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Kamala Harris, la peor herencia que Joe Biden le podría dejar a Estados Unidos

Ante un gobierno como el de Joe Biden que busca destruir el mérito, a nadie debería extrañar que le hayan ofrecido la vicepresidencia de ese país a Kamala Harris. Pero ahora que su ineptitud es innegable y está creando enormes tensiones en la Casa Blanca, resulta que no se le deja avanzar en su carrera política por, ejem, el racismo en su contra. La absoluta bancarrota moral que, sin embargo, amenaza con un día alcanzar el poder

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NOVIEMBRE, 2021. A diferencia de Donald Trump, a quien los medios de comunicación lo atacaban y lo criticaban incluso hasta cuando soltaba un estornudo, Joe Biden y Kamala Harris pueden decir toda una sarta de sandeces y metidas de pata que son recibidas con el silencio y la complicidad. Pero ello no ha evitado que los índices de popularidad de ambos sigan bajando sin remedio entre la opinión  pública al punto que Biden, con un cinismo absoluto, refirió que ese descenso en popularidad "no es importante como lo es mi proyecto de gobierno". (Pero vaya cómo las encuestas le interesaban cuando era candidato en la presidencia).

Imaginemos por un momento cuántos guiones y sketches geniales podrían haberse cocinado en programas como el Saturday Night Live con las burradas de Biden y Harris. En vez de ello, ¡otra vez! la conocida emisión sabatina recientemente transmitió un segmento "cómico" haciendo mofa de Donald Trump, quien hace casi un año dejó la presidencia.

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Kamala Harris es, sin exagerar, la ineptitud reflejada en alguien que carece de vocación, a lo que debe agregarse su absoluta ausencia de carisma, elemento esencial cuando alguien busca ascender en la política. El carisma le sobraba a Robert F. Kennedy, a Jimmy Carter --aunque su ineptitud fuera igualmente manifiesta-- en Bill Clinton y en Barack Obama. Sin embargo Kamala Harris proyecta una imagen poco atractiva, más aún  cuando esa proyección es artificialmente preparada.

Hace unas semanas la NASA difundió un segmento donde kamala aparece rodeada de varios púberes a quienes les habla, con poco convincente emoción, acerca de "las maravillas a conquistar en el universo"  y "las oportunidades que existen allá (en el espacio)". El segmento fue difundido sin parar en las principales cadenas y se exhibió en decenas de universidades y planteles escolares.

Lo que luego se supo fue que los niños que escuchaban sobre esas "maravillas" eran niños actores contratados por una agencia canadiense que tiene el irónico nombre de Sinking Ship Productions (Producciones Barco Hundiéndose).

En su reciente viaje a Francia, Kamala Harris visitó una fábrica y comenzó a hablar con fingido acento francés, algo que provocó gigantescas carcajadas en la prensa gala. Pero esas risotadas en el exterior se transforman en molestia dentro de los Estados Unidos. Kamala parece haber olvidado que Biden, su jefe directo, le encomendó encargarse de la crisis en la frontera sur, pero luego de una visita a El Paso donde estuvo menos de 40 minutos, un viaje a México donde habló con López Obrador y una estancia meteórica en Guatemala y advirtió a los potenciales migrantes que "no fueran " a Estados Unidos.

Pero aparentemente la mujer, quien quizá, pensaba que el rol de vicepresidente es asistir a cócteles y no implica ningún trabajo diplomático. El haberle delegado esa misión en la frontera sur le ha resultado en una patada en el estómago, y no se preocupa en ocultarlo.

Igualmente molesta a la opinión pública resulta la "risita" entre burlona y sarcástica cuando alguien confronta a Kamala con una pregunta difícil. La vez que un periodista de la NBC le inquirió sobre porque qué no había regresado a la frontera. "¡Y tampoco he ido a Europa!", respondió, para luego soltar una risita, como si hubiera dicho algo divertido.

Los medios han tratado de promover a Kamala Harris, con poco o nulo éxito. La vicepresidente ya apareció en la portada del Vogue luciendo usos extraños tenis, ya la entrevistó el Cosmopolitan, el New Yorker le realizó un "reportaje" donde solo faltó que el autor del texto fue fuera fotografiado besándole esos tenis; la cadena Netflix difundió un "documental" saturado en lisonjas pero que  nadie se preocupó en sintonizar. El asunto lo resume atinadamente el comentarista político Sylvio Canto: "Pese a esta promoción, su popularidad sigue descendiendo. No puedes promover la imagen de alguien que hasta el momento no ha mostrado tener virtud política alguna".

