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Peor, imposible: por fin se larga el repugnante Bill de Blasio

Sin duda el peor alcalde de Nueva York en décadas, Bill de Blasio deja a la urbe en la ruina económica, corrupción, calles llenas de basura, altísimos niveles de delincuencia que ya estaba erradicada, masiva fuga de capitales y habitantes, deudas astronómicas, impuestos tan elevados que padecen despojos y un departamento de policía humillado y desmoralizado. ¡Pero el señor todavía aspira a ser gobernador de ese estado! Y por si hiciera falta agregarlo, De Blasio se asume como socialista

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ENERO, 2021. Casi desde que asumió la alcaldía de Nueva York, Bill de Blasio ya daba señales ominosas del tremendo daño que provocaría a la legendaria urbe. En el 2013 ya advertíamos en este sitio sobre este personaje: "En todo caso, la elección de Bill de Blasio como alcalde de Nueva York no son buenas noticias. Serán cuatro años muy difíciles y que, sin duda, traerán de vuelta a los problemas y asuntos que ya se pensaban superados en la urbe de hierro". (aquí está el link a la página, donde prácticamente le atinamos a todo el triste pronóstico).

Sin embargo no se requería ser Nostradamus para prever el desenlace: De Blasio es el primer político abiertamente socialista de lo que el chileno Axel Kaiser ha llamado "una nueva generación con la cabeza llena de ideas viejas", aunque en realidad De Blasio, cuyo nombre completo es Warren Wilhem pero tomó su apellido materno, en realidad pertenece a esa generación previa a la caída del Muro de Berlín que le rendía pleitesía a los movimientos terroristas en América latina e incluso pasó una temporada en Nicaragua durante los años del sandinismo (se considera amigo personal de Daniel Ortega).

La palabra "desastre" la tiene escrita en todo el rostro y sin embargo los neoyorquinos le brindaron su apoyo, hasta el 75 por ciento, para su primer periodo donde entró al relevo de Michael Bloomberg.

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Lo innegable es que De Blasio fue el primero de esa embestida de "neosocialistas" no vista desde los tiempos de Roosevelt y que hoy prácticamente se han infiltrado no solo en el mundo de la política y los planteles escolares sino hasta en Hollywood y aun muchas empresas emblemáticas de ese país; luego vendría Alejandra Ocasio Cortés y otros más que están destruyendo el espíritu de los Estados Unidos.

Hay una máxima en casi todos los idiomas del mundo que advierte "si algo funciona bien, no lo muevas", pero los socialistas, cegados por su soberbia y su egocentrismo, sienten que frases como esa, elementales y lógicas, son "imposiciones" del poder establecido y discriminan a todos aquellos que piensan distinto. Por ello a los socialistas no les interesa arreglar lo que anda mal, lo suyo es descomponer las cosas que están funcionando para que luego empiecen a funcionar mal... le conviene a sus intereses.

Esta fue también una lección de lo que puede pasarle a una urbe tan importante cuando un inepto y un incompetente absoluto y para quien lo suyo es actuar de mala fe llega a un puesto de enorme importancia (y que con Biden es un patrón que parece estarse repitiendo) y los resultados son devastadores. Rudy Giuliani ya era un  prestigiado abogado penalista mucho antes de ser procurador del estado de Nueva York para de ahí postularse como candidato a alcalde mientras que su antecesor Michael Goldberg ya era un personaje exitoso en el mundo de las finanzas y creó el emporio Bloomberg que incluye estaciones de radio, periódicos, sitios web y revistas financieras. De Blasio es un abogado graduado en la Universidad de Columbia pero aparte de su demagogia verbal a favor de los "desposeídos" no pasó de ahí hasta que por un golpe de suerte increíble logró la postulación a la alcaldía de la urbe.

