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Argentina, al borde del abismo

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Uno de los acontecimientos económicos mundiales más impresionantes está siendo la trmenda crisis por la que está pasando Argentina. Crisis que se remonta aproximadamente unos tres años atrás, y que tuvo su pistoletazo de salida tras la crisis del Sudeste Asiático. 
El nombramiento de Cavallo como Ministro de Economía (otra vez) y el otorgarle esos "poderes especiales", que le autorizan para gobernar la nación según le venga en gana, es así mismo una impactante salida a la terrible crisis del país sudamericano. Su economía está destrozada, y gran parte de la culpa se le asigna a su tipo de cambio fijo: ¿por qué no cambiar esa paridad? ¿Por que esa manía de los países sudamericanos por dolarizar su economía? Esto puede parecer en un primer vistazo superficial un venderse a los intereses de EEUU. Además, la noticia de que se intensifican las negociaciones para lograr una unión comercial americana, parece indicar que los países sudamericanos se están convirtiendo en marionetas de los Estados Unidos, que actúan con ellos a su antojo. De ahí la creciente dolarización. Pero ese tipo de cambio en la moneda esconde muchos beneficios para las desastrosas economías sudamericanas (la mayor parte de ellas). Unos beneficios que, en algunas ocasiones concretas, se pueden volver contra el propio país, poniéndolo al borde del abismo y la quiebra. Éste es el caso de Argentina.

¿De dónde arranca la actual estructura económica argentina? Fue diseñada precisamente por el súper-ministro Cavallo a comienzos de la década de los 90. ¿Por qué diseñó precisamente esa política? Para ello es importante remontarse una década más atrás, quizás dos.
En los 70 se produjo un "boom" del crédito internacional, y los bancos entregaron grandes cantidades de dinero a los países en desarrollo. Esto fue propiciado por un entorno de tipos de interés bajos, por lo que resultaba barato a los estados pedir dinero prestado. Además, esos prétamos exteriores eran fáciles de pagar, porque los precios de las materias primas estaban al alza, y los excedentes procedentes de ahí se usaban para el pago de los intereses.
Sin embargo, al comienzo de los años 80 la situación empezó a cambiar: los precios de las materias primas descendieron, y los tipos de interés internacionales empezaron a subir. Así, los gobiernos de los países en desarrollo se encontraron en una situación con una fuerte carga de deuda, que exigía el pago de intereses; esos tipos de interés, ahora más altos, suponían un mayor pago de los esperado; y el descenso en los precios de materias primas, sus exportaciones, les supusounos menores ingresos.
Así se produjo, a muy grandes rasgos, la crisis de deuda de los 80. Todo el sistema financiero internacional se puso en peligro cuando los Estados no pudieron a segurar el pago de los créditos que les habían sido concedidos. Muchos bancos privados entraron en quiebra o estuvieron muy cerca de ella, con el consiguiente caos para los ahorradores particulares.
En los estados deudores una de las consecuencias más conocidas de esto fue la aparición de la hiperinflación. Viene a ser un desastre impresionante para una economía. Se dice que un ´aís tiene hiperinflación cuando ésta es del 50% al mes. Una inflación durante todos los meses del año, llevaría a un incremento de los precios en éste ligeramente inferior al 13000% (1,5 elevado a 12, y por 100). Pues bien, la sufrieron entre otros países, Argentina, Brasil, Bolivia y Nicaragua. El caso más espectacular fue el de este último país. Su hiperinflación duró ni más ni menos que cuatro años, y al final del periodo el nivel de precios era... ¡55 millones de veces más grande que al principio! 
El caso que nos ocupa, el de Argentina, duró casi un año, desde Mayo de 1989 hasta Marzo de 1990. Los precios se multiplicaron por 665, con una inflación mensual promedio del 66%, y un pico mensual de casi el 200%.
¿Qué provoca esto en una economía? Primero, el dinero circulante pierde su valor con una asombrosa rapidez. Así, el periódico pasaría de costarnos 100 pesetas hoy, a unas 1000 en unos 4 meses y medio. Al final del año nos costaría casi 44000 pesetas. Y así con todos los bienes. ¿Se imaginan un paquete de 500 folios costando 20000 pesetas dentro de un año?
También crea unos incertidumbres desproporcionadas. Es muy dificil invertir en una coyuntura como esa, y éstas se reducen drásticamente. Además, los inversores extranjeros comienzan a sacar sus ahorros colocados en el país.
El Gobierno, por lo general, llega a la hiperinflación tras tomar sucesivas medidas equivocadas, por lo que despierta muy poca confianza. Se ha iniciado el proceso, que continuará por sí mismo, y será muy difícil detenerlo: los agentes se forman sus propias expectativas de aumento de precios, y en consecuencia éstos suben.

