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Gibraltar, la roca de la discordia

Reclamada por España desde hace casi tres siglos, las tensiones con Gran Bretaña resurgen en torno a un minúsculo pero importante territorio donde la vida sigue su rumbo habitual. Mientras tanto, el ministro Rajoy aprovecha la coyuntura como distractor de su gestión

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SEPTIEMBRE. 2013. Un chiste que suele provocar poca gracia a un español, es decirle, tras visitar Gibraltar, que en el mismo día se estuvo en Gran Bretaña sin necesidad de cruzar el Canal de la Mancha. Al igual que Las Malvinas, Gibraltar es el tema recurrente para denunciar el "colonialismo" inglés, e igualmente se ha utilizado para enarbolar la bandera nacionalista cuando España --o bien Argentina-- atraviesan por profundas crisis económicas. No es casualidad, por tanto, que el jefe del gobierno español, Santiago Rajoy, haya invitado a la señora Cristina Kirchner a formar una "defensa conjunta" para que tanto Las Malvinas como el Peñón de Gibraltar recobren la soberanía española y argentina, respectivamente. 

El motivo de la actual disputa tiene que ver con unos atolladeros artificiales levantados alrededor del Peñón, lo cual, según los pescadores españoles, desvían la corriente hacia las playas de Gibraltar. Aunado a eso, los trámites aduanales y migratorios se han intensificado para molestia de los automovilistas y peatones españoles que buscan cruzar al lado británico. "Entrar a Inglaterra es un trámite bastante engorroso, pues bien, es el triple de complicado para quienes deseen entrar a Gibraltar", dijo un turista español entrevistado por el diario madrileño ABC. A la molestia, claro, se suma el hecho de que el Peñón sea un territorio reclamado por España desde 1714. Y como tocar la vibra nacionalista suele ser excelente distractor, Rajoy no ha dudado en ponerlo en palestra, máxime por un escándalo de corrupción al interior del Partido Popular hoy en el poder.

También ha provocado enojo en la Comunidad Económica Europea la intención del gobierno español por aplicar un cobro a quienes crucen la frontera con Gibraltar, ya sea en auto o a pie. En su opinión, el cobro es ilegal y además no cuenta con el respaldo de los demás miembros de la organización.


Pero como sucede con Las Malvinas, o Falklands, de realizarse un plebiscito en Gibraltar, una mayoría aplastante de sus habitantes optaría por permanecer como ciudadanos británicos. Sus 29 mil habitantes no solo disfrutan de un clima más benéfico que el de las islas, sino que el suyo es un territorio duty-free, lo cual no es poca cosa en un país abrumado por los altos impuestos como Inglaterra. De sus habitantes alrededor de un 25 por ciento habla español o tiene raíces españolas, pero lo que domina es la flema inglesa, si bien durante los últimos dos decenios Gibraltar se ha convertido en una sociedad más multicultural. "Es incómodo tener un injerto inglés en nuestro territorio, del modo que a los británicos no les gustaría tener un injerto español en su territorio", escribió el columnista español José Luis Domínguez.

"Cedida" por España a Inglaterra en 1714, Gibraltar es hoy un importante sitio turístico donde convergen el mundo británico y el español. Algunos de sus estatutos, aún vigentes, rayan en lo ridículo, entre ellos el derecho que se da a Gibraltar como punto exclusivo de salida de los esclavos africanos que eran llevados al continente americano, punto que no ha sido derogado porque el acuerdo fue firmado como un "todo" y, en consecuencia, a Londres no le conviene alterarlo.

Dada su limitada extensión, un lado del Peñón lo constituye una ciudad llena de callejones, subidas y bajadas, tiendas de souvenirs, hosteles y hasta cines "a la antigüita", dada la imposibilidad de construir multicinemas. Tampoco abundan los parques ni los sitios para practicar deportes, actividad que se realiza en una enorme plataforma que se encuentra a unos 500 metros de la frontera española. Una peculiaridad de Gibraltar la constituye su aeropuerto, ubicado a unos pasos de la frontera con España: cuando se aproxima un vuelo, el tráfico de automóviles se detiene pues la carretera es parte de la pista.

La moneda de uso es, naturalmente, la libra esterlina aunque muchos establecimientos también aceptan euros. En tiempos que aún se utilizaba la peseta, muchos habitantes de Gibraltar cruzaban al lado español para abastecerse --y de paso vaciar-- sus tiendas. Y pese a las tensiones actuales, el paso e interacción entre ambos países sigue muy activo las 24 horas. 

