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El
Tema de la Semana |
El perverso estado de
bienestar
Los bienpensantes millonarios occidentales, sobre todo europeos,
estamos profundamente felices de ese formidable hallazgo del
desarrollo, el Estado de Bienestar. Ha sido bandera del progreso en
las economías de la actual Unión Europea, y ha llevado a los
habitantes de dichos países a cotas increíbles de desarrollo y
bienestar. Las capas más bajs de la sociedad han conseguido un nivel
de vida más que aceptable, de forma que la pobreza extrema en Europa
es un factor casi residual, sólo existente en algunos grupos de
marginados (ancianos abandonados, drogodependientes, inmigrantes...)
que por razones culturales o legales quedan fuera del sistema de
seguridad estatal que les protege contra los peligros.
Sin embargo, la protección social que promueve ha sido atacada
desde puntos de vista liberalistas "duros", afirmando, por ejemplo,
por qué el Estado debe obligar a los trabajadores ha suscribir un
seguro de pensiones. También se han comprobado los efectos perversos
de una excesiva protección, lo que ha dado lugar a difíciles
situaciones en las economías más potentes de Europa, que se han
enfrentado a estancamientos económicos en buena parte promovidos por
una excesiva protección social. Finalmente, quiero añadir el factor
a mi juicio más importante, y que de hecho es la exclusión que
produce un sistema pensado, precisamente, para beneficiar a todos.
1) Bienestar y Libertad
ç¿Hasta qué punto debe el Estado sustituir al individuo en su
afán de buscar una vida mejor? ¿Qué legitimidad tiene esto? Una
respuesta convincente puede estar en el llamado principio de
subsidiariedad. Según éste, es el individuo quien debe buscar su
propio provecho. Sólo en el caso de que no se puedan alcanzar las
metas socialmente deseadas, debe intervenir el Estado. Esto, más
claramente, quiere decir que si todos queremos que haya comida para
todos, lo que hay que hacer es buscarse cada uno su comida. Y sólo
si no es posble que todos coman, debe el estado intervenir para
suministrar la comida. Esta percepción de la labor del estado
contrasta con otras ideologías, como la comunista, que consagran la
voluntad colectiva frente a la individual. Así, el individuo está
subordinado frente a los objetivos del grupo. Sin embargo, a mi
parecer estas teorías son sangrantes porque eliminan el valor de los
deseos de las personas. Y a fin de cuentas, la voluntad colectiva
debe provenir de la unión de individuos. Y la muestra práctica es
que esa voluntad colectiva, imposible de definir para todos los
objetivos, termina siendo suplantada por la voluntad de la
oligarquía dirigente. No la voluntad de las personas que viven en
esa sociedad. Y además, la bondad o maldad de los objetivos termina
reduciéndose a la bondad o maldad de los dirigentes. Frente a
esto, los sistemas que consagran al individuo como el fundamento y
eje decisorio de su propia vida llegan a una voluntad colectiva
fruto de dichos individuos. Así, el mecanismo de votaciones aproxima
de una forma mucho mejor los deseos conjuntos. Y el estado de
bienestar, nacido de esa democracia, sería la manifestación de la
voluntad colectiva. Pero, ¿hasta qué punto puede obligar el
estado a individuos que no desean participar de esos hechos? Bajo mi
punto de vista, en cuanto las personas aceptan los beneficios
derivados de un estado bien formado, es decir, defensa de la
justicia, derecho a la representación, protección..., hechos que
nacen de la voluntad de la mayoría, debe aceptar las
<i>otras</i> voluntades de la mayoría. La opción sería:
vivir así, o vivir en otro sitio. Pero a pesar de ello, sigue
habiendo problemas en la mente de quienes, mayoritariamente, no ven
ningún problema en obligar a una minoría. Aunque esa minoría lo que
quiera sea no participar en una seguridad social.
2) Bienestar y eficiencia
La teoría económica debate desde hace muchos años los efectos
sobre una adecuada distribución de recursos que tienen los estados
de bienestar. Unos estados fuertes como los actuales (40%-50% del
PIB nacional) toman decisiones sobre cómo asignar casi la mitad de
la riqueza de las personas. ¿Hasta qué punto esto coincide con los
deseos de los ciudadanos? De hecho, esto provoca ciertos efectos
perversos. Así, una elevada compensación por desempleo desincentiva
al trabajo. El efecto es que la gente tiene menos necesidad de
trabajar, por lo que tarda más tiempo en vuscar trabajo, y aumenta
la tasa normal de desempleo. Y quedan menos trabajadores para pagar
dicha prestación, por lo que los impuestos sobre los que trabajan
aumentarán. y sin embargo, siguiendo a las doctrinas del estado de
bienestar, convendría aumentar dichas prestaciones. Problemas de
este tipo están sufriendo Francia y Alemania. Lo que en principio es
bueno para las personas, termina volviéndose contra el conjunto.
