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Ya sin Chávez, aumenta el riesgo de la peronización de Venezuela

Ocurrió lo que ya se especulaba desde hace meses, aunque el gobierno venezolano lo desmentía infantilmente. Ahora llega el momento en que el país sudamericano enfrentará una etapa insólita, ya sin la presencia de su presidente. Hoy ronda el peligro que el mandatario siga gobernando post mortem, como Perón en Argentina

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FEBRERO, 2013. Tras un exilio de casi tres décadas en España, Juan Domingo Perón recibió la amnistía que le permitió regresar a Argentina para de inmediato postularse a la presidencia la cual ganó de manera aplastante en 1973. Lo que nadie sospechaba es que Perón se encontraba ya bastante enfermo, una noticia que se mantuvo como secreto de archocofradía. Al año siguiente el ex general murió y Argentina se sumió en el caos, primero con la subida al poder de su esposa Isabel, una mujer con serios desequilibrios mentales, quien fue finalmente destituida en 1976 por una junta militar. Cuatro décadas después, es momento que el país andino no ha podido sacudirse el súcubo peronista, un país donde los rivales políticos invocan obsesivamente y por igual al general en sus discursos.

Cuando se realizaron las elecciones presidenciales en Venezuela el pasado agosto, los médicos de Hugo Chávez sabían perfectamente que le quedaban apenas unos meses de vida, sin embargo su gobierno escondió la verdad hasta donde pudo, y aun la semana pasada, el hoy presidente provisional Nicolás Maduro llamaba "cómplices del imperialismo" --la típica cantaleta de nuestros ineptos gobiernos latinoamericanos-- por difundir "noticias falsas" donde Chávez "estaba superando positivamente su enfermedad" cuando desde hace meses se sabía que padecía cáncer terminal. Todavía el pasado fin de semana el señor Maduro, más papista que su mismísima Santidad, echaba en cara a los "enemigos de la revolución" la "catarata de rumores en torno a la salud del señor presidente Hugo Chávez" y hasta se aventó la puntada, el lunes, de señalar que el cáncer se lo había inoculado ¿quién más? el gobierno norteamericano. (Uno se pregunta porqué Maduro no abrió la boca cuando también se le detectó ese padecimiento al mandatario chileno Sebastián Piñeira)

Adicional a lo que alude Maduro: ¿cuál revolución? Los años del chavismo han sido un completo desastre para Venezuela. Por lo menos el castrismo obtuvo logros innegables en sur primeros años en materia educativa, técnica y médica. Pero la nación venezolana no puede presumir de ello, tanto así que el mismo Chávez optó por atenderse en un hospital cubano. "No ha habido logro alguno en la presidencia de Chávez", escribió Teodoro Petkoff, un periodista a quien nadie puede insultarlo llamándole proyanqui. "Lo que hemos tenido es un derroche inconsciente de recursos, un desorden total en las finanzas públicas y la carencia absoluta de un plan de desarrollo", dijo Petkoff a Andrés Oppenheimer, del Miami Herald. 

El peligro de que una Venezuela postchavista entre al remolino peronista --esto es, la idea de que un político que representa los tiempos chéveres siga influyendo post mortem en la vida política-- son ahora bastante altos. Y es que a diferencia de una dictadura, Venezuela aún goza de ciertas libertades, claramente muy restringidas, pero que permiten viajar a los ciudadanos al extranjero sin problema alguno. Nadie extrañará a los hermanos Castro cuando se despidan de este planeta, pero en el caso de Hugo Chávez persiste y persistirá la idea de que su "revolución bolivariana" quedó inconclusa; ese discurso será empleado ad nauseam por Maduro y todo el séquito chavista.

María Anastasia O'Grady, columnista de The Wall Street Journal, y Ryan Reynolds, del Cato Institute, coinciden en que así como se ocultó a la opinión pública la salud de Chávez, algo similar ocurre con la 0real situación económica de Venezuela, la cual mostró su primera probadita del desastre que se avecina con la devaluación del 35 por ciento del bolívar el pasado enero y que apenas y causó escozor entre la población, preocupada más por la salud del presidente. "Cuando estalle la crisis económica, producto de todos estos años de irresponsabilidad chavista, se echará la culpa a los factores externos, a la conspiración imperialista y a demás argumentos falaces de siempre", escribió O'Grady. De haber estallado la debacle apenas un par de meses antes, el chavismo estaría hoy políticamente liquidado.

Otra coincidencia: a diferencia de la clase media chilena, impulsada por la creación de empleos dentro del sector privado, la clase media venezolana, al igual que la argentina, depende en buena medida de un sueldo del Estado. Carece del enfoque para abrir empresas por su cuenta y ve al empresariado como el enemigo que quiere arrebatarle sus privilegios. Es una clase media creada artificialmente que será la primera en sufrir los embates de la catástrofe financiera que se avecina a Venezuela. También hay otra clase media, la que ha mostrado férrea oposición a Chávez, pero carece de la capacidad organizativa de las huestes chavistas, y tampoco ha sabido organizarse en un frente único. Chávez buscó y consiguió dividirla desde el primer momento que asumió el poder.

Sin embargo a diferencia de Argentina, las posibilidades que Venezuela entre, ahora sí, a una dictadura postchavista son relativamente bajas. Nicolás Maduro, ya presidente interino, ha mostrado un discurso inflado, populista y propio de la izquierda setentera, pero está muy lejos de la clara locura que padecía "Isabelita" Duarte de Perón el día que la destituyeron los militares. El problema inmediato para los opositores es que, sea quien sea el candidato oficialista, ganará las elecciones sin mayor dificultad dado el victimismo creado tras la muerte de Hugo Chávez. La carta a su favor (además de que finalmente logren organizarse) es que quien sea el sucesor no tendrá, ni de lejos, el carisma del ex coronel golpista, ni tampoco su astucia para ganarse auditorios con una retórica explosiva y llena de clichés antiimperialistas.

El pueblo quizá se trague la idea de que la inminente crisis venezolana es producto de una "asonada imperialista", como también ya dijo Maduro, pero la explicación no podrá sostenerse por mucho tiempo si las condiciones económicas siguen empeorando. Detectar ese momento será el gran reto para quienes desean evitar que, como el general Perón, el chavismo pase a convertirse en dogma y su líder siga gobernando desde ultratumba.

La interrogante que sigue a una Venezuela post chavista será su relación con Cuba, un país donde aun el chavismo más furibundo ha criticado por considerar que la isla vive "de fiado" de lo que se le ha enviado desde el 2004 por concepto de petróleo y otros préstamos impagables.

Por lo pronto Venezuela se encuentra ante la disyuntiva de, por fin, dejar atrás al chavismo así sea de forma paulatina o, por el contrario, caer en la más aberrante peronización que dejará a un país inmensamente rico en recursos naturales, sumido en la mediocridad. Lo sabremos los meses subsecuentes.

 

 

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