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Los Presidentes: Ernesto Zedillo

Fue el primer mandatario priísta que transfirió el poder federal a otro partido y alguien que entró como candidato emergente. A más de una década de haber terminado su sexenio, el balance es neutro, aunque muchas cosas buenas que hizo las deterioraron sus sucesores panistas  

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MARZO, 2011. Desde que el candidato electo Álvaro Obregón murió a manos de un fanático religioso, el país no se había cimbrado tanto como aquella tarde de marzo de 1994 cuando Luis Donaldo Colosio. virtual sucesor de Carlos Salinas de Gortari, fue ultimado por Mario Aburto. Menos de 24 horas después y con la vida política de México convulsionada, se buscó un candidato emergente. Sólo había dos probables en escena pues la mayoría de los funcionarios aun estaban dentro del gabinete. Los que Salinas hubiera deseado estaban imposibilitados: uno, Pedro Aspe, secretario de Hacienda y el otro Jaime Serra Puche, quien como hijo de padre español y de acuerdo a la Constitución entonces vigente, tampoco podía soñar con alcanzar la presidencia. Los otros dos eran Manuel Camacho, quien había sido "comisionado para la paz en Chiapas" aparentemente sin goce de sueldo --con lo que oficialmente no era funcionario-- y Ernesto Zedillo Ponce de León, quien había dejado el gabinete para ser parte de la campaña de Colosio. Una semana después Zedillo fue declarado candidato a la presidencia en una elección que ganó con relativa facilidad en julio de ese año.

Ernesto Zedillo parecía tener poco o nada en común con el priísmo tradicional. En primer lugar, durante los mítines y durante un par de meses, la publicidad y las banderillas llevaban el apellido del candidato sacrificado y no el suyo. Y es que se trataba de un tecnócrata quien al igual que Salinas había estudiado y conseguido una maestría en Economía en Harvard. A los más tradicionales y a las huestes veteranas, conocidas como "dinosaurios", preocupaba que el candidato suplente tuviera inclinaciones pronorteamericanas y que por ello sus ligazones con Salinas lo habían hecho el "bueno" para sustituir a Colosio, el verdadero "delfín" salinista. El presidente, por su parte, ordenó someterse a las voces en desacuerdo dentro del partido y exigió que apoyaran a Zedillo.

El candidato gustaba de hacer ejercicio, leía mucho, hablaba fluidamente el inglés y se le consideraba un buen padre de familia, lo cual, como veremos más adelante, en realidad eran meras apariencias. No tenía el carisma de Colosio e igualmente carecía de su oratoria pero sencillamente ni su partido ni el país estaban para contemplaciones.

Su carencia de oratoria fue evidente durante el debate televisivo con los candidatos del PRD y del PAN. Diego Fernández de Cevallos abrió fuego casi de inmediato donde señaló que "usted, señor Zedillo, es un buen estudiante, con altas calificaciones... pero en democracia usted nomás no pasa" para más tarde orillarlo y dejarlo con balbuceos ante el inesperado ataque. Las simpatías hacia Fernández de Cevallos se dispararon tars el debate por lo que en un momento llegó a aventajar a Zedillo en las encuestas hasta en 11 puntos, lo que la garantizaba ganar la presidencia. Sin embargo y por razones que no se conocen totalmente, Fernández de Cevallos bajó el tono de su discurso y asumió un perfil bajo con lo cual terminó por desinflarse. En las elecciones del 4 de julio Ernesto Zedillo quedó arriba de "El Jefe" Diego por más de 7 puntos porcentales.

                                          Dos regalitos: el error de diciembre y la Roqueseñal

Con el nuevo sexenio renacieron las esperanzas de que se pusiera fin al conflicto en Chiapas, que por entonces era el problema del que hablaba la opinión pública, tanto así que cuando Zedillo designó a Jaime Serra Puche como sus secretario de Hacienda los mercados descansaron tranquilos; era la señal más clara de que Zedillo mantendría el proyecto salinista. "Esto es lo que el país requiere, la continuidad entre dos gobiernos para así lograr un proyecto a largo plazo", escribió el economista Luis Enrique Mercado, actualmente diputado panista, y para el efecto recordó a Antonio Ortiz Mena, autor del "milagro mexicano" en los años sesenta: "Es de esperarse que con el nuevo presidente terminen los bandazos. Serra Puche en el gabinete es un indicador positivo", acotó.

Otro punto que sorprendió a los analistas fue que Zedillo colocó como procurador general a Antonio Lozano Gracia, un abogado militante del PAN. Y aunque se habló de "concertacesiones", lo más probable fue que el presidente lo designó al no encontrar a alguien mejor en el PRI en ese puesto luego del enorme desprestigio en que la hundió su titular anterior, Mario Ruiz Massieu. Pero también pudo ser una señal enviada al blanquiazul como manera de "amarrar" sus votos en el Congreso para las reformas que tenía pensado enviar al recinto.