Además, el hecho de unos impuestos elevados descirtúa los deseos
de la gente. Posiblemente no se quisiera tanto dinero para el fútbol
(cuyos equipos reciben cuantiosas subvenciones de las comunidades
autónomas y ayuntamientos) y sí más, por ejemplo, para gastar en
zapatos. Por tanto, el intervencionismo, y el margen que da para los
gobernantes, termina desvirtuando las decisiones de las personas.
3) Bienestar y exclusión
Pero con toda, los elevados objetivos morales del estado de
bienestar hacen de él un objetivo muy deseable. El hecho de
garantizar una sanidad a todos, unas pensiones, un seguro de
desempleo... es algo admirado como una conquista de las sociedades.
Y lo terrible, lo realmente perverso del estado de bienestar, son
sus efectos totalmente opuestos sobre el bienestar de las personas.
Sí. El estado de bienestar pretende garantizar un nivel de vida
digno. Muchos partidos políticos lo enarbolan como bandera de
justicia y progreso. En realidad, nuestro estado de bienestar es
sólo un paso más en la opulencia consentida y disfrutada en la que
vivimos los ricos. El denostado sistema capitalista ha llevado a
la consecución de grandiosas cuotas de desarrollo tecnológico, que
han multiplicado por mucho lo que es capaz de producir el trabajo
del hombre. "Capitalista" hace referencia, precisamente, a las
necesidades de capital, de dinero, que tiene nuestro sistema
económico para perpetuarse. Y el dinero, que a las mentes más
"solidarias" causa escozor, es precisamente lo que hace de dicho
sistema algo demoníaco. Pues bien, precisamente por ese sistema es
por lo que tantos críticos han obtenido una educación mínima que les
ha permitido criticarlo. Dicho sistema es el que ha traído el
progreso generalizado a Occidente. El desarrollo tecnológico es lo
que ha generado la riqueza. El estado de bienestar, en todo caso, la
ha repartido de forma más equitativa en los países desarrollados.
El terrible efecto perverso del estado de bienestar es que,
precisamente para que exista dicho bienestar, tiene que "regalar"
recursos a las personas desfavorecidas que pertenecen a él. Por
ello, los escasos agricultores de Europa y EEUU siguen llevando a
cabo su actividad, con cuantiosas ayudas del estado de bienestar. Y
esto evita que los agricultores de países subdesarrollados puedan
hacer llegar grandes cantidades a los países ricos. Y elos siguen
condenando al hambre y al subdesarrollo. El estado de bienestar
requiere de grandes cantidades de impuestos para mantenerse, lo que
encarece mucho el factor trabajo. Y esto hace que muchos de los
inmigrantes que acuden a los países desarrollados trabaje fuera
del sistema, de manera ilegal, para no pagar impuestos y poder
ganar algo más. Dichos impuestos los condenan, en muchos casos, a la
ilegalidad, y a estar totalmente desprotegidos frente a los abusos.
Porque un trabajador ilegal, por ejemplo, no va a denunciar a la
justicia situaciones de esclavitud. Porque en su país, su situación
es aún peor. Y callará. El estado de bienestar, finalemente, da
cobertura a todos sus ciudadanos, Y esto, que es la gran
bondad del sistema, es posiblemente lo más perverso. Porque
como esto supone un gran gasto, no es posible admitir como
ciudadanos acantidades importantes de personas pobres. Por ello la
inmigración se controla fuertemente y se limita hasta lo que el
sistema puede soportar. Los efectos reales son que millones de
personas querrían buscarse una vida mejor allí donde abunda el
capital, en los países desarrollados, pero sólo puyeden venir unos
muy pocos, porque el sistema de seguridad social no puede cubrirlos
a todos. Y la opción que da el Estado de Bienestar es la pobreza y
el hambre en sus países. No les permite la entrada, y como
aspiración se propone entregar el 0'7% de sus recursos a los países
pobres. cuando reparte entre sus escasos ciudadanos afortunados el
40% de la riqueza que genera.
Éste es en realidad el estado de bienestar del que nos
vanagloriamos. |
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