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Radiografía de una civilización perversa
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SOBRE MALENTENDIDOS Y FARSAS
II. Abominable Falsificación del Humanismo


CONTENIDO

Presentación

Autosemblanza

Prólogo


(I) El Drama Teatral
La Troika Fantástica
- Elenco
- Preludio
- Jaula Prima
- Jaula Seconda
- Jaula Terza

Parte I en PDF 57 kb

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Parte I (57 kb)


(II) Relatos Iconoclastas y Corrosivos
Tríptico con tres Dedicatorias
i- El Horóscopo
ii- Cómo Volvió a Hablar Zaratustra
iii- Otra vez Dante en Tierra de Tlatoanis

Realidad Bichera
i- Usos y Costumbres de Animales Inferiores
ii- Otras Realidades Bicheras
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(III) Ensayos Sobre una Civilización Perversa
Sobre Malentendidos y Farsas
i- Malaventurados los Mansos
ii- Abominable Falsificación del Humanismo
iii- ¿Francis Bacon o Víctor Frankenstein?
iv- Lo que Hubiera Dicho Dante

Pasado, Presente y Futuro
i- Fariseísmo Pragmático
ii- Se Necesita a Jano
iii- Lo que Jano Explicó del Pasado
iv- Jano Sigue Buceando en el Pasado
v- Tres Intentos de Asaltar el Cielo
vi- Característica de la Decadencia Social
vii- Decadencia y Corrupción
viii- La Razón Decadente se Vuelve Demente
ix- Jano Imagina Porvenires

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Parte III
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El Humanismo reconocido universalmente como tal, con nombre propio y apellido, surge al derrumbarse la Edad Media en el Viejo Continente con el Renacimiento; Campanella, Francis Bacon, Tomás Moro, Erasmo, Juan Luis Vives y otros más serán en esa época sus abanderados. Irá en muchos casos acompañado ese humanismo de la exposición de utopías, de la proposición de mundos futuros hechos a la medida de la felicidad de todos y cada uno de los seres humanos, en los que el principal valor existencial de la vida sea precisamente el ser humano, al margen de posiciones sociales y riquezas materiales... y, en esa medida, ya desde un principio el humanismo era una descalificación de la sociedad capitalista, que también entonces emergió, y de sus valores existenciales resumidos en el tríptico "Tener y Poder para entonces Ser". Incluso fue una crítica sin contemplaciones y a fondo de toda la civilización capitalista que vendría, y en donde esto está mejor plasmado es en la obra de Tomás Moro. En su Utopía, Moro pone en boca de su personaje principal el siguiente juicio lapidario: "No paréceme menos cierto, amigo Moro -ya que quiero deciros lo que encierra mi espíritu-, que doquiera exista la propiedad privada, donde mídase todo por el dinero, no se podrá conseguir que en el Estado imperen la justicia y la prosperidad, a menos de considerar justo un Estado en que lo mejor pertenece a los peores, y como próspero un país en que unos cuantos individuos se reparten todos los bienes, disfrutando de todas las comodidades, mientras la mayoría vive en miseria grande [...] Es por tal motivo que estoy persuadido de que el único medio de distribuir equitativamente los bienes y de asegurar la felicidad de la sociedad humana es aboliendo la propiedad. Mientras ésta subsista, la mayoría de los mortales, y entre ellos los mejores, conocerán las angustias de la miseria, de todas sus calamidades inevitables; situación que, aunque puede ser susceptible de ser mejorada, considero ahora que no puede ser evitada de manera total [...] Leyes tales, parecidas a los remedios con que se trata de reanimar un cuerpo enfermo, pueden ser paliativos y aliviar los males del cuerpo social; pero no habrá ninguna esperanza de curarlo ni de devolverle la salud, mientras se mantenga la propiedad privada". ¡Más claramente no podía hablar Moro!... parecería que estamos leyendo a Carlos Marx. Y aunque suene a una gran exageración de mi parte, casi yo diría que también a Lenin porque, lector, habrás observado en los textos anteriores que Moro repudiaba los "paliativos" y remedios a medias para la sociedad humana que no implicaran erradicar a fondo la propiedad privada, digamos que no había para él "caminos dulces y paulatinos" que, "casi sin notarse", lograran el cambio de civilización a la utopía. Eso en física lo llamaríamos: "la necesidad de un cambio cualitativo de fase para pasar de un estado de la materia a otro distinto", rupturas... y en sociología tiene un nombre muy simple: cambio revolucionario. ¡Así se las gastaban los humanistas del Renacimiento! Y como Moro con otras palabras, maneras y matices, prácticamente todos ellos... ¡Sí, proclamaron como primer valor existencial de la vida al ser humano!, pero también dijeron que había de ser un ser humano nuevo, pleno de sinceridad, comprensión y tolerancia, y así de integridad, generosidad y solidaridad, añadiendo que –y éste es el "pequeño añadido que importa"- tal cosa no sería posible más que aboliendo la propiedad privada de la riqueza material, lo que fue tanto como poner en el banquillo de los acusados a toda la civilización humana desde que arrancó, hará siete mil años con la llamada Revolución Agrícola, al dejar de ser nómada el ser humano. ¿Exagero al decir esto último?... No, es un hecho poco conocido, pero cierto, que todas las utopías de mundos futuros mejores del renacentismo, me refiero a las que ya se escribieron después del descubrimiento de América por parte del Viejo Continente, tuvieron implícita (y a veces, explícitamente) como modelo el imaginar que en el continente recién encontrado sus aborígenes habían realizado al estado natural esas utopías sociales soñadas. E imaginar eso fue descalificar implícita, pero totalmente, a toda la civilización nacida en el Viejo Continente desde que un antropoide hace milenios se irguió, transformándose en ser humano, y abandonó la vida de pequeños clanes nómadas para asentarse y crear "Estados, instituciones, clases sociales y legislaciones", siempre al servicio del más poderoso y con un alma llamada egoísmo y violencia. Pero al plantear así el humanismo renacentista la historia de la humanidad estaba entonces diciendo que no había cambiado nada (civilización torcida) en siete milenios... el cambio "utópico" debía ser, pues, a fondo. O como, de vivir aún aquellos humanistas renacentistas, nos hubieran hoy dicho: sin "parches, concertacesiones ni retoques de fachada del mal llamado Estado de derecho" (¿del 'derecho' de quién?)... pues esos humanistas odiaban la mentira.

