fasenlínea.com

Análisis, comentario Y Demás

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Otros textos de  Internacional

Grandes momentos de la historia: cae el Muro de Berlín

El cierre no es una tragedia, lo que quiere Obama, sí

Un presidente que nomás no madura

Gibraltar, la roca de la discordia

¿Es Detroit el adelanto de un futuro post Obama?

No todo lo que le pasa a Obama es noticia

La tonta de esta semana: Cristina Kirchner

Archivo

 

INTERNACIONAL

Con Bill Di Blasio,  Nueva York dice adiós a su futuro 

Los logros en el combate a la delincuencia y el boom económico de la Gran Manzana podrían irse por el resumidero gracias a un político populista, admirador del sandinismo y quien suena más radical que Barack Obama, lo cual ya es decir. Y pensar que Elliot Spitzer era la real amenaza contra la prosperidad neoyorquina

Versión impresión

NOVIEMBRE, 2013. Quienes pensaban que con el desastre que está resultando el gobierno de Barack Obama, resumido todo en su sistema de salud, comenzaría el declive de los progres en Estados Unidos, recibieron mayúscula sorpresa al enterarse de los resultados para alcalde de Nueva York donde resultó ganador Bill Di Blasio, quien durante los próximos cuatro años estará al frente de la urbe más importante del mundo. Y no solo eso, Di Blasio recibió un aplastante 73 por ciento de la votación. Previsiblemente, esa victoria puso eufórico a Barack Obama, quien llamó a Di Blasio "el hombre", en abierta admiración, algo que en otros tiempos y latitudes equivaldría a llamarle "compañero de armas".

Se entiende: Di Blasio es más radical que el actual inquilino de la Casa Blanca, muestra de que el populismo y el gasto social como instrumentos de manipulación para ganar votos comienzan a deteriorar seriamente al espíritu norteamericano. Y como suele suceder, lo que ocurre en la gran manzana tiende a repercutir en las demás urbes.

Bill Di Blasio --que nada tiene que ver con el cursi pianista argentino: su nombre real es Warren Willhelm y adoptó ese seudónimo para atraerse simpatías entre las minorías-- ya anunció que quiere "revertir" muchas de las leyes para combatir la criminalidad de Rudy Giuliani porque, aseguró en un mitín el pasado agosto, "no han servido y suelen ser usadas para atizar las tensiones raciales". En su lugar el alcalde electo propone una estrategia "suave" contra la delincuencia que incluye "programas" --entiéndase mayores subsidios-- en los barrios más conflictivos. "El delincuente es con frecuencia una víctima de un sistema social injusto", dijo Di Blasio en un discurso que bien pudo haber proferido un Rafael Correa o un Nicolás Maduro. Solo faltó que Di Blasio culpara al "imperialismo yanqui".

El tono latinoamericanista tampoco debería extrañar: Di Blasio fue un radical promotor de la revolución sandinista en los ochenta y viajó a Managua en las labores de "amorosa reconstrucción", además fue miembro de dos comités que recolectaban fondos en Estados Unidos destinados a la "causa" sandinista. Por cierto, las simpatías de Di Blasio en torno a Daniel Ortega y sus amigotes no ha cambiado gran cosa: "El sandinismo tuvo aciertos innegables, y los sigue teniendo"; consideró que conocer al "comandante" Ortega fue "una gran experiencia... es un hombre auténtico..." (Sin mencionar, obviamente, las acusaciones de su hijastra que pesan sobre él).

Y como cereza del pastel, o en este caso una gran manzana, Di Blasio fue uno de los colaboradores más cercanos de David Dinkins, el alcalde que promovió el soft approach hacia la delincuencia y el resultado fue un notorio repunte en los delitos y que para 1991 ubicaban a Nueva York entre las ciudades más peligrosas del mundo. Todos sabían de la incompetencia del alcalde Dinkins menos él mismo pues se postuló para la reelección y fue barrido por Giuliani, quien había sido fiscal del estado de Nueva York.

Dinkins se burlaba de las promesas de Giuliani para combatir a la delincuencia, en especial su propuesta del Zero Tolerance. Según el sitio americanthinker.com, Dinkins llamó a esa estrategia "inoperable", y preguntó "¿Acaso se resolverá el problema colocando mosquiteros en todas las ventanas de Nueva York? ¡absurdo!" Pero para 1994 y gracias en buena parte al Zero Tolerance y a una estrategia inteligente, la criminalidad había bajado en un 70 por ciento mientras los burdeles y tiendas de pornografía que se habían adueñado de Broadway fueron obligadas a largarse a otro lugar. Para ningún neoyorquino era un secreto que esos comerciantes tenían nexos con el ayuntamiento que les permitía operar a cambio de respaldos y favores políticos.