Desde el primer momento De Blasio advirtió que "cortar listones" para inaugurar nuevas tiendas o empresas "no era lo suyo" y denunció la estrategia de combate al crimen llamada "Search and Frisk" como "discriminatoria" cuando incluso ésta había sido respaldada por los activistas en pro de los derechos humanos. El "search and frisk" era parte del operativo "zero tolerante" y había logrado resultados espectaculares al tratarse de una medida preventiva que interrogaba a sujetos sospechosos que merodeaban en sectores residenciales. A los seis meses de asumir el puesto, De Blasio logró que esa modalidad fuera suspendida: poco a poco los índices delictivos volvieron a irse al alza.

Esa fue apenas la primera de las pifias que vendrían después. Pese a que el Departamento de Policía de Nueva York registra que el 54 por ciento de sus elementos proceden de minorías raciales, aumentaron las denuncias de "racismo" por parte de sus elementos y los concejales aprobaron una ley que dejaba libres a los sospechosos que hubieran cometido "delitos menores", algo que provocó los primeros enfrentamientos de la dependencia con el alcalde. Y como pudiera esperarse, con esa nueva legislación, el índice de delitos se disparó. ¿Y qué argumentó de Blasio en su defensa? "La mayoría de estos arrestos arbitrarios se dan contra las minorías basadas específicamente por su color de piel", dijo el alcalde a The New York Times.

Sin embargo esa indignación fue totalmente silenciosa por parte de De Blasio cuando dos agentes de policía, uno de origen asiático y otro latino, fueron baleados a quemarropa dentro de su patrulla. Al finalizar su primer año de gobierno, muchos de los policías dieron la espalda a De Blasio durante su informe de actividades.

Además de otorgar un desmesurado aumento a los empleados sindicalizados en la recolección de basura, De Blasio espació los días en que éstos pasaban por las calles y en vez de hacerlo a diario lo hacían cada tercer día, y mucho más tarde: su labor comenzaba a las 5 de la mañana pero el sindicato sugirió que su labor iniciaría dos horas después. De Blasio llamó a eso un "triunfo enorme para la clase obrera", pero como resultado las calles comenzaron a llenarse de basura; de nada sirvieron las protestas de los habitantes: "aprenden a sacar la basura en los nuevos horarios", los regañó.

Con la complicidad del The New York Times y The New York Daily News, De Blasio logró manipular a la opinión pública haciéndole creer que esos cambios radicales "abatirían las diferencias sociales" y forzarían a pagar más a "quienes poseen grandes fortunas". Apapachó con mayor presupuesto al gremio de maestros de la ciudad y contrató a decenas de "asesores" para impartir cursos sobre "equidad racial" e "igualdad" donde se culpa a la población blanca de todas las desgracias que han ocurrido en la historia de lo que alguna vez se llamó Nueva Amsterdam (Naturalmente a ninguno de esos "asesores" le pasó por la cabeza denunciar que el alcalde en ese momento era blanco ni al hecho, como según lo comprobó el New York Post, que esos denunciantes del "supremacismo blanco" contratados por De Blasio, el 54 por ciento eran blancos de origen europeo.

Como resultado ante esa lluvia de recursos, De Blasio logró reelegirse con facilidad, y fue entonces cuando decidió poner acelerados a sus "políticas progresistas".

Una de sus primeras barbaridades en tal sentido fue prohibir la construcción de más rascacielos en Manhattan con lo cual quedó en el aire la creación de miles de empleos al tiempo que cientos de empresas constructoras tuvieron que bajar sus presupuestos y reducir personal. Fue entonces cuando De Blasio, cuya madre es de origen italiano, prometió que "removería" las estatuas de Cristóbal Colón por considerar que se le estaba rindiendo homenaje "a alguien que trajo enfermedades, sufrimiento y esclavitud a los pueblos indígenas de Estados Unidos". Lo que no esperaba De Blasio fue la furia de la numerosa comunidad italiana asentada en la urbe.

