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El tonto de esta semana: Bill Maher

El conocido conductor de un programa de cable en Estados Unidos suele discrepar con sus colegas borregos en algunos puntos pero con frecuencia también dice insensateces. La que acaba de decir lo manda, como de rayo, como flamante miembro en el club de idiotas que cada día se sigue nutriendo en forma alarmante

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ABRIL, 2019. La oleada políticamente correcta y el embate de los activistas SJWs han traído consigo un efecto devastador no solo en el cine y prensa sino en la TV norteamericana que en su momento pudo considerarse entre más entretenidas y divertidas en el mundo, sobre todo en sus emisiones nocturnas como The Tonight Show con Jay Leno y el Late Show de David Letterman, programas realmente divertidos y con guionistas de primer nivel (Adal Ramones copió el concepto de los monólogos y tuvo enorme éxito por acá, pero el original siempre resultó el mejor).

Pero ahora con un Leno retirado y dedicado a coleccionar automóviles y a Letterman convertido en ermitaño y quien lo más notorio que hizo recientemente fue una entrevista de manita sudada con Barack Obama, la barra nocturna se ha convertido en un fango insípido donde las agresiones verbales y el insulto reemplazaron al ingenio que lo mismo le pegaba a los políticos republicanos que a los demócratas (las mejores burlas contra Bill Clinton en su affaire con la Lewinsky fueron cocinadas en los segmentos de Leno y Letterman).

La verdad es que una barra donde se consideran "cómicos" a Stephen Colbert y a Jimmy Kimmel habla de lo patético y lo vergonzoso en que han caído esos programas otrora irreverentes aunque sin llegar al insulto personal.

Otro de esos conductores es Bill Maher, quien tiene su propio programa en HBO. Una de sus primeras encarnaciones llevaba el título de Politically Incorrect, como manera de hacer mofa a lo que hasta hace unos años se consideraba era una corriente totalitaria que no tendría cabida en la sociedad norteamericana. Maher cambió luego el nombre a su programa por de Real Time.

A diferencia de otros chiflados que se han trepado al vagón de la izquierda norteamericana, Maher tiene sus propias, loables ideas. Mantuvo fuertes debates contra quienes siguen creyendo que los atentados del 11 de septiembre fueron planeados desde la Casa Blanca, rechaza la idea de que existan hasta 79 sexos y la adoctrinación que se está dando a los estudiantes en los planteles escolares, en ocasiones hasta niños de primaria.

¿Y entonces por qué Maher engrosa el ya nutrido club de tontos semanales? Para corroborarlo, veamos lo que el conductor dijo durante un reciente programa:

Con un cartel que enlistaba a los países más felices de la tierra y donde Estados Unidos aparece en el lugar 19, Maher dijo: "Si el socialismo es en realidad un boleto sin retorno para convertirse en una pesadilla como Venezuela ¿entonces por qué los países más felices del mundo suelen abrazarlo?"

Luego de la ovación por parte del respetable, Maher continuó: "Todos esos países felices desarrollan políticas socialistas como Finlandia, Noruega, Dinamarca, Islandia, Suiza, Holanda y Canadá. A la derecha le cuesta trabajo entender el concepto de que no queremos enormes filas para comprar pan; queremos algo así como un socialismo tipo 'no es necesario que te ganes la lotería para poderte costear una cirugía de cerebro'".

Maher agregó que el enemigo no es el capítalismo pues, dijo, "reemplazarlo es malo, pero el socialismo como complemento del capitalismo es bueno".

Pero a los pocos minutos Maher contradice tanta belleza al aseverar que este mensaje "es malinterpretado" pues los demócratas "con frecuencia quedan empantanados en la misma corrupción capitalista como ocurre con los conservadores". Maher concluye que se trata de un sistema corrupto que, lo han dicho claramente y sin tapujos Alexandra Ocasio Cortés y Bernie Sanders, "urge sustituirlo por un modelo más justo".

Ya se ha hablado bastante de la doble moral que manejan estas cadenas televisivas, en sí mismas ejemplo del éxito que trae consigo el libre mercado. HBO, por ejemplo, nació luego de un largo litigio con el Comité Federal de Comunicaciones el cual impedía la creación de cadenas televisivas por cable pues, alegaba ese Comité, le representarían una "competencia desleal" a los gigantes monopólicos como la NBC, CBS y NBC., emporios que gastaron millones de dólares para que los legisladores mantuvieran cerradas las puertas a esos potenciales rivales.

Luego de interminables batallas en la Cámara, finalmente se eliminó esa restricción absurda, lo que dio lugar a la aparición de canales como HBO, ESPN y CNN, señales que enriquecieron la oferta a disposición de loa televidentes. Sin embargo en sus programas de opinión, estas apoyan o aleccionan a conductores que se opongan al libre mercado y exijan "regularlo" en vías, claro, de la beneficio de políticas socialistas.

Y es que al contrario de lo que cree Maher, el capitalismo no puede coexistir con una economía de mercado; la "mezcla" a la que él alude, se ha intentado varias veces, la más reciente a través de la llamada "tercera vía" del ex primer ministro británico Toiny Blair. Y no funciona por una sencilla razón: nadie que tenga la capacidad económica de adquirir un bien privado lo cambiaría por un ofrecimiento público, aun si es más barato.

Dentro de una economía de mercado, todo ofrecimiento con tufo socialista estará compitiendo en desventaja en el mercado, pues un factor intrínseco de la competencia es la calidad del producto ofrecido.