¿He dicho 'mentira'? Si el ser humano nuevo que soñaban aquellos humanistas de antaño debía ser paradigma de sinceridad e integridad, entonces la mentira, ¡moneda de uso corriente en nuestros días y lugares!, había que aniquilarla o al menos mandarla a un eterno exilio. En aquel Renacimiento de antaño otros humanistas, siglo XVI, truenan también contra la mentira. Montaigne, por ejemplo, no sólo la condenó en sus Ensayos, sino que demostró que era humanamente impracticable, pues para mentir se necesita una infinita memoria para no contradecirse de un instante al otro, pues lo que es falso y no se ha vivido, se reinterpreta y justifica a cada momento con explicaciones que varían y se contradicen. Por cierto que Montaigne, admirador como buen renacentista de esa civilización greco-latina que se supone fue el santísimo dúo que dio origen en Occidente a lo que llamamos cultura, era escéptico (epicúreo) y por ello en el fondo consideraba que el único remedio para la especie humana, contra sus violencias y egoísmos, era retornar al estado natural de sus comienzos y la naturaleza... y algo así diría también en el siglo XVIII Rousseau. En fin, el humanismo se heredaba a sí mismo para insistir siempre en lo mismo: desde que el mono humano anda erguido e inventó lo que él llamó civilización para justificar la avaricia respecto de los bienes materiales a apropiarse individualmente, sin importar las mil violencias que todo ello costara, ¡lágrimas y sufrimientos para los muchos!, nada anda bien, y los remedios son, o bien crear un mundo utópico desarrollado en donde la apropiación individual ya no exista, o bien intentar lo mismo retrocediendo al estado natural de origen... extremos, a la manera de un Moro o un Rousseau que, finalmente, se aprietan la mano... y sólo entonces nacería un ser humano nuevo, lleno de virtudes éticas y altos ideales existenciales, nacimiento que no puede ser hijo de "parches y reajustes morales convenientes", sino de una ruptura con el presente que sigue siendo como el ayer. Lector, ¡el verdadero humanismo, desde sus orígenes renacentistas, siempre fue eso!... De alguna manera se podría decir que fue luchar por la felicidad de todos los seres humanos, al margen de su condición social y bienes materiales buscando la tolerancia, pero siendo intolerantes con la intolerancia. Por profesar estas ideas y así ajustar sus actos en la vida a ellas, la intolerancia de una civilización egoísta sacrificó a varios humanistas. Moro terminó en el cadalso por defender sus convicciones religiosas; Campanella pasó 27 años en cárceles napolitanas de la Inquisición por oponerse a la opresión jesuita; Giordano Bruno fue quemado en Roma por libre pensador y, más o menos, así fue la suerte de otros... y es que la lucha del Humanismo contra las mil intolerancias e intereses creados de una civilización enferma de egoísmo jamás fue fácil y, desde luego, nunca fue mansedumbre ni ilusa creencia de que la civilización torcida que arrastramos ya desde hace tantos siglos cambiaría "dulce y paulatinamente". Ciertamente la cultura es la mejor medicina para, al transformar la conciencia interna de los seres humanos, propiciar que el mañana no cueste muchas lágrimas... pero algunas costará porque, nos plazca o no, habrá aún algunos seres humanos dominantes y aprovechados individualmente de tal poderío que se deberá apartar a un lado, "siendo intolerantes con la intolerancia". ¡Y es que la mansedumbre social, llegados los tiempos a ciertos extremos de crisis de civilización puede ser un delito de lesa humanidad! Decir lo contrario sería mentir y, como decía Montaigne, no conviene hacerlo, pues se termina cayendo en mil contradicciones que nos muestra la realidad... y además, después de todo, lo más inhumano es mentirle a un ser humano, engañarle, una abominable falsificación del humanismo, antihumanismo.