El hecho de que Kamala Harris se haya desentendido de la  encomienda que le delegó Biden en la frontera sur deja en claro que entre los dos empiezan a presentarse fisuras insalvables. Era un desastre totalmente previsible. Incluso los simpatizantes demócratas se cuestionaron desde el principio la decisión de Biden por nombrarla como su candidata a la vicepresidencia, una nominación radiante en hipocresía que no ha pasado inadvertida por los norteamericanos.

Durante uno de los debates, Harris acusó al hoy presidente de ser "racista" y sin embargo, brincando de gusto Harris aceptó la invitación de un presidente que, efectivamente, sus declaraciones racistas no han sido pocas. ¿Cómo fue entonces que, ante una referencia como ésa, Harris haya aceptado la invitación de alguien al que previamente tachó de ser racista?

Igualmente inexplicable fue que se haya escogido a Harris para un puesto de tal importancia. ¿No había alguien más que llenara los requisitos dentro del Partido Demócrata, donde indudablemente existen mujeres con mayor capacidad y aptitudes que la hoy ex senadora? La incógnita aumenta al recordar que durantes internas de los demócratas, Kamala Harris abandonó la cerrara al no obtener ni el uno por ciento de los delegados y quedó en penúltimo lugar, apenas por debajo del ex alcalde de Nueva York Michael Bloomberg. ¿Por que se escogió entonces a alguien tan impopular incluso entre los mismos simpatizantes demócratas?

La razón de su designación se reduce al que es una mujer de color, aunque no afroamericana ya que su padre nació en Jamaica. Pero esa jugada ha servido de poco o nada: la población negra que la apoya, según una encuesta realizada por el periódico USA Today y que difícilmente es conservador, apunta que la popularidad de Harris es de apenas un 28 por ciento, y de ese porcentaje, apenas un 7 por ciento son afroamericanos; Harris acaba de superar a Dick Cheney como el vicepresidente más impopular en la historia reciente de Estados Unidos.

Ante la caída libre de sus niveles de popularidad consecuencia de su inocultable incompetencia, Harris y sus asesores han comenzado a barajar, previsiblemente, al "racismo". Ahora resulta que el presidente es un racista y por eso le ha estado poniendo trabas a la vicepresidente. Sin embargo los "informantes" se han cuidado de mencionar cuáles "trabas" le han puesto a Kamala en la Casa Blanca. El descenso en su popularidad es consecuencia directa de su nula experiencia política y su absoluta ineptitud donde nada tiene que ver el "racismo". Se trata de una baraja, cada vez más desgastada, para ocultar su incompetencia.

El asunto no sería tan preocupante si fuera otro puesto, como el de un miembro del gabinete a quien simplemente se le despide y ya. Sin embargo, el darle las gracias a Harris y removerla en caso que Biden ya no pueda continuar como presidente (algo que tiene angustiados a millones de norteamericanos) no será fácil y podría resultar en otra más de las guerras internas que están experimentando los demócratas.

"A menos que se devele como una insospechada estadista a la altura de una Golda Meier, una Margaret Thatcher o una Angela Merkel, Kamala Harris tuene posibilidades cercana s al cero de reelegirse si llega a la presidencia", escribe el analista Andrew Gorlin. "Adicional a ello y a diferencia de las otras damas mencionadas, si Kamala llega a la Casa Blanca, lo hará sin haber sido votada, es decir, sin la legitimidad del pueblo norteamericano".

Este intríngulis es consecuencia de las nocivas políticas de identidad donde se le otorgó a alguien una posición clave simplemente por su color de piel, no por sus méritos. Mientras tanto, la encuesta del USA Today señala que en este momento, los republicanos llevan una ventaja cercana al 30 por ciento para renovar la Cámara de Representantes el año próximo, lo que representaría una paliza histórica para el partido del burro.

No extraña, por tanto, que la misma encuesta señale que un 45 por ciento de los norteamericanos vean su futuro con preocupación. ¿Cómo no ha de ser así, si se avizora una Kamala Harris presidente en el camino?

 

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