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INTERNACIONAL
Fueron los
demócratas, no Trump, los que destruyeron a Seattle y a Minneapolis
Dos ciudades ejemplares hasta hace poco se han
convertido en campos de batalla debido a la radicalización de sus
campus universitarios y sus aliados, los políticos demócratas. El
caos que está sucediendo ahí está lejos de ser un acto espontáneo en
respuesta a los abusos policíacos. ¿Hasta dónde llegará ese claro
intento por destruir a un país amenazado por un totalitarismo
insólito en su historia?
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JUNIO, 2020.
Esta es la historia de dos ciudades que en su momento fueron
pujantes, aportaron al desarrollo de Estados Unidos y en algún
momento se les ubicaba entre las 10 ciudades con más perspectivas de
ese país. Y entonces los demócratas, que han ganado continuamente la
alcaldía por casi medio siglo, se radicalizaron y mandaron todo al
carajo. Como veremos enseguida, la radicalización de Seattle y
Minneapolis ya se venía cocinando, por lo menos, desde los últimos
cinco años.
Minneapolis, el campus al poder, y el
desastre
Minneapolis fue una de las primeras ciudades de Estados Unidos en
abrazar totalmente la corriente woke que hoy tiene amordazado al
país y a centímetros de un incalculable estallido social. En el 2013
el programa de estudios del Departamento de Eduicación ordenó suprimir la historia de los
pobladores procedentes en su mayoría de Dinamarca, Suecia, Noruega y
Holanda, quienes llegaron desde principios del siglo XX y dieron al
a ese estado un rostro peculiar, detectable para todo aquel que
llega a la ciudad por primera vez. En su lugar esos activistas
obligaron a los alumnos a estudiar la historia de las culturas
nativoamericanas la cual, sin duda importante, dejó fuera la
aportación de los inmigrantes europeos, aspecto imposible de borrar
para explicar el desarrollo del estado.
Se exigió "inclusividad" a todos los planteles educativos tanto
públicos como privados; en la Universidad de Minnesota, una de las
más prestigiadas del Medio Oeste norteamericano, se eliminó el
mérito a los estudiantes con mayor desempeño académico y se optó por
el "pase automático", lo cual ha perjudicado su nivel educativo.
Desde el 2014 todas las materias impartidas incluyen sesiones de
"inclusividad", "interseccionalidad" y remachan la idea de que los
colonizadores blancos no eran más que una sarta de saqueadores y
racistas.
Desde el 2016 el gobierno del estado autorizó la llegada de por lo
menos 10 mil personas procedentes de Somalia para que se asentaran
en Minnesota y quienes de entrada recibieron departamento gratis, y
un cheque mensual a costa de los contribuyentes locales. Los
habitantes de Minneapolis y su ciudad gemela Saint Paul no objetan
la llegada de esos inmigrantes sino el hecho que, además de hablar
muy poco inglés, los inmigrantes se resisten a adoptar las costumbres locales y han
formado pandillas dado que les sobra el tiempo libre. Como
respuesta, el ayuntamiento local respondió que a los habitantes de
la ciudad que "tendrían que acostumbrarse" al actuar de esos
inmigrantes a quienes no se persigue pese a que ha habido numerosas
denuncias en su contra.
El año pasado se registró un pequeño atentado en una parada de
autobuses en el centro de Minneapolis donde se manejó como
sospechosos a dos de esos inmigrantes, pero el gobierno local optó
por echarle tierra al caso. Ciertamente no todos esos inmigrantes
son un lastre para la ciudad; muchos de ellos han abierto sus
propios negocios aunque, con la máxima de las ironías, por lo menos
una decena de ellos fueron vandalizados tras las recientes reyertas
que afectaron a gran parte del centro de la ciudad.
Al interior del Departamento de Policía de Minneapolis se comentaba
la impotencia de muchos agentes de sentirse "traicionados" porque
los jueces dejaban ir a varias personas detenidas con claras
evidencias que justificaban su arresto. A esto se agrega la
intención de varios concejales por aprobar que los delitos menores
dejen de ser considerados graves, que se haya dejado salir a decenas
de presos y a jueces que se han rehusado a encerrar a delincuentes
reincidentes, algo que, como veremos más adelante en el caso de
Seattle, está lejos de ser una casualidad.
