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Brasil, un gigante que despertó de mal humor

Cuando parecía encaminado felizmente hacia la organización de la Copa del Mundo y de los Juegos Olímpicos, el alza en el transporte urbano resultó en una serie de manifestaciones insólitas en Brasil donde no se celebra, se protesta, contra el gobierno. Un vistazo a lo que pasa allá mediante un testimonio de primera mano

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JULIO, 2013. "El país más feliz del mundo", llegó a llamarlo The Economist en un artículo que abordaba los cambios que se estaban dando durante el gobierno de Luz Inacio "Lula" da Silva. El artículo aceptaba que persistían muchas desigualdades y contrastes pero remarcaba "el optimismo hacia el futuro" de un gigante que parece destinado a cosas igualmente grandes pero que, por diversas razones, no lograba dar el salto hacia un progreso sostenido que convirtiera a a Brasil en potencia mundial. The Economist también daba cuenta de que los cambios con Lula se estaban dando "sin protestas ni manifestaciones, algo insólito para un país de América latina".

El pasado 22 de junio miles de brasileños salieron a las calles no para festejar un carnaval ni mucho menos para bailar por el inicio de la Copa Confederaciones, sino para protestar por el aumento en el precio del pasaje urbano en Río de Janeiro. Las manifestaciones crecieron hacia todas las ciudades brasileñas donde lo que al principio era una demanda pasó a convertirse en un pliego, ya infiltrado por los "sin tierra", los anonymous y demás, en contra de la política económica de la presidenta Dilma Rousseff.


Con el fin de tener una visión cercana de lo que ocurre en Brasil, logramos contactarnos con el colombiano Jaime Luis Manjárrez, un ingeniero civil que ha vivido en Bello Horizonte desde 1998. "Lo cierto es que la presión ciudadana ya se estaba dando desde hace un par de meses. Los medios y los políticos hablan constantemente del progreso, del desarrollo, de cómo Brasil ya está cerca de ser un país de primer orden pero la mayoría de la gente simplemente no lo percibe; el dinero no rinde, la inflación está repuntando lo mismo que la delincuencia que durante un tiempo parecía ir a la baja. Algo anda mal, la gente siente que algo se le esconde, lo de los pasajes fue solo el pretexto para que las protestas se desataran..."

--Hasta hace unos días, cuando hablábamos de Brasil se nos venían a la mente los carnavales, la alegría, la samba, las mulatas y, por supuesto, el futbol. Nunca imaginamos que en sus calles veríamos manifestaciones y protestas, incluso violentas. ¿Qué es lo que está ocurriendo en Brasil?
--Estas protestas podríamos verlas desde dos aristas, una, que el país está perdiendo dinamismo en su economía y que muchas ilusiones comienzan a evaporarse. Otra arista es que detrás del triunfalismo, las amas de casa ven que los precios en los supermercados siguen subiendo, el profesionista ve su sueldo estancado y miles de jóvenes recién graduados ven cada día más difícil obtener un empleo bien remunerado. La percepción es que los únicos que han ganado con todo esto son los políticos, los burócratas y los empresarios que hacen negocios con el Estado...

--Acaba usted de describir lo que pasa en México... es increíble.
--Y lo mismo que pasa en Colombia, mi país. Lo que pasa es que ésta (la brasileña) es una economía gigantesca, con 320 millones de habitantes y con todos los problemas imaginables. Lo que sucede en este país tiene repercusiones mucho más grandes.

--Es irónico, visto desde fuera y desde lejos, que las protestas hayan iniciado al mismo tiempo que la Copa Confederaciones, el primer escenario futbolero importante de Brasil previo al Mundial del año que entra...
--Además de irónico yo lo veo como un asunto aprovechado por muchos grupos políticos inconformes a los que cayó como gran golpe de suerte que se dieran las protestas por el alza a los pasajes en Río de Janeiro. Ahora bien, debemos recordar que ya se habían anunciado las protestas por parte de grupos sociales y sindicales desde hace meses, ya se había hablado de ellas en las redes sociales; el aumento no es ni con mucho un asunto nuevo. Pero se dio horas antes de la Copa y las protestas crecieron como quien arroja un cerillo a la hierba seca...

Hasta hace poco, esta era la imagen de Brasil en el mundo...

--¿Entonces el incremento no fue el principal detonante de las protestas?
--Sí fue el principal motivo pero luego fue retomado por otros grupos, ya sean los anonymous, ecologistas e izquierdistas radicales. La furia por los aumentos es justificada., sobre todo en ciudades como Río de Janeiro y Sao Paolo, con más de 10 millones de habitantes cada una. Es común que un obrero tome hasta cuatro o cinco camiones diarios para llegar de su casa a la fábrica, con pasajes que cuestan hasta 70 centavos de dólar [alrededor de nueve pesos mexicanos]. ¿Qué trabajador soporta pagar hasta el equivalente a cuatro dólares diarios en puros pasajes? Por otro lado muchas rutas están pésimamente trazadas, parecen diseñadas para que el usuario tenga que usar tres rutas cuando bien podría emplear solo una...

