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Los Informes de Gobierno, qué tiempos señor don Jolopo

Hace décadas usted podía ser amonestado si no se encontraba en casa encerrado viendo lo que el Señor Presidente tenía qué decir a la Nación cada primero de septiembre. Un repaso a aquellos años en que esta ceremonia era una pasarela al ego, al show mediático y a su asfixiante confeti tricolor. Por fortuna todo eso es hoy, lo que debió ser desde el principio, un mero Informe de Gobierno 

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SEPTIEMBRE, 2014. Este mes se caracterizó durante mucho tiempo por ser el de El Señor Presidente, y el día primero, el inicio de toda una fiesta para que los mexicanos celebráramos por tener en el timón del país a un hombre tan inmaculado como generoso. A las nuevas generaciones que suelen pensar que el PRI de hoy no podía ser más totalitario, convendría recordarles cómo, hace décadas, el primero de septiembre era fecha obligatoria para quedarse en casa a escuchar el Informe, primero por la radio y luego por televisión en cadena nacional. Si usted salía a la calle los soldados que rondaban las calles podrían llamarle la atención y cuestionarlo. No llegaban al punto de arrestarlo, pero sí de amonestarlo y sugerirle que regresara a casa a enterarse de cómo El Señor Presidente rendía su reporte anual acerca del destino de la Nación.

Y si su casa se encontraba lejos, podía sentarse en la plaza o en el zócalo en una banca a escuchar la cálida voz del Primer Mandatario pues había altavoces convenientemente instalados para que usted no se perdiera una sola vocal o consonante de todo aquello que El Señor Presidente tenía que decir. No había excusas para rehuir el Informe presidencial, para eso el calendario daba como día inhábil el primero de septiembre; desde que se levantaba, el ciudadano debería tener como único objetivo de esa fecha enterarse de lo que El Señor Presidente habría de comunicar al país todo.

Al día siguiente los profesores en las escuelas pedían a los alumnos que dieran sus puntos de vista sobre el Informe --un tío se recordó a sí mismo sentado frente al televisor escribiendo a velocidad supertaquigráfica las peroratas de Luis Echeverría que le habían encargado como asignatura-- y quien no llevara el reporte tenía argumento suficiente para reprobar su materia de Ciencias Sociales. Más que dictadura perfecta como la definió Mario Vargas Llosa, mediante el Señorpresidentismo, el PRI había desarrollado el totalitarismo perfecto, representado éste con los informes de gobierno.

Durante décadas los Informes fueron manifestaciones seriotas, con caravanas excesivas y rigidez de protocolo. Los periodistas iban desde muy temprano a Los Pinos --antes lo hicieron en Chapultepec-- y en cadena nacional platicaban con el Señor Presidente, la Primera Dama y sus hijos. Ya en tiempos de la televisión podíamos ver a la Familia Presidencial muy arregladita donde el Mandatario --así se abusaba de las mayúsculas en esos tiempos, aclaremos-- se preparaba para ir al Congreso, que durante muchos años estuvo en Donceles, sede actual de la Asamblea Legislativa del D.F. A eso de las nueve el Señor Presidente subía a un auto descapotado que lo llevaba, de pie, mientras era saludado una muchedumbre que le arrojaba confeti tricolor. 

Puntualito, a las diez, el Presidente era recibido entre aplausos y porras, subía al estrado y rendía, al Congreso y a los Mexicanos, su Informe de Actividades. Varias horas después bajaba del escenario, subía de nuevo al vehículo sin techo y era llevado, en medio de vítores y encendidas loas de los comentaristas de radio y TV, hacia Palacio Nacional, donde el Señor Presidente era recibido por su gabinete, embajadores y diplomáticos, y se servía a todos una comilona. Ya avanzada la tarde los asistentes rompían filas y el Señor Presidente junto con su familia, regresaban a Los Pinos a descansar tras un día de ajetreo en bien de la Nación, un contraste con el descanso concedido a los mexicanos que ese día ni iban a la escuela ni se presentaban en sus empleos.

La primera alteración importante de ese protocolo se dio en 1969 cuando Díaz Ordaz se echó toda la culpa por lo de Tlatelolco, deseoso de limpiarle el camino a su sucesor, sobre quién caían importantes sospechas en torno al operativo. Irónicamente, fue Echeverría quien siguió alterando los informes, en especial su duración, que desde tiempos de Lázaro Cárdenas tenían un promedio de tres horas (en cierta ocasión Alemán casi arañó las cuatro). El Señor Presidente Echeverría marcó un récord con su Informe de 1974 pues empezó a las 10 de la mañana y terminó casi a las 4 de la tarde, cerca de seis horas. Cuentan las crónicas que en Palacio Nacional la comida que tenían preparada, consistente en antojitos mexicanos como enchiladas, mole y arroz poblano acompañado de agua de jamaica, se enfrío y tuvieron que recalentarla varias veces, en un banquete que terminó por convertirse en comida-cena pues inició cerca de las 6 de la tarde.