Minneapolis terminó hundida en incontables casos de corrupción,
nepotismo y gastos sin justificar. Sin embargo a los votantes no
pareció que fuera suficiente y decidieron darle la confianza
nuevamente a los demócratas algo que han hecho desde 1962, cuando la
ciudad tuvo su último alcalde republicano. Y escogieron a un
gobierno de jóvenes recién egresados de la universidad, quizá
esperanzado que éstos podrían hacer un mejor trabajo que los
adultos.
La ciudad escogió como alcalde a Jacob Frey, un mozalbete quien ha
manifestado que el primer ministro canadiense Justin Trudeau es su
"ejemplo a seguir". Pero no llegó solo: entre sus concejales se
encuentra Lisa Bender, una veinteañera que inició su carrera en la
Coalición de Ciclistas de Minneapolis, la cual ha sido totalmente
politizada al punto que exige eliminar el uso de los automóviles
particulares dentro del perímetro urbano para "combatir" el uso de
combustibles fósiles. Por supuesto, la propuesta de Bender no
incluye sacar de circulación a los vehículos oficiales, ni los
camiones recolectores de basura --no sea que se enoje el sindicato--
ni los vehículos de funcionarios ni burócratas; aparentemente sus
vehículos son incapaces de contaminar en absoluto.
Los ciclistas convertidos en activistas, con Bender al frente,
presionaron al ayuntamiento para colocar carriles de circulación
exclusivos para bicicletas en todas las calles de Minneapolis, quizá
convencidos que todos ellos, vestidos con pantalones de licra,
terminarán con las guerras, eliminarán el racismo y salvarán al
planeta. De ese modo, Bender consiguió que la ciudad gastara
millones de dólares para reducir el tamaño de las calles los
carriles de ciclistas. La idea, dijo Bender a la prensa, es que para
el 2030, el 60 por ciento de los habitantes de Minneapolis
utilizarán bicicletas, optarán por caminar o tomarán el autobús.
Nadie se atrevió a decirle a Bender que el plan está destinado al
fracaso porque la ciudad registra en promedio 100 días con nevadas
al año. (Quizá Bender cree que, para entonces ya solo conoceremos la
nieve en fotografías, como estúpidamente dijo The New York Times
en el 2011, aunque su pronóstico era para el 2015. Cuando el
Departamento de Policía de Minneapolis aplicó una multa a Bender por
no haber removido la nieve de su banqueta, ésta acusó de "sexistas"
a lo agentes."
¿A quién extraña, entonces, que el gobierno estudiantil del alcalde
Frey y la concejal Bender se ha convertido en un hazmerreír
nacional?
Ya desde antes de la muerte de George Floyd, el ayuntamiento de
Minneapolis analizaba la posibilidad de dejar de financiar el
Departamento de Policía para, dijo Frey, "reencauzar esos recursos
en ayuda social". El acto de brutalidad policiaca contra Floyd
--cometido, algo que a nadie de la prensa parece interesarle, por un
policía a sueldo de la ciudad de Minneapolis-- fue el pretexto ideal
para darle puntilla a algo que un gobierno plagado de ineptos había
estado planeando por más de un año.
El alcalde fue humillado en público por los miembros de Black Lives
Matters cuando le exigieron "con un sí o un no", que aboliera el
Departamento de Policía, Frey apenas pudo balbucear algunas palabras
fue echado entre abucheos y mentadas. Sin embargo hasta hoy ningún
medio ni organización política han exigido la renuncia de esta
"joven promesa" que en algún momento ofreció a los electores "un
futuro tranquilo, de igualdad y sin prejuicios raciales". Pero cómo
no.
Mientras tanto, los índices de criminalidad se han disparado en una
ciudad que hasta hace poco era segura las 24 horas, con una oferta
gastronómica de primer nivel y dotada de una belleza natural,
incluidos medio centenar de lagos, paisaje ideal para trabajar o
relajarse en un ambiente rodeado por la naturaleza. Pero ahora
decenas de empresas están considerando mudarse a otros estados al
tiempo que la ciudad se despeña hacia una pesadilla impensable
apenas 20 años atrás, es decir, cuando aún había demócratas con
sentido común e interés por escuchar y atender a sus gobernados.
Seattle, el junkie town demócrata
El espíritu empresarial de Seattle es indiscutible. Fue ahí donde
nacieron la cadena de cafeterías Starbucks, la McDonnell Douglas,
creadora de los Jumbo 747 y Amazon, la tienda en línea más grande
del planeta. Pero es igualmente innegable que Seattle ha padecido
políticas de permisividad que acaban por desembocar en la creación
de CHAZ (o CHOP, un "territorio libre" a mitad del centro de la
ciudad tomado por simpatizantes del grupo Black Lives Matter, esto
pese a que los "habitantes" de CHAZ sean blancos casi en un 70 por
ciento).