--¿Se cuenta con sistema de trenes en esas ciudades?
--Sí, por supuesto. Viajar por metro es mucho más barato que en un autobús, puede usted comprar tarjetas con viajes múltiples y ahorra más. Pero el sistema es insuficiente, nunca ha sido suficiente incluso desde que se inauguró, y es que Sao Paolo, Rio o Porto Alegre han crecido tan rápido y tan fuera de control que ningún servicio basta para satisfacer la demanda.

 

--Decía usted al principio que las protestas se debían en parte a que se evaporan las ilusiones entre los brasileños. ¿Qué nos dice de la corrupción?
--Sin duda la corrupción ocupa un lugar preponderante, tanto así que muchos manifestantes salieron a las calles a protestar por su impotencia ante la corrupción, algo que ha permeado la vida de Brasil desde su independencia misma. ¿Y quién no va a querer protestar contra la corrupción, quién va a decir no gracias, prefiero ver mi programa favorito de TV?

--Hay quienes manejan el asunto como el fin de la fachada de Lula, de que finalmente se cae el telón de quien hasta hoy es considerado uno de los mejores presidentes del Brasil...
--Creo que hay dos diferencias fundamentales entre Lula y la actual presidente Dilma Rousseff. Cuando surgieron casos de corrupción en su gobierno, Lula entró al asunto y puso remedio de inmediato. Por supuesto es ingenuo pensar que Lula iba a acabar con la corrupción, pero esos detalles hicieron que se ganara a la opinión pública. La presidenta, por el contrario, parecía vivir en una burbuja. Agreguemos a todo esto el carisma innegable de Lula y la actitud de Rousseff, que muchos ven un tanto arrogante...

--Más allá de carismas, parte de la indignación (palabra que usamos con reservas dado que ya se la apropiaron los "indignados") ¿no será que Brasil está atravesando por el trance de otros países donde el oficialismo dice que vamos avanzando, que cada vez somos más ricos y millones de ciudadanos se preguntan ¿y si es así por qué entonces a mí no me está tocando nada de eso...?
--Esa es la razón por la que las protestas prendieron de inmediato. La percepción de que aquí tenemos un gobierno cada vez más rico, con más recursos gracias a que cada día cobra impuestos más altos pero que los derrocha construyendo estadios de futbol, por ejemplo. En Brasil se juega futbol en cualquier espacio libre, sea de tierra, de piso o de pasto ¿Para qué gastar millones en construir estadios supermodernos si en las favelas hay familias donde de un solo plato de porotos [frijoles] deben comer todos?

--¿Cree usted que las presiones de los manifestantes lleven a la presidenta Rouaseff a cambiar el rumbo de su política económica hacia una más "progresista"? Medios como
The Economist y The Wall Street Journal coinciden en que, aunque tortuoso y duro, el rumbo que Brasil ha tomado desde Henrique Cardoso es el más adecuado...
--Coincido en que el rumbo actual es el más indicado, pero no creo que haya grandes golpes de timón...

--Mencionamos lo anterior porque hay evidencias de que la izquierda llamada "vegetariana" no dudaría en hacerse "carnívora". Tenemos el caso de Michelle Bachelet en Chile, quien ya ha dicho que en caso de reelegirse, dará prioridad a una agenda más "progresista", es decir, de izquierda más dura, que durante su primera gestión.
--Habrá presiones, claro, para que Brasil regrese a esos años de gasto público desbocado, inflación altísima donde incluso surgió una moneda, el cruzado, y a la otra moneda se le quitaron seis ceros. De hecho, creo que esa es una intención evidente de los grupos políticos que se han infiltrado en las protestas y quienes, vamos a decirlo de algún modo, Lula los hizo de lado cuando ya como presidente hizo muchas cosas contrarias a las de su discurso antiempresarial y antiimperialista...

--Lo cual, por cierto, nos habla de un político realista que no podía marchar contra el mundo ni contra las leyes económicas básicas del mercado...
--Parte del problema es que la estructura de Brasil es tan grande, tan gigantesca, que los beneficios tardan mucho tiempo en ser percibidos. Esta es una diferencia vital con Chile, país pequeño y donde los cambios se perciben más rápidamente. A Lula simplemente se le acabó el tiempo.

--¿Cree usted que todo esto repercutirá cuando se celebre el Mundial en año próximo, y los Olímpicos en el 2016?
--Si la situación económica se percibe sin cambios hasta entonces, es probable, y si continúa hasta los Juegos Olímpicos, se habrá convertido en una olla de presión difícil de controlar...

--Se marcaría una similitud con 1968 cuando México organizó la Olimpiada y el ambiente estaba muy denso por lo de Tlatelolco; una similitud más es que Brasil será el segundo país en América latina que los va a celebrar...
--Esperemos que para entonces las cosas hayan vuelto a su nivel y se evite la radicalización de las protestas. Entonces sí estarían en peligro las reformas que se han dado desde los tiempos de Henrique Cardozo.


(Agradecemos la ayuda de Ligia Esther Villanueva para la elaboración de esta entrevista).

Foto: theguardian.com

 

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