¿Cómo se dio la llegada de Di Blasio a la alcaldía que muchos consideran --algo que no es totalmente cierto-- la sede mundial del capitalismo?

Existen varios factores:

a) Durante décadas, la élite política de Nueva York la constituía una clase media educada, algo diferente a Detroit donde abundaban los políticos oportunistas y demagogos. En una ciudad eminentemente clasemediera, los alcaldes suelen caminar por las calles como cualquier vecino, rodeados apenas por un par de guardias discretamente encubiertos. Fue el caso de Giuliani, que llegó a ir al Yankee Stadium en su vehículo personal, o del legendario Ed Koch, quien inclusive usaba el subterráneo y pagaba su pasaje. Pero con Michael Bloomberg terminó la austeridad y se impidió la ostentación. Bloomberg, un multimillonario con gran influencia en Wall street, con el pretexto de ser posible víctima de atentados incrementó su seguridad a niveles de ser interpretados como despotismo: muchos ciudadanos, irritados, se asomaron a políticos como Di Blasio, cuya propuesta de austeridad contrasta con el desbocado gasto público que anhela implementar una vez que llegue al poder.

b) Los medios electrónicos y escritos de la ciudad realizaron una labor desinformativa en torno a Di Blasio, que incluye por ejemplo casos como el The New York Times, que insistía a sus lectores en que ese candidato era "moderado" pero al día siguiente de su elección y ya confirmado su triunfo cabeceó que "en realidad sería el primer alcalde socialista". (Uno se pregunta ¿entonces qué era Dinkins?). Hubo siete aspirantes al puesto pero ninguno recibió, ni de lejos, la misma cobertura que Di Blasio: únicamente The New York Post, del magnate Rupert Murdoch, que también es dueño de Fox, publicó algo sobre el pasado del otrora Willhelm. El bombardeo publicitario a favor de Di Blasio dio resultado: una encuesta de Rasmussen reportó que el 93 por ciento de los neoyorquinos sabía quién era Bill Di Blasio y solo un 44 por ciento sabía quién era el candidato republicano (de los otros ni hablar, el tercer mencionado recibió un 9 por ciento).

c) La conformación étnica de Nueva York sigue cambiando. Las minorías del este europeo y mediterráneas han cedido su lugar a las procedentes de Latinoamérica y donde el papel del Estado es paternalista. A diferencia de los inmigrantes de hace un siglo que huían de gobiernos sobreprotectores y totalitarios europeos, estos recién llegados, muchos que votaron por primera vez como estadounidenses tienen la idea imbuida de que el Estado debe hacerlo todo por ellos. Según sondeos, los votantes latinos lo habrían hecho pro Di Blasio en un 86 por ciento.

d) Los años de Bloomberg abonaron el terreno para el crecimiento y cimentación del Estado niñera. El alcalde saliente promovió leyes que prohibían la venta de alimentos "altos en calorías" que incluía la pastellillos, repostería, helados y refrescos de un galón o más. Esta gradual pérdida de libertades que los neoyorquinos han aceptado tácitamente pavimentó el camino a Di Blasio, quien entre otras lindezas quiere prohibir el uso de carruajes de caballos en Central Park, uno de los mayores atractivos turísticos de la ciudad.

Sin estos tres elementos no podría explicarse el triunfo de Bill Di Blasio quien, de poner en marcha sus propuestas, hará que Nueva York regrese a los tiempos violentos de los años 70 y 80 cuando la polícía advertía de no salir de casa pasadas las siete de la noche.

El éxito del programa Zero Tolerance del ex alcalde Giuliani es indiscutible, y ahí están las cifras --la mejor arma contra el populismo, dice Carlos Alberto Montaner-- que hicieron de Nueva York una ciudad segura y visitable. Sería una tontería incomensurable el echar atrás la estrategia anticrimen con el pretexto de que se presta a abusos contra las minorías raciales.

En todo caso, la elección de Bill Di Blasio como alcalde de Nueva York no son buenas noticias. Serán cuatro años muy difícíles y que, sin duda, traerán de vuelta a los problemas y asuntos que ya se pensaban superados en la urbe de hierro.

Textos relacionados

 

 

 

¿Desea opinar sobre este texto?

[email protected]

[email protected]  

0 comentarios

 

 

Inicio

Nacional

Internacional

Cibernética

 

Literatura

Cine

Medios

Y demás