Ya desde los 90 la revista Rolling Stone publicó un texto llamado
"Junkie Town" (ciudad de adictos) donde daba cuenta cómo esa ciudad
registraba el mayor número de adictos a la heroína en todo Estados
Unidos. Y contrario a la " brutalidad policiaca" que tanto se ha
denunciado, estos adictos, según la revista, no eran perseguidos
dada la presión de varios activistas al interior del ayuntamiento
local. Esta permisividad hizo que los índices de criminalidad se
dispararan en una ciudad que por décadas había gozado de absoluta
tranquilidad.
En el 2013 esos mismos activistas lograron que la penalización por
consumo de drogas disminuyera a una mera llamada de atención, es
decir, en lugar de enfrentar un grave problema se optó por
agravarlo. Adicional a ello, en el 2015 el estado de Washington
autorizó liberar a quienes estaban en prisión por posesión de drogas
en pequeñas cantidades, efectivamente, lo que conocemos como
puchadores. El entonces alcalde de Seattle, un tipo llamado Ed
Murray, celebró la medida y la llamó "un ejemplo de justicia hacia
quienes anteriormente no la habían experimentado".
Murray, a quien se ha llamado "el Di Blasio de la costa oeste" y no
precisamente como halago, vio dispararse los índices delictivos en
el área de Seattle desde el anuncio de la "revolucionaria" decisión
e incluso dijo, con el mayor desparpajo, que ciertamente muchos de
esos delitos habían sido presuntamente cometidos por esos reos
liberados, pero los ataques "fueron en respuesta a los insultos y
los prejuicios" de los que habían sido objeto. Es decir, racismo.
Sin embargo los aplausos de la prensa no fueron tan ruidosos ni
frecuentes cuando surgieron acusaciones contra el alcalde Murray de
abuso infantil , violación y tocamientos indebidos. Murray negó esos
alegatos pero de cualquier manera fue forzado a renunciar mientras
el ayuntamiento tuvo que indemnizar a dos de las jóvenes que habían
acusado al alcalde.
Ya para el 2019 la situación en Seattle era tan mala que la
televisora local KOMO TV transmitió un reportaje titulado "¿Está
muriendo Seattle?" Lo que está ocurriendo representa una inyección
de ácido sulfúrico para terminar de matar a tan emblemática ciudad.
Cualquiera pensaría que tras el desastroso gobierno de Murray, los
habitantes de la ciudad entrarían en razón. Sin embargo el reemplazo
de Murray fue Jenny Durkan, una abogada que desde antes de los
desórdenes como consecuencia de la muerte de George Floyd en
Minneapolis ya estaba quitando facultades a los cuerpos policiacos,
adicional al salto cuántico que ha dado el número de personas sin
hogar que deambulan por las calles de la ciudad.
Como se ve, cuando comenzaron las manifestaciones en Seattle, el
terreno ya estaba totalmente abonado para la aparición del
"territorio" que decenas de estudiantes radicalizados, rijosos y
meros vividores crearon en el "área bohemia" de Seattle. Y quizá
pensando que esos desmanes producto de su complicidad e
incompetencia estaban reviviendo el espíritu de los 60, la alcaldesa
Durkam dijo a un medio local que CHAZ/CHAP iba a presenciar "el
verano de amor", un sitio lleno de camaradería y donde el
capitalismo ha sido erradicado pero donde ya se registró una muerte
la madrugada del sábado 19 de junio. (Y por supuesto que los
"habitantes" de ese "territorio libre" que tanto criticaron a Trump
por construir un muro en la frontera con México, lo primero que
hicieron fue levantar barreras divisorias).
Peor aún, es un hecho que el Departamento de Policía de Seattle y
cuyo recinto fue tomado por los vándalos de CHAZ/CHOP, ya no tendrá
fondos para su financiamiento, con lo implica que ya no habrá
policías que molesten a los pobres vagabundos ni que golpeen
inconscientemente a los afroamericanos, esto pese a que la ciudad
lleva casi un año sin que se hayan cometido abusos policiacos contra
la población negra.
Finalmente, quizá se cierto aquello que algunos seres humanos se
sienten más cómodos viviendo en lo que se asemeje a un infierno: una
reciente encuesta realizada por Rasmussen señaló que, pese a la
caótica situación, un 53 por ciento de los residentes de Seattle
apoyan a la alcaldesa ...
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