Pero el momento en que el Informe de Gobierno perdió su rostro seriote y se convirtió en un show fue en 1982 cuando López Portillo decretó la "nacionalización" de la Banca, el control de cambios, luego golpeó el estrado y se puso a llorar de frustración "por haberle fallado a los pobres". Una payasada con la que López Portillo, también apodado Jolopo, quiso exculpar su irresponsabilidad y dispendio.


Cuatro años más tarde ocurrió algo insólito cuando Miguel de la Madrid fue interrumpido cuando apenas pronunciaba el "Honorable Congreso de la Unión...", situación que se repetiría en los siguientes años, más aún con Carlos Salinas. El resto del protocolo seguía siendo el mismo, el del periodista que tocaba a Los Pinos (unos años fue Lolita Ayala, otros Pepe Cárdenas y algunos Ricardo Rocha, aunque nadie habrá de arrancar el récord de toquidos a la puerta presidencial a Jacobo Zabludovsky) hablaba con el Señor Presidente y los Suyos, pero la ceremonia ya había sido alterada sin remedio. 

Con Ernesto Zedillo las interrupciones pasaron a ser parte de los Informes aunque ese mandatario nos sorprendió en el 1998 con un Informe bastante corto, poco más de hora y media. Con Vicente Fox, el primer mandatario salido de la oposición, abundó en interrupciones y fue llevadero por lo menos en sus primeros cinco años. Pero en el 2006 y a pocos meses de las elecciones, los perredistas no solo tomaron la tribuna del Congreso sino que cerraron la entrada sin permitir que Fox siquiera entrara al recinto por lo que entregó el Informe por escrito al líder de la Cámara. Hasta hoy, Fox ha sido el único presidente que ha dado un lustro de Informes y no seis, como establece el protocolo (que no es lo mismo que ley, por cierto, la cual asiente que el mandatario solo está obligado a entregar el documento por escrito y dar un discurso en red nacional a todo el país, pero desde sus primeros años, y con tal de darle lucimiento a El Primer Obrero de la Patria en Todo su Esplendor, se incluyó la transmisión completa del Informe).

Con Felipe Calderón el Informe de Gobierno se limitó a le entrega del documento en el Congreso pues durante los seis años las bancadas del PRD y PT no le permitieron entrar al Congreso. El totalitarismo del Ejecutivo durante tantos años por meter en el cogote de los mexicanos el Informe de Gobierno había pasado a a ser el totalitarismo de esos partidos que a rajatabla impidió que éste pudiera desarrollarse. Todo ello contravenía la ley, pero ya se sabe que, gracias al fuero, los legisladores se la pasan por el arco del Monumento a la Revolución.

Por lo menos el primer Informe de Gobierno de Enrique Peña Nieto retomó algunas de sus viejas formas y fue más bien un discurso corto en vez de chutarse horas y horas de peroratas, como hace décadas. Con todo, es bueno pensar que definitivamente haya dejado atrás su estructura llena de lambisconería, lisonjas y el Señor-Presidente-usted-sí-que-chifla-y-masca-pinole.

 

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5 Comentarios

belton.situs escribe 17.09.14

Creo que es bueno puntualizar en su artículo sobre los informes de gobierno que el formato de éstos cambió radicalmente en el 2008 y ahora no es necesario que el ejecutivo vaya al Congreso el primero de septiembre de cada año a rendir su informe. De cualquier modo es positivo que se haya eliminado este besanalgas propio de países medievales.

felipillovox escribe 06.09.14

¡Ahí está el que dijo que defendería el peso como un perro! !Guau, guau!

juan_carvajal_moreno escribe 03.09.14

En su artículo sobre los informes de gobierno en la foto aparece detrás de López Portillo un tipo con bigote ¿quién es? Alguien me dijo que es Emilio Gamboa Patrón, quien 32 años después todavía sigue chupando de la chichi del presupuesto legislativo, y en aquel entonces era líder de la cámara de diputados, naturalmente priísta.

belton_situs escribe 03.09.14

El guardia presidencial con la cara de palo era uno de los puntos más jocosos de los informes presidenciales y que bueno que su formato ya cambió pero el presidencialismo sigue muy vivito como acabamos de verlo con Peña Nieto

andres_malestra escribe 02.09.14

JAJAJAJA ahí está López Portillo chillando en la foto por no haberle cumplido a los mexicanos y por haber hecho "shit" al país. A estas alturas ya solo queda reirnos de esos arrebatos ridículos. También hoy es gracioso ver al tipo del estado mayor presidencial al fondo que no le cambiaba el rostro y parecía de piedra, ojalá esos días nunca regresen

 

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