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El Tema de la Semana

Amor, Sexo y Un mundo feliz

El sexo ha sido posiblemente el mayor de los tabús que ha acompañado a la sociedad occidental. Gran parte de la culpa la tiene el hecho de que se ha asociado la búsqueda del placer con algo perteneciente al lado más perverso del hombre. Se ha unido el placer a los instintos animales que el hombre debía superar para una realización completa.
A lo largo de los últimos siglos, la monogamia de la religión cristiana ha imperado en Occidente, haciéndose un hábito social totalmente aceptado. Esto además se ha visto reforzado en los últimos años por razones puramente "humanas": la monogamia implica en cierta medida la igualdad entre ambos sexos, que se unen sin nigún tipo de superioridad entre ellos.
Por su lado, el rechazo del placer de forma social hacía de la búsqueda de éste algo secreto. Así, prosperó el oficio "más viejo del mundo", que aprovechaba esa búsqueda por satisfacer los instintos. Ese placer quedaba para la intimidad y el secreto, mientras que de cara a la sociedad se formaba una familia estable, forzando esto en cierta medida por el hecho de que la religión católica no aceptara el divorcio (sí en cambio la nulidad, pero es éste un proceso mucho más complejo y largo). En muchos casos, por tanto, se vivía para los demás en una familia "catolicísima" mientras que el placer del sexo se buscaba en prostíbulos (puti-clubs) o mediante amantes. En otros casos, las amantes eran depositarias del verdadero amor, pues el matrimonio había sido en algunos casos una mera obligación.
He aquí un nuevo aspecto: el amor. El matrimonio debía ser consecuencia de éste, en teoría. El amor de una persona por otra la haría integrarse en la otra familia o clase social. En teoría, era el amor lo que debía mandar. Sin embargo, se ponía por encima de él el hecho de que la persona encajara y supiera llevar una vida correcta al lado de su pareja. Como no todos están preparados por igual, los matrimonios eran en muchos casos de conveniencia. Por ejemplo, a las hijas se les casaba con quien pidiera su mano no por amor, sino si podía alimentarlas. Esto fue denunciado en obras como El sí de las niñas, de Moratín. Los matrimonios de conveniencia llevaban muchas veces a que aparecieran los/las amantes (o "queridas") a quien en realidad se amaba. Esto se hacía de forma oculta, a escondidas de la sociedad, en la inmensa mayoría de las ocasiones. Por ello se relacionaba con el sexo, pues se "desahogaba", por así decirlo, una pasión que por fuerza debía ser escondida.
Con el avance de la sociedad, las relaciones sexuales se fueron configurando como una cosa normal entre dos personas que se aman, y se las ha desvinculado, por lo general, del matrimonio. Así, no se les da ese carácter tremendamente oculto, aunque por supuesto sigan formando parte de la intimidad (es difícil imaginar una relación sexual guiada por el amor y que no sea en la intimidad; muy difícil).El matrimonio, por su lado, se ha estandarizado como la unión de dos personas que se aman a pesar de lo cual aún siguen persistiendo algunos matrimonios de conveniencia. No es, sin embargo, lo "comúnmente" aceptado.
El tabú del sexo se ha roto. La sociedad ha impuesto una visión de éste como algo entre dos personas, que lo eligen libremente. Y ciertamente que el sexo debe ser así. Además, la extensión del preservativo lo ha facilitado en gran medida, ya que con él se elimina una de las posible consecuencias molestas de dicho acto (los hijos). Por tanto, el sexo ha quedado como un acto de placer entre dos personas.
El esfuerzo social para romper dicho tabú se ha dirigido, por tanto, a asociar matrimonio y amor, por un lado, y sexo y elección personal, por otro. Pero se ha roto, en cierto modo, el vínculo sexo-amor, que ya no se considera algon necesario. El sexo se considera una fuente de placer y algo a buscar., por el placer que conlleva. El amor podríamos decir que es una opción en la que se puede enmarcar el sexo. De hecho, se considera lógico que una pareja que se ame busque proporcionarse placer mutuo mediante sexo. También es cierto que cuando una pareja se ama el aparato hormonal del organismo los predispone para la relación sexual. por lo que el amor podríamos decir que conduce a dicha relación. El amor lleva a un punto que se puede alcanzar por otros medios (prostitucion, amistades, encuentros de "una noche"...), y es por lo tanto un camino entre otros.