El panorama parecía ideal pues al mismo tiempo el ex presidente Salinas buscaba afanosamente la dirección de la Organización Internacional del Comercio y que sería su logro más importante tras la firma del Tratado de Libre Comercio de América del Norte. Parecía que, por fin, se había evitado el "año de Hidalgo" ("chingue su madre el que deje algo", según la sabiduría popular) que había estigmatizado los últimos cuatro sexenios. Sin embargo el 20 de diciembre se conjuntaron dos factores. Uno, que los zapatistas ocuparon San Cristóbal y, dos, que ya no mantenter más la paridad cambiaria del peso mexicano de modo que lan "banda de flotación" reventó esa misma noche con lo cual el dólar se disparó de 4.50 a 8 pesos por uno. La noticia agarró desprevenidos a los comerciantes que se habían endeudado en billete verde para importar artículos en la temporada navideña así como cientos de agricultores quienes, confiados en las promesas salinistas de ir al "Primer Mundo" habían contraído fuertes créditos con la banca comercial.

Al secretario Serra Puche no le fue mejor. Dado que la legislatura anterior había modificado la Constitución de modo que ya se podía aspirar a la Presidencia aunque alguno de los padres no hubiera nacido en México --una emnienda que luego beneficiaría a Vicente Fox-- sus aspiraciones parecían quedar libres de osbtáculos legales. Pero esa noche su mente estaba ocupada en viajar de urgencia a Nueva York. La reunión con quienes habían comprado CeTes al gobierno mexicano y cuyo valor había quedado hecho polvo, lo recibieron con insultos e incluso le llamaron "indio". Fue una situación desagradable para Serra Puche, quien vio así por concluida su carrera política. Al regresar a México presentó su renuncia a Zedillo aunque muchos dicen que éste ya la tenía en la mano cuando lo recibió en el aeropuerto. Serra Puche es hoy catedrático donde imparte Economía en la Universidad de Stanford. Desde entonces suele cortar de tajo cualquier entrevista donde le mencionen sus días como secretario de Hacienda de México.

Salinas, quien se encontraba en Túnez al momento de la devaluación, recibió como un jab al hígado las declaraciones del gabinete económico zedillista en el sentido de que el país se les había entregado con las finanzas "pegadas con alfileres". Salinas reviró al decir que no, que el había entregado las finanzas "en inmejorable estado" y responsabilizó de todo al "error de diciembre", es decir, al nuevo gobierno. Horas después retiró "por razones personales" su candidatura a la OIC y meses después hizo lo mismo como miembro del Consejo de Administración de The Wall Street Journal.

A fines de enero y con la economía mexicana en picada, el presidente Bill Clinton aseguró que "ayudaría en lo posible a su vecino comercial" y pidió al Congreso una partida para rescatar al país pero éste, con una mayoría republicana renovada, rechazó la petición. Desesperado, Clinton recurrió a las finanzas particulares de la Casa Blanca con lo que transfirió alrededor de 40 mil millones de dólares. Este préstamo de emergencia evitó que el país cayera en una moratoria que habría resultado catastrófica para el nuevo gobierno.

En marzo del 95 y en plena crisis económica el gobierno anunció su intención de retomar el IVA aun 15 por ciento tras cinco años de haber sido reducido a un 10 por ciento durante el sexenio salinista. El diario La Jornada publicó una foto donde el diputado Roque Villanueva festejaba groseramente el mayoriteo priísta en la Cámara, imagen que dio la vuelta al mundo y que levantó indignación entre millones de mexicanos: el periodista René Delgado escribió que "ese momento marcó la futura derrota del PRI en las elecciones del 2000".

Zedillo rompió oficialmente con su antecesor cuando ordenó detener a Raúl Salinas de Gortari, a quien la revista Proceso apodó como "el hermano incómodo", con el cargo de corrupción y abuso de poder tras lo cual fue recluido en la penitenciaría de Almoloya. El ex presidente Salinas no ocultó su furia cuando en el noticiero de Abraham Zabludovsky llamó "una canallada" la detención de su consanguíneo, y aseguró que aquello era una "cortuna de humo" para desviar la atención sobre la crisis económica del 20 de diciembre a la que demoninó "el error de diciembre", aunque lo cierto era que en apenas tres semanas era imposible hundir a un país de esa manera. Salinas aseguró que "he encomendado a Pedro Aspe que difunda la verdad de los números", cosa que nunca ocurrió (el mismo Aspe desmintió aquella recomendación pero dijo que durante una reunión efectuada el 20 de noviembre, el gabinete aún salinista había acordado no devaluar, lo que equivalía a decir que a Zedillo le habían heredado una bomba de tiempo lista para estallar).

Entonces Salinas inició una ridícula huelga de hambre en Monterrey para exigir que se "limpiara" su nombre y el de su familia. Tras una semana --donde según El Norte no pasó día sin que dejara de probar bocado-- Salinas interrumpió su "huelga" y desapareció de escena. Durante ese tiempo pasó temporadas en Cuba, en Irlanda, el Canadá y en Alemania. También consumó su divorcio con Cecilia Occeli y se casó con Paulette Giddard, con quien tuvo un hijo.