Ello explicaría que, pese a sus desafortunados anuncios comerciales "progresistas", compañías como Nike y Nestlé siguen teniendo altas ventas pese a sus mensajes antimercado. Para que sus ventas bajen no hacen falta boicots, por lo general poco efectivos. Estas empresas saldrían del mercado solamente si sus productos pierden calidad o si más competidores con ideas innovadoras entran al mercado.

Dicho de otro modo, la gente consulta Google por ser un buscador práctico y no tanto porque sus altos manden odien a Trump, o adquiere rastrillos Gillete no necesariamente porque esté en contra de la "toxicidad masculina".

Seguramente Maher posee uno o varios automóviles fabricados por una empresa privada y seguramente contrató un seguro de vida ofrecido por una compañía privada. Su cuenta bancaria con toda certeza la tiene Maher en un banco particular y ni de chiste la depositaría en los volátiles fondos de ahorro con que cuenta el gobierno federal.

Hace algunas semanas se supo que varias celebridades de Hollywood habían pagado miles de dólares para que sus hijos pudieran ingresar a esos planteles, entre ellos el conocido actor liberal William H. Macy. (Magnolia, Boogie Nights). ¿Por qué  mejor no ahorrarse todo ese dineral metiendo a sus hijos en escuelas públicas?

Por ello Barack Obama mintió a los norteamericanos cuando prometió que el Obamacare no sería obligatorio y lo primero que hizo fue eliminar la opción, garantizada por la Constitución, de elegir al facultativo que a uno se le pegue la gana para que lo atienda en un consultorio.

De hecho nada costaría a Maher dar el ejemplo de cómo las cosas funcionan mejor si son administradas por el Estado y en vez de estar recibiendo un sueldo de ensueño en HBO, emigrara a la PBS, la TV propiedad del Estado norteamericano, donde los salarios de sus conductores son mucho más bajos.

Debido a esa incompatibilidad, en cuanto se abre la puerta a los burócratas promotores del socialismo, éstos harán lo posible para ir asfixiando al sector productivo privado que les represente una competencia. Así ha sucedido, sin excepción, en todos los países donde se ha implementado una estrategia económica de corte socialista, sea escandinava o no.

Por cierto, Maher defiende las ideas de un socialismo escandinavo que desde mediados de los 90 comenzó a ser desechado en esos países, precisamente por su inviabilidad. Como apunta el analista sueco Johan Norberg del Cato Institute, "la idea del socialismo sueco exitoso es una falacia. En 1970 éramos el país más rico del mundo pero al instrumentar políticas de mayores impuestos, más impuestos a los ricos y expansión de gasto público, descendimos al lugar 15 hacia 1995, con una creación de empleos prácticamente de 0 debido a las enormes regulaciones. Desde entonces Suecia ha cambiado el rumbo, ha privatizado parcialmente los fondos de pensiones, baja en las tasas impositivas y descuentos escolares en vez de educación gratuita e indiscriminada para todos".

John Stossel, también del Instituto Cato, señala que tanto Noruega como Dinamarca también han hecho enormes esfuerzos para disminuir la gigantesca carga fiscal que arrastran desde los años 70. "Ese esquema económico sorprendió en su momento pero luego provocó un enorme déficit en la cuenta pública, máxime porque la socialización escandinava deprimió y desestimuló la creación de empleos privados dada la enorme e inútil tramitería", señala Stossel.

De hecho Maher miente flagrantemente a su público pues si realmente la izquierda norteamericana admirara al socialismo escandinavo como afirma, las celebridades de Hollywood, desde Michael Moore hasta Nahomi Campbell, estarían realizando visitas de cortesía a Oslo, a Estocolmo o a Copenhague para echar porras y ensalzar a sus gobernantes. En vez de ello suelen viajar a Cuba y a Venezuela para tomarse fotos con los dictadores Canel y Maduro.

La izquierda norteamericana ha rehusado deslindarse del desastre socialista en Venezuela; en vez de ello, insiste en atribuir la crisis a "la baja" en el precio del petróleo --que afectó por igual a todos los países exportadores del mundo y con excepción de Venezuela, ninguno cayó en el abismo económico-- y a otra sarta de sandeces.

Y, finalmente, no deja de extrañar que Maher omitiera señalar la parte baja del listado de países menos felices hecha pública por la ONU. Pues bien, entre esos países se encuentran Ghana, Chad, Mozambique, Nigeria, Yemen, Grecia y, al fondo, la Venezuela amada por celebridades como Danny Glover y Sean Penn, todos ellos sitios donde también fue aplicado el socialismo.

Bill Maher pertenece a la llamada "izquierda caviar" que gusta de ir a los mejores restaurantes, adquiere ropa de calidad y maneja autos de lujo pero por razones difíciles de explicar brinda y aplaude por las "aventuras revolucionarias" latinoamericanas de Fidel Castro en Sierra Maestra, los sandinistas en Nicaragua, el Ché en Bolivia y el sub Marcos en la sierra chiapaneca. No entienden por completo el trasfondo de esos movimientos pero los consideran "justicieros", aunque ningún país del área donde han surgido estos banditos (sic) figure entre los más felices en el listado que presenta Bill Maher, quien fácilmente encaja en la categoría de esos idiotas útiles de los que hablaba Lenín, quien advirtió, "nos sirven para la causa pero al final a ellos también los colgaremos".

 

 

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