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Grandes momentos de la historia: cae el Muro de Berlín

Extrañamente ignorado por Hollywood y la comunidad académica, este acontecimiento en favor de la libertad cambió al mundo al ver cómo un imperio aparentemente sólido se derrumbaba como arena, representado en la construcción más odiada en tiempos de la guerra fría

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NOVIEMBRE, 2013. "¡Que nuestros enemigos no se equivoquen, el Muro no será derribado aunque transcurran 50, 100, mil años!", vociferó un exaltado Erich Honecker durante la convención del Partido Socialista Unificado de Alemania Democrática efectuado en abril de 1989. Aquel discurso, aderezado con consignas alabando a Marx y a un hoy olvidado Federico Engels, fue festejado por quienes el historiador Lawrence Wright llamaba "delegados Pavlov" que aplaudieron febrilmente la perorata de Honecker. Esa era la respuesta del gobierno a la serie de otrora impensables cambios que estaban ocurriendo en el bloque oriental, cuyo centro de operaciones se encontraba en Moscú, capital de la entonces URSS.

La preocupación del sátrapa estealemán era entendible: En Polonia caía el régimen de Jaruzelski, lo mismo sucedía con el gobierno de Bulgaria y, el colmo, Hungría había abierto su frontera con Austria, algo que aprovecharon miles de estealemanes para huir hacia Occidente mediante la ironía total, a través de otro país comunista. En Rumania también había manifestaciones contra el tirano Nicolae Ceaceuscu. Era inevitable que aquellos ánimos contagiarían a la idióticamente llamada República Democrática Alemana. Honecker sabía bien que si ello pasaba el imperio comunista europeo estaría condenado a su extinción.

Convocando al Pacto de Varsovia, Honecker pidió a Moscú que defendiera la frontera con Berlín y al resto de Alemania Oriental que a su parecer se encontraba "amenazada". Pero según recordó Mijail Gorbachov en sus Memorias: "Le respondi (a Honecker) que su país siempre presumía de ser autosuficiente y podría valérselas por sí solo. Bueno, le dije , es hora que lo demuestren". Fue una reacción desconcertante por parte de Moscú., Otros autócratas como Kruschev y Breznhev habían invadido Hungría y Checoslovaquíia por afrentas mucho menores.

De hecho, Gorbachov llevaba rato confundiendo a sus aliados del Pacto. En 1986 el presidente Ronald Reagan se puso frente al Muro de Berlín y le exigió que lo derribara. La reacción de indignación fue mayor en Europa Occidental y en Estados Unidos --el líder del Senado, Tip O'Neil, llamó "imprudente" a Reagan y Le Monde censuró su "política belicista que podría llevarnos a una guerra mundial"-- que en la misma URSS. La respuesta detrás del muro fue de condescendiente silencio. En realidad se trataba de un mensaje cifrado entre las superpotencias respecto a las reformas que Gorbachov estaba aplicando en la economía soviética.

Para septiembre las protestas atosigaban al gobierno estealemán, Las manifestaciones empezaron a ser cosa común en las principales ciudades del país y a las cuales Moscú dio la clara orden de evitar cualquier acto de represión. Las concentraciones surtieron efecto y el Estado prometió algunas "libertades" entre ellas "elecciones libres" para escoger a los comisarios de cuadra que hasta entonces solía ser un vecino "soplón" del régimen. Pero no resultó suficiente de modo que Honecker, escondido debajo de su escritorio,. afirmó tajante --y en irónica alusión a Adolfo Hitler, que la RDA duraría "mil años".

Semanas después se abrió la frontera con Checoslovaquia y el país comenzó a quedarse sin mano de obra, esto en una Alemania Democrática donde supuestamente si funcionaba el socialismo y donde se decía que los obreros gozaban de las mejores condiciones laborales del bloque oriental. ¿Cómo era posible ese contraste? A que por décadas la RDA había sido edificada entre mentiras que ingenuamente engullían sus admiradores alrededor del mundo.

Todavía a fines de octubre el gobierno estealemán decía categórico que el Muro "seguiría cerrado mientras persista la injusticia capitalista, todo ello al mismo tiempo que los agentes de la Stazi, la policía secreta, incineraban toneladas de documentos 'producto de 30 años de espionaje. Egon Krenz, alto funcionario del gobierno,. advirtió que "si cae el Muro, el nazifascismo volverá mañana a gobernar Alemania".

Pero el nueve de noviembre, poco antes de las cinco de la tarde, los guardias recibieron la orden de retirar la vigilancia; el Checkpoint Charlie, símbolo de la guerra fría, se vio de repente inundado de ciudadanos que cruzaban a Berlín Occidental, y para hacerlo solo mostraban una identificación a los desarmados guardias, algo paradójico dado que ese había sido el acuerdo inicial entre los cuatro aliados cuando Berlín fue dividida al término de la segunda guerra mundial. Muchos no quisieron esperar e hicieron boquetes en el Muro; esa noche fue de celebración. Un guardia soltó una frase premonitoria: "Esta noche todos hemos vuelto a ser una sola Alemania".

Increíblemente y mientras su gobierno se caía a pedazos, Honecker seguía entercado en que la reunificación era "imposible". Sin embargo menos de una semana después el dictador fue detenido cuando intentaba huir a Cuba y su lugar fue ocupado por Krenz, quien aceptó que ya había pláticas con el canciller de Alemania Federal Helmut Kohl para que ambos países dejaran de estar divididos.

El derrumbe del Muro no cayó bien a todo el mundo. El hoy Nóbel de Literatura Günther Grass le llamó "una tragedia del mundo moderno" y lamento que quienes celebraron frente a la Puerta de Brandenburgo "desconocieran en extremo" la historia d Alemania para más tarde publicar el libro Una Reunificación Insensata. Gore Vidal por su parte escribió desde Estados Unidos, "el 9 de noviembre de 1989 sustituyó al ataque a Pearl Harbor como el día que vivirá en la infamia", mientras el infaltable Noam Chomsky acusó a la caída del Murto a una "conspiración" entre Margaret Thatcher, Ronald Reagan, el Papa Juan Pablo II y el "traidor" Gorbachov. Ninguno de ellos mencionó a los 574 estealemanes que murieron balaceados, electrocutados o ahogados cuando trataron de cruzar al lado occidental.

Curiosamente, había sido una "conspiración" donde el pueblo alemán cooperó alegremente, donde nadie se ofreció a sacrificar su vida para defender a Honecker, donde ni una sola persona marchó a favor de las conquistas de su sistema económico ni nadie denunció la "injerencia" de Thatcher o Reagan en el proceso.

La noticia tampoco parece haber causado mucha emoción en Hollywood, algo extraño dada la enorme cantidad de películas filmadas sobre Alemania y los nazis. Hasta hoy la cantidad de películas acerca de la caída del Muro de Berlín o la vida en Alemania Oriental sigue siendo cercana al cero (en la propia Alemanía sí se han rodado filmes al respecto, entre ellos Los Otros y Goodbye Lenin!). Solo hubo una cinta, estelarizada por David "Hucth" Soul donde un ex agente de la Stazi pasa a ser tras la desaparición de la RDA en ¿qué mas? Un neonazi.

En suma, la caída del Muro de Berlín fue un gran momento en que la humanidad derrumbó, sin disparar un solo tiro, al autotaritarismo y a su fiel sirviente, la burocracia.

 

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