las mismas y en ellos es donde aparece el material.

Hacia el interior del continente, después de las mencionadas lomadas, aparecen una serie de médanos móviles y un antiguo fondo de laguna, quizás alimentado en un tiempo por el cauce del Malacara. Según Noceda, don Lorenzo Parodi hijo, le informó en una oportunidad que conoció esa laguna con agua. Ese fondo de laguna es de color verdoso y en él estaban incrustados huesos fósiles, (entre ellos restos de gliptodonte).

En el mismo también hay material arqueológico, pero en todos los casos apoyados sobre el terreno y siempre con una fina película de arena debajo.

Austral (17) considera que las industrias localizadas en la cercanía de las desembocaduras de los arroyos Malacara, Nutria Mansa, Pescado y Chocorí se tratan como él afirma "De yacimientos de superficie en los que aparecen en asociación indudable, según nuestra comprobación artefactos de técnica bipolar y otros de talla marginal y aún unifacial. La constatación de que se trata de verdaderas asociaciones, es decir que los materiales arqueológicos que son hallados en superficie han sido utilizados al mismo tiempo y por consiguiente pertenecen a un mismo grupo de ocupación, ha sido un avance significativo efectuado en este terreno en los últimos tiempos". Adopta para denominar este yacimiento el término "Malacarense", propuesto por Menghin, para unificar las industrias de la zona en cuestión.

En la expedición de Aparicio, habíamos nombrado como uno de los principales colaboradores a José Imbelloni; éste en el año 1928 publica sus observaciones en los Anales de la Facultad de Ciencias de la Educación de Paraná (18). En el mismo enfatiza la falta absoluta, en la región recorrida, de restos humanos, pero esta falta se ve compensada por el abundante material lítico que encuentran, Principalmente localizado en Monte Hermoso y Miramar. Imbelloni, en la primera parte de su escrito efectúa una revisión de las teorías de Ameghino, deteniéndose con preferencia en el aspecto cronológico, o sea a la antigüedad que este último asignaba al material encontrado en la zona.

Recuerda asimismo este autor: "Hrdlicka hace notar que las astillas pétreas se encuentran contenidas en una capa de arena sembrada de guijarros situada a la base de las arenas de dunas recientes que cubren las formaciones antiguas". Imbelloni agrega: "El material que las contiene no está estratificado y es un poco coherente, pero de ninguna manera consolidado, y se presenta con evidencia, como muy moderno. Debido a su escasa cohesión, junto con los guijarros que contiene se va desmoronando y cae sobre los bordes formados por los terrenos antiguos". Para reafirmar lo dicho recuerda lo expresado por Bailey Willis en el "Early Man in South America" cuando se refiere a los hallazgos de Monte Hermoso. El investigador norteamericano insiste en que las arenas del médano junto con los objetos líticos han caído del talud sobrepuesto sobre los bordes salientes de la terraza de Monte Hermoso, sobre cuya superficie pueden recogerse aún hoy restos arqueológicos. Por lo tanto para Willis todo ese material lítico (puntas de flechas y piedras astilladas) asociadas con arena, puede ser considerado como reciente y afirma que es muy común encontrar estos objetos en las franjas de las dunas de arena "las que los indios tuvieron la costumbre de usar como línea de marcha y protección durante sus ataques contra los poblados argentinos".

Otro hecho que se puntualiza en la obra de Imbelloni es el referente a la sincronización de la industria de la piedra hendida y la quebrada. A tal fin afirma que Carlos Ameghino en 1915 quiebra la individualidad tipológica de las dos industrias de la costa atlántica. Con respecto al material lítico de Monte Hermoso, procedente del puelchense, considera que se trata de la misma industria de "piedra hendida". La diferencia sería más aparente que real entre ésta y la "piedra quebrada" consistiendo la misma en la naturaleza del material empleado. Imbelloni, deduce acerca de los motivos de la afirmación de Carlos Ameghino.

Se basaría en que cuando éste último citado, junto con Santiago Roth, visitaron la localidad de Mar del Sur, "encontraron allí varias piedras talladas aflorando nítidamente" en el piso ensenadense. Estas mismas formas se habían encontrado en el Yacimiento de "Malacara", destruyendo la diferenciación de las dos técnicas mencionadas en que había hecho hincapié Florentino Ameghino, así como desvirtuando la supuesta anterioridad de la "quebrada" con relación a la "hendida".