Con todo, para mediados de 1996 la crisis parecía haber perdido fuerza aunque dejó a miles de damnificados económicos, entre ellos decenas de agricultores que se habían endeudado, ilusionados con las promesas del salinismo. Tras la debacle y el alza brutal de los intereses bancarios ya no pudieron pagar sus adeudos y se declararon en moratoria; su movimiento, originado en los estados de Jalisco y Michoacán, recibió el nombre de El Barzón, aunque más tarde terminó por politizarse y ser copado por gente como el actual diputado Gerardo Fernández Noroña. En una ocasión incluso un miembro del Barzón entró con todo y caballo al recinto de San Lázaro.

Lo que no dejó de crecer durante el zedillismo fue la burocracia, entre ellas la Comisión Especial para el Caso Colosio que en sus cinco años de funciones no arrojó información alguna de importancia aunque posteriormente el diario Reforma reportó que la "comisión" llegó a tener hasta 60 empleados que se la pasaban todo el día en una lujosa oficina, entre secretarias, mensajeros, recepcionistas, choferes, guararuras y hasta cocineros y jardineros. Luis Colosio Fernández, padre del candidato asesinado, aseguró que la comisión "no estaba sirviendo de nada", y tenía razón.

Durante una entrevista con José Cárdenas, Zedillo aseguró "ser de izquierda" pero que al mismo tiempo "confiaba en la fuerza de la economía de mercado", aunque lo cierto es que el distanciamiento entre él y un partido centroizquierdista como el PRI era evidente y jamás hubo química entre ambos. "Usted es un priísta digno que nos representa", dijo sin ánimo alguno el fallecido líder cetemista Fidel Velázquez. Hay quienes creen que fue una de sus últimas bromas de humor negro.

En 1997 sucedió algo increíble cuando el PRI perdió la mayoría en la Cámara por primera vez en su historia. El gozo de los demás partidos fue enorme pero duró muy poco pues toda iniciativa debía ser también aprobada por los senadores, electos por seis años y donde por ende se conservaba el dominio priísta. Cuando los legisladores aprobaron una baja del IVA del 15 al 10 por ciento se toparon con el Senado, que rechazó la medida sin siquiera consultarla.

Durante ese sexenio se multiplicaron las visitas de artistas internacionales de música anglosajona,. muchos otrora impensables de visitar el país, como los Rolling Stones. Sin embargo durante la presentación del grupo irlandés U2 los guaruras de los hijos del mandatario agredieron y enviaron al hospital a un miembro del staff. El cantante fue al día siguiente a Los Pinos a escuchar disculpas pero en vez de ello, dijo, "se quiso justificar ese acto salvaje con el argumento de que se trataba de un asunto de seguridad". Indignado, Bono agregó que no regresaría a México "mientras se insista en que haya agresores que no son castigados", y cumplió su palabra pues no volvió a Cancún sino hasta el 2008 y apenas tres años después tiene planeado presentarse nuevamente en vivo.

                                                    Decadencia de un sexenio y de un partido

Para 1999 y en el crepúsculo de su sexenio, se empezó a hablar abiertamente de la posibilidad de que el PRI perdiera la presidencia por primvera vez en su historia aunque al mismo tiempo se aseguraba que los "duros" del partido impedirían que ello ocurriera. Para colmo, el patriarca del tricolor, Fidel Velázquez, falleció sin despejar esa incertidumbre. Su sucesor Rodríguez Alcaine dijo que "si gana la contrarrevolución impediremos a toda costa que tome el poder". Cuando se pidió a Zedillo que definiera el rumbo a seguir, éste repsondió que esa "era una decisión del partido en la que yo no puedo ni debo inteferir". Fue el golpe final para que el PRI perdiera frente a Vicente Fox en los comicios efectuados en julio del 2000 donde Vicente Fox derrotó fácilmente a su contrincante tricolor Francisco Labastida.

Esa misma noche la situación era tensa pues se temía que los "duros" sabotearían el resultado e iniciarían una revuelta la cual Zedillo pudo desactivar con un mensaje en cadena nacional donde reconocía el triunfo de Fox. Lo que se pensaba imposible había ocurrido.

Tras entregar el poder Zedillo anunció que regresaría a la casa donde vivió mientras era funcionario, una construcción grande, pero no ostentosa (la mayoría de sus hijos ya se habían independizado). Rechazó recibir la pensión que se da a los expresidentes y años después fue invitado a impartir cátedra en la Universidad de Nueva York. Y aunque declina dar entrevistas durante los enfrentamientos en Seattle llamó "globalifóbicos" a quienes se oponían al libre mercado. Algunos medios han atenuado ese término con el más vago de "altermundistas".

Durante su sexenio no se detuvo la corrupción, como quedó claro con el ridículo que representó el caso de "La Paca" y los fraudes en algunas dependencias públicas. Pero por lo menos logró dejar a un país en franca recuperación y con la confianza recuperada de los mercados internacionales. Asimismo logró incrementar la inversión extranjera directa. Por lo menos la gente no le ladra al verlo en la calle ni le envía silbatinas que le recuerdan a su rama materna.

 

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