El gobierno, por tanto, se ve obligado a llevar a cabo medidas drásticas. Y esa es la situación que se encontró Argentina a principios de los 90. La misión de salvar la economía del desastre se le encomendó a un nuevo ministro de Economía, Cavallo. Éste optó por un cambio en el tipo de cambio, fijando la cantidad de moneda emitida a la reserva de dólares de la economía. Es lo que se conoce como caja cambiaria. Así, los agentes percibieron que la cantidad de dinero no iba a seguir creciendo. Los precios empezaron a ser controlados y la economía conoció un nuevo desarrollo.
Domingo Cavallo se marchó tras unos tres años en el cargo, por discrepancias con Carlos Menem. Se le consideró un salvador, pero después se le cond´nó al ostracismo. Intentó salvar la economía ecuatoriana, pero no tuvo tanta suerte.

Argentina, por su lado, vivió un inicio de los 90 esperanzador. Las inversiones volvieron a aparecer (España ha sido el mayor inversor en los últimos años. Por ejemplo, la impactante adquisición de la petrolera YPF por Repsol) y Argentina avanzó por la senda del crecimiento, gracias sobre a la estabilidad que propiciaba el nuevo tipo de cambio.
He ahí las ventajas de la dolarización: el advenimiento de la estabilidad y seguridad, gracias a la cual los agentes se animan a invertir. Y por supuesto que para ello la mejor moneda es la más fuerte, la que despierte más seguridad, es decir, el dolar.

Todo se pintaba de rosas para Argentina. Pero a finales de la década aparecieron los inconvenientes del tipo de cambio fijo. La aparición de la crisis asiática cerró muchos mercados de exportación a Argentina, lo que supuso un duro golpe. En general, para toda Sudamérica. Brasil reaccionó devaluando el real. Esto le permitió que sus exportaciones fueran más baratas y, por lo tanto, competitivas. Gracias a eso el sector exportador se vio impulsado.
Pero esto fue otra desgracia para el país de la Pampa. Brasil es su principal socio comercial, y el aumento exportador brasileño, produjo una nueva contracción exportadora argentina.
Pero aún había más. El mecanismo con un tipo de cambio flexible habría sido que el peso se depreciara, con lo que las exportaciones habrían vuelto a ser competitivas. Pero el cambio fijo se mantuvo en un peso por un dólar. Y el dólar no se depreció, sino que desde le 1998 ha venido apreciándose continuamente. Consecuencia: el sector exportador argentino prácticamente ha desaparecido, y las importaciones (que son más baratas, ya que al ser la moneda más cara los productos nacionales también lo son) han aumentado y empezado a sustituir la producción interna.
El panorama es francamente desolador. Las consecuencias han sido un gran aumento del paro, disminución de la renta nacional, aumento de las bolsas de pobreza...
La solución inmediata sería una devaluación del peso que volviera la competitividad a los productos argentinos, y de esta forma reactivara la economía. Pero esto tiene un gran problema: gran parte de los préstamos exteriores contraídos por Argentina están nominados en dólares, y es en esa moneda en la que deben ser pagados. Así, si Argentina debe un dólar, ahora mismo tiene que pagar un peso. Si devalúa su moneda, pasando por ejemplo un dólar a valer 1,5 pesos, para pagar el dólar que debía ahora debería pagar el doble de su propia moneda. Así, devaluar significaría aumentar la cantidad de dinero que tendría que pagar en concepto de intereses.
Argentina ha quedado por tanto pinzada, pues para reactivar la economía debería devaluar su moneda, pero si hace esto tendrá que devolver una mayor cantidad de deuda. La esperanza es que el dolar se deprecie, y con él se produzca una depreciación del peso que no aumente los intereses a pagar. Pero mientras esto no sea así, la salida a la crisis se perfila muy, muy complicada.
En este contexto se ha recurrido de nuevo a Domingo Cavallo. Al salvador de la hiperinflación se le considera como el único capacitado para sacar al país adelante. Pero habrá que ver si es capaz de conseguirlo.

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