Al estudiar la barranca el doctor Imbelloni, a pesar de la destrucción que nota en la costa por acción del mar, coincide en general, que el discutido yacimiento se hallaba en las mismas condiciones que lo conocieron Hrdlicka, Willis y Kantor. Confeccionó un perfil de la barranca donde deja perfectamente establecido el lugar de procedencia de las industrias, que aparecen solamente debajo de las dunas recientes, encima de lo que Ameghino interpretó como puelchense hallándose debajo de éste el Hermosense.

Hay pues dos superficies de denudación consecutiva, la primera que separa los sedimentos antiguos (hermosense) de la formación que Ameghino rotula como Puelchense y la segunda la que separa esta última de las arenas del médano actual. En cuanto a esta la separación se hace más visible (en el trecho estudiado por Imbelloni) debido a la presencia de una capita de gris claro (ceniza volcánica). Tan solo arriba de esta capa se encuentran los rodados tallados que aparecen entremezclados con arena, a veces de un espesor de 20 a 40 cm., no dejando lugar a dudas acerca del valor estratigráfico de esta ubicación.

La facilidad con que se desmorona la Barranca permite que los guijarros caigan sobre la superficie nivelada del hermosense, lo que a veces lleva a error al observador más avisado.

Respecto a esto último tenemos otro testimonio. Ricardo Wichman en su trabajo "El estado actual de Monte Hermoso"(19) dice que él halló los rodados citados por Ameghino señalando: "pero no pude encontrarlos en la capa de rodados misma, sino que los he hallado sólo en "el desmoronamiento" y pone también en duda si esa capa de rodados de donde provendrían los guijarros pertenecería en realidad a la misma arenisca puelchense.

Imbelloni recuerda que hubo otro visitante en Monte Hermoso que se ocupó no del material arqueológico sino de la flora que rodea el lugar, anotando en su trabajo (20) lo siguiente: "En el límite superior del complejo hay una capa de rodados entremezclados con arena suelta, que son considerados por Ameghino como eolitos. Sobre capas de esta arena están los médanos en su mayoría bien fijos y que encierran una vegetación interesante". Los testimonios citados no harían más que corroborar las ideas de Imbelloni respecto a la antigüedad de esa industria.

Resumiendo lo expuesto por este autor tenemos que:

1)    Los guijarros tallados no proceden del llamado puelchense.

2)    El médano que se halla por encima del instrumental es un médano actual aunque no movedizo sino fijado por la vegetación.

3)    En cuanto a la determinación cronológica Imbelloni dice: "Nos parece exagerada la preocupación de Hrdlicka y Willis de postular fechas no tan solamente recientes sino modernísimas como por ejemplo, la de un siglo atrás. La mención de las luchas del indio contra las poblaciones cristianas de la Provincia de Buenos Aires, que son hechos de "ayer" no nos parece suficientemente autorizada".

4)     Las observaciones del botánico Molfino con respecto al espesor de los detritos vegetales sería el único indicio para establecer una cronología tentativa de los establecimientos indígenas de Monte Hermoso" afirmando nuestro investigador que "aunque el fenómeno de fertilización de las dunas no supone un tiempo excesivamente largo, es nuestra impresión que la intensidad con que ocurre en este lugar debe haber requerido algunos siglos".

5)     Con respecto a la industria de la "piedra quebrada" dice haber llegado a la conclusión que se trata de escombros y astillas de talleres prehistóricos de indígenas, semejantes a la gran cantidad que de ellos se observa en toda la costa atlántica de esa región y que fueron en su mayoría emplazados sobre superficies de denudación de antiguos médanos consolidados y que alternativamente fueron tapados por médanos movedizos.

6)     Por lo tanto los restos de la "piedra hendida" como los de la "piedra quebrada" serían respecto a los primeros, material de rechazo de la talla, utilizados a veces como elementos auxiliares. Los segundos serían deshechos y restos de taller. (coincide con Holmes).