El comediante Joe Piscopo emitió un comunicado donde denunciaba que "la intención (del alcalde) para remover las estatuas de Colón insultan la memoria de nuestros ancestros que vinierona este país para trabajar duro y ofrecernos una vida más digna y próspera, nunca con la intención de esclavizar a los habitantes nativos de Norteamérica" y advirtió que "toda intención del ayuntamiento para tocar una sola estatua de Colón en Nueva York se topará con nuestra defensa, inclusive física, para evitarlo". De Blasio optó por "olvidar" el asunto y ya no dio mayores explicaciones.

Y como todo derrochador del dinero ajeno, De Blasio pronto requirió de más fondos para financiar su borrachera de gasto público y aumentó los impuestos locales, en ocasiones hasta en un 40 por ciento y prohibió la venta de cigarrillos en Manhattan, lo que trajo consigo un jugoso mercado negro proveniente de la vecina Nueva Jersey.

Desde el 2017, los niveles de delincuencia se han disparado sin detenerse un solo día. Las protestas por la muerte de George Floyd fueron el pretexto ideal para que el alcalde cobrara las afrentas al Departamento de Policía. Con la presión de varios agitadores y activistas entre ellos el infaltable Al Sharpton, el ayuntamiento recortó los fondos a ese departamento hasta un 40 por ciento y además se aprobó una ley donde dejaba de ser delito el "robo hormiga". Por otro lado, las rentas se han disparado: de acuerdo a The New York Post, un microdepartamento de apenas 6 por 5 metros cuadrados --más pequeño que una casa del Infonavit-- ronda los 2,500 dólares mensuales.

Una de las últimas gracejadas del nefasto alcalde fue quitarle fondos a una institución educativa enfocada en el desarrollo de los niños con inteligencia precoz, sobre todo en matemáticas, ciencias y letra escrita. De Blasio justificó el recorte alegando que el instituto "cultivaba el mérito en detrimento de una sociedad igualitaria", esto pese a que más de la mitad de los alumnos pertenecían s minorías raciales, en especial latinos y asiáticos.

De Blasio deja no solo una ciudad más insegura sino con una abominable plaga de ratas y cucarachas, parques públicos descuidados donde abunda la venta de drogas al aire libre --con la emblemática Washington Square como principal "centro de operaciones"-- casi 5 mil personas viviendo en las calles y en los jardines públicos, un nauseabundo olor a leche agria que impregna toda la ciudad, los vagones del tren subterráneo hechos un asco con odor a orines, vómito y hasta heces fecales en su interior. Bill de Blasio solo necesitó seis años para enviar a Nueva York a los mismos o peores niveles de suciedad, inseguridad y decadencia de los años 70 y 80, con la diferencia que esta vez el desastre viene sazonado con un discurso woke de igualdad e "inclusividad".

Recientemente asumió la alcaldía de Nueva York Eric Adams, un afroamericano que, aunque postulado por el Partido Demócrata, se le considera un moderado, además de haber sido agente de la policía durante su juventud. Como parte de su campaña, Adams prometió "revisar" varias iniciativas de De Blasio que empeoraron la vida de los neoyorquinos; "es el momento de construir el nuevo comienzo", dijo Adams durante su toma de protesta.

Mientras tanto y en lo que se presume exhibe un preocupante deterioro mental, De Blasio ya dijo que piensa postularse para la gubernatura de Nueva York aunque, afortunadamente, no se le ven muchas esperanzas: cuando buscó la nominación presidencial no consiguió ni el 1 por ciento de los delegados y abandonó la carrera menos de dos semanas después, pero varios allegados a De Blasio coinciden en que éste s encuentra "totalmente convencido" que realizó un labor excelente como alcalde, símbolo inequívoco de mitomanía enfermiza.

Lo importante es que Nueva York empieza a recuperarse de la pesadilla del peor alcalde no solo de Nueva York sino en toda la historia reciente de Estados Unidos. Sin embargo, el nefasto legado de Bill de Blasio perdurará por décadas. Así sucede con quienes traicionan la democracia en nombre del socialismo, desafortunadamente.

 

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