¿Qué ocurre entonces? El sexo es una meta a alcanzar, el placer es un fin en sí mismo. De esta forma, muchas veces lo que una busca en su pareja ya no es el amor, sino el placer de "follar". Se ha hecho bastante común la idea de que la vida es corta, y de que hay que aprovecharla al máximo. Así hay que buscar el máximo placer, porque entonces algo hemos ganado para llevarnos a la tumba. Recuerdo que un amigo comentaba el año pasado: "Cuando tengas ochenta años, de lo único que te vas a enorgullecer es de cuántas tías te has follado. Así que hay que aprovechar". Este pensamiento está bastante extendido, y prima el placer físico sobre otros valores, como podría ser ese amor del que ya hemos hablado. Lo que se percibe es que el amor va cediendo paso en importancia hacia el sexo. Vamos asimilando el sexo como algo fundamental en nuestras vidas, que hemos de perseguir. Además, con ello satisfacemos nuestros deseos y "damos al cuerpo lo que nos está pidiendo". El sexo, en vez de asimilarlo como una consecuencia del amor, lo tenemos como una parte necesaria de nuestras vidas. Es el sexo lo que nos da el equilibrio, tendemos a pensar, no el amor. Principalmente, porque el amor lo "subordianmos" en cierta medida al sexo.
En el libro Un mundo feliz, de Aldous Huxley, se hablaba de un mundo futuro, en el que los hombres serían "producidos" mediante clonación. Es un mundo perfecto, del que se ha destronado el sufrimiento. Esto se conseguía mediante una cierta programación del hombre, al que se le asignaban unas tareas concretas y se le hacía creer que eran las mejores para él. Por otro lado, las pasiones internas, que podían dar lugar al sufrimiento, se eliminaban. Era por ello que se hacía ver las relaciones de sentimientos como algo negativo: así, la palabra padre o madre era algo soez, y las relaciones de pareja se limitaban a contactos sexuales, buscando el simple placer y la satisfacción de las necesidades orgánicas. De hecho, era de mal gusto que una pareja permaneciera unida varios meses. Con eso se conseguía controlar a la población, de la que se eliminaban las pasiones y sentimientos que podían dar lugar a sufrir. Con ello se conseguía una sociedad sumisa.
El camino de liberación sexual de la civilización occidental ha llevado a aceptar el sexo como algo natural, sin problemas ni la necesidad de compromiso. Se le ha puesto como un simple medio para desahogar pasiones. Así, una pareja debemantener una saludable vida sexual si realmente quiere estabilidad y un buen conocimiento mutuo. Una vida sexual sana proporciona, así mismo, estabilidad. Pero cada vez menos hacemos un nexo fuerte entre amor y sexo, y por supuesto que hemos reazado que el sexo sea una consecuencia del amor. No es el amor solamente lo que nos lleva al sexo, no un amor convencido y sincero, sino otras muchas cosas, porque el sexo no es una parte del amor. Estamos convirtiendo al sexo como un elemento necesario para la deseable estabilidad psíquica del individuo. En cierta medida, al liberarnos de los tabús sexuales hemos buscado en el acto sexual un estabilizador de la persona, viéndolo como una mera fuente de placer, proporcionada por nuestra pareja, un/a amig@, o alguien desconocid@. Hemos eliminado la parte que nos puede hacer sufrir, y cada vez le vamos restando importancia a un amor, digámoslo así, difícil: esto es, que nos suponga un compromiso y que sea algo absolutamente prioritario en nuestra relación para con la persona del otro sexo. Vamos por el camino fácil que nos supone la simple satisfacción de los placeres internos. Así, obtenemos la felicidad. Y vamos creando un mundo más feliz.
Las ideas de Aldous Huxley, al verlas plasmadas en un mundo tan inhumano por vacío de sentimientos, resultan inimaginables. Sin embargo, parece que ese es el mundo que andamos buscando, un mundo sin el sufrimiento de las cosas que nos cuestan. Un mundo donde vamos a la busca del placer, que a fin de cuentas es lo "único" que nos vamos a llevar a la tumba.
Aquí ya la decisión personal de cada uno. El que escribe prefiere una relación en la que lo fundamental sea la otra persona, a la que se tiene enfrente, se le escucha y se le ama. El sexo no tiene por qué ser una necesidad, aunque es probable que termine siendo la consecuencia. Ahora, que yo lo prefiero como el resultado del amor, y de buscar en la otras persona no una fuente de placer, sino alguien con quien compartir la vida. Y dentro de ella, con sus sentimientos y pasiones, el sexo como una muestra de unión entre ambos, y cariño mutuo. Pero eso ya es una elección personal.


 

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