En 1957 el Dr. Menghin publica un trabajo sobre el Protolítico de América (21) y al referirse a las industrias de la "piedra quebrada" y la "piedra hendida" dice que éstas nada tienen que ver con la antigüedad atribuida por Ameghino sino que más bien corresponden al Postglacial medio y tardío, configurando ambas un Epipaleolítico con posible tradición protolítica proponiendo que se bautice a estas dos industrias, que en verdad dice Menghin son sólo una, con el nombre de "Malacarense" por haber sido según este autor descriptas en forma exacta por primera vez por Aparicio en base a los hallazgos de Malacara.

El investigador Antonio G. Austral afirma en su trabajo titulado "Prehistoria de la región pampeana Sur" (22) que la zona costanera de la pampa húmeda tiene puntos de contacto, con respecto al material arqueológico, con la costa Norte de Patagonia, constituyendo una unidad que la denomina Zona Litoral Atlántica pampeano patagónica.

Puntualiza que a pesar de esta unidad existen diferencias entre las mismas. El sector propiamente pampeano se extiende desde Mar del Plata hasta Bahía Blanca. En toda esta parte de la costa predominan los médanos que, de acuerdo a nuestro autor son recientes en sentido geológico pero con diferencias cronológicas: a saber:

a)     médano claro: actual (en formación).

b)    médano obscuro: fijado por vegetación natural, pero en proceso de destrucción parcial (vientos).

c)    médano obscuro muy humificado constituyendo un verdadero suelo corresponde al final del Neotermal; comenzó a formarse hacía la 2da mitad del 1º milenio antes de Cristo, con la salvedad de que todos ellos están influidos por variaciones climáticas menores que afectan las distintas zonas.

Austral agrupa a las industrias de la costa en tres manifestaciones culturales: el Puntarrubiense, el Malacarense y el Palomarense.

El primero deriva su nombre de punta Rubia, costa norte de la Patagonia. Cercano a Monte Hermoso, donde aparece un yacimiento de este tipo, de facies microlítica; los utensilios son pequeños obtenidos por talla y retoque bipolar. Junto a éstos aparecen otros objetos trabajados con la técnica usada en el interior de la región pampeana que consiste en retoque con dos elementos. En general son útiles pequeños y aparecen en forma escasa. Para Austral el Puntarrubiense de Monte Hermoso tendría una antigüedad aproximada al primer milenio antes de Cristo.

El Malacarense aparece en las proximidades de las desembocaduras de los arroyos y ríos, entre ellos el arroyo La Malacara, Nutria Mansa, Pescado y Chocorí. En general son yacimientos superficiales donde aparecen asociados artefactos de talla bipolar, otros de talla marginal y algunos con trabajo unifacial. Son, de acuerdo a Austral, verdaderas asociaciones, es decir que han sido usados al mismo tiempo y en un mismo espacio de ocupación.

Durante el año 1961, luego de haber explorado con éxito las Sierras de Curamalal inicia nuestro investigador la prospección del valle del río Sauce Grande, localizando cerca de la laguna del mismo nombre y a unos 70 km. al SE de Bahía Blanca, una importante serie de yacimientos de superficie situados en el dominio de la estancia "El Palomar" (23), por lo que denomina a esa industria Palomarense.

En el trabajo citado en primer lugar por Austral, al referirse al Palomarense afirma: " Esta cultura ha sido identificada merced a estudios efectuados en la zona costera. También apareció en el curso medio de Río Sauce Grande es decir hacia el interior". El yacimiento tipo "El Palomar" apareció en el borde continental del cordón medanoso costero, pero Austral lo adscribe, por su contexto, a la Tradición Tandiliense, o sea a las industrias del interior de la Provincia de Buenos Aires. Divide pues al Palomarense en tres facies, inicial, pleno y final.

 

Inicial: carece de cerámica y puntas de proyectil bifaces. Tiene útiles trabajados con técnica bipolar.

Pleno: conjunto de útiles técnico—tipológicos mixto que permite vincularlo con el Tandiliense, pero donde se notan importantes influencias de las industrias bipolares costeras. Aparece la cerámica y las puntas de proyectiles bifaciales; también hay molinos y morteros. Se desarrolla aproximadamente entre el 1000 y el 1700 después de Cristo.

Final: posterior al 1700. Los útiles que aparecen a veces son más pequeños e imitan formas del Palomarense pleno. Se encuentra también cerámica araucana.

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