Pero son tensiones menores comparadas con las habidas durante el franquismo. Gibraltar inglesa era uno de los términos que más detestaba el dictador en todo el vocabulario: entre otras cosas, Franco prohibió la colocación de carteles en inglés e instructivos en la frontera para los turistas británicos; asimismo cortó el suministro de electricidad que Gibraltar compraba a España así como el agua potable por lo que desde la lejana Inglaterra llegaban buques para abastecer del líquido a sus habitantes. El plan de Franco era aplicar una especie de torniquete para que los gibralteños pidieran a gritos ser readmitidos en España pero el efecto fue contrario. Al ocurrir la muerte del generalísimo, en 1975, los habitantes del Peñón eran más antifranquistas que los españoles mismos. (En todo ha habido una concesión: dado que Gibraltar se encuentra en Europa continental, y de acuerdo a la legislación de la Comunidad Económica, los conductores manejan del lado izquierdo).

La provincia de Andalucía, que hace frontera con Gibratar, se queja de la competencia desleal del contrabando que ocurre todas las noches cuando unas lanchas rápidas procedentes del cañón arrojan a las playas ibéricas cajas que lo mismo contienen cigarrillos --carísimos en territorio español gracias a las leyes antitabaco-- cerveza, latería y, por supuesto, drogas. La autoridad ha prometido reforzar la vigilancia en la frontera pero los ciudadanos se oponen a que se gaste el presupuesto público en algo que se supone es problema del gobierno inglés. Existe la sospecha que la autoridad de Gibraltar está coludida con estas bandas para permitirles operar de noche dado que pese a la prometida "estricta vigilancia" nunca se logra detener a ninguno de los contrabandistas.

El principal ingreso monetario de Gibraltar es el turismo, y una de sus  atracciones es llegar a la cima del Peñón. Tomar el camino para subirlo es gratuito pero a unos 50 metros de la cúspide se pide una cooperación de 25 libras. Ya estando arriba puede uno comer en los restaurantes, tomar fotos, usar los telescopios, comprar postales (también ya se venden virtuales; el cliente las escoge y éstas se mandan a una cuenta de correo) o subirse al teleférico, que ofrece una impresionante vista de la bahía y del Mediterráneo. Otra fuente de ingreso es la pesca, causa frecuente de disputas con sus iguales españoles, quienes lanzan acusaciones de que los ingleses no suelen respetar la frontera marítima y huyen cuando se ven descubiertos para regresar poco después.

Existe una fuerte legislación que protege a los monos, alrededor de 3 mil, que pululan por todo el Peñón. De acuerdo a la historia, se les importó de África para ayudar a controlar una peste de ratas aunque también se cree que para localizar esclavos que lograban huir de las embarcaciones y que se escondían entre la arboleda de la enorme roca. Como sea, Winston Churhill llegó a decir que el día que ya no hubiera monos en Gibraltar los ingleses se verían obligados a abandonarlo. Son animales pacíficos aunque suelen asustar al visitante desprevenido; se lleva un registro de todos ellos, están vacunados y se les alimenta bien.

A diferencia de los habitantes de Las Malvinas, que subsisten de la pesca y la cría de ovejas, construir industrias es imposible en Gibraltar. En consecuencia, Londres da un trato de consentidos a los gibraltareños pues casi la mitad de ellos reciben subsidios gubernamentales. En consecuencia muchos habitantes se la pasan todo el día sin hacer nada, además que hay pocas diversiones en al área. Algunos suelen cruzar al lado español los fines de semana para "ligar", o visitar los restaurantes dado que Inglaterra, que llegó a tener bajo su poder el 25 por ciento del planeta, nunca ha sido soberana en buena gastronomía, algo que los ibéricos ofrecen de sobra. Muchos de estos turistas piden a los comercios que los letreros no sean traducidos al inglés al cruzar la frontera pues manifiestan su deseo por "aprender español". También resulta un incentivo que en esa zona del país abundan guapas españolas con bronceados de sol mediterráneo.

Pero a final de cuentas, Gibraltar es una espina clavada en el alma de los españoles, quienes con frecuencia llaman a este indudable despojo un "humillante resquicio del colonialismo inglés". El problema es que fue un despojo de una época en la que también España era una potencia colonialista que sin duda hubiera actuado igual que Inglaterra en idéntica circunstancia, como cuando echaron a cañonazos a los bucaneros británicos que se asomaron a las costas de lo que hoy son Cuba, Puerto Rico y la Florida. Dentro del gabinete del primer ministro David Cameron, según un reciente texto del Daily Telegraph, un comentario recurrente señala que Londres se sentará con España a hablar sobre el futuro de Gibraltar una vez que Madrid también acuerde poner fin a sus afanes colonialistas y se deshaga de Ceuta y Melilla, dos énclaves que un país soberano como Marruecos reclama como parte de su territorio.

Por lo pronto el Peñón de Gibraltar vuelve a encenderse, quizá no tanto como los tiempos en que los moros fueron expulsados de España con un altísimo costo en vidas y sangre. Pero sí preocupa que dos aliados en otras cuestiones, se encuentren enfrascados en mutuas provocaciones.

 

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