El Tema de la Semana
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El Tema de la Semana

Eficiencia, Justicia y Caridad



Eficiencia, justicia, caridad.


¿Cómo se debe ordenar una sociedad? Muchas veces, cuando miramos a nuestro alrededor, nos duele ver ciertas situaciones. Nos planteamos cómo es posible que alguien haya gestionado tan mal un dinero, exigimos justicia frente a algunos escándalos o ayudamos a alguien a quien vemos en un apuro.


Considero tres niveles en esas cosas que vemos "mal hechas en la sociedad", de forma que los niveles superiores requieren del cumplimiento de los inferiores.


La eficiencia es un concepto mágico en la economía. Una situación cumple con la eficiencia si en ella no es posible mejorar a alguien sin perjudicar a nadie. Por ejemplo, pensemos en una situación en la que yo sólo tengo manzanas y mi hermano sólo tiene teléfonos móviles. Pero preferiríamos tener ambas cosas. La situación sería ineficiente, si no nos intercambiamos algunos de nuestros bienes.
Con frecuencia, los recursos de la sociedad son empleados de forma ineficiente. Por ejemplo, cuando se exige numerosos trámites burocráticas para que te den una autorización. Una simplificación de dichos trámites nos haría ahorrar tiempo y quitaría una carga de trabajo inútil a mucha gente. Es una situación ineficiente.
La eficiencia es el concepto básico que analiza la economía. Los economistas son entrenados en identificar situaciones ineficientes, y desarrollar métodos para evitarlas, aunque a veces es técnicamente imposible.
La eficiencia es un concepto deseable para la sociedad. Es estúpido que la sociedad no use eficientemente sus recursos. Todos estaríamos de acuerdo en eso, y es una condición a exigir a la sociedad.


La justicia es un valor más importante que la eficiencia. Si no hay eficiencia, estamos creando una clara injusticia, al estar malgastando recursos. Por ello, una persona preocupada por la justicia, debe primero buscar la eficiencia. Sin embargo, la justicia no posee una definición tan clara, aunque es un valor importante para la sociedad. De hecho, en una sociedad pueden coexistir ideas muy diferentes de justicia. Podríamos decir que la política, en sentido general, es el campo que se preocupa por la justicia. Digo en sentido general, porque en la política incluiría en este caso las asociaciones civiles que buscan la justicia: ciertas ONGs, partidos políticos, el propio sistema judicial, sindicatos, asociaciones de consumidores, asociaciones de autores... La justicia es una condición a exigir a nuestra sociedad, y dada la existencia de distintas visiones de la justicia, éstas se enfrentan públicamente con el fin de obtener la sociedad más justa, teniendo en cuenta las distintas ideas. La justicia exige cierto tratamiento igualitario entre personas y grupos. Condición básica de la justicia es la dignidad de las personas, aunque esto puede dar lugar a tesis diametralmente opuestas: se puede exigir que todas las personas tengan los mismos bienes, o que todas las personas compartan un listado de derechos y deberes.
Sin embargo, a pesar de estas diferentes opciones, la justicia es un elemento a fomentar, y nos exige a nosotros mismos actuar cuando veamos que está siendo violentada.


La caridad es un valor más importante que la justicia. Pero al igual que la justicia requiere la eficiencia, no puede estar actuando la caridad si antes no hay eficiencia y justicia. A veces se confunde erróneamente la caridad con la simple limosnería. Sin embargo, alguien que actúe movido por la caridad, debe preocuparse previamente por la eficiencia y la justicia. La caridad, en realidad, es la actuación del ser humano que le lleva a poner su persona a disposición de los demás. Digamos que si la eficiencia es exigible a todos y el terreno de la economía, si la justicia es exigible a todos pero no definida, y el terreno de la política, la caridad no es exigible y es el terreno de las personas. Nace de los individuos que se preocupan por quienes les rodean. Las organizaciones encargadas de la caridad (algunas ONGs) tienen sentido porque las personas que las componen desean esa caridad. Digamos que la caridad es el valor supremo al que puede aspirar el hombre. En este sentido, no es exigible a una sociedad en su conjunto (sí lo es la justicia), pero es la situación a la que debería aspirar una sociedad.


Una caridad que impida el ejercicio de la justicia no puede ser caridad. Por ello, ciertos comportamientos para tranquilizar conciencias, y que nos evitan oír la llamada de la justicia, no pueden ser considerados caridad. Por ejemplo, la justicia exige evitar una muerte evitable. Si en una noche de muchísimo frío uno ve a un indigente, temblando y pidiendo limosna, y le da un euro, no está actuando con caridad. Ahí la justicia nos exige garantizar que esa persona no vaya a sufrir terriblemente. La justicia nos exige llamar a los servicios sociales o proporcionarle abrigo o alojamiento. Una vez hecho esto, la caridad puede actuar: sería entonces caridad ofrecerle más alimento, mejores ropas, o hablar con él y escuchar sus problemas.


Una idea de justicia que impida la eficiencia no puede ser justicia. Supongamos una situación en la que toda la gente de la sociedad que lo desea trabaja, y todos cobran lo máximo que se puede cobrar. Para evitar sueldos bajos, se implanta un salario mínimo, pero su único resultado es que los que cobraban menos son despedidos. Como consecuencia, hay una sociedad donde algunos han empeorado, y nadie ha mejorado. En este caso, no podemos estar hablando de una medida justa, aunque se garantice un salario mínimo (en la vida real esto no ocurre así, a algunas personas sí se les sube el salario). En nuestro ejemplo, la eficiencia requiere que si todos podían estar mejor, no se tomara dicha medida. Y, por ello, la medida no sería justa.

Por tanto, sin eficiencia no hay justicia. Sin justicia no hay caridad. La eficiencia hay que implantarla, la justicia hay que lucharla, y la caridad... Hay que educar a las personas en la caridad.


 

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