El problema es que, andando el tiempo y a medida que se fue consolidando históricamente la burguesía, el humanismo fue mistificándose hasta quedar sólo convertido en una etiqueta que nada tiene que ver con lo que fue en sus orígenes. Tengo para mí que esto fue realizado en dos etapas cruciales diferentes, pero consecutivas, una en el siglo XIX y la siguiente ya en nuestros días como consecuencia de la desesperanza que causó el derrumbe del llamado socialismo real:

El siglo XIX es el del triunfo del liberalismo como ideología de la burguesía que en ese siglo afirma su poder. Proclamó la "libertad individual" y la "igualdad de los seres humanos ante la Ley y el Estado", pero proclamando como intocable el sacrosanto derecho de la propiedad privada creando un Estado que, finalmente, aseguró el dominio social de los grandes propietarios... había, pues, "iguales, pero unos eran mucho más iguales que otros", los que poseían la riqueza y eran, y siguen siendo, los únicos verdaderos "ciudadanos libres". El liberalismo creó la ilusión en las clases medias de que "todos podemos llegar a la cima social por esfuerzo propio" y "justificó" la opresión de las clases trabajadoras y marginados por "incapaces de abrirse camino"... el único derecho en el Estado liberal estaría así siempre de la parte del derecho del dinero y de sus poseedores, al permitir ese Estado un laissez faire, libertad de acción social para el capital y sus detentadores, y simultáneamente un fajar y limitar a los desheredados. El "triunfador'" social en tal sociedad liberal, por citar un ejemplo, ya lo había prefigurado literariamente Daniel Defoe en 1719 en su Robinson Crusoe: el hombre que "sube" y se enriquece apoderándose de todo y "haciéndolo producir"... y no es trivial que en esa obra literaria Robinson Crusoe necesitara del trabajo humilde y abnegado de un negrito casi esclavo, el famoso Viernes. Y por una maniobra ideológica de descomunal falsificación de la historia, la burguesía dominante del siglo XIX etiquetó finalmente al liberalismo como "humanismo"... cuando que, como hemos visto, todo el Humanismo, al surgir en el Renacimiento, lo primero que condenó como atentatorio contra el ser humano fue la existencia de la propiedad privada, de la apropiación individual de las riquezas materiales. ¡Vaya cara dura de los falsificadores de la historia!

Contra ese liberalismo seudohumanista se levantó, ante todo a lo largo del siglo XIX, el pensamiento socialista, aun cuando también antes de eso hubo pensadores, como los franceses Sismondi en 1819 y Buret en 1842, que condenaron horrorizados ese Estado liberal diseñado exclusivamente a favor de la riqueza y opresor de los desheredados. No tuvo a la postre éxito el socialismo en esa lucha del siglo antepasado... hasta que, comenzando el siglo XX, llegó en Rusia la Revolución de Octubre de 1917, pero infortunadamente ya sabemos qué pasó entonces, y desde allí hasta la caída del socialismo real: por una reacción histórica secular se osciló totalmente al extremo contrario, desnaturalizándose los verdaderos ideales socialistas, se condenó totalmente al ser humano como individuo en el altar único de un mítico hombre masa, cuyo control y destino se fueron reservando cada vez más intensamente unos cuantos pastores sociales y big brothers que expropiaron la sociedad sintiéndose, a la manera de un Luis XIV, que el Estado y todo lo eran ellos. Las consecuencias de todo ello han sido, ante el alborozo de los amos de la civilización capitalista, la aparición en muchos de una indiferencia y un escepticismo, ¡falta total de fe en el futuro!, que alimenta aún más el egoísmo inherente al liberalismo "al tirar cada uno para su santo", sin importar el dolor ajeno... y en otros muchos, en sectores básicamente pertenecientes a las nuevas generaciones, el surgimiento de un falso humanismo puesto que es, ¿cómo diré?, "un quite por las afueras escurriendo el bulto", pues se trata de una automarginación de la sociedad real en un alejarse de ella como quien, en el aislamiento, busca oníricos paraísos no existentes abandonando toda lucha concreta por un mundo mejor y los escenarios sociales en donde hay que darla... todo ello muy usualmente acompañado de la condena abstracta de toda violencia. Esta posición huye de la Razón y condena incluso a la Ciencia (sin definir cuál ni cómo) por aética, transformándose en un esoterismo y una metafísica "trascendente" que no reconoce la realidad... en un olvidar que, ¡como dijeron los humanistas del Renacimiento!, si hay múltiples violencias es porque las provocó el egoísmo antes y el egoísmo fue históricamente fomentado por la existencia de la apropiación individual de la riqueza material, en lo que ya llevamos engolfados unos siete mil años. Un "pequeño olvido" que, como ya mostramos en el artículo anterior, se llama 'mansedumbre social', que por ello a los históricamente desmemoriados les parece "humanismo integral", pero que no deja de ser más que un antihumanismo, sí, una abominable falsificación del humanismo. ¿Qué hacer ante todo esto?... Tenemos que abordar otros temas antes de llegar a ese crucial problema.

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oximoron, enero 2005
seminario autónomo
[teoría de redes y sistemas complejos]

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